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Actualizado: 13 mar


Conocí la obra de Rutu Modan con esta novela gráfica que me impresionó en el 2006. Vuelvo a releerla, tras su nueva edición y me encuentro con una obra igual de poderosa, que puede interpelar a muchos lectores de naciones en crisis. No lo hace de forma evidente. Al contrario, traslada a cada una de las historias una identidad de supervivencia. Narrada a través de Kobi, un taxista de 33 años y con una mentalidad de hombre mayor, conoce a Numi, una chica de 21 años a la que "mal llaman" la jirafa, debido a su gran altura.


Ella está investigando la posible muerte de su amante, víctima de un atentado en la cantina de una estación central de autobuses. Ese amante es Gabriel, el padre de Kobi, y a quien él tiene mucho tiempo sin ver. En pocas páginas, se despliega un microcosmos de pequeños personaje que conviven con una desafortunada cotidianidad: migrantes anónimos, personal de limpieza invisible, viudas sin duelo, empleados de la morgue, o víctimas de la gentrificación. Conviven y sobreviven a través de la dura realidad de una guerra interna que no se nombra. Sobrevivientes de un atentado sin justificación.


Numi y Kobi emprenden la búsqueda de Gabriel, siendo también víctimas de esta sociedad y sus traumas. Kobi incapaz de perdonar a su padre y Numi, abrazada a la querencia de un hombre que la quiso con respeto. Ambos de clases sociales distintas, víctimas de sus propios dramas (cánones de belleza, sobreexplotación laboral). Es un relato tan cotidiano, que se siente real. En medio del humor simple o discusiones triviales. No sólo en esa Israel de los dos mil que retrata, sino en otras ciudades cuyas realidades son igual de complejas. En esta novela, lo humano es lo realmente relevante. Rutu propone el recorrido a una reconciliación personal. Novela llena de complejidades anclada a una realidad difícil de enunciar. Sus personajes tienen la esencia del premiado documental No other land. Yuval, el joven periodista israelí que ayuda al joven activista palestino Basel Adra en la expulsión de su comunidad, es perfectamente un personaje de Rutu. La sensación de seres humanos en medio de una situación de mierda fuera de su control. Gran novela, gran documental.




 
 


Para iniciar esta quinta temporada, quisimos reconectar con nuestro pasado. ¿Quiénes eran estos jóvenes del podcast años atrás?, ¿cómo se veían cuando eran pequeñas criaturas? Así que, apelando al recuerdo (más que a la máquina del tiempo), nos fuimos a visitar juntas nuestras distintas infancias. Lo primero que hicimos fue recoger aquello que veían, que les contaban, que leían, pero también nos detuvimos a pensar en qué tanto, aquellas lecturas del mundo, impactaron a las personas que son actualmente. Fue por eso que, haciendo honor a nuestras divagaciones, deshabitamos el recuerdo para también pensar en la niñez como un lugar de formación: ¿qué deben leer las infancias?, ¿quién elige lo que leen?, ¿qué mensajes proponen los libros para niñas y niños?, ¿tiene sentido la moraleja? Queridas oyentes, bienvenidas un año más, a Ojos de perra azul.


Gracias a las soñadoras: Alejandro, Álvaro, Amelia, Candela, David, Edgar, Halima, Isa, Iván, Jean Piher, Luna, Malcolm, Marina, Mario, Mercedes, Renato, Sara, Soukayna.Contamos con la dirección de arte y edición de Fito Conesa y la dirección de Alberto Soler y Freddy Gonçalves.


El poema “El jardín” que se lee al inicio del episodio pertenece al libro La caída natural de Graciela Yáñez Vicentini (dcir ediciones). Agradecimientos técnicos a Antonio Bobadilla y Alba Santana.


Ojos de Perra Azul es un podcast de Radio Mandarache para reflexionar sobre la lectura. Un lugar de ensoñación y encuentro. Sinestesia, abstracción e intensidad adolescente sin pudor.



Concejalía de Juventud. Ayuntamiento de Cartagena.








