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“Por su sensibilidad y belleza cautivadora, capaz de hacernos sentir conectadas a través de sus leyendas que trascienden el tiempo y la distancia”. Con este alegato defendía el Jurado Joven de la 62ª Edición del Festival Internacional de Cine de Xixón su Premio al Mejor Largometraje de la Sección Oficial Retueyos para la película japonesa River returns, minimalista cuento audiovisual de Masakazu Kaneko. Unos minutos antes de que asistieran al estreno mundial de esta cinta y unas horas antes de que llevaran a cabo su deliberación, me reuní con cinco de los integrantes de este jurado para, durante casi una hora, discutir sobre su relación con el FICX. Conversamos sobre sus criterios de valoración y responsabilidades como jurado, sus críticas al festival o sus secuencias favoritas de los filmes vistos en el certamen. 


Ellos son Lucía Corte, Jorge Bazo, Javier Canal, Andrea Guadagno y Carmine Ciccarone. Los tres primeros, asturianos, habían asistido al festival desde su infancia y adolescencia, yendo a las películas de la sección Enfants terribles con sus colegios e institutos, además de, en algunos casos, con sus padres. Su relación con el festival se estrechó en los últimos años. 


Decía Lucía: “La edición del año pasado fue en la que estuve más presente, en 2023. Para mí fue como un descubrimiento bastante grande. Pude elegir todas las películas que quería, porque me cogí un Bono Joven, y eso me ayudó mucho a ver las diferentes secciones del FICX y ponerlo un poco en completo”. Y añadía Jorge: “En los últimos años sí que he seleccionado alguna película en concreto para ir a ver que me llamaba la atención, pero, claro, ahora al estar como jurado y estar 'forzado' a tener que ver una sección completa, ves películas que de otras maneras no irías por el simple hecho de que no te llamarían y las acabas descubriendo. Y es una forma guay, la verdad, de descubrir el festival.” 


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Carmine Ciccarone y Andrea Guadagno llegaban desde Italia al festival, gracias a un convenio con el Giffoni Film Festival, certamen anual que reúne a centenares de niños y adolescentes de todo el mundo, en la localidad de Giffoni Valle Piana, para asistir a encuentros, premiéres y conciertos y votar su película favorita en sus respectivas secciones. 


Comentaba Carmine: “Soy de Salerno, al sur de Italia, y entré en contacto con el FICX gracias a nuestro festival, que es Giffoni. Una vez que haces de jurado en Giffoni, tienes la oportunidad de hacer una prueba para ver si, de alguna manera, puedes ser lo suficientemente bueno para que te envíen a otros festivales del mundo. Y ya había oído hablar del Festival de Xixón porque, en su momento, tuve alguna experiencia con jurados del FICX, pero en Giffoni. Tenía pensado venir aquí desde hace 5 años y finalmente se hizo realidad. Y mi punto de vista sobre este festival es que es una gran familia y una gran organización, y todo se parece mucho a Giffoni, así que, en cierto modo, me siento como en casa”.


traducción libre de: “I come from Salerno, south of Italy, and I got in contact with the FICX thanks to our festival, which is Giffoni. Once you do the jury in Giffony, you get the chance to do a test to see if, in any ways, you could be good enough to be sended to other festivals in the world. And I already heard of FICX because, back in time, I had some experience with FICX jurors, but in Giffoni. I had planned to come here for 5 years and finally it happened. And my point of view on this festival is that it is a great family and a great organization, and everything seems very similar to Giffoni, so, in a certain way, I feel like home”


Preguntados por las características del test que debían hacer para ser seleccionados, Carmine explicaba: “Teníamos que dar un discurso, así que hicimos una prueba presencial para demostrar nuestra capacidad lingüística. Tienes que demostrar que sabes inglés y, por supuesto, italiano, o al menos estos dos. Y hablas en inglés sobre las películas que te gustan, cuál es tu experiencia en Giffoni, qué buscas en Italia, qué buscas en otro festival, si estás dispuesto a vivir en el extranjero durante algunos días. Y qué piensas sobre el cine en general y qué te lleva a amar el cine, por qué lo amas, por qué es tan importante para ti. Y después de este discurso hablar en general, tal vez describirte un poco a ti mismo y listo, no creo que hayan sido más de 15 o 20 minutos, fue algo así, sólo una pequeña charla al final”.


traducción libre de: “You had a speech, so we had a face face test and you had to demonstrate your language capability. So you have to show you know English and of course Italian, or at least these two. And you talk in English about movies you like, what is your experience in Giffoni, what are you searching for out of Italy, what are you searching for in another festival, are you prepared to live abroad for some days. And what do you think about cinema in general, and what moves you to love cinema, why you love it, why is it so important for you. And after this speech you talked in general, maybe you described a little bit yourself and it's done, I don't think it was more than 15-20 minutes, it was something like that, just a little talk in the end.”


