Aunque el estreno se tiene pautado para el 22 de noviembre, la campaña de promoción de la segunda película de Los juegos del hambre empezó esta semana. Quizás apresuradamente, pero los fanáticos adolescentes, lectores o no de la saga, buscan saber cómo Katniss y Peeta, protagonistas de los tres libros, enfrentarán su gira de la victoria tras triunfar -y sobrevivir- a sus primeros juegos del hambre.
Este fenómeno no es nuevo. En los últimos años fanáticos y lectores se cruzan constantemente; tanto en la travesía de Harry Potter como los padecimientos de Bella Swan (de Crepúsculo) se cuestiona el matiz comercial de las sagas escritas para adolescentes, sus adaptaciones al cine y el bombardeo mediático. Pero como todo dilema artístico, ¿qué importa más? En ninguno de los casos anteriores lo comercial fue primero, pero lo comercial fue lo que impulsó a estos personajes de papel a otras dimensiones. Los jóvenes actualmente generan redes de lectura e identificación con estos mundos e historias posibles, enganchando a los lectores y convirtiéndolos en cómplices de la historia por su contenido, a pesar del estilo literario. Gemma Lluch, experta en temas de literatura juvenil, considera que estas nuevas miradas adolescentes de la literatura realmente responden a “la capacidad de la actual narrativa como lugar de reflujo y de fusión de las características canónicas, comerciales o populares, televisivas, cinematográficas o cibernéticas la sitúan en un lugar privilegiado en el actual sistema literario.”*
Este es el caso de la obra de Suzanne Collins, escritora estadounidense reconocida en el mercado editorial por Las crónicas de Underland y también como guionista en programas infantiles para Nickelodeon, quien se alza a la fama con la trilogía Los juegos del hambre. Su narrativa visual, trepidante, de lectura voraz y capítulos con cierres impactantes, cuenta sobre un mundo distópico de postguerra donde los adolescentes son protagonistas. La historia de los tres libros es contada a través de los ojos de Katniss Everdeen, una sobreviviente del Distrito Doce del Panem. Esta nación, todos los años, celebra los juegos del hambre, televisados y financiados por el Capitolio, estado único del poder. En estos juegos, dos jóvenes de cada distrito, de entre 12 a 18 años, son elegidos como tributos para enfrentarse en un programa en vivo, donde solo uno puede resultar ganador.
Al inicio de la saga, el Distrito Doce —y los otros 11 también— elige a dos adolescentes que irán ese año a los juegos del hambre: Peeta es elegido, pero Katniss se sacrifica por su hermana menor. Son adolescentes cotidianos, prestados a una guerra que no les pertenece. Apenas saben sobrevivir al hambre y a la presión del aparato político, sacrificando incluso su necesidad de independencia. Ambos deben ser aliados en la lucha, aunque al final solo uno de ellos pueda triunfar, porque al fin y al cabo, “al Capitolio le viene bien que estemos divididos”. Su astucia ante los medios es una tramada historia de amor, pero ante todo, los actos de respeto ante la vida y la muerte de los otros participantes serán la vía que salvará a los protagonistas en esta escalada contra el poder.
Esta mirada cruel y desalmada del mundo no persigue solo eventos de acción y violencia, sino que reflexiona sobre los conceptos de la revolución, el poder y el sistema mediático. No existe equilibrio en la balanza del Capitolio ni de la revolución; ninguna de las partes cuenta totalmente la verdad, pero Katniss representa un agente de cambio que contradice los valores que el poder impone. “No puedo rendirme sin luchar. Pero desearía poder encontrar una forma de… de demostrarle al Capitolio que no le pertenezco, que soy algo más que una pieza de sus juegos”. La independencia y el sacrificio le costarán su propia voz, su historia personal y la capacidad de decidir entre Peeta o Gale.
Los tres libros son celebrados por los adolescentes en premiaciones como los Kid’s Choice Awards de este año, y fueron nombrados por Publishers Weekly y The New York Times como los mejores libros del año en el 2008. Sumando a esto la multiplicación de ventas en España y Latinoamérica tras la traducción de la editorial Molino, el éxito comercial, editorial y cinematográfico sigue reforzándose como una institución de poder. Visto por algunos como la nueva saga de moda y por otros más acuciosos como una reflexión sobre el poder, Los juegos del hambre cuestiona, a través de los ojos de una adolescente, su derecho a la independencia y a la verdad.
*Lluch, Gemma (2008) “Un nuevo lector juvenil: De Perdidos a Harry Potter, pasando por los foros y YouTube”. CLIJ, 221.
*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en los años 2013-2014.
**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.
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