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1. Perro Amorfo nace de la rabia. Perro Amorfo nace de la necesidad de decirse, decirnos, que viene con los nudos en la garganta. Perro Amorfo nace de un nerviosismo ante la invisibilidad e inviabilidad del discurso aún en construcción, de lo que se pierde en la búsqueda de lo pulido. Perro Amorfo nace para tratar de darle lugar al reflejo torpe, el cajón olvidado, a la colectividad indecisa, a la falta de creatividad, a la flojera estética. Perro Amorfo nace como un aprendizaje, mayormente un aprendizaje, sí.


2. Perro Amorfo es un proyecto de la Venezuela del 2017, es decir, un proyecto que emerge de un contexto de violencia e incertidumbre que desdibujó las nociones de futuro colectivo. En ese sentido, Perro Amorfo va de la mano de una preocupación por no poder encontrar o no saber producir vehículos para la expresión en un espacio discursivo que se tornaba cada vez más complejo de afrontar. Una preocupación por no saber, no querer, no poder, decir. De cierta forma, Perro Amorfo es un proyecto de la interrupción, de habitar la interrupción, de aprender a interrumpir.


Jaime Yáñez y Valerie Weilheim, creadores y talleristas de Perro Amorfo.

3. Perro Amorfo es un taller de (fan)zines. Eso es, quizá, un buen principio. Un taller de (fan)zines para jóvenes. Un taller de (fan)zines, no obstante, que aspira no a la producción material de dispositivos, sino a ahondar en el proceso mismo de tratar de decir personal o colectivamente. No el (fan)zine como soporte físico solamente, sino como proceso de soportar, de hacer que algo o alguien sea un soporte. No la limpieza del diseño, ni la cuidada factura de los librillos engrapados o cosidos, sino la exploración que conlleva indagar entre medios y herramientas para tratar de darle forma para lo que en la experiencia se nos presenta apenas como chispazos o fragmentos.


3. Un taller de Perro Amorfo busca ser un espacio que revele las capacidades productivas de un adolescente, de una adolescencia. Creatividad desbocada en un contexto que promueve la repetición de lo mismo. Talleres de (fan)zines, entonces, que insisten en la capacidad de los jóvenes de decir, y decirse, sobre y en su cotidianidad inestable, inestabilizada. Perro Amorfo es un proyecto que quiere darle un lugar a la mirada del adolescente, que anhela ser soporte de un cuestionamiento, que confía en que la indagación de la relación que sostienen, que sostenemos, con los lugares de la cultura y la sociedad (las artes plásticas, la vida en comunidad, la educación, la música, el amor) revelará las potencias de un discurso menospreciado, adormilado y desautorizado.



4. Perro Amorfo es un taller itinerante. Un taller de espacios variables y de ciclos inconclusos. Un taller abierto, siempre, que se sostiene no por su presencia constante, sino por el gesto potencial que revela tan simple y necesario. Un taller que es sobre todo un lugar de encuentro y diálogo, una pequeña suspensión ante la voracidad del presente, que sostiene una invitación constante a la apropiación y la reproducción de ese lugar que se crea en el sentarse a hacer juntos.


5.  Perro Amorfo quiere insistir en entendernos como colectivamente incluso en los, en apariencia, más individuales de nuestros procesos (creativos). Es decir, en enseñar y conversar sobre lo que emocionalmente avergüenza, expresivamente callamos y creativamente callamos. Confía, pues, en que proponer un espacio para mostrar y mostrarse es un camino, una salida, una ruta a seguir. Perro Amorfo insiste en la necesidad de no sentirnos solos. De allí que su nombre haya sido dado por sus primeros talleristas, que sus registros y diseños sean grupales, que sus procesos privilegien la transparencia, que sus consignas sean contingente, siempre modificables, según los lugares de itinerancia.



6. [Los primeros talleres] Surge Perro Amorfo en el resguardo de librerías y espacios culturales. Lugar de contrabando entre actividades y propuestas que se orientaban únicamente hacia niños o adultos  dejando de lado a los adolescentes, sus posibilidades y sus búsquedas. Estos primeros encuentros tomaron la forma de prolongados talleres donde la experimentación con diversas técnicas de escritura e ilustración fue de la mano con un recorrido por la historia del (fan)zine. La orientación fundamental era presentar, en el juego entre estos dos polos, la pluralidad de sentidos posibles en nuestro objeto central: forma de publicación de bajo costo, espacio de rebeldía, modelo de consumo crítico en una sociedad globalizada, medio para la construcción de comunidades, reivindicación de lo marginal y lo marginado. Estos talleres, que apuntaban a durar alrededor de una semana, fueron lugar de dinámicas fundamentalmente de reconocimiento: tratar de encontrar en el diálogo sostenido una conciencia sobre las necesidades de nuestros talleristas, ahondar en los discursos que para ellos resultan más relevantes, ubicar el (fan)zine como un impulso siempre-ya presente en sus vidas, hallar las dificultades, los silencios y rabias que guardan ellos como grupo, colectividad. Por ello, los ejercicios abordaron sobre todo la expresión y apropiación de imágenes en torno al desenvolvimiento del cuerpo y del pensamiento en su contexto y sus relaciones personales con el mundo.