En el caso de la convocatoria oficial para formar parte del Jurado Joven, decía Javier que “para poder entrar en al jurado joven te pedían el currículum, un texto en el que comentases un poco cuál era tu motivación, por qué querías ser jurado joven, y luego te pedían una crítica (de unas 200 palabras) de una película estrenada este año o un vídeo o corto en plano secuencia de 2 minutos”. 


Lucía grabó una conversación con una amiga suya “en la que contaba durante 2 minutos su primera experiencia lésbica y cómo se dio cuenta de que le gustaban las mujeres”.




Alejándose del tono documental, el vídeo de Jorge “era un plano secuencia grabado como si fuera una película de ciencia ficción de los 80, retrofuturista, en la el que hablo sobre por qué el cine es importante y sobre un mundo ficticio en el que se supone que las máquinas están dominando el mundo con la inteligencia artificial”. 




Javier, en cambio, optó por hacer una crítica de la lituana Toxic, de Saulè Bluivaitè, Leopardo de Oro en el Festival de Locarno, que “vi en Seminci, fue una película que me gustó muchísimo, me parece que el tema que trataba, la forma de mostrar todo era muy cruda, muy descarnada, muy tóxica en general.”


Una mirada tóxica a la juventud (Crítica de Toxic, Saulė Bliuvaitė, 2024. Por Javier Canal)


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Toxic, la ópera prima de Saulė Bliuvaitė, es una mirada cruda, dura, realista, y, sobre todo, tóxica a la juventud. Durante sus 99 minutos, la cineasta lituana presenta la historia de Marija (Vesta Matulytė) y Kristina (Ieva Rupeikaitė), dos jóvenes que anhelan salir del pueblo en el que viven. A través de su historia, la cineasta realiza una radiografía descarnada de una juventud que no duda en jugarse la vida para salir de allí.


Esta idea se refuerza desde el título, ya que se hace referencia a la toxicidad que envuelve todo el filme: la escenografía, los personajes y sus relaciones. Todo es tóxico. Bliuvaitė lo refleja con un uso de la cámara que transita desde el intimismo, con escenas en las que invita a soñar con las protagonistas, hasta un realismo desgarrador, en las que la cámara no juzga, pero sí que obliga a realizar una reflexión sobre la situación actual de los jóvenes, porque, a pesar de localizarse en una situación muy extrema, Toxic se muestra como una apuesta potente que no dejará indiferente a nadie, logrando así un mensaje cautivador en un mundo desolador.



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Ser jurado joven en el FICX


Si, en un primer momento, Carmine destacaba que todo parecía similar a Giffoni, era Andrea quien se centraba más en las diferencias con el certamen italiano. Señaló que en Giffoni son los temas actuales de las cintas los que cobran más importancia, y ponía como ejemplo la anorexia, el bullying, los conflictos bélicos, el genocidio en Palestina, las migraciones... En cambio, en el FICX, los puntos que deben atender de las películas están más relacionados a sus propuestas artísticas, poéticas o literarias. “Tenemos que criticar las películas de manera diferente, muy en profundidad. Aquí hablamos de las películas, de cómo se tratan los temas. Y es diferente. Tiene una responsabilidad de jurado y tiene una responsabilidad de crítico, es más diferente de ser un jurado de un grupo muy grande, con muchas personas con ideas diferentes. Aquí estamos pocas personas”. 


En este punto coincidía Carmine: “La gran diferencia entre Giffoni y FICX es la enorme cantidad de jurados que hay en Giffoni. Aquí es como una versión más pequeña, lo que la hace más íntima y tienes más voz, porque hay menos gente y, por lo tanto, puedes hablar más, tu idea cuenta más de cierta manera”.


traducción libre de: “The big difference between Giffoni and FICX is the huge quantity of jurors that are in Giffoni. Here is like a smaller version which makes it more intimate and you have a bigger voice here, cause there are less people and, so you can talk more, your idea counts more in a certain way.” 


