
Voy a aprovechar la locura de Star Wars, para lanzar mi primer placer culposo de la lista. No fue precisamente la mejor temporada, pero es que Glee tenía varias temporadas sin ser buena. A esta serie la salvaban sólo tres cosas: capítulos memorables –sobre todo aquellos que buscaban evocar desesperadamente sus inicios–, personajes entrañables y su capacidad tan honesta de burlarse de sus errores e incoherencias a través de la voz de sus personajes. Es difícil olvidar a Sue Silvester diciendo que no se explicaba cómo con un presupuesto tan malo en la escuela, esta gente pudo interpretar las canciones de Lady Gaga con una producción de casi diez mil dólares. Los espectadores agradecíamos que al menos, en la incoherencia, no nos vieran la cara de idiota.
Nadie le puede quitar a Glee el impacto de su estreno en el 2009, tanto en el tema musical como en la forma de narrar una serie adolescente. Además, pudo superar la muerte de su protagonista en la vida real. Ryan Murphy, su creador, se transformó en una nueva Shonda de la televisión estadounidense. Tras Glee, vinieron más desafueros efectistas como American Horror Story y Scream Queens. La gente lo ama, aunque no sea el más acertado contador de historias. Le hace falta mucho trabajo de estructura. Para los que no lo sepan, él fue quien creó Nip/Tuck y aquella serie llamada Popular, que evidentemente fue un germen de Glee.
A lo que vine, este año terminó Glee, y para los que nos sentíamos cercanos a sus personajes, agradecemos varias cosas:
1. Brittany Pierce. Simplemente ella. Era uno de los personajes más irracionales, incoherentes y divertidos de la serie. Era la que llamaba a los chicos nuevos con los nombres de los viejos (ya que eran evidentes cómo los reemplazaban por personajes nuevos con tipología física similar, aunque obviamente no funcionaran). O quería ir a la isla de “Lesbos” porque allí habían “lesbianas”. Brittany era la voz sarcástica, tierna y honesta que todos queríamos, la que junto a Sue y Santana se burlaba de las tonterías de la serie. Y además bailaba muy bien, cantaba y tenía una poderosa historia de amor con Santana. Era tan importante, que en las últimas temporadas le regalaban episodios enteros. A ella le debemos el MEJOR momento de esta temporada, cuando quiso dirigir su programa web: Fondue for two para el mercado latino con la intención de conquistar a la abuela de Santana. El episodio de Queso por dos fue de los delirios más acertados del final.
2. Ver a Rachel hundida en el fracaso, de vuelta a los orígenes. Algo muy cliché, pero que permitió darle un vuelco a esta niña insoportable y soberbia en su camino a la fama. Además nos regaló ese conmovedor episodio en que todos los personajes del inicio de la serie se reunieron para buscar a los New Directions del 2015.
3. Santana, Kurt y Mercedes. Cada uno, a su manera, lograron cerrar sus historias sin perder su personalidad. El doble matrimonio gay o la despedida de Mercedes Jones en el colegio -quizás lo mejor del episodio final-, fueron escenas entrañables para los que hemos seguido a estos personajes.
4. El penúltimo episodio titulado 2009 fue un homenaje a la serie que fue en sus inicios. Ver todo lo que ocurrió justo antes del primer episodio en las vidas de Tina, Artie, Mercedes, Kurt y Rachel no sólo fue divertido, sino que habló de las metas que ellos tenían y que, de alguna forma u otra, estaban cumpliendo -o no-. Además incluía a Finn, el protagonista ausente, de forma inteligente. Cerrar ese episodio con esa escena final del piloto donde los principales cantaban el Don’t stop believing que los hizo tan famosos, fue un pequeño gesto de coquetería para esas pocas personas que aún seguían atentos a la serie.
Del episodio final, prefiero no hablar. Sus futuros no me importaban, solo quería que en ese instante de historia adolescente pudieran resolver sus vidas y quedarse allí estáticos en el McKinley High School.
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