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LA LECTORA Y LOS LIBROS


El escritor inglés Philip Pullman publica en 2017 su libro Deamon Voices, donde recopila diversos ensayos literarios y entrevistas. Uno de los temas recurrentes de este libro es su labor como cuenta cuentos. Pullman siempre niega su identidad de autor e insiste en que es solamente un contador de historias. Para ello, suele profundizar en su proceso creativo, distinguiendo al escritor metódico con una secuencia narrativa y una lista de elementos verificados a aquel que, como él, ve al hacedor de historias como un oficio diferente: se dedica a leer cosas que le interesan, acumula información aproximada que en algún momento será reutilizada en algún cuento y que aporte más información a ese universo que construye. En su caso, además, una narrativa en la que involucra teología, física cuántica y metafísica. No en vano su trilogía más exitosa profundiza en esos temas.


Conformada por los libros Luces del Norte (llamada en siguientes ediciones La brújula dorada), La daga y El catalejo lacado, su saga es considerada una de las grandes obras fantásticas del siglo XX. Con el primer libro publicado en 1995 no solo fue merecedor de importantes reconocimientos de literatura infantil y juvenil, sino que en una encuesta llevada a cabo por la BBC en el 2007, es considerada una de las tres obras literarias favoritas de los ingleses.


La Materia Oscura, nombre que recibe la saga, es muy curiosa como ejercicio lector. Es decir, basta que un joven lea los libros y no sólo entenderá sino que dará por sentado todos los conceptos que se exponen en esa historia. Sin embargo, el adulto, se queda perplejo tratando de entender y racionalizar ciertos conceptos que se manejan en el universo de Lyra, su protagonista. Estas ideas están estrechamente ligadas al multiverso o la religión.

De hecho, desde mi experiencia personal, es una de las sensaciones que aún recuerdo al leer los libros por primera vez: entre fascinación y confusión porque sentía que me faltaban ciertas ideas para entenderlo, pero esa duda jamás me invitó a cuestionarlo o abandonarlo. Todo lo contrario, el conflicto moral me parecía nuevo, más viniendo de una familia atea, pero a la vez me fascinaba porque no era una historia al servicio de un panfleto religioso.



Pienso particularmente en uno de los parlamentos que marcó mi adolescencia. Pertenece al personaje de Lord Asriel, un revolucionario investigador y familiar de la protagonista. Él habita en un mundo donde cada persona tiene un daimonion, es decir, el alma humana que habita fuera de los cuerpos con forma animal. Al final del primer libro, Luces del Norte, consigue abrir un puente entre dos mundos distintos. Es una brecha entre el mundo humano en donde habita Will, otro de sus personajes principales; y el de Lyra, el de las personas con daimonion pero controladas por una teocracia desde el Magisterium, en donde la magia forma parte de la estructura social. Lord Asriel, entre sus motivaciones, enunció:


“En algún punto está el origen de todo el Polvo, toda la muerte, el pecado, la desgracia, la destrucción del mundo. El ser humano no es capaz de ver nada sin sentir la necesidad de destruirlo, Lyra. Esto es el pecado original. Y yo voy a destruirlo. Voy a matar la muerte.”

Y quizás para aquel entonces, me pareció una frase anodina, típica de un personaje orgulloso y ambicioso. Pero durante mis estudio universitarios en Literatura, volvía a resonar ese fragmento a medida que leía clásicos como El paraíso perdido o Matrimonio del Cielo y del Infierno. Las líneas de Lord Asriel se llenaban de ecos miltonianos y blakeianos. Sus obras proponían en esta dicotomía religiosa, cielo e infierno, dos visiones del mundo, dos estados de ánimos que se oponen o cuestionan la represión moral de la Iglesia. Después los ensayos de Deamon Voices me confirmaban estas referencias. La saga siguió haciéndose más compleja e inagotable para mí, ya no era solo una historia fantástica sino la elaboración de una duda ética, filosófica y moral de personas en diferentes mundos. Muy de la mano de las tragedias griegas.


