1. Perro Amorfo nace de la rabia. Perro Amorfo nace de la necesidad de decirse, decirnos, que viene con los nudos en la garganta. Perro Amorfo nace de un nerviosismo ante la invisibilidad e inviabilidad del discurso aún en construcción, de lo que se pierde en la búsqueda de lo pulido. Perro Amorfo nace para tratar de darle lugar al reflejo torpe, el cajón olvidado, a la colectividad indecisa, a la falta de creatividad, a la flojera estética. Perro Amorfo nace como un aprendizaje, mayormente un aprendizaje, sí.
2. Perro Amorfo es un proyecto de la Venezuela del 2017, es decir, un proyecto que emerge de un contexto de violencia e incertidumbre que desdibujó las nociones de futuro colectivo. En ese sentido, Perro Amorfo va de la mano de una preocupación por no poder encontrar o no saber producir vehículos para la expresión en un espacio discursivo que se tornaba cada vez más complejo de afrontar. Una preocupación por no saber, no querer, no poder, decir. De cierta forma, Perro Amorfo es un proyecto de la interrupción, de habitar la interrupción, de aprender a interrumpir.
3. Perro Amorfo es un taller de (fan)zines. Eso es, quizá, un buen principio. Un taller de (fan)zines para jóvenes. Un taller de (fan)zines, no obstante, que aspira no a la producción material de dispositivos, sino a ahondar en el proceso mismo de tratar de decir personal o colectivamente. No el (fan)zine como soporte físico solamente, sino como proceso de soportar, de hacer que algo o alguien sea un soporte. No la limpieza del diseño, ni la cuidada factura de los librillos engrapados o cosidos, sino la exploración que conlleva indagar entre medios y herramientas para tratar de darle forma para lo que en la experiencia se nos presenta apenas como chispazos o fragmentos.
3. Un taller de Perro Amorfo busca ser un espacio que revele las capacidades productivas de un adolescente, de una adolescencia. Creatividad desbocada en un contexto que promueve la repetición de lo mismo. Talleres de (fan)zines, entonces, que insisten en la capacidad de los jóvenes de decir, y decirse, sobre y en su cotidianidad inestable, inestabilizada. Perro Amorfo es un proyecto que quiere darle un lugar a la mirada del adolescente, que anhela ser soporte de un cuestionamiento, que confía en que la indagación de la relación que sostienen, que sostenemos, con los lugares de la cultura y la sociedad (las artes plásticas, la vida en comunidad, la educación, la música, el amor) revelará las potencias de un discurso menospreciado, adormilado y desautorizado.
4. Perro Amorfo es un taller itinerante. Un taller de espacios variables y de ciclos inconclusos. Un taller abierto, siempre, que se sostiene no por su presencia constante, sino por el gesto potencial que revela tan simple y necesario. Un taller que es sobre todo un lugar de encuentro y diálogo, una pequeña suspensión ante la voracidad del presente, que sostiene una invitación constante a la apropiación y la reproducción de ese lugar que se crea en el sentarse a hacer juntos.
5. Perro Amorfo quiere insistir en entendernos como colectivamente incluso en los, en apariencia, más individuales de nuestros procesos (creativos). Es decir, en enseñar y conversar sobre lo que emocionalmente avergüenza, expresivamente callamos y creativamente callamos. Confía, pues, en que proponer un espacio para mostrar y mostrarse es un camino, una salida, una ruta a seguir. Perro Amorfo insiste en la necesidad de no sentirnos solos. De allí que su nombre haya sido dado por sus primeros talleristas, que sus registros y diseños sean grupales, que sus procesos privilegien la transparencia, que sus consignas sean contingente, siempre modificables, según los lugares de itinerancia.
6. [Los primeros talleres] Surge Perro Amorfo en el resguardo de librerías y espacios culturales. Lugar de contrabando entre actividades y propuestas que se orientaban únicamente hacia niños o adultos dejando de lado a los adolescentes, sus posibilidades y sus búsquedas. Estos primeros encuentros tomaron la forma de prolongados talleres donde la experimentación con diversas técnicas de escritura e ilustración fue de la mano con un recorrido por la historia del (fan)zine. La orientación fundamental era presentar, en el juego entre estos dos polos, la pluralidad de sentidos posibles en nuestro objeto central: forma de publicación de bajo costo, espacio de rebeldía, modelo de consumo crítico en una sociedad globalizada, medio para la construcción de comunidades, reivindicación de lo marginal y lo marginado. Estos talleres, que apuntaban a durar alrededor de una semana, fueron lugar de dinámicas fundamentalmente de reconocimiento: tratar de encontrar en el diálogo sostenido una conciencia sobre las necesidades de nuestros talleristas, ahondar en los discursos que para ellos resultan más relevantes, ubicar el (fan)zine como un impulso siempre-ya presente en sus vidas, hallar las dificultades, los silencios y rabias que guardan ellos como grupo, colectividad. Por ello, los ejercicios abordaron sobre todo la expresión y apropiación de imágenes en torno al desenvolvimiento del cuerpo y del pensamiento en su contexto y sus relaciones personales con el mundo.
