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Crónica de unas entrevistas inéditas

Actualizado: 3 sept 2021


En la estantería de mis libros, reposa un disco duro externo que se construyó a trozos. No sé explicárselos porque no tengo noción de estos temas, pero sí recuerdo que eran tiempo de escasez en Venezuela y que aquel hombre en Sabana Grande me pedía solo una hora para improvisar este artefacto. Qué ironía, a veces una hora parece ser una vida entera, pero en este caso no podía negarme, era la única alternativa que tenía para almacenar la descabellada idea que se nos había ocurrido en PezLinterna: cuarenta y tres entrevistas en vídeos a autores, ilustradores, editores y especialistas de la literatura infantil y juvenil en Colombia y Venezuela.

La idea nació en un grupo de Whatsapp en el que estábamos Lorena Ayala, Valerie Weilheim, Ramón Barreto, Jaime Yáñez y yo, Freddy Gonçalves Da Silva. Fue una conversación amistosa y relajada que fue terminando con un “Y si…”, luego con un “Me parece necesario” y ya finalmente con un “Vamos a escribirle a…”. No hubo preguntas ni dudas, ni obstáculos. El plan tenía todas las posibilidades para ser un caos, pero insistimos. Teníamos ganas de crear. Y así fue que lo hicimos: aprovechamos un viaje que haría Bogotá-Caracas-Medellín para ejecutar el plan. En Caracas sería sencillo, pues tenía el apoyo de Valerie y Jaime, pero en Bogotá necesitaba a más gente “poniéndole la ficha” a esta loca causa.

A partir de las voces de estas figuras representativas de la literatura infantil y juvenil, buscábamos explorar juntos ideas alrededor de la creación y el mercado en dos países posibles, separados apenas por una frontera. Obviamente dos países con sus propios conflictos e intereses. Sin embargo, veíamos necesario rescatar y mantener el acervo de los personajes que construyen este imaginario literario, muchas veces marginado por la academia y otras entidades de la cultura. Es decir, nuestra intención era provocar una conversación amena, cercana a cualquier público, con preguntas sencillas y a veces obvias que sirvieran de guía para los que trabajan en la promoción lectora o la crítica literaria, pero también para aquellos que tienen una vaga idea sobre el tema.


Estas conversaciones buscaban servir de posibilidades para otros países, que vieran los planes que se ejecutan en algunas zonas, formas de resistencia, maneras de pensarse como identidades. No queríamos que fuera material solo para el público colombiano o venezolano, sino que el material tuviera posibilidades para otros países interesados en la literatura infantil y juvenil. No solo hablan los autores, sino también los ilustradores, editores, promotores de lectura, profesores, especialistas, narradores orales, críticos literarios, bibliotecarios. Es una ebullición de ideas contrapuestas alineadas en un interés común: la infancia y la adolescencia. Queríamos, al fin y al cabo, sostener la línea fundamental de nuestro proyecto, conversaciones que inciten la llama crítica alrededor de lo literario.

LA PRODUCCIÓN, ESE ESPACIO ÍNTIMO

Lo que aquel desconocido construyó en una hora, resistió años. Ese disco duro, antes de acoplarse entre los libros, cruzó mares y carreteras en situación de riesgo. El material contenido dentro de ese pequeño cuadrado negro permanece en sus entrañas. Es decir, perderlo era anular horas de entrega de varias personas en el proyecto. Sin embargo, este recorrido tiene un porqué, una razón válida que queremos compartir.

Cuando trabajas con autogestión, el obstáculo mayor es conseguir los medios. Es decir, personas con equipos dispuestas a dar horas de su vida para grabar vídeos de entrevistas que quizás no les interesen tanto porque, seamos honestos, no todos quisieran pasar horas encerrados dando vueltas sobre un mismo tema a menos que realmente les apasione. La fortuna se tradujo en posibilidad cuando sumamos a cuatro personas entregadas a un mismo propósito: la construcción de una memoria cultural conjunta.

De esa forma, aparecieron Miguel Gallego y Juan Pablo Martínez, dos jóvenes creadores de contenidos, quienes fueron nuestros aliados incondicionales en la ciudad de Bogotá para grabar a dieciocho personas. En Medellín contamos con la bondad absoluta de Juan Felipe Vera, quien llevó su equipo de trabajo para grabar a tres personas. Y en Caracas estuvimos afortunadamente acompañados por Mary Antonieta López, con la que hicimos veintidós entrevistas en tiempos de colapso.

En esos días, en varias zonas de la ciudad de Caracas, las fuerzas de seguridad del Estado reprimían a los manifestantes en las calles. Algunas de las entrevistas tienen sonidos de bombas lacrimógenas, manifestaciones y helicópteros. Irónicamente también se podían sobreponer las guacamayas. Es lo que tiene el trabajo en resistencia. Esta incertidumbre se hace latente en algunas de las entrevistas, por eso se habla de la crisis venezolana de los últimos años, de su impacto en la industria del libro, de las formas de respuesta de sus agentes de cambio. Quizás, en esta actualidad, es también importante ver en ese espejo una posibilidad. Por ese trabajo, en el que su seguridad y la de los entrevistados estuvo en entredicho, somos aún más afortunados e insistentes en salvar estas entrevistas.