7. [Los talleres de poesía] Un par de talleres de Perro Amorfo giraron en torno a dos tradiciones de poesía: la estadounidense y la venezolana. En estas itinerancias, la naturaleza, si es posible hablar de una naturaleza, claro, del poema como acto de literatura nos permitió insistir sobre dos posibilidades del (fan)zine: 1) entenderlo como espacio de experimentación del sentido, donde la imagen y la palabra no necesita corresponder con un significado externo sino con la relaciones que construyan en el dispositivo; 2) ahondar en las necesidades expresivas que llaman a producir un objeto propio fuera del circuito de distribución y con una recepción, en principio, más bien reducido. En uno de estos talleres, la relación de las adolescentes con una tradición extraña, la estadounidense, los llevó a considerar los límites del lenguaje como vehículo para sostener la presentación de sus estados emocionales y de sus relaciones interpersonales. Por lo mismo, los ejercicios tendieron a una transformación radical, en apariencia, de los textos leídos para crear inscripciones propias de sus intereses particulares, de situaciones de su cotidianidad y a dejar constancias de las pequeñas fracturas en su relación con la construcción de sentido en sus vidas. En el otro, la relación con lo conocido, la tradición venezolana, en apariencia les exigió un cuidado mayor hacia los materiales trabajados. La cita directa con su poderosa presencia y las formas reconocibles dentro de un cierto discurso identitario, entonces, fueron los insumos de lo que se valieron aquí para la apropiación: una serie de dispositivos emergieron, entonces, que cuestionaban no lo, en apariencia, profundamente personal, sino acaso el lugar que ocupaban dentro de un entramado colectivo y un discurso de la ciudad asediado por el peligro constante de desintegración.


8. [El Calvario Puertas Abiertas 2022] En una plaza del barrio El Calvario, como parte del evento El Calvario a Puertas Abiertas organizado por Ciudad Laboratorio, Perro Amorfo realizó una intervención que ocupó toda una tarde. Entre bombonas de gas que esperaban ansiosamente ser surtidas, los niños, principalmente, y los adultos que se acercaban cotidianamente al espacio fueron invitados a componer un (fan)zine colectivo que poco a poco iba tomando la forma de una cobija de retazos. Pequeños recortes de tela, entonces, eran entregados a los participantes para que cada quien mirara atentamente y dibujara algunos objetos amados de su comunidad. Buscábamos, al final del día, componer un dispositivo de afectos que pudiese cobijar, aunque fuese brevemente, a los habitantes de El Calvario. Esta premisa fue expandida por los talleristas, quienes recorrieron las actividades que colectivamente habían estado realizando orgánicamente a lo largo de diciembre para construir comunidad, al tiempo que imaginaban también un devenir promisorio para el barrio y el país. El testimonio fragmentado y afectivo correspondía, por estas razones, no solo al espacio cercano, sino que abarcó sin miramientos el ensueño, la fantasía, el deseo, el recuerdo y el sinsentido. Esta cobija de retazos afectados constituyó una indagación, por esto, en la diversidad de lo que nos afianza a eso que nombramos como nuestro hogar y las capacidades de abordar esos lazos desde la creatividad.



9. [El Banco del Libro Puertas Abiertas 2023] Hijo desencadenado hoy,/ furia reconquistada,/ ensoñación ante las puertas sagradas”, estos versos de Vicente Gerbasi, en su poema Mi padre, el inmigrante, sirvieron de epígrafe a la actividad realizada en El Banco del Libro Puertas Abiertas. Una intervención, de nuevo, donde invitamos a los visitantes del evento a imaginar el sentido y la amplitud de lo que entendemos como puertas. Se trataba de una invitación a ahondar brevemente en la memoria y el afecto para trazar esos tránsitos donde experimentamos la sensación de traspasar un umbral para llegar a un lugar. Así las puertas de las casas de infancia, para algunos, se entrelazaron con dibujos de animales, portales en espiral, prolongadas avenidas y complicados laberintos. La conversación surgida en torno a este (fan)zine colectivo, que la voracidad participante extendió hasta ya entrada la noche, intentó explorar la idea del límite y la limitación que rodea esta serie de eventos organizados por Ciudad Laboratorio: ¿qué cosas entran en juego en esta invitación a entrar en espacios, comunidades e instituciones, que imaginamos cerradas pero nunca lo han estado?, ¿qué implica pensar una puerta cerrada, una entreabierta, una rota?, ¿qué cosa en nosotros mismo transgredimos cuando decidimos atravesar la puerta equivocada? En un evento donde los participantes estaban rodeados de libros, de breves obras teatrales, de danza, de fotografía y pintura: ¿cuáles son nuestras entradas y salidas de estos mundos en los que hacemos vida?, ¿cómo podemos expandirnos a tantos territorios y, al mismo tiempo, quedarnos tan cortos en otras situaciones? 