7. [Los talleres de poesía] Un par de talleres de Perro Amorfo giraron en torno a dos tradiciones de poesía: la estadounidense y la venezolana. En estas itinerancias, la naturaleza, si es posible hablar de una naturaleza, claro, del poema como acto de literatura nos permitió insistir sobre dos posibilidades del (fan)zine: 1) entenderlo como espacio de experimentación del sentido, donde la imagen y la palabra no necesita corresponder con un significado externo sino con la relaciones que construyan en el dispositivo; 2) ahondar en las necesidades expresivas que llaman a producir un objeto propio fuera del circuito de distribución y con una recepción, en principio, más bien reducido. En uno de estos talleres, la relación de las adolescentes con una tradición extraña, la estadounidense, los llevó a considerar los límites del lenguaje como vehículo para sostener la presentación de sus estados emocionales y de sus relaciones interpersonales. Por lo mismo, los ejercicios tendieron a una transformación radical, en apariencia, de los textos leídos para crear inscripciones propias de sus intereses particulares, de situaciones de su cotidianidad y a dejar constancias de las pequeñas fracturas en su relación con la construcción de sentido en sus vidas. En el otro, la relación con lo conocido, la tradición venezolana, en apariencia les exigió un cuidado mayor hacia los materiales trabajados. La cita directa con su poderosa presencia y las formas reconocibles dentro de un cierto discurso identitario, entonces, fueron los insumos de lo que se valieron aquí para la apropiación: una serie de dispositivos emergieron, entonces, que cuestionaban no lo, en apariencia, profundamente personal, sino acaso el lugar que ocupaban dentro de un entramado colectivo y un discurso de la ciudad asediado por el peligro constante de desintegración.
8. [El Calvario Puertas Abiertas 2022] En una plaza del barrio El Calvario, como parte del evento El Calvario a Puertas Abiertas organizado por Ciudad Laboratorio, Perro Amorfo realizó una intervención que ocupó toda una tarde. Entre bombonas de gas que esperaban ansiosamente ser surtidas, los niños, principalmente, y los adultos que se acercaban cotidianamente al espacio fueron invitados a componer un (fan)zine colectivo que poco a poco iba tomando la forma de una cobija de retazos. Pequeños recortes de tela, entonces, eran entregados a los participantes para que cada quien mirara atentamente y dibujara algunos objetos amados de su comunidad. Buscábamos, al final del día, componer un dispositivo de afectos que pudiese cobijar, aunque fuese brevemente, a los habitantes de El Calvario. Esta premisa fue expandida por los talleristas, quienes recorrieron las actividades que colectivamente habían estado realizando orgánicamente a lo largo de diciembre para construir comunidad, al tiempo que imaginaban también un devenir promisorio para el barrio y el país. El testimonio fragmentado y afectivo correspondía, por estas razones, no solo al espacio cercano, sino que abarcó sin miramientos el ensueño, la fantasía, el deseo, el recuerdo y el sinsentido. Esta cobija de retazos afectados constituyó una indagación, por esto, en la diversidad de lo que nos afianza a eso que nombramos como nuestro hogar y las capacidades de abordar esos lazos desde la creatividad.