LA LECTORA Y LA SERIE


Armada con este contexto me senté, dudosa, frente a la serie producida por la BBC que salió en noviembre del 2019. Esta era, es y será, espero, una de mis sagas favoritas. No solo me ha fascinado sino que ha viajado conmigo desde que leí por primera vez la descripción extraña que hacía de una cabeza decapitada con un hueco de trepanación. Era, para mí, un absoluto descubrimiento constante y la serie debía mantener ese espíritu. Porque el mismo autor ya lo había logrado cuando mantuvo el mundo de la Materia Oscura con la publicación de Belle Sauvage en 2017, una historia que precede a Luces del Norte, y en donde se nos revela que la figura de Lyra era importante, incluso antes de su nacimiento. Y nombro a este libro, porque la serie de la BBC lo toma en cuenta para introducir mas detalles a la narración. Es decir, se nota que el guión está hecho por un verdadero lector de la saga.


Otto Bathurst, director de la serie también se apoyó en los libros para diseñar y respetar las tramas, consultando a Pullman en ciertos puntos relevantes. Es, por lo tanto, una serie muy respetuosa con su historia, con una estética y construcción de personajes a la medida del tono inglés: acentos, voces rugosas, llenas de slang y acentos de Oxford, un mundo cyberpunk pero más de color cobre que de color dorado, animales que se ven menos como animaciones de Hollywood con pelaje reluciente. Aunque pudieron haber aprovechado mucho más esa versión de Oxford que representaron al principio, estoy más que satisfecha. Tiene mucho verismo, si se puede decir eso de una serie de fantasía; aunque como Pullman diría en una entrevista en TimeMagazine de 2017 que él es un autor realista y no le gusta leer fantasía. Time


Ahora bien, también es cierto que la única adaptación con la que podía comparar esta serie, era aquella desafortunada película del 2007 protagonizada por Daniel Craig y Nicole Kidman.

Entiendo que uno de los inconvenientes de la serie, precisamente sea que se dirige a los lectores, a aquellos conocedores del universo de Pullman a partir de sus libros. Eso no hace que la serie no sea apta para todo público, al contrario, sabe cómo ir desplegando todas sus potencialidades. Solo que a veces parece ser demasiado lenta o, de repente, se apresura en algunos giros de la historia. Toca entender que hay conceptos como los daimoniones o el Polvo que necesitan más tiempo en el formato audiovisual para ser comprendidos porque en el libro el pacto narrativo ocurre de manera mucho más inmediata.


La ventaja del formato serie es que hay tiempo de instalar los elementos que llevarán al segundo tomo, sobretodo con la incorporación del personaje de Will, que sólo aparece a partir del segundo libro, La Daga. O el protagonismo que se le da a Lord Boreal, gran villano en la serie, que es realmente un personaje más secundario en los libros. Esto permite relativizar a los personajes y profundizar en los espacios grises de su moral. Lo mismo ocurre con la interpretación de Lyra, encarnada por Dafne Keen, quien se debate en su rol de niña rebelde pero a la vez madura, cargando con el destino de su mundo sin darse cuenta.


Una de las pocas imperfecciones que encuentro es en la actuación de Ruth Wilson, reconocida actriz por su papel en The Affair por el que se ganó el premio Globo de oro a mejor actriz. Ella hace el papel de Marisa Coulter y, aunque logra darle una identidad, no profundiza sino que la demuestra como una mujer fuera de sus cabales en todo momento. No aprovecha la fuerza que se resalta en los libros, en donde no solo es una representante del Magisterio sino que tiene esa relación tan compleja de protección y confrontación con Lyra. Eso me lleva a un punto a favor de la película, el de tener a Sam Elliot interpretando a aquel Lee Scoresby tejano. En la serie, el actor Lin Manuel Miranda tiene una actuación más plana.


Eso sí, en general los personajes son muchísimo mas diversos que la versión de 2007, tan blanca, caucasiana, rubia y clásica.


