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SOLO POSTRES

RAMPER


Géneros: post-rock, slowcore, folk español

Accesibilidad: baja-media

Duración: 1h, 8 min, 24 sec



Los pedales y los efectos se entremezclan con el folclore español.

ESTE era difícil de vérselo venir. Se sabía que Ramper apuntaba maneras desde su debut, Nuestros mejores postres (2020), pero el impacto que el grupo granadino iba a tener en la escena del post-rock internacional sólo podía ser esperado si se predecía que su segundo disco sería una obra descomunal, de esas que dejan mella y resuenan con fuerza. Precisamente eso es lo que tenemos aquí.


Cada una de las siete canciones de este disco nos lleva por una odisea de magnitudes bíblicas, en las que el post-rock más anglosajón se infunde de elementos del folclore español: ritmos y vientos que recuerdan a marchas de procesión, letras que podrían estar extraídas de la poesía más gótica de Bécquer, la melodía de “Vamos a contar mentiras” disimuladamente oculta en Día estrellado… todo ello amarrado entre los componentes tradicionales del género del post-rock (guitarras con el delay y la distorsión al máximo; la progresión pausada de las canciones, elemento a elemento; la duración colosal de las canciones).


Es complicado quedarse con un momento en específico del disco, pues todas sus canciones merecen ser mencionadas, todas aportan algo a la experiencia del disco. Pero de quedarnos con una canción, tendría que ser sin dudarlo En nuestros días, pieza central del disco en la que parecen dejar de lado el misticismo y la historia creada en el álbum para tocar temas más cotidianos, y cuyos últimos cinco minutos son especialmente impresionantes.


Resulta fácil hacer comparaciones de determinados momentos del disco (a veces suenan como Swans, a veces suenan como Sevilla en verano), pero mirándolo de forma general, el sonido que Ramper ha conseguido crear en este disco es completamente único a nivel internacional, pues absolutamente todo encaja prácticamente a la perfección. No sabemos qué les deparará el futuro, pero por ahora pueden estar tranquilos sabiendo que están a la cabeza del post-rock hispano.









ARCHIVOS DE RADIO PIEDRAS

NICOLÁS JAAR


Géneros: radio drama, música electroacústica, sound collage y un larguísimo etcétera

Accesibilidad: muy baja

Duración: 3h, 21 min, 16 sec


Posiblemente el disco en español más rompedor e innovador hasta la fecha.

DESDE su aparición en 2011 con Space Is Only Noise, se sabía que Nicolás Jaar era alguien especial. Con aparente facilidad, Jaar siempre ha sido capaz de mezclar la electrónica más experimental con la más bailable, hecho que sólo reafirmó con su estelar producción en Magdalene (2019), el disco de FKA Twigs, que le puso bajo los focos después de que recibiera numerosos elogios y múltiples nominaciones a varios premios. Sin embargo, en estos últimos años, Jaar parecía haber desaparecido no sólo de los estudios, sino que también de la faz de la Tierra. Ahora sabemos por qué.


Con una monolítica duración de casi tres horas y media, Archivos de Radio Piedras se postula como una de las obras más originales de lo que va de siglo. A pesar de su designación como “disco”, ante nosotros se encuentra en realidad un radio drama, que inicialmente se transmitió por Telegram de forma episódica, el cual nos llevará a un futuro cercano post-apocalíptico en el que la mayoría de tecnología moderna ha dejado de funcionar por la acción de un grupo llamado “Las 0cho”. En él, atenderemos al programa de radio de R y Z, nuestros protagonistas, mientras recuerdan a su amiga Salinas Hasbún (nombre formado por los apellidos de las abuelas de Jaar), la cual desapareció misteriosamente dejando un legado de obras por el camino.


Con el desarrollo de la obra, se abren preguntas que se quedan sin cerrar, se entrelazan los géneros, las subtramas y en ocasiones hasta los idiomas (por suerte, la web de Jaar tiene una transcripción a español de todo el diálogo de la obra). Hace también referencia a eventos tanto ficticios como reales, chilenos e internacionales.


La narrativa del radio drama por sí sola es capaz de mover montañas (quiero destacar especialmente las conversaciones de la “obra de arte” entre los episodios 2 y 3, el minuto de silencio del final del capítulo 4, y los comunicados de las 0cho). La capacidad de inmersión que le llega a aportar al disco es el santo grial que muchos otros artistas, músicos o no, llevan años luchando por conseguir.


Si bien no es la primera vez que un álbum intenta desarrollar una historia en formato de radio drama (véase Superflat en 2017, de C’est La Key), esta es —a mi conocimiento— la primera vez que se hace con una producción tan profesional. Lo que hace Jaar aquí es revolucionario. Este tipo de discos son los que se usan para marcar un antes y un después en lo que es posible hacer en el medio. Lo único que nos queda es esperar a ver con qué nos sorprende Jaar en un futuro.










BRIGHT FUTURE

ADRIANNE LENKER


Géneros: singer-songwriter, folk contemporáneo, americana

Accesibilidad: media-alta

Duración: 43 min, 31 sec



Cuarenta y tres minutos de puñaladas al corazón constantes.

ADRIANNE no parece poder tomar un respiro. Sin entrar en su vida personal (que también es de agarre), sus últimos proyectos, Songs (2020) en solitario y Dragon Warm New Mountain I Believe In You (2022) con Big Thief, han catapultado sus habilidades como escritora a los focos, y la han cementado como una de las mejores artistas de singer-songwriter de los tiempo recientes. Era fácil esperarse que Bright Future fuera un gran disco; también era fácil esperar que fuera devastador, pero no hasta este grado.


Desde el momento en el que empiezas el disco hasta que lo acabas, los ataques al corazón no cesan. Entre Real House, la balada que abre el disco, y Ruined, la balada que lo cierra, hay doce canciones dispuestas a usar la parte de tu cerebro que procesa lo triste como saco de boxeo. La mezcla de géneros aquí presentada tampoco es ninguna broma: en un golpe rápido, el disco pasa del country y la americana (Sadness As A Gift, Vampire Empire) al piano desgarrador (Real House, Evol). 


Donde el disco brilla es, sin embargo, en sus letras: la desgarradora historia de Real House, la autorreflexión de Already Lost, el paso del tiempo en Fool, el pánico por el futuro en Donut Seam… Todas las letras están escritas de tal forma que es fácil verse representado en ellas, pero manteniendo ese toque personal de sinceridad que las hace tan identificablemente suyas.


Ante todo, Bright Future desborda amor; a veces triste, a veces correspondido, y a veces cubierto de dolor, pero ante todo amor. Este disco es personal y su producción casera le ayuda, como ocurre ante un ser querido. Esa familiaridad invita a abrirse, a sentirse identificado, a llorar desconsoladamente, pero sobre todo, invita a querer, en las buenas y en las malas. Y tal vez eso sea el sentido de todo.


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