9. [El Banco del Libro Puertas Abiertas 2023] “Hijo desencadenado hoy,/ furia reconquistada,/ ensoñación ante las puertas sagradas”, estos versos de Vicente Gerbasi, en su poema Mi padre, el inmigrante, sirvieron de epígrafe a la actividad realizada en El Banco del Libro Puertas Abiertas. Una intervención, de nuevo, donde invitamos a los visitantes del evento a imaginar el sentido y la amplitud de lo que entendemos como puertas. Se trataba de una invitación a ahondar brevemente en la memoria y el afecto para trazar esos tránsitos donde experimentamos la sensación de traspasar un umbral para llegar a un lugar. Así las puertas de las casas de infancia, para algunos, se entrelazaron con dibujos de animales, portales en espiral, prolongadas avenidas y complicados laberintos. La conversación surgida en torno a este (fan)zine colectivo, que la voracidad participante extendió hasta ya entrada la noche, intentó explorar la idea del límite y la limitación que rodea esta serie de eventos organizados por Ciudad Laboratorio: ¿qué cosas entran en juego en esta invitación a entrar en espacios, comunidades e instituciones, que imaginamos cerradas pero nunca lo han estado?, ¿qué implica pensar una puerta cerrada, una entreabierta, una rota?, ¿qué cosa en nosotros mismo transgredimos cuando decidimos atravesar la puerta equivocada? En un evento donde los participantes estaban rodeados de libros, de breves obras teatrales, de danza, de fotografía y pintura: ¿cuáles son nuestras entradas y salidas de estos mundos en los que hacemos vida?, ¿cómo podemos expandirnos a tantos territorios y, al mismo tiempo, quedarnos tan cortos en otras situaciones?
10. [El Calvario Puertas Abiertas 2023] “Codiseñar el espacio compartido” es el nombre de la metodología puesta en práctica en esta intervención por Perro Amorfo y Javier Grajales, artista venezolano, amigo, ganador del 23º Salón Jóvenes con FIA. Una lámina de acrílico dispuesta frente a distintos espacios de la comunidad del barrio El Calvario fue el soporte de una invitación a imaginar la forma en que queremos transformar el espacio en el que vivimos. Transformar, en este sentido, es aquí una toma de conciencia de las maneras en que los espacios están siempre-ya modificados por la relación imaginaria que construimos con ellos. Una invitación doble implicó esta metodología: trabajar con la noción de identidad, lo que nos permitimos considerar como posible dentro de lo que somos, y también destruir esa noción partiendo de la innegable materialidad de la imaginación que necesariamente desborda esa identidad. Pensar el lugar en el que vivimos, reconocer como cambia cuando lo observamos y cuando lo habitamos, fue aquí mirar detenidamente el proceso de cómo componemos y de qué nos valemos para componer nuestros tránsitos por la cotidianidad. En el acrílico, entonces, aparecieron a lo largo de la intervención algunos de los espacios que sienten, sentimos, hacen falta y algunas imágenes que acompañan esa vida hecha por los habitantes, pero también se evidenciaron las reconfiguraciones que ya tenían lugar en la forma en cómo eran utilizados esos espacios y que en la imaginación apenas se mostraba y se perfeccionaba aquella que en la “realidad” ya ocurría. Así, el codiseño que quería constituir el ejercicio se afirmaba en la apropiación de las capacidades que los habitantes en todo momento ponen práctica, más que una imposición un reconocimiento y consolidación de una parte del vivir en comunidad que con demasiada facilidad se ignora y se deja de lado a la espera de los expertos (que nada saben).
Si te da curiosidad, descarga nuestro primer fanzine, el que dio inicio a este proyecto:
En 2023, edité junto a la Universidad del Rosario en Colombia, el libro Los jóvenes tienen voz: por un diálogo ciudadano entre generaciones. Más que un libro, esta recopilación de textos teóricos es un ejercicio de reflexión alrededor del concepto de juventud a nivel social, cultural y político en Latinoamérica. La lectura de este libro propone un diálogo intergeneracional entre académicos especializados y otros investigadores jóvenes en formación que navegan a través de la crítica, el pensamiento historicista, el análisis sociológico, la literatura y la crónica. Se busca analizar este concepto desde distintas variantes, poniendo el foco en territorio latinoamericano y en las universidades. Catorces textos inéditos se intercalan con seis entrevistas a jóvenes innovadores del continente. Una pieza en construcción de nuestra historia que busca explorar las voces jóvenes, con sentido ciudadano, en esta conversación que también les pertenece.
Me emociona, en lo personal, que uno de los ensayos que forman parte del libro, es un ejercicio crítico sobre el fanzine en América latina escrito por Jaime Yáñez y Valerie Weilheim, dos de los jóvenes que forman parte original de la creación de PezLinterna. Espacio que además se ganaron por mérito propio, tras una ardua evaluación externa que hacen otros especialistas académicos antes de la publicación final del libro.