LA LECTORA


Uno de los temas esenciales de los libros y la serie es la explicación del Polvo, una materia indescifrable que parece ser atraída por los niños. Según el Magisterio que controla muchas de las decisiones del mundo de Lyra, son restos del pecado original. Esa materia oscura es la que todos exploran y de la cual el lector va develando grandes temas para reflexionar. En el libro Deamon Voices, Pullman explica más a profundidad su idea del polvo. Para él es...


"...el bien. Esto no significa que hay que aceptar el mal en vez del bien; significa entender que como la perdida de la inocencia es inevitable, deberíamos aceptar el mal y abrazar la próxima etapa de nuestro desarrollo en vez de cerrar los ojos. Saber sobre el bien y el mal no es lo mismo que aceptar el mal, pero puede parecerlo frente a una iglesia a la que le gusta pensar que tiene todas las respuestas.”

Es decir, es una sustancia que se encuentra en todos los seres. Es el secreto detrás de los daimoniones de los hombres. Por eso el daimonion es esencialmente polvo, y cuando la persona es adulta, el daimonion toma una forma estable, como si la moral y los principios se estabilizaran, se solidificaran. Es algo puro y transcendental, que escapa a la racionalización moral. Es una manera material de representar los valores o las motivaciones que nos atraviesan.


En Luces del Norte se oponen los que ven el Polvo como algo con lo que hay que acabar. Está el Magisterium y Madame Coulter con sus oblaciones; Lord Asriel con sus ganas de luchar contra los Ángeles y remontar hasta Dios. O están aquellos que lo ven como algo positivo, o neutro: Lyra se da cuenta de eso al utilizar el aletiómetro, aquel objeto casi sagrado que responde cualquier pregunta; o el personaje de Mary Malone, una científica que lo llama materia oscura y le permite constatar que es una materia que piensa, que responde y que es transcendental, por lo tanto que no le atañen estas cuestiones morales.


Es muy difícil trasladar este concepto desde lo literario, con sus matices, a lo audiovisual. Pero hasta ahora han encontrado un tono, un código, una forma de decir. Habrá que ver cómo tratan los dos otros libros en las próximas temporadas, que son muchísimo más filosóficos y metafísicos, sobretodo la parte de la guerra de los Ángeles. Toca esperar a ver si logran representar ese conflicto moral y celeste sin caer en una imagen kitsch e incomprensible. A pesar de las reservas, puede más mi ansia de niña y adulta lectora por reencontrarse de nuevo con esta historia.






Quien no lo quiera ver así, es válido. Sin embargo, los desfiles de moda pueden contener narrativas mágicas, espeluznantes y a veces esperanzadoras.


En 2010 el diseñador británico Alexander McQueen nos llevaba en su último desfile a la Atlántida de Platón, con patrones naturales intervenidos con geometría sagrada y zapatos con forma de armadillo, al mejor estilo de una transformación Kafkeana.

Bota de Armadillo · Plato's Atlantis · Primavera/verano 2010 · Cuero y lentejuelas iridiscentes
Bota de Armadillo · Primavera/verano 2010

McQueen, obsesionado con la tecnología y el diseño industrial nunca llegó a ver lo que seríamos en 2020: un mundo dominado por cámaras y transmisiones en vivo, algo que le fascinaba explorar en sus desfiles. De estar vivo, seguro estaría dando shows increíbles… Quién lo sabe.


Diez años después, con una cámara y en transmisión simultánea con todo el mundo, Jeremy Scott también vuelve a contar otra gran historia desde la pasarela. Scott es otro gran provocador dentro de la moda, el americano más francés que lidera la casa de moda italiana Moschino, nos sorprendió a todos con un desfile bastante entrañable. En esta oportunidad, a causa de la pandemia, tuvo que dejar de lado el evento masivo en algún palacio de Milán, lleno de vestidos, modelos y medios por aquello de minimizar contagios.