10. [El Calvario Puertas Abiertas 2023] “Codiseñar el espacio compartido” es el nombre de la metodología puesta en práctica en esta intervención por Perro Amorfo y Javier Grajales, artista venezolano, amigo, ganador del 23º Salón Jóvenes con FIA. Una lámina de acrílico dispuesta frente a distintos espacios de la comunidad del barrio El Calvario fue el soporte de una invitación a imaginar la forma en que queremos transformar el espacio en el que vivimos. Transformar, en este sentido, es aquí una toma de conciencia de las maneras en que los espacios están siempre-ya modificados por la relación imaginaria que construimos con ellos. Una invitación doble implicó esta metodología: trabajar con la noción de identidad, lo que nos permitimos considerar como posible dentro de lo que somos, y también destruir esa noción partiendo de la innegable materialidad de la imaginación que necesariamente desborda esa identidad. Pensar el lugar en el que vivimos, reconocer como cambia cuando lo observamos y cuando lo habitamos, fue aquí mirar detenidamente el proceso de cómo componemos y de qué nos valemos para componer nuestros tránsitos por la cotidianidad. En el acrílico, entonces, aparecieron a lo largo de la intervención algunos de los espacios que sienten, sentimos, hacen falta y algunas imágenes que acompañan esa vida hecha por los habitantes, pero también se evidenciaron las reconfiguraciones que ya tenían lugar en la forma en cómo eran utilizados esos espacios y que en la imaginación apenas se mostraba y se perfeccionaba aquella que en la “realidad” ya ocurría. Así, el codiseño que quería constituir el ejercicio se afirmaba en la apropiación de las capacidades que los habitantes en todo momento ponen práctica, más que una imposición un reconocimiento y consolidación de una parte del vivir en comunidad que con demasiada facilidad se ignora y se deja de lado a la espera de los expertos (que nada saben).




Si te da curiosidad, descarga nuestro primer fanzine, el que dio inicio a este proyecto:


La vida continúa
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Actualizado: hace 4 días



Los lectores de este blog conocen Ojos de perra azul, el podcast de Radio Mandarache que dirijo junto a Alberto Soler y que tiene esa increíble edición y dirección de arte de Fito Conesa. Sin embargo, detrás de nosotros, existen un grupo de veinte jóvenes protagonistas que componen cada episodio. Sin sus voces, seríamos incapaces de darle forma a cada idea, reflexión, propuesta creativa. De allí nace esta iniciativa de conversaciones perrunas, un espacio en el blog en donde iremos publicando breves entrevistas a cada una de sus participantes. Este podcast es una experiencia colectiva, la intención no es sólo ponerles un rostro, sino de ofrecer un contexto y ampliar su sentido de pertenencia en este proyecto.


conversación perruna 1: Iván G. Bertachini, 22 años

¿Quién es Iván?

¿Qué tipo de inquietudes tiene Iván?, ¿qué estudias?


Empecé periodismo, aunque ahora estoy haciendo Marketing y Publicidad. Me atrae el mundo de las comunicaciones pero también reconocer productos, generar una forma de vender conceptos e ideas, que la gente las entienda y les guste.


¿Cómo inicia tu relación con el Proyecto Mandarache?


Con unos 14 años, cuando estudiaba en mi instituto en La Manga. Yo era un poco el chico empollón, el listo que le gustaba leer. Cuando había eventos en el instituto, tipo día del estudiante o de Santo Tomás de Aquino, se hacían cursos de poesía. Me presentaba y hacía rimas pobres, pero me divertía. No sé, le cogí gustillo. Y fue una profe la que me dijo que en Mandarache, aparte de los encuentros con los autores, habían talleres para la gente que le gusta escribir. Me emocioné, me apunté, mandé un material y me aceptaron para el taller de Libreta Mandarache. Ahí empecé a meterme en la esencia Mandarache, no sólo por el taller sino por las personas que conocí, de las que no sólo guardo un buen recuerdo, sino que forman parte de mi vida. Por ejemplo está Alejandro, que es mi compañero de piso (y también de Ojos de perra azul). Lo conocí en Libreta, nos hicimos amigos y cuando fuimos a la universidad nos dijimos ¿y si compartimos piso?. Ya llevamos cinco años viviendo juntos.