La idea siempre fue provocar este diálogo entre distintas generaciones pero desde la rigurosidad académica. Lo que nos permite observar las diferentes formas de narrar a los jóvenes como sujetos. Y también de poner en valor la educación universitaria como un posible agente transformador. Por lo tanto, no se trata de un libro definitivo, al contrario, es una obra incompleta. Esta compilación es una pieza en construcción de nuestra historia. A partir del momento que se publica, su esencia es el tránsito. Es por esa razón que, en esta entrada, les comparto el texto introductorio ¿Qué aspiran los jóvenes en la actualidad? (pp. 15-21). Lo escribí para explicar los objetivos, el índice y la estructura del libro. Con estas voces, esperamos que se abran nuevas oportunidades para reflexionar académicamente sobre la juventud contemporánea fuera de la nostalgia y más allá del adultocentrismo.
¿Qué aspiran los jóvenes en la actualidad?, es una pregunta que se devanea entre lo genérico y lo relevante. Existen constantes trabajos de investigación que aspiran traducir el código de este grupo de personas, enmarcados en una frontera de edad específica: de 18 a 31 años. No sólo viendo la edad como un factor biológico de tránsito a la madurez, sino como ejercicio de la experiencia, de la comprensión del mundo adulto y del compromiso ciudadano. Es por eso que cada generación propone una idea conceptual de joven, con la que pretende abarcar también sus necesidades como ser social y cultural. Por ejemplo, en 1883, el barón alemán Colmar von der Goltz terminó de escribir un libro titulado La nación en armas. Muchas de sus reflexiones, ligadas al nacionalismo, invitan a pensar en la estrecha relación de los jóvenes con el mundo militar. Resalta la importancia del joven como parte de la maquinaria de la guerra por sus cualidades: “El enigma que su curiosidad aspira a resolver aparece todavía ante ellos como un libro cerrado. Suben la colina sin percibir lo abrupto del precipicio del otro lado. Su amor por la aventura eleva su entusiasmo por la batalla. «La fortaleza de una nación reside en su juventud”» (2018: 21)[1] Es decir, una de las primeras consideraciones en la que se tuvo a este grupo social, fue vinculándolos con la guerra.
De manera paralela, también en Europa se reflexionaba sobre la importancia de la educación en los niños. No en vano, en 1880, se decreta la ley de escolarización que condujo una nueva disposición social en las familias. Los niños debían alfabetizarse, y los individuos mayores de edad serían responsables de la carga familiar. Cumplirían ciertos oficios, recibiendo un salario que les daba la posibilidad de independizarse económicamente. Fue así como los jóvenes comenzaron a ser conscientes de un gasto que antes no consideraban: el del ocio. Dentro de esa categoría las revistas, los juegos de azar y el cómic comenzaron a formar parte de sus necesidades. De ese modo, vino la psicología, la literatura, la sociología y en cada ámbito, en cada etapa de la historia, los jóvenes comenzaban a conceptualizarse como grupo etario y factor generacional. En ese sentido, la idea europea y anglosajona del joven como motor de guerras, impulsador de un sistema adulto, terminó dando por respuesta un final del siglo XX cargado de profundo desencanto social. En este sentido, la educación como un derecho igualitario, se reforzaba como una alternativa para mantener a flote las próximas generaciones dentro de la sociedad.
Más de un siglo después, en 2011, la alemana Meredith Haaf, escribe un texto ensayístico sobre la juventud de su generación, el título en español es Dejad de lloriquear[2]. Se trata de un recorrido poco complaciente a través de la relación que los jóvenes estaban teniendo con el mundo al inicio del siglo XXI. Estos individuos que se habían sometido a un constante cambio de códigos discursivos y sociales, obligándose a un proceso de adaptación inagotable. La generación de los millennials que según los antropólogos abarca del año 1980 al 2000, fue la abanderada de la frustración. Habían sido educados para un mundo que se hizo obsoleto, enfrentándose a la actualización de las herramientas electrónicas cotidianas (teléfonos, reproductores de música), a cambios ideológicos de ciertos gobiernos, el impacto cultural de la caída de las torres gemelas en Estados Unidos y el inicio de la era virtual.
En este libro, Haaf anuncia que probablemente el problema radica en que los jóvenes millennials “muy pocas veces percibimos los acontecimientos políticos como experiencias”. Pone como ejemplo que, si hubiera caído el muro de Berlín en la actualidad, más serían las personas grabando el evento con sus móviles que viviendo el momento. Evidentemente habla desde la posición en que el futuro implica crisis y no superación. Para este nuevo adulto y, por lo tanto, para la infancia de una parte de la generación z que empieza en el 2000, los constructos educativos de la academia y los adultos estaban puestos en duda. Estudiar, aparentemente, no te hace profesional, o ser profesional no te garantiza que tus conocimientos dejen de ser útiles en el futuro y, mucho menos, garantizan que vayas a tener una vida digna. Eso los obligó a aprender a ser pragmáticos, lo que mermó la relación con el otro y el mundo. ¿Qué pasa entonces con la generación actual?