Scott decidió asumir lo que en verdad es: un maestro titiritero a cargo de una firma de modas que no deja de ser cercana al público. Esta tendencia exploratoria de alcanzar una voz más cercana a las personas no es nueva, se pueden registrar propuestas como las de Balenciaga, quien fue de las primeras casas de moda que tuvo un boom en el mercado con una colección de zapatos que parecían calcetines. Su intención fue resaltar el "street style" o estilo de calle, nada ajeno al impacto de la cultura musical que impera en la actualidad. No es casual que Cardi B, artista del trap y el hip hop, sea una de las imágenes oficiales de la marca. Ella incorpora no solo las prendas de Balenciaga sino enunciar el nombre de la marca dentro de sus canciones, como parte de su estilo de vida. Uno de los ejemplos más sonados ocurre con el éxito del 2018 "I like it", canción que cantó junto a los también exitosos J Balvin y Bad Bunny. Esta canción fue número uno en las listas de las canciones más sonadas en Estados Unidos y el mundo. Tanto en la letra como en el vídeo, se habla de las zapatillas Balenciaga con la misma naturalidad que de las muchísimas referencias de la cultura popular latina. Para el 2019 muchas otras casas de moda, fueron imponiendo los "ugly shoes" como parte de sus colecciones y varios artistas famosos fueron incorporando esa moda en sus estilos de vida.

Antes de este boom mediático, Moschino fue realmente una de las primeras marcas en capitalizar la idea de lo mundano y lo terrenal para llevarlo a un sitial divino. Lo hace, además, retando a su propio público, al comprador de prendas de marca. Para el 2013 sacó al mercado un perfume cuyo frasco venía dentro de un oso de peluche. Este primer ejercicio estético en el mundo de la moda, elevó su propuesta en el 2015, cuando tomó la idea de una importante marca de limpiador de cristales para crear el frasco de su nueva fragancia "Fresh couture Moschino". En palabras de su diseñador Jeremy Scott, quiso:


"contraponer el lujo y la preciosidad de una esencia de alta costura con el envase más ordinario y común de los productos utilizados para la limpieza doméstica, […] creando así la máxima dicotomía entre alto y bajo, entre exclusivo y masivo".

PRIMAVERA / VERANO 2021


Durante la crisis generada a partir del COVID, el mercado de la moda también tuvo que hacer del ingenio una forma de representación. En este caso, Jeremy Scott, con hilo en mano y trabajando en miniatura, decidió seguir un poco la línea que propuso Dior al inicio del año con su campaña otoño-invierno 2020-2021.


Dior, justo antes de la crisis sanitaria, decidió presentar algunos de sus diseños exclusivos en formato miniatura, con la intención de minimizar el uso de materiales en la realización de la alta costura y dejar un mensaje de sostenibilidad y conciencia ambiental. Su intención era resaltar el trabajo artesanal, estético y manual. Enviaría estas muestras únicas a las personas interesadas, para que pudieran observar más allá de lo digital, cuál era la propuesta de este diseño. Según palabras de María Grazia Chiuri, diseñadora de Dior:


“sinceramente, la moda no es solo digital. No es algo que solo puedas ver. Hay que tocarla, hay que ver la artesanía, especialmente en alta costura”. Sin embargo, Moschino, decidió elevar esa propuesta a otro nivel: desfilar los vestidos de su colección primavera/verano 2021 en miniatura, recreando un desfile de modas sin modelos, sólo con títeres.

En este juego de simulación y teniendo en cuenta todo lo que nos hemos transformado luego del virus, es necesario aclarar que ya la frontera de los invitados de primera fila y estas marionetas no se rompió tanto. Allí inmóviles y comentando una que otra cosa vimos a los grandes editores y periodistas de la moda: Ana Wintour, Anna Dello Russo, el editor de Vogue UK, Edward Enninful; Vanessa Friedman… Todos estaban ahí y a la vez no. Con sus caras sin mucho movimiento, como en la vida real. El desfile no solo fue una oda al trabajo de Franco Moschino, con vestidos sobrios y guantes muy de los cincuenta, sin dejar a un lado las bolas, cremalleras y los corpiños al aire que introdujo Jeremy Scott al tomar el control, sino que también una muestra de inclusión con distintos tipos de muñecas y no solo las de “porcelana”.