La sensación de responsabilidad que ello acarreaba era compartida por todos los entrevistados. Para Javier: “Yo creo que la mayor responsabilidad que yo puedo sentir como jurado es intentar ser lo más objetivo posible dentro de la subjetividad que tenemos a la hora de juzgar. Porque muchas veces te quedas siempre con la primera idea de 'me gusta o no me gusta esta película', pero aquí se trata de por qué me gusta o por qué no me gusta esta película”.


Añadía Carmine: “Sí, creo que sentimos la responsabilidad de dar un buen juicio sobre lo que vemos. Lo juzgamos, en general, por los sonidos, las imágenes, el guión, los diálogos, cómo se trata el tema…, y tenemos tipos de películas muy diferentes. Así que creo que va a ser difícil ponerle una valoración a una, pero vamos a trabajar por ello. Y sí, quiero decir, esa es quizás la responsabilidad más importante, vamos a trabajar para encontrar la correcta”.


traducción libre de: “Yes, I think we do feel the responsibility to give a good judgment on what we see. We judge it, in general, for sounds, images, script, dialogues, how the topic is treated…, and we have really different kinds of movies. So i think  it is gonna be hard to give a price to one, but we are gonna work for it. And yeah, I mean, that's maybe the most important responsibility, we are gonna work to find the right one.”


En la misma línea apuntaba Andrea: “Será muy difícil dar un premio a un ganador, no sé, un premio solo, porque son muchas películas magníficas, interesantes y también que tratan temas e historias de manera muy eficaz y muy única. Es muy difícil ser objetivo, no poner el juicio personal en la crítica de una película, ser objetivo en la fotografía, en la música, en las tomas, en cómo se cuenta la historia… Es muy difícil eso. Y también tienes que ser responsable de ti mismo, porque tiene que haber una cultura personal y también artística y literaria, para entender el cine. Pero si una película transmite un mensaje, es simple, te llega ese mensaje, la película funciona, pienso eso”.


Jorge consideraba que la responsabilidad era más colectiva que personal, que en el diálogo y en la media de la diversidad de opiniones, visiones culturales y personales se encontraba el valor del veredicto. “Pues seguramente una persona se fijara más en unos aspectos y otra en otros. Cada uno venimos de diferentes ámbitos, del periodismo, la ingeniería, la filosofía…, y cada una aporta una visión que es una opinión diferente sobre la película”. 


Lucía, agradeciendo la confianza en la mirada de los jóvenes que suponía que fueran los encargados de dar dos premios de la Sección Oficial (Retueyos y de cortometrajes), afirmaba contundentemente “yo creo que sí nos dan bastante responsabilidad”. Y, con respecto a sus criterios de valoración, “yo creo que en lo que más nos fijamos o deberíamos, por lo menos en mi caso, es primero en la mirada que pone la directora en las películas. Qué mirar, qué debo mirar, cómo, a quién.”


Indagando más en esta última cuestión les preguntaba: “¿creéis que el premio del jurado joven en tanto jurado joven debería distinguirse del del jurado oficial en algún aspecto en torno a lo que valoráis o sencillamente creéis que cambian las personas que lo juzgan, pero que el criterio debe ser el mismo?”. 


Jorge: “Nosotros, siendo del jurado joven, tenemos menos experiencia en lo que se refiere a juzgar películas. Entonces, claro, las características que nosotros juzgamos son muy diferentes de una persona que ya lleva unos años en la profesión o como jurado o como crítico. Y yo creo que simplemente ese cambio de perspectiva, no solo por el hecho generacional, sino por el hecho de la “experiencia laboral”, aporta otra visión y otra manera de juzgar.” 


Javier: “Además, muchas de las sesiones que nosotros tenemos la compartimos con el jurado Fipresci, porque también está con Retueyos, entonces, como comentaba Jorge, hay mucha diferencia entre la experiencia que tenemos nosotros y la que tiene un crítico de cine que ha estado en más festivales y ha visto muchas películas, tiene más bagaje. Muchas cosas que nosotros no podemos apreciar de contexto cultural, político o incluso de influencias que pueda tener un director o una directora en una película, ellos lo aprecian más”.