En 2019, Alesandro Barrico, publica el libro The Game[3] en donde reflexiona sobre la relación del hombre con el mundo virtual. Explora el impacto que las redes sociales y otras formas de dinamización han tenido en la relación del ser humano. La generación z, nacida a partir entre los años 2000 y 2010, se formó consciente de la tecnología, apropiándose de ella, y adaptándolas a su forma de ver el mundo. Es decir, la relación con los productos y los servicios, cambió de forma radical. La fácil y natural relación con los dispositivos móviles, amplío las mejoras en cuanto a movilidad e inmediatez. También los expuso a un mundo distinto, poco propenso a la crítica, transformando la idea de lectura, educación, sociedad, afectividad.
Esta mirada genérica, suele trasladarse desde occidente al resto del mundo, arropando la idea de los jóvenes como un patrón sin esencia. No se toma en consideración los entornos de estos individuos, la diversidad de sus realidades, el impacto transformador de la educación como detonante social y aislante de la idea masificadora de las sociedades. Entonces, ¿qué tan útil es el término generación?, ¿realmente sirve de escala para comprender la evolución de cara al futuro? Latinoamérica siempre se ha confrontado a una idea del joven heredada de Occidente, contrarrestando su propia identidad personal, esa que les toca construir a partir de las dificultades de un sistema complejo, desbalanceado, caótico, ideológicamente variante, y culturalmente enriquecido.
En 2020, en Colombia, la Universidad del Rosario contó con el apoyo de la firma encuestadora Cifras y Conceptos, para llevar a cabo diversas encuestas a nivel nacional dirigida a los jóvenes entre 18 y 32 años. Con la intención de comprender el impacto social que tuvo, no sólo la pandemia del COVID-19, sino los diversos movimientos sociales y políticos que estaban ocurriendo dentro del marco histórico contemporáneo en el país. La pregunta ¿qué aspiran los jóvenes en la actualidad? dejó de ser una idea retórica para ser una variante. A partir de este proceso de investigación, nace la idea de este libro, que buscaba atender a la pregunta a través del diálogo centrado en Hispanoamérica.
En primer lugar, proponemos un arqueo histórico en donde no sólo se traslada el concepto "juventud" visto desde Latinoamérica, sino en cómo las variantes históricas, sociales y educativas fueron un importante motor de transformación en la idea arquetípica del joven para las naciones. Iniciamos esta primera parte del libro titulada generaciones transformadoras, del siglo XVIII al XX, con la historia de Colombia como epicentro, en el que los catedráticos Sebastián Ariza, Rodrigo de J. García Estrada, Diana Gómez Navas, Carlos Andrés Charry, hicieron un arqueo sobre la transformación de la idea de la juventud, fácilmente trasladables a realidades vecinas dentro del continente.
Posteriormente, llegados el siglo XXI, damos paso a la segunda parte del libro que recoge trayectorias vitales, formativas y comprometidas en la actualidad. Para esta parte reunimos las voces colombianas de Nathalia Urbano, Claudia M. Diaz Ríos, Javier F. Galindo Bohorquez, Alba Lucía Cruz, Ángela Cristina Pinto Quijano, David Caro y Emmanuel Quiroga quienes, hacia el final, se mezclan con la de Bruno Souza y Felipe Costa, autores de Brasil, quienes ayudan a matizar el concepto de jóvenes dentro de un continente tan enriquecido en diversidad como el nuestro.
Este detonante, abre paso a la tercera y última parte del libro: otros retos, otras representaciones en donde Sara Bertrand de Chile; Koro López de Uralde de España; y María Beatriz Medina, Samuel Díaz, Jaime Yáñez y Valerie Wielheim de Venezuela, analizan la propuesta conceptual de los jóvenes desde otros espacios, incluso con otras formas de narrar.
La lectura de este libro propone un diálogo entre académicos especializados y otros investigadores jóvenes en formación que navegan a través de la crítica, el pensamiento historicista, el análisis sociológico, la literatura y la crónica. Se busca analizar el concepto de juventud desde distintas variantes, en nuestro territorio y enmarcado en las necesidades de nuestros contextos.