@Annie Naranian
@Annie Naranian

Un homenaje al trabajo de los artesanos italianos que al igual que en estas muñecas, dejan sus costuras en vestidos de gran proporción. El trabajo de Jim Henson's Creature Shop logró darle ese tono un poco inquietante de los desfiles de Moschino y sumarle a la narrativa de imaginarnos un mundo mejor a través de muñecos que no se pueden contagiar y que podemos vestir al antojo.


No deja de ser una historia, una historia de moda y fantasía en medio de tanta monotonía. Y así como las modelos de McQueen en su último desfile se deslizaban por la pasarela como una suerte de figuras de cera poseídas con cierto halo de vida, en este caso las marionetas de Jeremy Scott no dejan de tener ese carácter raro, incluso perturbante al saber que algo más las controla.


De cualquier manera, hasta traje de novia hubo e incluso aplausos. La caja de curiosidades se cierra hasta la siguiente temporada.




Ilustración de Marion Fayolle para "La ternura de las piedras" (Nórdica)
Ilustración de Marion Fayolle para "La ternura de las piedras" (Nórdica)

Me gustaría empezar con una declaración de intenciones, a través de las palabras de la poeta Alejandra Pizarnak:


"Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En ese sentido, el quehacer poético implicaría exorcisar, conjurar y, además, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos."

Pizarnik nos muestra un camino: el anudamiento posible y necesario entre el mundo de la salud mental y la literatura. Porque si algo tenemos las personas con problemas de salud mental son heridas y la literatura es esa gasa, como nos dice la poeta y mediadora Mar Benegas, que de alguna manera viene a mitigar el sufrimiento que nos procura la existencia.


Hace tres años que llevo a cabo en el Centro de salud mental de Hortaleza un proyecto de mediación lectora, en el que procuro acercar la literatura a los pacientes de la unidad de terapia ocupacional del Centro. Es una experiencia de mediación diferente y pensada para personas con problemas de salud mental, centrada en las necesidades de sus participantes.


Este proyecto surgió de un potente encuentro para mí, el de la experiencia de mi propio sufrimiento psíquico y de mi formación en el campo de la literatura infantil y juvenil. Sin embargo, el detonante fueron unas palabras que me dijo Mar Benegas. Más que unas palabras, fue un mensaje subversivo: "la literatura permite transformar la fealdad del mundo en belleza". Ese mensaje me transformó y me condujo a elaborar este proyecto. Y quizás sea evidente para muchos de los que trabajamos con la lectura, pero no lo es para aquellos que no están en diario contacto con el ejercicio de leer.

Ilustración de Guridi para "Abecedario del cuerpo imaginado", escrito por Mar Benegas (A buen paso)
Ilustración de Guridi para "Abecedario del cuerpo imaginado", escrito por Mar Benegas (A buen paso)

Conté desde el principio con el apoyo de todo el equipo de Hortaleza, quienes se han convertido a lo largo de este proyecto en unos grandes compañeros de ruta. Les agradezco el constante apoyo, y el respeto al diálogo libre con los pacientes.

Creo que llevar la literatura a las personas que sufren problemas de salud mental, es un acto de justicia. La luz de las palabras debe prenderse donde más hace falta y el mundo de la mente a veces es oscuro. Los que padecemos de estos problemas, además, sumamos un profundo estigma social y la injusticia por parte del otro que nos señala, minimiza o etiqueta. Llevar la palabra y la experiencia de la belleza, en programas necesarios de humanización, es una manera de contrarrestar este desequilibrio. Es una forma de combatir esta profunda desigualdad.

