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Actualizado: 29 oct 2024



Esta entrada recoge algunos apuntes durante la preparación de talleres dirigidos a niños de quinto y sexto grado. Es la radiografía de un proceso mental. Son algunas ideas sueltas de un mediador acerca de cómo abordar el concepto del tiempo en la literatura y el arte. 

Liliana Bodoc, en su novela El mapa imposible, construye una categoría propia del tiempo a partir del cambio del nombre de Julián. Este personaje, ya anciano, va organizando sus propias épocas a través de la forma en cómo lo han nombrado: el uso de los diminutivos cuando era bebé; el nombre derecho en las planas que le obligaban a hacer en el colegio; la forma respetuosa de tratarlo en la adultez. Durante su vida fue Juliancito, Julián, Jota, Don Julián.


Rodrigo Fresán, por su parte, cuestiona aquellas palabras que son atravesadas por el tiempo en su novela El fondo del cielo. Lo hace a través de dos primos adolescentes, Ezra e Isaac, fanáticos de la ciencia ficción, que crean el grupo de Los Lejanos. Esto antes de enamorarse de una misma chica y que, en esta compleja historia del fin del mundo (o inicio de la imaginación), uno de ellos decida dedicarse a la ciencia y el otro a la ficción.

"El pasado nunca deja de moverse aunque parezca algo inmóvil".

El narrador de la novela reflexiona acerca de las narrativas futuristas: ¿quién?, ¿desde dónde? y ¿cómo se contaban?. Pues, por mucho tiempo, el futuro de la ciencia ficción parecía estar contado a través de una única relación social e idiomática con el inglés. Las palabras alien o astronautas, no formaban parte de un imaginario colectivo como sí lo hacen en la actualidad:

"me invade la sospecha de que todos los habitantes de este planeta son, sin ser conscientes de ello, escritores de ciencia- ficción".

Ante la pregunta, ¿qué es el tiempo? Pueden existir múltiples respuestas, incluso formas o categorías para organizarlo. Para la cultura Aimara en América del Sur (entre Perú, Chile y Bolivia), el pasado está justo delante, es aquello que se conoce porque se observa. Es el nayra que significa ojo, pero también adelante, poder ver el pasado. En ese sentido, el futuro queda detrás del ser humano, es aquello que no se puede ver. Por otro lado, los aborígenes australianos creen en el tiempo del sueño, como una línea alterna al tiempo objetivo, una especie de ciclo infinito de la creación. Por lo tanto, en el sueño se expanden los valores y la símbolos a los que el humano debe estar atento.


En la física existe el principio de la entropía, en que a medida que pase el tiempo, los sistemas tienden acercarse irremediablemente al desorden o al caos. Aunque también está la idea reciente del filósofo matemático Sam Baron en la que los objetos y los humanos sólo somos partículas en el espacio, por lo que el tiempo realmente no existe, pues no puede ser validado por ninguna teoría física. Para ahondar en estas teorías, me falta mucho conocimiento técnico y científico. Soy más el personaje de Isaac que se aferra a la ficción.


Vuelvo entonces a la pregunta inicial: ¿cómo conversar sobre el tiempo desde lo literario?


Festival Cuéntalo


A finales del 2023, fui invitado al Festival Cuéntalo para hablar del tiempo con estudiantes de 5to y 6to grado de distintos colegios de Logroño. Fueron quince grupos con los que dialogué sobre las distintas formas de enunciar al tiempo. Más que proponer soluciones, eran talleres de preguntas y reflexiones. Leímos, observamos, analizamos y exploramos el tiempo real versus el tiempo de la ficción, de cómo el tiempo de la lectura no siempre se corresponde al tiempo del universo en el que habitamos al leer. A su vez, desarrollamos una cápsula del tiempo. Se trata de un archivo sonoro en el que todos los participantes grabaron sus disertaciones sobre el tiempo y el futuro. Para eso usamos algunos libros.