De la mano a esa misma necesidad estructural por entrecruzar formas narrativas, se han incluido entre los capítulos, seis entrevistas a jóvenes estudiantes y emprendedores: Catalina Sofía Sánchez Melo y Lënmec Tiller de Colombia; María Paula Altamirano Benítez de Ecuador; Lú Céspedes de Perú; Florencia Manolakis de Argentina y Pamela Escobar Vargas de México.[4] Cada uno de las voces de estos jóvenes enriquece el análisis de estos capítulos, con su reflexión en primera persona, enunciando su propia realidad y tomando conciencia de sus contextos. Algunos de los temas contemporáneos que suelen abordar son discidencia, feminismo, diversidad, virtualidad, compromiso social, herencia cultural, desarrollo socioeconómico, ambientalismo y, uno de los más imperativos, el derecho a la educación universitaria. Este es, sin duda alguna, uno de los grandes pilares sobre los que se construye la narrativa de este libro: la educación como posibilidad para el cambio.
Quizás no haya una respuesta concreta alrededor de las aspiraciones de los jóvenes contemporáneos, pues cada una de ellas se construye a partir de sus identidades individuales; lo que sí pretende este libro es proponer una reflexión intergeneracional, la invitación abierta al debate, al diálogo, en donde jóvenes y adultos estén dispuestos a proponer como sujetos transformadores del cambio y no como un mero ejemplo de sus generaciones. Leernos, sin brechas, para entendernos como una sociedad justa e igualitaria, necesitada de un sistema educativo sólido y con las mismas posibilidades profesionales para todos, que sirva de motor para el tránsito que supone ser, más que un adulto, un ciudadano.
[1] Savage, Jon. Teenage: la invención de la juventud 1875-1945. Madrid: Desperta Ferro Ediciones, 2018
[2] Haaf, Meredith. Dejad de lloriquear: sobre una generación y sus problema susperfluos. Barcelona: Alpha Decay, 2012.
[3] Baricco, Alessandro. The Game. España: Anagrama, 2018
[4] Reconocemos que existe la ausencia de voces de Centroamérica. Debido a los tiempos de edición del libro, no se pudieron concretar algunas de las propuestas consultadas.
Para los lectores en Colombia, puedes adquirir el libro físico en la web de la editorial. En otros países se puede adquirir el ebook en Play Store, Apple Store y otras plataformas.
Si tienes más curiosidad acerca del libro, les compartimos las siguientes entrevistas que hice para el podcast chileno La biblioteca de noche, y para el programa Las voces del libro que forma parte de la editorial. Al final, pueden encontrar una de las cuatro presentaciones que llevamos a cabo en ferias y librerías. En este caso, en la librería Lerner de Bogotá, donde conversaron Maité Dautant y Carlos Andrés Charry, uno de los autores del libro.
Pedro miente. Dice que está enfermo para no ir a la escuela. Sin embargo su pequeña mentira pasará inadvertida cuando, en esa misma mañana, se encuentre con un leño que habla. Corrección: se trata de un Paloñeco, con identidad propia, que afirma haber sido antes un hueso. Quizás toca iniciar el relato con la tradicional pregunta del huevo y la gallina: ¿fue primero leño o hueso de ciruelo?. O para ir más al grano -o a la semilla-, ¿cuándo realmente ese ser de madera fue un Paloñeco? Bajo esta premisa, inicia una rocambolesca aventura en la que progresivamente este leño, charlatán y desenfadado, cuenta su atribulado tránsito a través de los distintos materiales: Hueso, Ciruelo, Leño, Paloñeco.
Si nos detenemos en el origen creativo del libro, también nos encontramos con una metamorfosis progresiva. Su ilustrador, Chrudoš Valoušek, reveló en algunas entrevistas que la inspiración original de Paloñeco fue Pinocho de Carlo Collodi. El editor e ilustrador eslovaco Juraj Horváth fue hasta Italia en busca de los derechos del libro para publicarlo en su editorial con las ilustraciones de Valoušek. Como no consiguió los derechos , se reunió con el historietista y guionista de cine Vojtěch Mašek, para sacar adelante una idea diferente del libro (esto cuenta el ilustrador en sus entrevistas, estamos corroborando con el editor qué ocurrió puesto que los derechos de Pinocho son de libre uso). En esta reunión, los tres encontraron la manera de contar una versión libre de un muñeco de madera humanizado. Para este proceso, se apartaron de la idea de un muñeco que transita hacia la infancia a través de un camino que lo dirige a la "virtud". Al contrario, el personaje de Paloñeco no busca trascender ni dar lecciones morales, sino que se resigna a contar el origen de sus distintas formas y comprender cómo su esencia material genera las distintas peripecias.