El proyecto se inició con unos talleres de lectura. Se llevan a cabo semanalmente en la unidad de terapia ocupacional del centro. Durante una hora comparto con personas que la psiquiatría denomina pacientes con trastorno mental grave, todos ellos adultos y con edades comprendidas entre los 20 y los 70 años. Son varios los ingredientes fundamentales de nuestros talleres. Uno de ellos es el género que leemos. En mi caso y, desde el comienzo de esta propuesta, tuve en el horizonte que el formato adecuado para nuestra actividad era el libro álbum.


Elegí este formato por ciertas dificultades que pude apreciar en el grupo. No implícitas a sus condición, sino a causa de las medicaciones psiquiátricas que toman. Los efectos secundarios afectan de manera importante a la capacidad de concentración y a la memoria. Por lo tanto, el álbum nos permite salvar estas dificultades. El uso de la narración visual en apoyo al texto, que muchas veces también es breve, permite que nadie se quede atrás en la lectura colectiva. Pues, otro de los aspectos importantes para el proyecto, es la inclusión de todos los participantes en la lectura compartida.


Otra de las razones por las que el libro álbum es efectivo, está relacionado a las diversas propuestas estéticas que nos ofrece este formato. Tras una selección previa, suelo agitar los encuentros mostrando distintos ejercicios de los profesionales de la ilustración. Es la forma más inmediata de trasladar una experiencia ligada a la contemplación y la belleza en distintas dimensiones. Luego está la palabra, el texto escrito, potente motor para la conversación.


Selección de libros utilizados durante las sesiones
Selección de libros utilizados durante las sesiones

NUESTRAS SESIONES


Los encuentros giran en torno a la lectura de un libro. Ellos escogen un libro para leer a partir de esa selección previa que hago, donde procuro elegir distintas propuestas estéticas. Es muy importante contar con su opinión, que ellos sientan que su decisión es importante para el desarrollo del encuentro. Que desliguen nuestras reuniones a las actividades impuestas a realizar durante el día. Mi intención es que nuestros encuentros se relacionen desde el deseo. Ellos son libres para participar o no. El enfoque es relacionar ese espacio con una experiencia placentera con los libros, sin que eso implique o requiera ninguna exigencia externa de su parte. Son ellos y la lectura, que no es poco.


Tras la elección colectiva, les hago una pequeña presentación del libro. Hablamos del autor, el ilustrador, el contexto en que se ha escrito. Posteriormente les leo. Los participantes le dan mucho valor a este acto placentero de que alguien les lea. Mis compañeros me han enseñado que precisamente la lectura en voz alta es una parte imprescindible de nuestro encuentro, hablan de mi voz como un regalo. Destacan que les tranquiliza, que escucharme les relaja y que cuando comienza la lectura entran en un estado placentero y de calma.


Leo dándole mucha presencia a la imagen. Me detengo lentamente en cada una de ellas, me acerco a los participantes, trato de hacer accesible las ilustraciones. De este modo, mientras la narración oral sigue su curso, ellos se van guiando con las imágenes presentes.


Una vez que termina la lectura, pasamos a la parte más importante de la sesión que es la conversación. Me ha tomado mucho tiempo despojarme del lugar del saber, en insistirles que lo importante es la opinión de cada uno de ellos, de lo que piensan y sienten respecto a la lectura. Poco a poco lo han ido incorporando con normalidad


Durante el confinamiento mantuvimos la conversación a través de WhatsApp, pues no todos tienen acceso a otros medios tecnológicos. Tras las nuevas medidas de seguridad nacional debido a la pandemia, estamos organizando encuentros a través de zoom. Durante el confinamiento, uno de los participantes manifestó que la actividad le permitía salir del aislamiento, lo que le daba cordura para resistir. Otra chica, declaró que el álbum había sido su salvación, pues le daba palabras al silencio del que necesitaba salir en esos días de encierro.