Pero antes de hablar sobre los libros, escuchemos a estas jóvenes personas maquinando sobre el tiempo. Aquí les comparto una cápsula resumen de estos quince grupos:


Cápsula del tiempo


Cápsula del tiempo

En el siguiente enlace, comparto la cápsula de cada aula: Cápsulas del tiempo


La noche está llena de promesas



Este libro inspiró una propuesta y generó una interrogante. La propuesta fue hacer la cápsula del tiempo, esta compilación sonora que permitiera dar a conocer sus opiniones acerca del tiempo. Para aquellos que no conocen este libro, La noche está llena de promesas establece un ejercicio casi humanizado, del viaje de la sonda espacial Voyager 2. Está narrado en primera persona, con muy pocas palabras. Es una mirada reflexiva, tanto en texto como en imagen, del infinito como escala de la existencia de este artefacto.


En este caso, la sonda viaja sola en medio de la galaxia, descubriendo el universo, pero esperando que alguna otra especie desconocida la encuentre. En estas sondas se albergan unos discos dorados con información vital de la humanidad. En mucho menor escala, quise reunir con los jóvenes participantes, sus ideas sobre el tiempo y el futuro. Ideas que se mantienen almacenadas y que luego escucharán años más tarde.


Ahora bien, la interrogante que propuso el libro, está precisamente ligada al tiempo de la ficción. ¿Cuánto tiempo pasa realmente cuando leemos un libro?, ¿es posible medir el tiempo en el que transcurre una historia? Al leer este libro en voz alta, podemos calcular unos cuatro minutos leyendo sin atención al detalle de las ilustraciones, pero realmente el lector transita diez años en la historia del Voyager 2. Ese dato lo obtenemos al leer la información final del libro. Pero qué pasa si no tenemos ese dato, y leemos solo la narración en primera persona de la sonda espacial. Nos da la sensación de que su viaje es mucho más rápido, que avanza en cada detalle que nos cuenta de su exploración. Ahora bien, ¿y si nos olvidáramos del texto? Si siguiéramos únicamente a las ilustraciones, ¿cuánto tiempo realmente transcurre entre las páginas? Estamos observando a la sonda viajando sola en medio de espacio. ¿Acaso somos conscientes de cómo se mide el tiempo en el espacio? En teoría, allí no existe el tiempo, porque este concepto depende de la rotación de la tierra sobre su eje. Por lo tanto, el tiempo es una invención de la raza humana. Entonces, ¿qué es el tiempo?


Como ven, la interrogante propone la pregunta para la cápsula del tiempo. Sin embargo, otro libro nos ayudó a profundizar nuestra mirada del tiempo.


Existe una reseña de este libro en nuestro blog,


El mundo en un segundo


Este álbum ilustrado fue uno de los detonantes de la conversación. El mundo en un segundo propone, en cada doble página, un viaje a distintos lugares del mundo, en los que ocurre una misma acción durante un segundo. Es el mismo segundo en México, Japón, el Mar Báltico, Venezuela... aunque cada una de las imágenes representan el momento exacto de una acción diferente, provocando en el lector la sensación de suspenso, alivio o angustia.


Cada uno de esos actos parece ser irremediable: se acerca un temblor que predicen los perros; una pelota va directo al cristal de una ventana; una mujer mayor cierra los ojos (¿para dormir o para morir?). Todo está almacenado exactamente en el mismo segundo. Es un libro que, desde la ficción, da la sensación de lo efímero, del instante. Evidentemente hubo quien habló de las teorías de los multiversos y las diveras líneas temporales, inspiradas en Loki o Spiderman. Sin embargo, decidimos seguir con el libro, pues su lectura se articula en la realidad desde un conteo diferente. ¿Cuánto tiempo dura el disfrute de una imagen?, ¿qué pasa cuando alguien registra la historia de un instante?, ¿es capaz de abarcar todo la imagen en un mismo tiempo?, ¿el tiempo es acción o sensación?