En el capítulo seis ocurre un debate lógico entre Pedro y el leño, puesto que la historia se quiebra narrativamente en múltiples posibilidades (o personalidades). Es el momento donde el árbol que nace del hueso de la ciruela, termina hecho pedazos por los cinco tipos con hachas. En ese sentido Paloñeco no es sólo un leño, es muchos leños. Esa reflexión de tintes filosóficos, solo busca quebrar el sentido literal de lo que este narrador oral de madera cuenta. Si en los primeros seis capítulos de veinte, cuenta que es hueso y ciruelo, ¿cómo se llega al instante en el que no es sólo un leño? Son muchos leños, al menos diez. La identidad del personaje se vuelve prácticamente vulgar. No se trata de un personaje especial, sino del parte de un todo. Su historia es tan vulnerable y efímera como la inexistente enfermedad de Pedro. En ese sentido, no es un personaje al que le crece la nariz, sino que confronta desde el mismo lugar, del que inventa, a ese otro niño que usó una excusa para no asistir al colegio. No hay una lección moral, sino un reto de ficción. No hay solo un Pedro ni un Paloñeco, hay nueve leños más como muchos otros niños existirán creando sus propias ficciones.
Valoušek, Mašek y Horváth dejaron de lado las múltiples capas de exploración del clásico de Collodi, para centrarse en contar una historia humorística. Paloñeco usa la oralidad como voz narrativa. La historia se construye a partir del diálogo, a ratos absurdo, entre un niño incrédulo que mintió y un leño que puede estar inventando su propio periplo.
La mayoría de los acontecimientos que narra Paloñeco, toscamente y sobre la marcha, no dejan de formar parte del ideario cotidiano. Es decir, hay árboles que crecen, insectos que carcomen, niños caprichosos, madres complacientes, perros inquietos, gatos incrédulos, niñas creativas, juguetes mecánicos, parejas aventureras. Paloñeco narra esos engranajes de forma tan grandilocuente que más que mentiras, parecen solo exageraciones. El lector pacta con su delirante fantasía, porque desde el primer instante está instalado en la historia que narra un leño. Sus puntos de giro son tan afines a situaciones cotidianas de la infancia, que esos momentos absurdos cobran forma en la duda. No es hasta la llegada del cocodrilo, donde se evidencia que Paloñeco es dueño arbitrario de su historia.
Paloñeco no sólo transgrede a Pinocho desde la idea, sino también en la estructura. Pinocho originalmente se publicó en un folletín de prensa en 1883, por lo que cada capítulo pertenecía a una nueva publicación. En ese sentido, esas descripciones en los títulos de los capítulos trataban de dar sentido a lo que iban a leer. En el caso de Paloñeco, cada capítulo tiene un largo título que sirve de metatexto. El autor no sólo reseña lo que está por contarse sino que, algunas veces, carga de profunda ironía el recorrido que narra su protagonista. En ese sentido, la traducción al castellano de Daniel Ordóñez, imprime esa sensación directa del relato. Confronta al lector a la circunstancia, en esa compleja armazón del que debe traducir la narración una historia atribulada, sin saber cuál será su destino.
Capítulo seis, en el que llegan a la casa los nuevos propietarios y cinco tipos con hachas. ¡Y vuelven a pasar cosas!
Capítulo nueve, que es largo y en el que el leño por fin se convierte en Paloñeco.
En ese mundo de posibilidades narrativas, el ilustrador Chrudoš Valoušek también hizo su propio ejercicio creativo. Ante la propuesta original de ilustrar Pinocho, hizo su propio trabajo de investigación estética. No sólo exploró las ilustraciones originales de Enrico Mazzanti, sino que quiso buscar los libros que ilustró la checa Helena Zmatlíková, quien para la época era uno de los referentes más conocidos de la ilustración infantil en Europa del este. Su forma de representar la historia de Collodi, fue referencia para la infancia de esa región.
Encontrar, observar y analizar todas estas técnicas para representar a Pinocho, le permitió un campo amplio de inspiración. Fue por eso que, al tener la historia de Paloñeco, Valoušek se arriesgó a usar la técnica de la linografía. Quiso darle una identidad completamente distinta a través de unos grabados de gran formato. Las imágenes juegan con el uso de colores vivos, con mucha pigmentación, y que permite un contraste luminoso ante la luz natural, además de generar una sensación de textura en la ilustración. Cada doble página parece un cartel de gran formato. Aunque luego, las páginas que dialogan con el texto, abren paso al formato cómic. Las viñetas permiten una tercera posibilidad del texto narrativo. El lector primero se encuentra con el nombre del capítulo a manera de enunciado, continúa el hilo de la historia con el desparpajo y afabilidad del narrador, y termina observando una nueva interpretación de lo narrado en forma de historieta. El contenido de sus ilustraciones da otras dimensiones a lo absurdo del relato, aunque gráficamente parecen un ejercicio clásico de imprenta.