¿Y sigues escribiendo?, ¿o de qué otra forma conectas con lo creativo?


Libreta fue un punto de inflexión para darme cuenta que, en realidad, la poesía me daba un poco igual. Al menos lo había intentado. Me sentía más cómodo haciendo otro tipo de cosas. Tonteé con el cine, pues soy muy cinéfilo, también con la escritura teatral, crear diálogos. En el instituto era muy de hacer vídeos cortos, ejercicios chorras con amigos, ver montajes para divertirnos. Y me encantaba ese tipo de lenguaje. Luego dejé de escribir, perdí mi voz, pero llegó la pandemia y volví a conectar con la escritura. Aunque tampoco soy muy constante.


¿Y el doblaje? Entiendo que es un área profesional que te interesa.


Siempre me gustó saber el cómo usar la voz, imitar, ser el chico gracioso que imita, hacer personajes. Es parte de lo que me gusta del medio audiovisual, hacer doblaje de cosas chulas, poner voces a dibujos animados, doblar acentos. Tengo unos cuantos cursos de doblaje y locución que me ayudan mucho a lo que soy. Siempre fui muy aficionado del mundo podcaster antes del boom. Es más, en algún momento, junto a Alejandro, hicimos un pequeño podcast llamado ¿Y por qué no?. Aunque luego mi faceta social me llevó, junto a otros compañeros, a crear otro podcast estudiantil. Pero luego, pandemia de por medio, Mandarache empezó a hacer podcasts y me ofrecieron si quería participar en Hableemos.


 

Hableemos es un podcast de Radio Mandarache para el diálogo entre personas que escriben y personas que leen. Un espacio de encuentro en el que jóvenes lectores debaten con autoras y autores de los Premios Mandarache y Hache sobre distintos temas de interés suscitados a partir de la lectura de sus libros.


 

¿Cómo nace tu implicación con Hableemos?


Este podcast nace como un resorte para sobrevivir a la pandemia. En principio, fue un espacio que sirvió para llevar, de forma telemática, los encuentros de los jóvenes con las autoras nominadas a los premios Mandarache y Hache. Cuando se dio inicio a la segunda temporada, me llamaron para participar, porque seguía relacionado con el proyecto. A su vez, se nos invitó a formar parte del Grupo Promotor que selecciona los libros para el premio. La idea era dar espacios a jóvenes para que también pudieran elegir junto a las profesoras y bibliotecarias. De hecho, Alejandro y yo aceptamos el compromiso de participar en el comité, y nos enamoramos aún más del proyecto.


Al principio, Fito también se encargaba de la edición de Hableemos, pero en esta última temporada has llevado todo el proceso solo. ¿Qué significa este podcast para ti actualmente?


En su primer año Hableemos fue un refugio. Llevaba la comunicación de Mandarache de una forma más serena. Generaba una charla distendida con los autores, lejos de la velocidad de los reels o los tik toks. No se dejaban llevar por las redes. Se afronta al libro con más profundidad. Generaba un diálogo que no era sólo preguntas y respuestas, sino con una identidad más chula. Sin embargo, en la tercera temporada, los encuentros se fusionaron con el podcast y ahora son lo mismo. Es decir, que la interacción en directo con los grandes grupos de jóvenes preguntando e interviniendo, hace que sea más limitado el tiempo de reflexión. Lo que obligó a reformular el formato y añadir muchas más voces en un tiempo limitado. Esto fue en cierto modo frustrante para mí. En ese sentido, Hableemos se transforma y estamos buscando una evolución. Estoy explorando formas. Al final, es una manera de una dar mayor entidad, a nivel profesional, a una práctica que era de ocio al inicio.


¿Y cómo te sientes con respecto a Ojos de perra azul?


Es que Ojos de perra... es más experimental, más de introspección. Me gusta escucharme en contraste con los demás, en cómo empiezo con un punto de vista y luego llego a otro, incluso cambiando de opinión.


¿Cómo le explicarías al mundo de qué va este podcast?


Es un espacio sonoro en el que gente joven habla de temas, intentando relacionarlo con el mundo del arte y la cultura.


Woao, qué técnico, como se nota que trabajas en esto y estudias Marketing, ¿pero no te parece demasiado intenso?


Sí, pero eso es lo mejor de Ojos de perra.


¿Lo mejor? Elabora...