Carmine: “Creo que la forma de juzgar las películas es siempre la misma, hay que juzgar el buen cine o el mal cine. Pero la diferencia entre un jurado normal y un jurado joven es que, en primer lugar, la mayoría de nosotros o ninguno de nosotros estamos en el mundo del cine. Quiero decir, podemos tener algo de experiencia, pero no somos expertos. Y eso nos lleva a tener juicios más del corazón. Juzgamos las películas como si no fuéramos expertos, así que ofrecemos diferentes formas de juzgar. Pero al final, la forma en que ves, la forma de juzgar, es siempre la misma, siempre se trata de lo que es bueno para ti y lo que no es bueno para ti y lo que te hace latir el corazón”.


traducción libre de: “I do think the way you judge movies is always the same, you have to judge good cinema or bad cinema. But the difference between a normal jury and a young jury is that, first of all, most of us or all of us are not into the world of cinema, of making it. I mean, we could have some experience, but we are no experts for sure. And that brings us to having a judge meant of heart in a certain way. We judge movies as not experts, so we give different ways of judging. But in the end, the way you see, the way to judge, is always the same, is always about what is good for you and what is not good for you and what makes your heart pound”


Lucía: “Yo creo que está bien ser jurado joven si eres consciente de que el puesto en el jurado joven significa específicamente que eres joven. Si quieres estar como algo más profesional, pues espérate a poder ser jurado normal. Ser jurado joven implica que te van a tratar como tal. Y también damos una mirada diferente que ellos no van a tener porque no son jóvenes. Esa línea generacional que se crea da pie a que no se critique el cine solo de una manera, sino que haya varias perspectivas, y se tenga en cuenta también la opinión de la juventud como oficial”. 



Las obligaciones del jurado joven son asistir a las sesiones de la Sección Oficial Retueyos y la Sección Oficial de Cortometrajes (aproximadamente tres al día) a las horas y localizaciones indicadas en la agenda organizada por el equipo del festival. Algunas de estas proyecciones, dice Jorge, cuentan con “encuentro con gente que ha trabajado en la película y, aunque no es obligatorio asistir a ellas, normalmente nos solemos quedar porque es interesante. Y luego tenemos un par de sesiones que son solo cerradas para jurados, porque como tenemos la agenda tan apretada hay veces que algunas películas en otras sesiones no podemos ir y nos lo han colocado así".


Esto era criticado por Javier, a quien le parecía una pena que la mayoría de sesiones matinales del “Teatro Jovellanos, que se supone que es la sede central, sean para jurados, esté cerrado  y entonces estás tú solo en el teatro. Entonces a mí esto me llama la atención, me choca un poco, con la idea de, por ejemplo, poder hacer allí pases también para prensa o incluso abrirlo a más gente que pueda ir porque a lo mejor hay gente que trabaja por las tardes, no puede ir a ver las películas, pero por la mañana sí podría. Eso sí que me llama mucho la atención”.


A su vez, Lucía demandaba, entre asentimientos, una mejora en los horarios del jurado con respecto a los tiempos entre películas. “Porque si está cerca no pasa nada porque llegas bien. Pero es verdad que, además de que no te da tiempo a estar en los coloquios, que es algo que puede ser muy beneficioso siendo jurado joven, hay veces que no llegamos a la siguiente película. Y aún teniendo coches, que no es lo normal, para ir a los sitios que estaban lejos, llegábamos tarde o justos y allí te dicen no puedes pasar aunque seas jurado joven. Y eso es una cosa que no está del todo bien, porque, al final, no es que estemos por ahí caminando tranquilamente. No. Estamos corriendo todos a ver si llegamos a los sitios, y encima puede ser que no nos dejen entrar. Cuán justo es eso para la directora de la peli o el corto que vamos a ver, si medio jurado no puede estar”.


En cambio, Carmine ama el horario: “Te juro que me encanta el horario, porque como extranjeros tenemos la posibilidad cada mañana, o casi cada mañana, de ir a visitar la ciudad porque no hay películas para ver, son todas por la tarde. Lo cual, vale, es estresante ver 3 películas, muchas de ellas conceptuales y, a veces empiezas a no entender nada. Pero te juro que me encanta poder visitar Gijón, poder visitar el lugar donde se celebra este festival y poder probar a qué sabe la ciudad, que para mí también es parte del festival. Así que me encanta el horario y creo que han hecho un gran trabajo”.


traducción libre de: “I swear I love the schedule, cause as foreign, we have the possibility every morning, or quiet every morning, to go and visit because there are no movies, they are all in the afternoon. Which, ok, is stressful to see maybe 3 movies, even if they are conceptual, and you start to don´t understand anything. But I swear I love that I can visit Gijón, I can visit where this festival takes place and I could taste what the city tastes like, which, for me, it's part of the festival too. So, I love the schedule and think they have done a really great job”.