Selección de libros utilizados durante las sesiones
Selección de libros utilizados durante las sesiones

LA CONVERSACIÓN


La conversación es el núcleo central de nuestra actividad. La lectura compartida de los álbumes no solo son un ejercicio estético, sino que permite compartir los diferentes puntos de vista que tenemos sobre la vida. Los buenos libros nos abren ventanas enormes por las que asomarnos al mundo. Hacen que nos interroguemos, cuestionemos y emocionemos. Y todas esas posibilidades permiten que el lector conecte con sus experiencias vitales.


La riqueza y profundidad de nuestras conversaciones dejan en evidencia el prejuicio que se tiene sobre las personas con problemas de salud mental. Ese supuesto “déficit cognitivo” que padecen, ponen en cuestión esa infantilización de su pensamiento o esa incapacidad para llegar a cierta abstracción del mismo.

Basta con registrar algunas de las sesiones para entender su necesidad de conversar acerca de la enfermedad y el estigma que sufren por parte de la sociedad. Buscan desahogar y enfrentar esa mirada hostil que sienten hacia ellos. Suelen ser varios temas de los que hablamos, entre los que resalta la incomprensión y la soledad que sufren, el sentido de la vida, las diferentes formas y creencias con respecto a la muerte, la decadencia de los valores y la deshumanización de la sociedad, la justicia, la violencia de género, el acoso escolar y otras formas de maltrato. Incluso, nos ha conducido a temas más complejos como nuestra propia dureza personal y el suicidio como forma máxima de crueldad.


A veces las experiencias que surgen son duras, pero nos sentimos resguardados en esa función tan importante que tiene la literatura de nombrar y nombrarnos. Cuando lo hacemos, hay un efecto catártico en el grupo. Al contrario de lo que parece, nadie ha salido lastimado de ninguna conversación. Nos sentimos reconfortados. Aprenden juntos a escucharse, a respetarse unos a otros, pero también a escucharse a sí mismos. Comprenden que ellos tienen algo que decir. Una de las terapeutas del centro, afirma que tras estas sesiones, algunos de ellos volvían a encontrarse con personas que se habían olvidado que eran, seres humanos con una identidad, con algo que decir. Sujetos en pleno derecho.

Si hago un recuento de conclusiones, puedo enumerar diez aspectos relevantes que hemos evidenciado en los participantes después de las reuniones:


1. Son capaces de entender la lectura como un espacio del placer.


2. Usan componentes de su imaginación para el posterior ejercicio reflexivo.


3. Juegan y teorizan sobre las diferentes narrativas que descubren.


4. Aprenden a no tener miedo de trazar sus propias interpretaciones de una historia.


5. Disfrutan con los diferentes senderos por los que nos llevan las historia.


6. Asumen que no hay una única forma de ver el mundo.


7. No juzgan su forma de pensamiento, más bien le dan alas.


8 Dejan de tener miedo a dar su opinión.


9. Dejan atrás prejuicios y miedo a equivocarse. A partir del acercamiento al álbum, entienden que su forma de ver e interpretar esa lectura no es un error, que responde a las experiencias vitales de cada uno. Eso les da seguridad a la hora de opinar en una conversación.


10. Aprenden a valorarse y valorar a sus compañeros.


Con este proyecto no sólo nos relacionamos con el libro como entidad única sino que sirven de puente para un mundo interior más complejo. Ese donde habitan las palabras que nos nombran a cada uno de nosotros. Por eso el debate posterior a la lectura es el momento más esperado por todos ellos. Es el momento mágico en el que toman la voz. Personas que siempre están en silencio, nos ofrecen una pequeña perla y nos dejan sin palabras. Incluso otras que habitaban en el silencio y ahora alzan su voz para que se las escuche.


La experiencia definitivamente es significativa para las personas que participan en estos encuentros. Es una actividad terapéutica que no pretende serla. La experiencia de la palabra siempre es transformadora. Dar la voz a las personas que sufren problemas de salud mental no es más que un acto muy necesario de justicia poética.




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