Para que estas formas encajen, se requiere de una conciencia absoluta de la narrativa gráfica, del diseño, del uso de la tipografía y el color. No en vano, el diseñador gráfico Jan Čumlivski le echó una mano para explorar la digitalización de su trabajo, aunque fue el editor Juraj Horváth quien finalmente hizo todo el seguimiento de los arreglos gráficos y del color.
Es cierto que Valoušek, antes de llevar sus ideas a la práctica artesanal, hace las ilustraciones en papel para poder componer espacios, personajes, organizar elementos y usar los colores. A la izquierda verán una de las ilustraciones que luego traslada a este grabado de abajo que forma parte del libro.
La suma de elementos textuales, de diseño e imagen, condujo este libro a merecer diversos reconocimientos: el premio infantil checo más bello del año de su edición, la cinta de oro al logro artístico del año en su país, y ganador de mejor libro ficción en el Festival de Bologna del 2019. El jurado apuntó que era un "álbum psicodélico, pop, absurdo, cómico y satírico".
Basta con tenerlo entre las manos, con perderse en su historia, para entender la trascendencia del trabajo artesanal de este libro. Paloñeco, hueso, ciruelo, leño y otra vez Paloñeco es un deleite visual que rinde homenaje al formato libro y sus posibilidades.
Apuntes curiosos
El escritor Vojtěch Mašek, es también escritor de guiones cinematográficos. Las dos últimas películas que escribió: Arvéd (2022) y Okupace (2021) recibieron el galardón Czech Lion que entrega la Academia de cine y televisión checa a mejor guión.
Además, Mašek estuvo nominado como mejor director por el film Arvéd y recibió el premio a mejor cartel de película del 2022, que realizó junto a Soňa Juríková, demostrando también su talento en el campo de la ilustración.
Helena Zmatlíková, ilustradora de una de las ediciones de Pinocho que inspiró a Valoušek, fue bastante reconocida por su labor en el siglo XX. Tiene una amplísima obra de libros para niños y se dice que fue la mujer ilustradora que más vendió durante ese siglo. Su prestigio en Europa del Este era tal, que Google llegó a hacer un doodle en 2014, en homenaje a su obra. También trabajó en animación.
La linografía es una técnica de grabado en relieve, cuyo material nació originalmente para el uso del revestimiento del suelo.
A principios del siglo XX, artistas del expresionismo alemán empezaron a experimentar con este tipo de material, resaltando casi siempre el uso del negro.
Si bien se le adjudica a Pablo Picasso en 1939, las primeras obras con uso de color en este tipo de grabados, ya Henri Matisse en 1932 había introducido el color en esta técnica. El acierto de Picasso fue explorar el uso de una misma plancha con distintos colores. Es decir, descubrió una técnica de relieves en la que imprimes con la plancha un color, y luego estampas otro color encima con la misma plancha, y así sucesivamente. Esto hace que cambie la plancha a cada color, y no puedas repetir el mismo grabado. A esa técnica se le llamó plancha perdida. Compartimos algunas obras significativas del linografía.
En 2021 encontré en la ciudad de Granada, Nicaragua, una pequeña casa iluminada por ventanas intervenidas con óleo, y en cuyo interior habían muchos grabados vistiendo las paredes. Al asomarme salió Alicia Zamora Noguera, artista gráfica e ilustradora que encabeza el colectivo Tonatzin.
Me contó que este colectivo da continuidad al proyecto Arte, Mujeres y economía en la Red, en el que más de 21 mujeres jóvenes exploran los linograbados y la xilografía, usando como recurso la suela de zapatos. Ellas tienen edades entre 10 y 22 años y pertenecen tanto a barrios urbanos como a zonas semirurales. Con el trabajo de esta gráfica han podido exponer a nivel nacional e internacional, sorteando las diferentes crisis de los últimos años.
Me impresionaron los trabajos de autorretrato y la representación del entorno desde el ejercicio creativo. También pude ver algunos de los números de la revista Artefacto que fue bastante vanguardista en los noventa, no sólo como propuesta de contenido, sino como objeto. Alicia participó ilustrando en esa revista cuando tenía 16 años. La linografía sigue siendo una herramienta de exploración artística en diversas partes del mundo.
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