Estas preguntas dieron la oportunidad de pensar en la percepción del tiempo. Por un lado, el aburrimiento y la diversión, que generan impresiones diferentes en la velocidad del tiempo. No es lo mismo estar esperando que se acabe un examen para el que no se está preparado, que echar la tarde jugando con los amigos en un parque. De la misma forma, nos detuvimos en la idea del sueño, en cómo el inconsciente nos puede conducir a una narrativa temporal infinita mientras que en la realidad objetiva, apenas pasan pocas horas o minutos. Por último, la percepción dentro del videojuego. ¿Qué ocurre dentro del universo Minecraft? Un espacio atemporal que se construye de la nada, un mundo abierto dispuesto a la construcción. O en The Legend of Zelda: Breath of the wild, donde existe un tiempo paralelo en el que ocurre la línea temporal de la historia, atravesada por distintas otras historias que ofrece su mundo abierto. Incluso en Fortnite, donde se proponen pequeños sistemas temporales. En estos sistemas se propone una competición en el que gana quien se quede en pie, o quien pueda huir de una tormenta que pone fin a las posibilidades de este mundo que es infinito. Esto hace que siempre se repita la misma acción en bucle. El tiempo objetivo se hace aún más relativo ante la velocidad de este sistema.


Jugar de forma colectiva, puede hacer que todos los que comparten ese juego, se conecten en una misma percepción temporal juntos. ¿Puede ocurrir lo mismo con la lectura en voz alta? ¿O el lector / oidor es un agente pasivo en la ejecución del texto?


(Nota al pie: que importante sería hablar del tiempo con otros videojuegos fuera del corpus comercial/convencional)


Suena complicado, pero es el enganche de la competición que te mantiene avanzando constantemente hacia nada concreto en el tiempo del juego. Esto nos condujo a otro ejercicio, en cuanto a la forma en cómo somos capaces de construir la memoria colectiva.


Para eso, tomamos en consideración una de las obras de Liza Ambrossio.


La ira de la devoción

Más que profundizar en el proyecto de esta artista mexicana, queríamos asomarnos a su intención. Con esta exposición, Liza Ambrossio pareciera querer descomponer su propia historia personal para reiniciarse. Existe mucho del dolor hacia su madre, de la extrañeza, la oscuridad, del orden esotérico. Sin embargo, la intención no era abarcar esa idea general sino inspirarnos en ese reconfigurar su propio pasado. ¿Cómo cuentas una imagen?, ¿cómo una imagen es capaz de contar una historia?, ¿cuántas subjetividades habitan entre el pasado de quien cuenta una imagen y de aquel que la reinterpreta en el presente? Es por eso que un sencillo ejercicio de descripción de la imagen a ciegas, permitió una especie de dictado colectivo en donde las interpretaciones construyeron múltiples alternativas. Para eso, se les ofrecía a dos de los alumnos la posibilidad de ser quienes narraran la imagen de la forma más objetiva, sin mostrársela a sus compañeros.



El uso de esta imagen no es casual. Los elementos que forman parte de la fotografía permiten jugar con el espacio, la disposición, los objetos anacrónicos, el arte con un filo clásico en contraposición de la silueta de la artista. Se cruza la idea de los tiempos como rastros de épocas diferentes. El tiempo como línea argumental de la historia humana.


Por un lado, en la obra da la sensación de reencuentro con piezas de un pasado clásico en donde la artista es apenas una sombra. Busca poner orden en su propia historia, en la relación con su pasado. Pero cuando eres un espectador de esta foto, sin contexto o sin ver el resto de la exposición, ¿qué es lo que estamos viendo?, ¿dónde nos está ubicando la foto?, ¿qué queremos que se vea? Esto nos da otra sensación del tiempo. Aquello que interpretamos al ver una imagen, no es lo mismo que puede interpretar otra persona, ni siquiera su propio creador. Existe una especie de mirada atemporal que nos ofrece la libertad de recrear ese espacio. Y mucho más cuando buscamos transmitirlo.