Andrea coincidía por comparación con Giffoni, “En nuestro festival estamos cerrados desde las 8:30 de mañana hasta las 21:00 de la tarde. Es muy importante porque, cómo puedo decir, uno muere. Después de un día cerrado en el cine con todas las entrevistas, películas, sin tiempo para comer o algo, estás muy cansado.” Carmine lo reforzaba: “Es una privación de sueño, porque después de las 9:30 el día no termina”.


traducción libre de: “It's a deprivation of sleep, because after 9:30 the day doesn't end”.


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“We are gonna discuss about cortos”


"Vamos a hablar de cortos" decía Carmine, entre risas de sus compañeros, mientras se mostraba indeciso acerca de cuál era su cortometraje favorito. Destacaba la animación del polaco Sheep out, de Zofia Klamka; la emocionalidad de la profunda exploración de la muerte en Horizontal, de Alex Reynolds; el tratamiento del tema de la epilepsia (que también alabó Andrea) en El mal de Hércules, de Marta Rodríguez Quesada, Marinal Miguel Pavia, Ismael Cabrera, Laia Balaguer, Eulàlia Clarós Sidera y Paula García Escolá; o Campolivar, de Alicia Moncholí, que finalmente se llevó el Premio del Jurado Joven al Mejor Cortometraje de la Sección Oficial “por la originalidad en el tratamiento de un tema social que resulta visualmente impactante”. 



El consenso se intuía en la entrevista. Decía Javier: “mi favorito es Campolivar, y sí que creo que va a ganar”. Lucía añadía: “me gustó muchísimo Una lluz, de Diego Flórez, y creo que va a ganar Campolivar, que también me gustó mucho y debería ganar”. Jorge lo secundaba: “nos ha gustado a todos bastante y creo que también es una de mis favoritas”.


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Con respecto a los largometrajes, Javier y Lucía coincidían en que su preferido era January 2, de la húngara Zsófia Szilágyi, el realista y feminista retrato de una jornada de mudanza que Lucía describía como cargado de “sensibilidad”. “Fue con la que más conecté y hubo escenas en las que no podía pensar en otra cosa que en vale, esto es cine y ya está. Pero creo que va a ganar Yo vi tres luces negras”. 


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La cinta colombiana de Santiago Lozano Álvares se ganó los elogios de Jorge y Carmine. El primero destacaba el aspecto técnico y la manera de tratar sus temas. El segundo manifestaba: “Espero que todo el mundo esté de acuerdo porque eso es cine de verdad. Es decir, está muy bien hecha, tiene un tema interesante, pero lo que me emocionó al ver la película fue la forma críptica de describir las cosas, algo que para mí es muy difícil en las películas, porque es muy fácil caer en eso y volverse ridículo en un segundo. Y lo que realmente me gustó fue que no llegó ni de lejos a ser ridículo. Está tan bien hecha que te llega cada concepto”.


traducción libre de: “I hope that everybody agrees because that is real cinema. I mean, it's really well done, it got a cool topic, but what excited me watching the movie was the cryptic way of describing things, which for me it's really difficult in movies, cause it is too easy to fall into that and get ridiculous in one sec. And what I really liked was that it didn't get near to getting ridiculous. It's so well made that every concept arrives to you”. 


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Sin embargo, confesaba tener dudas acerca de si pensaba que debía ganar. “Estamos en un festival y debería haber un aspecto social también. Debería ser, no sé, algo que haga que la sociedad sea mejor, de alguna manera. Y por eso estaba pensando que Mistress Dispeller [Elizabeth Lo], era realmente genial, en realidad, y tiene un aspecto social realmente genial para ser tratada. [...] Entonces, existe este debate interno para mí. Porque por un lado tengo buen cine, por el otro lado tengo cine social. Así que todavía estoy pensando”.



traducción libre de: “We are in a festival and it should be a social aspect too. It should be, I don´t know, something that makes society better, in a certain way. And for that I was thinking that Mistress Dispeller [Elizabeth Lo], was really great actually, and it has a really great social aspect to be treated. [...] So, there is this internal debate for me. Because on one side I have good cine, on the other side I have social cine. So I'm still thinking”. 