 
 

Actualizado: 28 ene


Cadáver exquisito

Agustina Bazterrica

Alfaguara, 2018


A ver, ¿por cuál parte empiezo? Estaba preparando una clase para mis alumnos sobre las implicaciones filosóficas, sociales, estéticas y simbólicas detrás del acto de comer, tanto en la literatura como en el cine. Por esta razón, decidí buscar un libro sobre la comida en una lista de Goodreads en donde me topé con Cadáver exquisito (2018, Alfaguara) de la autora argentina Agustina Bazterrica. Algún lector había decidido añadirlo antes de Como agua para chocolate o una novela japonesa sobre le arte de la contemplación alimentaria. Así que confié y empecé a leer esta recomendación con la idea de que el libro hablaría sobre la comida. Y bueno, en el amplio sentido de la relación sujeto/comida, este es el caso. La persona que haya decidido poner este libro ahí se tomó, en un sentido muy literal, la idea de «gente que come... gente».


La novela de Bazterrizca nos describe un mundo en el que, como en la película Soylent green hay una gran escasez de alimentos a nivel mundial. En la famosa película de los años sesenta, protagonizada por Charlton Heston e inspirada en la novela de ciencia ficción Make Room! Make Room! (¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!) de Harry Harrinson, se centra en una gran escasez de vegetales. El motivo es que una sobre poblada ciudad de Nueva York, agotó los suelos y ya nada crece en ellos. En el caso del libro de Bazterrica, su crítica y propuesta da un paso más allá, es la carne de consumo lo que ha desaparecido en el orden mundial.



En Cadáver exquisito, todos los animales han muerto o fueron sacrificados, debido a la propagación de una pandemia animal que evoca, obviamente, a los casos de la gripe aviar, porcina o la enfermedad de la vaca loca. Por ese motivo que los animales fueron erradicados. La explicación de ésta pandemia no es complicada. Se asemeja a las predicciones científicas de nuestro porvenir. A nivel mundial se propagan cada vez más enfermedades nuevas y una, que ataca directamente a los animales, los contamina. Sin embargo, el narrador de la novela llega a sospechar, que dicha pandemia pudo haber sido propagada por el gobierno. Aunque es hipótesis interesante para un thriller político, la novela no ahonda sobre esto. La autora, en una entrevista que ofreció a Latin American Literatura Today, afirma que su voluntad nunca fue explicar si esta pandemia animal es un complot. Su objetivo era otro, explorar lo que sería capaz de hacer el ser humano en ciertas situaciones inesperadas de contingencia.


Fotograma de la película Soylent Green (1976) dirigida por Richard Fleischer
Fotograma de la película Soylent Green (1976) dirigida por Richard Fleischer

Ante la muerte de los animales, los humanos buscan otras fuentes de alimento, en este caso, de carne. Si bien en el caso de Soylent green, el espectador revela que los cadáveres humanos se transforman en pasta de soja verde para el consumo de la sociedad; en Cadáver exquisito, los lectores siguen al protagonista masculino, que cuenta cómo la gente empieza a entre-comerse. Es por esa razón que, que para limitar este exceso ético, se crea una carne de substitución, carne «especial» y, por lo tanto, una especie de ganado nuevo. Lo único es que, alejados al trauma de la imagen animal, toman a una especie con apariencia de personas, con ciertas características (¿frutos de la clonación?) para deshumanizarlos. Por ejemplo, se les corta la lengua para que no hablen; se le mantiene en un estado de torpor y de estupidez; se le deja desnudo en las granjas como los animales, entre muchas otras arbitrariedades.

           

Desde el inicio, su narrador despierta el interés conduciéndonos a una carnicería. Describe las vitrinas, la disposición de las nuevas carnes de consumo y de cómo Spanel, dueña de una carnicería, trata de disfrazar el origen del producto, imitando cortes de la carne animal. Poco a poco, la gente se va adaptando a su nueva realidad nutricional, encontrándose con manos y pies humanos como patas de cerdo, colgadas en los escaparates. Es curioso, puesto a que el personaje de Spanel me recuerda mucho al carnicero asesino en la película Delicatessen de Jean-Pierre Jeunet. Ambos tienen en común que son figuras sin escrúpulos, que se atreven a hacer lo que pocos hacen en un contexto de «crisis», como si tuviesen más coraje que el resto de los mortales. En la película de Jeunet, la situación es mucho más extrema y terrorífica por su propuesta: los personajes viven en un edificio que rige este carnicero. Cualquiera de los habitantes que intenta irse o cuestiona su autoridad es asesinado para luego ser servido como comida al resto de sus vecinos. Claro está, mientras en la película hay una sensación de secuestro y horror, en el libro se articula una cotidianidad social.