Tras la descripción a ciegas, se dieron una serie de nuevas interpretaciones a partir del ejercicio "objetivo" de poner la imagen en palabras. Por citar algunos ejemplos, fueron problemáticos elementos como el teléfono, difícil de describir por su casi inexistencia en el imaginario colectivo contemporáneo; el libro sobre la mesa que lo veían como un ordenador cerrado; o la estampa del pesebre católico, cuya descripción se hacía confusa no solo por su composición dentro de la foto sino por desencuentros culturales de quienes participaban en los talleres. Esto permitió construir formas distintas de narrar esa fotografía.


Sumado a esto, si se trata de una exposición fotográfica, ¿tiene valor intrínseco porque es arte o su valor real se lo da el tiempo? Aquí comparto algunas interpretaciones:




Tiempo cero


Quizás una de las curiosidades de los talleres, fue el interés que este pequeño libro experimental despertó entre los jóvenes participantes. No es casual que en cada curso, mientras revisaban libremente los libros que había llevado, se detenían en este, lo leían, lo compartían y preguntaban dónde se podía encontrar. Es un libro que, materialmente, pareciera no tener ningún interés comercial. Son hojas de cartulina negra, con imágenes en blanco y negro dispuestas en los laterales de las hojas (solo tres páginas usan el azul o el rojo). Estas imágenes son fotogramas de un audiovisual que realizó David Jiménez a partir de un fragmento de la novela Lo demás es aire de Juan Gómez Bárcena. En sí, existe una complejidad técnica en cuanto a su diseño. Cuando lo abres, debes leerlo en vertical, porque se trata de dos historias que ocurren en paralelo. Ambas, siguiendo el curso de sus páginas, al derecho y al revés. Por un lado te habla del espacio, de la sensación de infinitud que genera, hasta que aparece un ammonites, un cefalópodo de concha espiral que empieza a habitar en este mar (que podría ser espejo del cielo). Al final, de forma continuada o independiente, se genera una nueva historia. La de este ammonites muriendo, fosilizándose, formando parte de ese espacio infinito hasta que una mano humana llega a tocarlo.


Dentro de la novela de Bárcena, se trata del año 1995, cuando un niño se encuentra a este ammonites fosilizado del período Cretácico. Porque de eso va la novela, de la memoria histórica de un pueblo, a partir de las múltiples vidas y líneas temporales que se recogen en ella. Solo que Tiempo cero decide tomar únicamente este fragmento, a ratos poéticos, en donde el lector flota a través de un universo de partículas que revelan nuestra propia esencia y temporalidad en medio del todo. Sí, puede parecer angustiante, o quizás un ejercicio de conciencia acerca de donde nos ubicamos cómo parte de una especie. ¿Quiénes somos?, ¿a qué pertenecemos?, ¿qué dice el tiempo de nosotros? O como diría el libro, del libro: "Nada tan difícil como imaginar ese tiempo que nadie ha visto".




Curiosidades mainstream

  1. Asistí con una camiseta de con una frase de Karol G: "Mañana será bonito". Esto permitió una conversación acerca del tiempo con un chico que había recibido un mensaje de la cantante, en donde se hablaba de futuros alternativos como estímulo para que él se dedicara a cuidar y pensar en su presente. Él le pedía matrimonio, ella le explicaba cómo su juventud iba a contrastar con la futura vejez de ella; por lo tanto, para evitar el desencuentro, era mejor dedicarse al desarrollo de su presente para que pudiera admirarlo como él lo hacía con ella. Un mañana será bonito en toda regla. Esa camiseta resonó en muchos participantes, tanto que incluso tuvo su propio dibujo.


2. De tanto hablar del tiempo, me salió un video de la tiktoker @blux.gigi, joven que dice habitar en villaot. Ella hace compilaciones obre los momentos icónicos del reality Operación triunfo, del que es una fanática conocedora de su historia. Es un archivo andante. En este caso, recoge una clase de Hugo Cobo, concursante de la edición del 2020, en donde pensar en el tiempo le causa un dilema existencial que parece divertido y obvio; pero que realmente me pone a pensar qué tanto nos dedicamos a los grandes conceptos.