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Andrea también dudaba entre Yo vi tres luces negras y otra propuesta: Mother Vera, de Cécile Embleton y Alys Tomlinson, que le encantó y le pareció “un documental muy interesante”. Era una ejemplificación de lo que Javier diría minutos más tarde: “me parece importante el diálogo interno, que imagino que tendremos todos al terminar la última película, de ver cuáles han sido nuestras notas y nuestras ideas a lo largo del festival y ver luego cuáles son las tres que elegimos”


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Acabamos la entrevista recordando nuestras escenas predilectas del certamen. El “impresionante” final de Peaches Goes Bananas, de Marie Loisier (Lucía); el zoom out de los numerosos edificios residenciales que aparecen en Mistress Dispeller (Andrea y Javier); la secuencia sin guión del encuentro entre una mujer y la amante de su marido en la propia Mistress Dispeller (“Realismo en estado puro”, “Pude sentir en mi piel las emociones de ambas personas”, como la describía Carmine).


traducción libre de: “realism in its purest way”, “I could feel on my skin the emotions of both people”


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O la grabación en VHS de la abuela de Pablo Casanueva, el director de Luna, mientras este “comenta que son los únicos 15 segundos que tiene grabado de esa persona en concreto y que es mucho mejor que la propia película en sí. [...] Y bueno, lo ves y te marca” (Jorge). 


Apasionados por esas películas que les marcaron, por esos filmes que, como dice Lucía, “no te van a dar lo que tú crees que el cine te suele dar normalmente, sino que te van a dar otras cosas que son igual de beneficiosas o más y que te van a hacer reflexionar mucho más”, salían apurados del Antiguo Instituto, donde hicimos la entrevista, para dirigirse a la Escuela de Comercio, a ver River returns. Un enorme agradecimiento hacia todos ellos por pasar tanto rato compartiendo sus reflexiones, emociones y miradas.

 
 

Actualizado: hace 18 horas


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En un momento de C'est pas moi (Crossroads - SSIFF-FICX), el extraordinario y fascinante autorretrato en forma de collage de Leos Carax, el cineasta francés, comentando con nostalgia un travelling de la cinta Amanecer (de Murnau), lamentaba la pérdida de la sensación, presente en cierto cine clásico, de que la cámara se correspondía a la mirada de los dioses. Carax nos invitaba a rebelarnos ante la proliferación, en la actualidad, de imágenes rápidas y banales que no nos permiten parpadear, llevándonos a la ceguera. En su lugar, nos alentaba a recuperar dicha mirada de los dioses. En su sobresaliente Harvest (Pase especial), brillante adaptación de la novela homónima de Jim Grace, la directora, productora y programadora griega Athina Rachel Tsangari, premio de honor en el FICX de este año, cumple esta tarea con creces. 


La deslumbrante dirección de fotografía de Sean Prince Williams (realizador de The sweet east), en celuloide y con luz natural, nos envuelve en una atmósfera extraña, inquietante y evocadora, entre el sueño y la pura fisicidad, sensorialidad y tactilidad, en que tan bellos son los tableaux vivants de la naturaleza, como los primeros planos de los rostros de los protagonistas y los simbólicos planos detalles de insectos, levemente difuminados. Con este empaque visual, acompañado en ocasiones de la sugerente música ambiental de Nicolas Becker (que alterna la armoniosa dulzura con la tensa atonalidad), Tsangari cuenta la historia de una comunidad agrícola que se verá trastocada por la llegada de un cartógrafo y de un grupo de extranjeros, a quienes se acusa infundadamente de un incendio que ha tenido lugar en el establo del pueblo. 



Situándose entre el relato coral del fin de una comunidad y el arco individual del antiheroico y ambiguo personaje de Walter (Caleb Landry Jones), la película disecciona con precisión un proceso de aculturación y expropiación moderna del mundo rural, vinculándolo a la aparición del capitalismo, a la xenofobia y al patriarcado. Y, a pesar de que, por momentos, dado el detallismo del diseño de vestuario y de producción, parezca que estamos ante un retrato etnográfico de los ritos, costumbres y trabajos de un pueblo real, la atemporalidad del relato (enfatizada por los contrastes lingüísticos) se impone, y apunta a la vigencia del discurso en la actualidad. 



Como decía Tsangari en el encuentro con el público, acerca de la indefinición espacio-temporal de su filme, “I worked Harvest as a fable, as a story that could take place in Asturias, Thessaloniki, Kenya, Alabama or Western Scotland. Like a fable that is very much real and keeps happening unchanged since forever and it would never change. And because I know it will never change, for me there was no point in making a movie about making the world a better place. I don´t believe that. I believe in those small gestures, almost fatalist gestures that keep us alive”.



