Correspondencia sobre Sirât · Correo 8: Xabi
- xabel leiva
- 17 jul
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 1 sept


Xabi, 18 de julio - una gran posdata
Hola, Manu, hola, Iker. Para hacer esta breve carta de despedida trate de reconstruir la película releyendo nuestras cartas, a fin de encontrar rincones que no hubiéramos agotado entre dudas e hipótesis que las inundan. Hace un par de días uno de mis hermanos se sorprendió al ver escrito Sirât en una de las pestañas de mi portátil, descubriendome que existen dos palabras distintas en árabe, con diferentes escritura, pero misma pronunciación. Frente al As-Sirat de la película, Al-Sīra al-Nabawiyya son las biografías tradicionales del profeta Mahoma, que también encuentra su forma de pronunciación en su forma breve Sirah o Sirat. Volver sobre lo político, la crueldad o la misma película de Laxe resulta cada vez más distante, y esta curiosa coincidencia me lleva a replantearme los vínculos inexplorados tanto por mí como espectador como por la película. Así que, a fin de no convertir este texto en una investigación interminable, para tomar todas estás preguntas y ahora lanzarselas a le posible lectore que atraviese el largo camino de nuestra correspondencia, me acordé de otra película que atraviesa el mismo desierto con otros personajes, otros acercamientos y problemáticas, pero en la que la muerte atraviesa con una centralidad similar, pero un peso y unos sentires totalmente diferentes: The Sheltering Sky de Bernardo Bertolucci. Aunque aquella película tiene sus propios problemas de la misma índole en relación al espacio y la mirada colonial, que suponen su propio examen, la narración de Paul Bowles, autor de la obra que es adaptada, cierra con estas palabras que ofrecen un pensamiento de esos que se cruzan entre divagaciones, cargado de una ligereza poética y filosófica que quizás añadan un último tono que nos permita acercar el cine más a nuestras vidas y traer así de vuelta una mirada de la ternura, de la existencia y del tiempo, que Bertolucci y Bowles encontraron en los mismos barrancos en los que Laxe encuentra la arbitrariedad y la tragedia de la vida, y así poder invertir la mirada para poder volver sobre nuestras palabras y animar a quien lea esto a seguir investigando y caminar estos caminos:
“Porque no sabemos cuándo moriremos, podemos pensar en la vida como un pozo inagotable. Y, sin embargo, todo ocurre solo un cierto número de veces, y en un número muy pequeño realmente. ¿Cuántas veces más verás cierta tarde de tu infancia, una tarde que forma una parte tan profunda de tu ser que no puedes concebir tu vida sin ella? ¿Quizás cuatro o cinco veces más? Quizás ni siquiera una. ¿Cuántas veces más verás la luna llena? Quizás veinte. Y, sin embargo, todo parece no ilimitado…”








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