Otros libros para pensar el tiempo




Otras conversaciones de Cuéntalo

Si te interesa el tiempo como concepto, vale la pena que asistas a estos vídeos recopilatorio de los encuentros propuestos por el festival. Existen distintas maneras de hablar del tiempo:






 
 



La semana pasada, gracias a la amable invitación del Instituto Cervantes de Utrecht, conocí y compartí con jóvenes, niñas y niños de distintas ciudades de Países bajos: Utrecht, Arnhem y Haarlem. Formé parte de la programación del VII Festival infantil y juvenil del libro que reúne a población migrante hispanohablante en Utrecht. Además hice talleres en las aulas ALCE que enseña la lengua y cultura española a personas en edad escolar en colegios e institutos. 


Confieso que iba asustado por el idioma pero todos juntos terminamos armando nuevas sociedades, hablando de derechos humanos y hasta grabando un podcast. No hubo barreras. Los jóvenes fueron profundamente generosos y comprometidos. Me compartieron poffertjes y galletas, un retrato que me hicieron con -y cito- la "camisa guapa" y me enseñaron a decir regenboog y paard.


Soy muy de agradecer, así que gracias a Fran, Guille y Manuel por todas las charlas, las fotos, el acompañamiento en las aulas y los trenes. Por supuesto a Itziar por todas las gestiones y el interés a la labor de la mediación; a María, Antonio, Elías y a la nostalgia del gato español, por las fotos del festival y el buen hacer. Y finalmente a los casi setenta niñas, niños y jóvenes holandeses que no dejaron de bla, bla, bla, bla conmigo.


Un podcast: "Europa y los países del mundo"


En los tres distintos talleres de podcast que hice en cada ciudad, en el que se incluye el de participación colectiva durante el Festival, hubo dos fases: 1. La de montaje colectivo, de manera que todas las niñas y niños supieran cómo grabar, manejar la caja de sonidos y los distintos micrófonos. 2. Iniciar una charla en la que rompieran la barrera del idioma y la posible timidez de participar con una lengua que, en su mayoría, no era la nativa.


La propuesta inicial del podcast era hablar sobre Europa, pero otros temas resultaron ser más "apetecibles" como punto de encuentro. Además, muchos de los participantes, provenían de países de América latina, lo que ampliaba el marco de posibilidades a otras conversaciones. Hablamos mucho de comida, Van Gogh, fútbol, palabras, procesos de adaptación, nostalgias y consejos para los visitantes del país; además de incluir en la conversación a los adultos que nos observaban. Hubo 120 minutos de material en bruto que logré editar en esta agradable cápsula de 20 minutos, pues los procesos de montaje y socialización fueron bastante largos y dispersos. Notarán cómo el audio va y viene, así como la inclusión de sonidos inesperados, que venían de la libertad creativa de los participantes, quienes a veces no se acercaban al micrófono, se emocionaban o querían darle su propio sello personal. Espero lo disfruten tanto como lo hice yo en edición.


Audio cover
Europa y los países del mundo.Niñas, niños y jóvenes de Utrecht, Arnhem y Haarlem.


Ideas sueltas de una nueva sociedad


En cuanto a los jóvenes de las aulas ALCE de Arnhem y Haarlem, llevamos a cabo dos talleres distópicos en donde se propuso el debate acerca de los derechos humanos, Europa y la sociedad. Aquí, por distintos motivos, fue más difícil hacer un podcast tradicional. El debate, activo y comprometido, les hacía olvidar la existencia de los micrófonos que rondaban por la sala. Además que la estructura del taller, no daba pie a una conversación convencional alrededor de un micrófono. Por esa razón, fue muy difícil salvar material útil. Condensé, en estos siete minutos, algunos rastros del debate, pocas conclusiones, pero se denota un compromiso serio por su parte en darse a entender en español. Era importante dejar claro sus puntos de vista sobre la sociedad, una nueva, pero también esta que habitan.


No en vano, al final, les oímos decir más como una necesidad, inconscientes de idioma: ¡STOP WAR!