Entre estas pequeñas cosas que significan una revuelta personal, podrían incluirse los gestos que Tsangari llevó a cabo en el proceso de preparación de su filme. “Because it was a film about a community, sort of an Eden, that loses its innocence during the first steps of capitalism, I was immediately interested in how making this film, the process of making this film, would be against the very content of the film. So, to me, it was very important to build a community to make a film that criticises the end of a community. With my producer, Rebecca O´Brien, we went to Scotland and for about two years we were building this community. So we found the land, all the people (mostly farmers) who became the villagers and the seeds of the barley and rye, crops that hadn't been cultivated there for 250 years. So we restituted that land. It's the first time that, actually, this land has been cultivated since the time where the movie is taking place. And since then, this land is now back into cultivation”.



El siguiente paso consistió en que la cineasta reunió a todo su reparto un mes antes del rodaje, para vivir juntos y ensayar todos los días. “Because to me the process is even more important than the script. The script is just the necessary canvass that I have to have in order to build the community around it. The perfect script exists only once you have the location, you spend time in the location, you find your cast and then you bring your cast and you do what I called the walkabout, which is walk for a couple of days talking about how I was thinking about staging each scene. This is important because when I start shooting, at the beginning of the day, I don’t stop. It’s almost like we get into a trance and I shoot the entire scene from the beginning to the end. With Sean (my director of photography), we don’t talk, and we just shoot, it’s almost like a dance that we do, and the actors never know whether they are gonna be on screen or off screen.”



Las primeras secuencias nocturnas de la película, realistas frescos corales de una comunidad muy viva, muestran que esta metodología ha dado sus frutos. Una vez presentado, de esta forma, el entorno y la población, el discurso, los conflictos y las relaciones interpersonales se clarifican a través de significativos y puntuales diálogos; apasionantes juegos de miradas (que hacen transparente la exclusión, desconfianza y desprecio que sufren ciertos personajes) y repentinos momentos de violencia explícita; y una narración que se acelera progresivamente, hasta alcanzar sus mayores cotas de grandeza en un elíptico montage que relata una gran cantidad de eventos simultáneos con soltura y sin dejar ningún cabo suelto. 


El resultado es una especie de western tan fiel a la novela original de Grace (incluyendo citas textuales a través de la voz en off), como -en su análisis punzante, determinista y pesimista de las relaciones de poder- a la nueva ola de cine griego que Tsangari impulsó produciendo los primeros largometrajes de Lanthimos. Pero, el resultado, separándose del diseño del personaje de Walter y del monólogo interior de aquella novela y distanciándose del tono y la forma de la mayoría de obras de dicha corriente cinematográfica, es también profundamente original. Y personal. Pues no se nos debe escapar, en los títulos de crédito, la emocionante dedicatoria: “Para mis abuelos Dimitris y Vaïa Tsangari, cuyas tierras de cultivo son hoy una autopista” [“For my grandparents Dimitris and Vaïa Tsangari, whose farmland is now a highway”]. Queda claro, Harvest es un magistral gesto fatalista que, al menos, impedirá el olvido de una relación con la tierra, ignorada bajo el sueño de la modernidad. 












 
 

Actualizado: hace 18 horas


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Uno de mis momentos favoritos de este FICX fue la entretenida e ilustrativa masterclass de Carla Simón, Premio Comadre de Cine 2024. En una abarrotada Escuela de Comercio, la directora enseñó, con diversos ejemplos, cuál es el proceso de inspiración, guión, casting y trabajo con los actores que lleva a cabo para alcanzar la naturalidad, la sensación de “que las cosas pasan en frente de la cámara por casualidad”, de que se captura la vida. 


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Simón comenzó confesando que su interés en ese hervidero de relaciones complejas que es la familia proviene de que es raíz de numerosos traumas y un grupo al que se pertenece sin ser escogido, a la par que un espacio donde puede aparecer una particular forma de amor condicional. Considerando a Estiu 1993, Alcarrás y Romería (su próxima película) una especie de trilogía acerca de distintas ramas de su extensa familia, explicó que la indagación en su memoria personal y familiar a través de entrevistas y la búsqueda de fotografías fue el punto de partida de sus películas. Eran evidentes las similitudes entre ciertas secuencias de sus películas y las imágenes en que se inspiraban. 



Con todo, esta focalización persistente en el terreno de la autoficción no implica una creencia en la incapacidad de un autor de relatar experiencias completamente ajenas. Así lo muestra el último proyecto en que se ha embarcado, un musical flamenco, y así lo expresaba con contundencia (transcripción libre): “Yo no creo que haya que pedir permiso para contar ninguna historia. Yo tuve la necesidad de contar las historias de mi familia. Pero yo no creo mucho en esta cosa de la legitimidad de contar cierta historia porque vienes o no vienes de determinado mundo. Yo creo en tu rigor a la hora de representar un mundo. Pero ese rigor tiene que ver con tu proceso de investigación, para hacer un retrato justo con lo que estás retratando, para que no sea de turista”.