A ver, no se trata de un podcast realmente necesario pero sí importante. A nosotros nos gusta hablar, conversar de aquellos temas que pensamos. Les damos vuelta, y llegamos a comparar nuestras ideas. Bien profundo. Quizás el momento en que nos quedemos sin palabras, pues ya veremos si pasamos del podcast; pero ahora es importante.


¿Cuáles son las fortalezas de Ojos de perra azul y cuáles son los posibles cambios?


Uno de los fuertes, que poco a poco me ha ido convenciendo, se trata de crear espacios de reflexión individuales que a la vez son colectivos. Eso de enviar audios en los que uno reflexiona en su casa, encarándolo con los encuentros, permite una producción sonora distinta a la idea conversacional. Además que ya tenemos un colapso de ese tipo de podcast. Ojos de perra azul permite pausar, pensar en la pausa. Y más que un cambio, creo que un aporte sería integrar alguna información, datos, puntos de vista sobre algunos temas, puede darle más entidad al podcast. Aunque a mí me gusta la disertación.


¿Qué aporta Iván a Ojos de perra azul?


Aporto un punto de serenidad, reflexión, de poner los pies en la tierra. Soy creativo pero no por eso un artista desquiciado, soy más realista. Me gusta entender la cultura desde el punto social, cómo lo vivimos, cuánto nos afecta, cómo se puede entender.



¿Por qué ese interés? ¿Cuál es tu vínculo con lo político y lo social?


Yo milito en un partido político, no lo oculto, tengo mis valores. Busco hacer política de manera distinta y me represento en ello. La gente joven tiene cierto desencanto, que siempre ha existido en la juventud. Eso me da pena. Entiendo que no se trata solo de hablar de equis partido o equis propuesta, sino de un avance social, de lo que está pasando, y la política se hace día a día, con tu asociación de vecinos, en tu trabajo. Hace falta mucho pedagogía para hacerle entender a los más jóvenes que la política es algo vivo y que lo social y la política van de la mano.


¿Crees que la relación de los jóvenes con la cultura ha cambiado?


Sí. Irremediablemente sí, De hecho, en mi experiencia con Hableemos, en donde siempre comparto con gente más joven que yo. Converso con gente de 14 años. Son diez años de diferencia, y pareciera que entienden el mundo por tramos. Y esos tramos son cada vez más radicales con la cultura, los más pequeños versus los más grandes.


Entiendo que entonces lo social es lo que te lleva a unirte al Poetry Slam Cartagena.


Sí, ya lo he dicho, la poesía me da bastante igual. Lo hago más por el impacto cultural que tiene el evento. Es un proyecto que nace de Mercedes, Alejandro y un viaje que hicieron para conocer el Poetry Slam Madrid. Cuando Alejandro me propuso ser parte le dije enseguida que sí. Es una iniciativa increíble y sé, por proyectos anteriores, que funcionamos muy bien. Ahora somos un equipo de tres y, aunque mi papel suele ser más en las sombras, disfruto mucho lo que hemos construido. Busco la manera de dejar mi propia identidad en el proyecto. Estoy muy orgulloso de lo que hemos montado. Sé que Alejandro y Mercedes hablaran de esto.


Si una selfie tuya se hiciera viral, que la gente te reconocería solo por ella, ¿cómo sería?


No lo tengo claro. Que sea graciosa, sin dejarme en ridículo. Me gusta que haya una buena imagen de mí. No quiero ser demasiado solemne, sino distendido, sentirme el alivio cómico en la historia de otra persona.


 

Si les interesa conocer el podcast de Hableemos, aquí les comparto uno de los programas de esta temporada junto al autor Darío Adanti. En este vídeo de YouTube podrán ver la dinámica del podcast, tal como la describe Iván en la entrevista.



 

Glosario:


Libreta Mandarache es un taller de creación literaria y escritura dirigido a jóvenes.

Durante cada curso escolar las personas jóvenes seleccionadas reciben clases de escritura y de literatura, así como otras nociones sobre el mundo profesional del libro y la investigación. El grupo seleccionado está compuesto cada año por jóvenes de entre 15 y 18 años que hayan participado anteriormente en los Premios Mandarache y Hache. Libreta es una acción formativa del Proyecto Mandarache de Educación Lectora junto a la Biblioteca del Museo Nacional de Arqueología Subacuática. ARQVA.


Grupo Promotor es el órgano de toma de decisiones del Proyecto Mandarache.

Con más de cuarenta miembros que participan de forma voluntaria, conforman una asamblea que convoca anualmente un mínimo de diez reuniones con el fin de definir los perfiles de la campaña y actuando además como comité de selección de los libros finalistas del Premio Mandarache y del Premio Hache en cada edición.


Radio Mandarache es una red de podcast en el marco de los Premios Mandarache y Hache impulsados por la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Cartagena, con el principal apoyo de la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura del Ministerio de Cultura y Deporte.