Ninguno de estos cuatro jóvenes profesionales cobró absolutamente nada por este enorme trabajo documental, digamos que lo hicieron por amor al arte. No lo recalcamos como algo heroico, ni como el deber ser en un proyecto de promoción lectora; al contrario, nuestro equipo siempre ha resentido el hecho de no haberles podido dar ningún pago. En aquella época no teníamos el financiamiento ni pudimos contar con otros apoyos. Insistimos porque ellos nos ayudaron a resistir. Siempre hemos creído en que se ha trabajado muy poco por abrir más espacios de posibilidad laboral en esta área para los más jóvenes en el campo cultural. Estos jóvenes que no son influencers sino personas talentosas con un oficio o una profesión. Una tarea pendiente, quizás ahora que se piensa tanto en el futuro. En fin, que aunque esta discusión da para más contenido, nosotros por ahora solo queremos darles las gracias infinitas por creer en esta propuesta.

Esta ausencia económica, por lo tanto, retrasó también la producción de los vídeos. En primer lugar, porque hubo vídeos o audios que no lograron grabarse bien en aquel disco duro itinerante, por lo que la calidad de la imagen y el sonido puede ser irregular en algunos pocos vídeos. Entrevistas que, a pesar de esto, llevamos hasta el final pues su contenido nos seguía pareciendo valioso. Por ejemplo, las entrevistas de María Beatriz Medina y María Osorio tienen problemas de audio, las de Maité Dautant y Andreína Melo con la imagen.

La edición también fue un acto de aprendizaje durante estos años y con la que, entre ensayo y error, fuimos dándole una identidad a los vídeos. Fuimos publicando unos pocos durante estos años, lo que el tiempo y los recursos no dejaban hacer. No era solo cortar y pegar, sino escuchar e investigar, pues en los vídeos quisimos agregar tips con imágenes o textos que hacen referencia a la labor del entrevistado para darnos una perspectiva sobre su legado.

En esta situación actual de crisis y ante la cantidad de información y propuestas que se fueron sumando en las redes, nosotros quisimos quitarle riesgo al disco duro, entender este presente de manera constructiva a partir de otros espacios en crisis o de creación. Así que en estos días de cuarentena, de manera ininterrumpida, hicimos la edición de absolutamente todas las entrevistas. Esta situación, como valor positivo, nos dejó la oportunidad de concretar algo que comenzaba a parecer un lastre en el sentido de que mucha de la información contenida podría variar en estos mundos veloces. Algunas de las vidas de estas personas entrevistadas cambiaron radicalmente. Esto, más que un inconveniente, fue un reto potente, de entender qué existe en este contenido que puede ser de utilidad para pensarnos desde el presente. Porque las reflexiones interesantes no tienen tiempo de caducidad y es una de nuestras luchas: entender el presente valorando también la identidad de ese pasado que nos condujo hasta ahora. Darle de nuevo valor a la palabra, a las preguntas, a esas cosas que nos interpelan sobre el mundo de la creación, la edición o de la promoción. Pensarnos como sociedad y entender el impacto o la influencia que nuestros actos pueden generar en los otros. Ver en la cultura una posibilidad de seguir insistiendo y construyendo. Es un poco Volver al futuro pero sin el DeLorean.

LO QUE NOS FALTÓ

De todas las entrevistas, solo perdimos una. No por la falta de profundidad, sino por solicitud de esa persona que no se sentía cómoda desde el espacio desde el que hablaba. Del resto todas, afortunadamente, fueron rescatadas porque por algo son especialistas en estos temas. Resentí la imposibilidad de entrevistar a algunas personas con las que no se pudo concretar el encuentro a falta de tiempo, pero a quienes habíamos contactado: Irene Vasco, Martín Murillo (La Carreta Literaria), Francisco Leal Quevedo, Dipacho y Triunfo Arciniegas.

En el caso de Venezuela, la situación del país imposibilitaba el encuentro con Lourdes Morales, Brenda Bellorín, Cybele Peña, Armando José Sequera, Elvia Silveira, Rosario Anzola. Además de que siempre quisimos hablar desde la diáspora venezolana con otros especialistas en la materia como Mireya Tabuas, Gerald Espinoza, Reyva Franco, Isa Saturno, José Urriola, Fedosy Santaella, Carolina Holmes, Menena Cotin, Jefferson Quintana, Ramón París, entre muchos otros. Pero esa idea sigue en el tintero, porque conversar y comprender al otro es el único puente que entendemos.

Las entrevistas pueden verse dentro del blog, en la barra de menú encontrarán la opción Canal. También podrán encontrarlos en nuestro canal de YouTube PezLinterna o desde el IGTV en nuestro Instagram. Debido al esfuerzo que esto ha implicado, los invitamos a compartir, seguir, darles me gusta a los vídeos, es el único estímulo que recibimos de ello. Esperamos que, como a nosotros, les sea de tanta utilidad.

Si te interesa alguna entrevista en particular, aquí les dejamos todos los nombres de los entrevistados con el link:


Conversaciones Colombia

Conversaciones Venezuela

AGRADECIMIENTOS FINALES

Agradecemos también a los espacios que nos fueron cedidos amablemente por alguno de sus entrevistados para llevar a cabo las grabaciones: la anterior oficina de la editorial Tragaluz, la casa de la editora María Fernanda Paz-Castillo, Espantapájaros, Babel y la librería Rey Naranjo. Esa calidez nos permitió continuar a pesar de la lluvia o los trancones.

En el caso de Venezuela quisiéramos agradecer al Banco del Libro, en especial a Olga González, quien siempre estuvo dispuesta a abrirnos las puertas a pesar de que el mundo a nuestro alrededor colapsaba. De la misma forma, a Andreína Melo y Marina Bockmeulen, por ofrecernos la librería Sopa de Letras como segunda alternativa.


Compartimos un registro fotográfico del detrás de cámara:


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