Fotograma de la película Delicatessen (1991) dirigida por Jean Pierre-Jeunet
Fotograma de la película Delicatessen (1991) dirigida por Jean Pierre-Jeunet

El protagonista, luego de mostrar la carnicería como establecimiento, se dirige a su lugar de trabajo: los mataderos. Ahí, los lectores descubren todas las etapas del procesamiento de la carne. En la granja, sacan al animal con apariencia humana de su corral. Luego los aturden, los sacrifican, los tratan y se muestran las diferentes maneras de ser cortado. Sin duda, creo que es uno de los momentos más interesantes y duros del libro. No en vano, mucha gente ha decidido cambiar sus hábitos al vegetarianismo y veganismo después de ver los videos de mataderos que muestran los procesos que hacen que la carne llegue a nuestro plato.


El autor Jonathan Safran Foer habla justamente de ese tema en su libro Eating animals. Pero creo que las descripciones de Bazterrica son tan eficaces o hasta más, ya que la idea de que eso le ocurra a un humano es aterradora. E inmediatamente conduce al lector a la pregunta ética: si me horroriza que se lo hagan a un humano, ¿por qué no me espanta que se lo hagan a un animal? Sobretodo descubriendo todo lo que implica aturdir al ganado, golpeándole la frente para que no sienta nada. Esta terrible imagen no es la única de la novela, ya que se descubre que también hay razas de carne que son cuidadas con otras técnicas: para tener una carne más tierna, para experimentos científicos, etc. Todos los aspectos de la crueldad animal se extrapolan y exponen en la novela. Sobre todo, este personaje principal, quien termina por llevar a su casa a una «hembra» de buena raza (como si fuese una buena vaca Wagyu, esa vaca japonesa muy reputada por el sabor de su carne, muy grasosa y suave).


Esta relación entre el protagonista y el ganado se vuelve aún más turbia, ya que se trata de una figura femenina a la que le da el nombre de Jazmín. Se encariña, la deja dormir en la casa como una mascota. Pero a la vez ella es muy sensual, casi salvaje. El hombre, haciendo gala de su male gaze erotizante, propone gestos como ponerle ropa para protegerla del pudor, pero también para evitar la tentación que le provoca verla desnuda. Manifestando una crítica aún más agresiva acerca de la sociedad y sus desigualdades, a través de la básica representación de la mujer incluso en circunstancias de crisis: provocadora, carnal, destinada a tener hijos. Y eso a pesar de que todos, por igual, están reiniciando en un mismo horizonte posible.


Esta novela distópica, a fuerza de agitación metafórica, invita a los lectores a reflexionar sobre nuestra relación con los animales, el cuerpo, el género y el manejo de la información política de los estados (aquello que sabemos, que creemos saber y lo que nunca sabremos). No en vano y un poco inspirado en la neolengua que George Orwell usó en su novela 1984, aquí se designa todo un nuevo lenguaje para referirse a la carne «especial». De esta forma se evita la palabra «humana» en cuanto al consumo, lo que permite matizar la nueva realidad. Cadáver exquisito va más allá del simple canibalismo como idea, es una alegoría, un esperpento que deja en evidencia la capacidad inmediata con la que la sociedad es capaz de adaptarse a las medidas más feroces; pero también denuncia su hipocresía. No importa tanto el origen del objeto de consumo, sino poder obtenerlo, a costa de lo que sea.


Claro, investigando descubro que esta novela no sólo recibió el Premio Clarín en 2017, sino que fue finalista de los Goodreads Choice Awards, por eso estaba tan alto en la lista. Raro que fuera sobre comida, ¿o no?. Por cierto, también fue catalogado uno de los mejores libros de ciencia ficción, fantasía o terror del 2020 según The Washington Post.


Ahora bien, si como a mí, esta lista de Goodreads les desvió el camino de interés y tras la lectura de esta novela, le quedan dudas acerca del acto de comer personas, valdría la pena leer ¿Y si nos replanteamos el canibalismo? publicado en 2023 por Libros del zorro rojo. En este pequeño libro ensayo de Albert Pijuan se propone un poderoso plan de sostenibilidad ante la crisis capitalista del mundo actual. Con un tono casi panfletario, pero con un lenguaje acorde, civilizado y, lo más importante, aportando cifras, se propone la comercialización de carne humana para su consumo. Si bien se trata de un libro plagado de humor, no deja de ser terrorífica la convicción de que, un planteamiento de este tipo, bien sustentado, pudiera llegar a debates dentro de la sociedad basados en una falsa coherencia y en la deshumanización.


Esta imagen pertenece a la web de la editorial
Ilustración de Clara-Iris. La fotografía pertenece a la web de la editorial Libros del zorro rojo

 
 

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