Ojos de perra azul es un podcast de Radio Mandarache para reflexionar sobre leer. Situamos a quienes leen en el centro del hecho literario para investigar distintos aspectos de la lectura y la cultura del libro. Un lugar de ensoñación y encuentro. Sinestesia, abstracción e intensidad adolescente sin pudor.


Poetry Slam Cartagena un juego poético en el que diez poetas por velada compiten por ganar el favor del público y salir como vencedores de la noche. Cada participante dispone de sólo tres minutos para interpretar su poema, en caso de superar el tiempo límite se le comenzará a restar parte de su puntuación.  La temática y el idioma son libres, la única condición es que los poemas han de ser originales, de creación propia. Toda la información sobre cómo funcionan las veladas está disponible en las bases del evento. 



En 2023, edité junto a la Universidad del Rosario en Colombia, el libro Los jóvenes tienen voz: por un diálogo ciudadano entre generaciones. Más que un libro, esta recopilación de textos teóricos es un ejercicio de reflexión alrededor del concepto de juventud a nivel social, cultural y político en Latinoamérica. La lectura de este libro propone un diálogo intergeneracional entre académicos especializados y otros investigadores jóvenes en formación que navegan a través de la crítica, el pensamiento historicista, el análisis sociológico, la literatura y la crónica. Se busca analizar este concepto desde distintas variantes, poniendo el foco en territorio latinoamericano y en las universidades. Catorces textos inéditos se intercalan con seis entrevistas a jóvenes innovadores del continente. Una pieza en construcción de nuestra historia que busca explorar las voces jóvenes, con sentido ciudadano, en esta conversación que también les pertenece.


Me emociona, en lo personal, que uno de los ensayos que forman parte del libro, es un ejercicio crítico sobre el fanzine en América latina escrito por Jaime Yáñez y Valerie Weilheim, dos de los jóvenes que forman parte original de la creación de PezLinterna. Espacio que además se ganaron por mérito propio, tras una ardua evaluación externa que hacen otros especialistas académicos antes de la publicación final del libro.


La idea siempre fue provocar este diálogo entre distintas generaciones pero desde la rigurosidad académica. Lo que nos permite observar las diferentes formas de narrar a los jóvenes como sujetos. Y también de poner en valor la educación universitaria como un posible agente transformador. Por lo tanto, no se trata de un libro definitivo, al contrario, es una obra incompleta. Esta compilación es una pieza en construcción de nuestra historia. A partir del momento que se publica, su esencia es el tránsito. Es por esa razón que, en esta entrada, les comparto el texto introductorio ¿Qué aspiran los jóvenes en la actualidad? (pp. 15-21). Lo escribí para explicar los objetivos, el índice y la estructura del libro. Con estas voces, esperamos que se abran nuevas oportunidades para reflexionar académicamente sobre la juventud contemporánea fuera de la nostalgia y más allá del adultocentrismo.



 

¿Qué aspiran los jóvenes en la actualidad?, es una pregunta que se devanea entre lo genérico y lo relevante. Existen constantes trabajos de investigación que aspiran traducir el código de este grupo de personas, enmarcados en una frontera de edad específica: de 18 a 31 años. No sólo viendo la edad como un factor biológico de tránsito a la madurez, sino como ejercicio de la experiencia, de la comprensión del mundo adulto y del compromiso ciudadano. Es por eso que cada generación propone una idea conceptual de joven, con la que pretende abarcar también sus necesidades como ser social y cultural. Por ejemplo, en 1883, el barón alemán Colmar von der Goltz terminó de escribir un libro titulado La nación en armas. Muchas de sus reflexiones, ligadas al nacionalismo, invitan a pensar en la estrecha relación de los jóvenes con el mundo militar. Resalta la importancia del joven como parte de la maquinaria de la guerra por sus cualidades: “El enigma que su curiosidad aspira a resolver aparece todavía ante ellos como un libro cerrado. Suben la colina sin percibir lo abrupto del precipicio del otro lado. Su amor por la aventura eleva su entusiasmo por la batalla. «La fortaleza de una nación reside en su juventud”» (2018: 21)[1] Es decir, una de las primeras consideraciones en la que se tuvo a este grupo social, fue vinculándolos con la guerra.