Esta investigación se traduce, en el caso de Carla Simón, en la elaboración de una caótica lista con datos y formas de representar los temas tratados, que puedan servir para orientar el guión. En el caso de Estiu, por ejemplo, enumeró posibles juegos con los que Frida podría divertirse, maneras de reflejar las fases del duelo de una niña y de los adultos, modos de mostrar la desconfianza infantil, posibles peligros que pueda haber con las dos niñas juntas, historias que pueden aparecer en los diálogos, ideas comunes para representar el verano o la educación, datos contextuales del SIDA, etc. Estas listas facilitaron la estructuración del guión, siguiendo las fases de los viajes emocionales de los protagonistas. Mientras que lo central, en Estiu, acabó siendo las fases en una adopción; estructurar Alcarrás fue más difícil por el carácter coral de la cinta. Simón decidió centrarse en la crisis familiar, investigando en los diferentes estados emocionales que viven las personas desahuciadas. Por último, en Romería acabó por abrazar lo capitular de las road movies


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Dado que la escritura de un guión puede durar varios años (siendo objeto de numerosas revisiones), Simón intenta complementar el trabajo con el montaje de video-moods, en los que superponer imágenes de filmes previos para transmitir la sensación, el tono, el ritmo, etc., que se espera que el largometraje final tenga. Esto permite a la cineasta llevar su idea a un terreno más visual que el abstracto y verbal guión. Fue un placer disfrutar en pantalla grande del vídeo-mood de Alcarrás



Con respecto al casting, la realizadora afirmó que va en busca de actores que tengan puntos en común con el personaje que van a interpretar, de modo que, desde la primera entrevista, les hace preguntas personales más o menos explícitas y desarrolla originales estrategias para probar sus dotes interpretativas. Para ver la relación con la muerte de Laia Artigas, por ejemplo, le preguntó cuántos abuelos tenía o si había convivido con alguna mascota, en busca de algún ser querido suyo que hubiese fallecido. En el caso de los niños, considera fundamental probar su capacidad para contar una mentira, como experiencia diaria de actuación. Sobre Romería, adelantó que era básico encontrar dos protagonistas con química y, para ello, puso a sus candidatos a bailar juntos para ver si sintonizaban. 


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Simón enfatizó también la importancia de los ensayos como espacio de improvisación para la modificación de detalles del guión. De su experiencia ensayando, tomó la costumbre de hablar durante los rodajes dando indicaciones en directo a sus actores, que luego se eliminaban en el montaje de sonido. Por último, la directora respondió con soltura a preguntas acerca del trabajo con niños en el set, del entrenamiento para que los actores lloren o de las diferencias formales en sus películas.



A este respecto, comentaba (transcripción libre): “Fue un viaje determinar cómo íbamos a rodar Estiu, porque tenía como referentes películas muy pictóricas. Pero al empezar el casting, me di cuenta de que trabajando con niños con cierta naturalidad, decir que se pare en un determinado lugar y no en otro porque el plano queda más bonito es difícil. [...] Finalmente, tomé como referencias mis fotos domésticas, muy imperfectas, porque si yo lo que quería era contar el presente de esta niña tenía que ser de una forma más fluida. Si iba a esta cosa más pictórica y rígida, a lo mejor era como este yo de ahora intentando retratar sus recuerdos. Pero yo había escrito un guión que tenía un viaje emocional de una niña, que estaba contado a través de sus sentimientos. Y tenía más sentido que la cámara fuera en mano, con planos largos para mantener esta sensación de realidad.


Con Alcarrás, requería de una planificación más precisa por tener muchos personajes. Y si no teníamos claro con quién teníamos que estar en cada escena, esto era un lío. Entonces, sí, la cámara era fluida, pero con una intención muy clara de con quién estamos en cada escena. Y en el caso de Romería, retrata otra familia, más de clase alta, que convive mal con la memoria y que tiene dolor ahí, que no conoce la protagonista… Para retratarla tenía que ser otra aproximación distinta a la cámara en mano. Por eso, hemos usado el trípode de una manera fluida, por ser un viaje con mucha sensación de movimiento. Es otro enfoque visual”.










 
 
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ilustración de las jornadas @Miguel Pang

ilustración a la izquierda @Juan Camilo Mayorga

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