            De manera paralela, también en Europa se reflexionaba sobre la importancia de la educación en los niños. No en vano, en 1880, se decreta la ley de escolarización que condujo una nueva disposición social en las familias. Los niños debían alfabetizarse, y los individuos mayores de edad serían responsables de la carga familiar. Cumplirían ciertos oficios, recibiendo un salario que les daba la posibilidad de independizarse económicamente. Fue así como los jóvenes comenzaron a ser conscientes de un gasto que antes no consideraban: el del ocio. Dentro de esa categoría las revistas, los juegos de azar y el cómic comenzaron a formar parte de sus necesidades. De ese modo, vino la psicología, la literatura, la sociología y en cada ámbito, en cada etapa de la historia, los jóvenes comenzaban a conceptualizarse como grupo etario y factor generacional. En ese sentido, la idea europea y anglosajona del joven como motor de guerras, impulsador de un sistema adulto, terminó dando por respuesta un  final del siglo XX cargado de profundo desencanto social. En este sentido, la educación como un derecho igualitario, se reforzaba como una alternativa para mantener a flote las próximas generaciones dentro de la sociedad.  


            Más de un siglo después, en 2011, la alemana Meredith Haaf, escribe un texto ensayístico sobre la juventud de su generación, el título en español es Dejad de lloriquear[2]. Se trata de un recorrido poco complaciente a través de la relación que los jóvenes estaban teniendo con el mundo al inicio del siglo XXI. Estos individuos que se habían sometido a un constante cambio de códigos discursivos y sociales, obligándose a un proceso de adaptación inagotable. La generación de los millennials que según los antropólogos abarca del año 1980 al 2000, fue la abanderada de la frustración. Habían sido educados para un mundo que se hizo obsoleto, enfrentándose a la actualización de las herramientas electrónicas cotidianas (teléfonos, reproductores de música), a cambios ideológicos de ciertos gobiernos, el impacto cultural de la caída de las torres gemelas en Estados Unidos y el inicio de la era virtual.


            En este libro, Haaf anuncia que probablemente el problema radica en que los jóvenes millennials “muy pocas veces percibimos los acontecimientos políticos como experiencias”. Pone como ejemplo que, si hubiera caído el muro de Berlín en la actualidad, más serían las personas grabando el evento con sus móviles que viviendo el momento. Evidentemente habla desde la posición en que el futuro implica crisis y no superación. Para este nuevo adulto y, por lo tanto, para la infancia de una parte de la generación z que empieza en el 2000, los constructos educativos de la academia y los adultos estaban puestos en duda. Estudiar, aparentemente, no te hace profesional, o ser profesional no te garantiza que tus conocimientos dejen de ser útiles en el futuro y, mucho menos, garantizan que vayas a tener una vida digna. Eso los obligó a aprender a ser pragmáticos, lo que mermó la relación con el otro y el mundo. ¿Qué pasa entonces con la generación actual?


            En 2019, Alesandro Barrico, publica el libro The Game[3] en donde reflexiona sobre la relación del hombre con el mundo virtual. Explora el impacto que las redes sociales y otras formas de dinamización han tenido en la relación del ser humano. La generación z, nacida a partir entre los años 2000 y 2010, se formó consciente de la tecnología, apropiándose de ella, y adaptándolas a su forma de ver el mundo. Es decir, la relación con los productos y los servicios, cambió de forma radical. La fácil y natural relación con los dispositivos móviles, amplío las mejoras en cuanto a movilidad e inmediatez. También los expuso a un mundo distinto, poco propenso a la crítica, transformando la idea de lectura, educación, sociedad, afectividad.


            Esta mirada genérica, suele trasladarse desde occidente al resto del mundo, arropando la idea de los jóvenes como un patrón sin esencia. No se toma en consideración los entornos de estos individuos, la diversidad de sus realidades, el impacto transformador de la educación como detonante social y aislante de la idea masificadora de las sociedades. Entonces, ¿qué tan útil es el término generación?, ¿realmente sirve de escala para comprender la evolución de cara al futuro? Latinoamérica siempre se ha confrontado a una idea del joven heredada de Occidente, contrarrestando su propia identidad personal, esa que les toca construir a partir de las dificultades de un sistema complejo, desbalanceado, caótico, ideológicamente variante, y culturalmente enriquecido.


            En 2020, en Colombia, la Universidad del Rosario contó con el apoyo de la firma encuestadora Cifras y Conceptos, para llevar a cabo diversas encuestas a nivel nacional dirigida a los jóvenes entre 18 y 32 años. Con la intención de comprender el impacto social que tuvo, no sólo la pandemia del COVID-19, sino los diversos movimientos sociales y políticos que estaban ocurriendo dentro del marco histórico contemporáneo en el país. La pregunta ¿qué aspiran los jóvenes en la actualidad? dejó de ser una idea retórica para ser una variante. A partir de este proceso de investigación, nace la idea de este libro, que buscaba atender a la pregunta a través del diálogo centrado en Hispanoamérica.



            En primer lugar, proponemos un arqueo histórico en donde no sólo se traslada el concepto "juventud" visto desde Latinoamérica, sino en cómo las variantes históricas, sociales y educativas fueron un importante motor de transformación en la idea arquetípica del joven para las naciones. Iniciamos esta primera parte del libro titulada generaciones transformadoras, del siglo XVIII al XX, con la historia de Colombia como epicentro, en el que los catedráticos Sebastián Ariza, Rodrigo de J. García Estrada, Diana Gómez Navas, Carlos Andrés Charry, hicieron un arqueo sobre la transformación de la idea de la juventud, fácilmente trasladables a realidades vecinas dentro del continente.


            Posteriormente, llegados el siglo XXI, damos paso a la segunda parte del libro que recoge trayectorias vitales, formativas y comprometidas en la actualidad. Para esta parte reunimos las voces colombianas de Nathalia Urbano, Claudia M. Diaz Ríos, Javier F. Galindo Bohorquez, Alba Lucía Cruz, Ángela Cristina Pinto Quijano, David Caro y Emmanuel Quiroga quienes, hacia el final, se mezclan con la de Bruno Souza y Felipe Costa, autores de Brasil, quienes ayudan a matizar el concepto de jóvenes dentro de un continente tan enriquecido en diversidad como el nuestro.


            Este detonante, abre paso a la tercera y última parte del libro: otros retos, otras representaciones en donde Sara Bertrand de Chile; Koro López de Uralde de España; y María Beatriz Medina, Samuel Díaz, Jaime Yáñez y Valerie Wielheim de Venezuela, analizan la propuesta conceptual de los jóvenes desde otros espacios, incluso con otras formas de narrar.



            La lectura de este libro propone un diálogo entre académicos especializados y otros investigadores jóvenes en formación que navegan a través de la crítica, el pensamiento historicista, el análisis sociológico, la literatura y la crónica. Se busca analizar el concepto de juventud desde distintas variantes, en nuestro territorio y enmarcado en las necesidades de nuestros contextos.


            De la mano a esa misma necesidad estructural por entrecruzar formas narrativas, se han incluido entre los capítulos, seis entrevistas a jóvenes estudiantes y emprendedores: Catalina Sofía Sánchez Melo y Lënmec Tiller de Colombia; María Paula Altamirano Benítez de Ecuador; Lú Céspedes de Perú; Florencia Manolakis de Argentina y Pamela Escobar Vargas de México.[4] Cada uno de las voces de estos jóvenes enriquece el análisis de estos capítulos, con su reflexión en primera persona, enunciando su propia realidad y tomando conciencia de sus contextos. Algunos de los temas contemporáneos que suelen abordar son discidencia, feminismo, diversidad, virtualidad, compromiso social, herencia cultural, desarrollo socioeconómico, ambientalismo y, uno de los más imperativos, el derecho a la educación universitaria. Este es, sin duda alguna, uno de los grandes pilares sobre los que se construye la narrativa de este libro: la educación como posibilidad para el cambio.


            Quizás no haya una respuesta concreta alrededor de las aspiraciones de los jóvenes contemporáneos, pues cada una de ellas se construye a partir de sus identidades individuales; lo que sí pretende este libro es proponer una reflexión intergeneracional, la invitación abierta al debate, al diálogo, en donde jóvenes y adultos estén dispuestos a proponer como sujetos transformadores del cambio y no como un mero ejemplo de sus generaciones. Leernos, sin brechas, para entendernos como una sociedad justa e igualitaria, necesitada de un sistema educativo sólido y con las mismas posibilidades profesionales para todos, que sirva de motor para el tránsito que supone ser, más que un adulto, un ciudadano.


[1] Savage, Jon. Teenage: la invención de la juventud 1875-1945. Madrid: Desperta Ferro Ediciones, 2018

[2] Haaf, Meredith. Dejad de lloriquear: sobre una generación y sus problema susperfluos. Barcelona: Alpha Decay, 2012.

[3] Baricco, Alessandro. The Game. España: Anagrama, 2018

[4] Reconocemos que existe la ausencia de voces de Centroamérica. Debido a los tiempos de edición del libro, no se pudieron concretar algunas de las propuestas consultadas.


 

Para los lectores en Colombia, puedes adquirir el libro físico en la web de la editorial. En otros países se puede adquirir el ebook en Play StoreApple Store y otras plataformas.


 

Si tienes más curiosidad acerca del libro, les compartimos las siguientes entrevistas que hice para el podcast chileno La biblioteca de noche, y para el programa Las voces del libro que forma parte de la editorial. Al final, pueden encontrar una de las cuatro presentaciones que llevamos a cabo en ferias y librerías. En este caso, en la librería Lerner de Bogotá, donde conversaron Maité Dautant y Carlos Andrés Charry, uno de los autores del libro.







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