Audio cover
Sociedad nueva.Jóvenes de Arnhem y Haarlem.


Comparto con ustedes algunas de las fotos, cortesía del Instituto Cervantes de Utrecht:



 
 

Según sus diarios, el artista estadounidense Keith Haring estaba convencido de que el arte era un enlace fundamental a la vida. Reconocido por sus críticas a la guerra, a la televisión como artefacto alienante de la sociedad y su incansable lucha por la igualdad, este artista y activista intervino los paneles de publicidad en el metro de New York con un lenguaje propio a partir signos y dibujos. Su intención era llevar el arte a la calle para ofrecérselo a las personas en su rutina, sin desigualdad, y convencido de que el arte es un derecho de la humanidad. Que, de hecho, lo es. Haring tenía alrededor de veinte años, cuando escribió:

“creo que el arte debe formar parte necesariamente de nuestro entorno, de nuestra sociedad. El arte es una idea, una forma de vivir, de ver y de ser, una actitud hacia la vida, es el respeto y la comprensión del orden"

Esta reflexión también se traslada a una de sus preocupaciones más recurrentes: la trascendencia de su propio arte. En 1976 registró lo siguiente en sus cuadernos de apuntes:

"Me he preguntado si alguna vez seré aceptado en los museos o si desapareceré con mi generación”

Esa duda vital de trascender, que se repite en cada joven artista de cualquier generación, resuena constantemente en las experiencias que replico con los jóvenes. Y no porque todos con los que suelo conversar quieran ser artistas, o porque crea que sus ideas del mundo no son capaces de transformarse a medida que transcurre la vida, sino por la importancia de dar a conocer la reflexión acerca de cada generación a partir de la voz de sus protagonistas.


Es por eso que, tras mis experiencias con En tiempo presente (Gijón) y el Diari del resguard (Barcelona), realizadas con grupos de jóvenes en ciudades distintas de España durante el 2020, año de la pandemia, quise ampliar el marco de acción a otro país. La oportunidad surgió con la invitación que me hizo la Biblioteca Luis Ángel Arango para realizar un laboratorio de creación, a través de Diedre Becerra, líder del Servicio de mediación de lectura y escritura, quien coordinó y apoyó incondicionalmente en este trabajo. De esta manera logramos trasladar las dudas a un grupo de jóvenes diversos de Colombia.


En este laboratorio fue posible evidenciar cómo desde una conversación libre y espontánea y desde una escucha atenta a los jóvenes, se logra conocer sus intereses y preocupaciones. ¿Cómo ven la lectura en la escuela? ¿Qué tipo de libros los interpelan? Abrimos la mirada para saber cómo el arte en sus diversas manifestaciones habla de su identidad.


Proyectos como estos se constituyen en una invitación para los mediadores a habitar el mundo de los jóvenes, a disfrutar y conversar sobre las películas y series que comparten, sobre su relación con la escritura, sobre la música que forma parte de su cotidianidad. A partir de allí surge la clave contundente: Escucharlos, conversar abiertamente con ellos y abrir los espacios para conocerlos en su singularidad. Romper paradigmas y verticalidades. Sentarnos a su lado y conversar desde preguntas abiertas y enriquecedoras que abran puertas y derriben muros.


EL ORIGEN


Como sabemos, en marzo de 2020, Colombia también decretó el estado de emergencia a causa del COVID. Para registrar la incidencia de este hecho en la vida adolescente, llevamos a cabo un laboratorio de creación con jóvenes que participaban desde distintas partes del país. Se reunieron 14 jóvenes de diversas edades que vivían en las localidades de Bogotá, Yopal, Mosquera, Pereira, Pasto, Bucaramanga, Neiva, Silvania y Soatá. Bajo el nombre colectivo de poetas viajeros, crearon un punto de encuentro, a pesar de las distancias.


Para llevarlo a cabo, tuvimos diversas sesiones de videollamadas en donde exploramos la idea que estos jóvenes tienen del mundo y la actualidad, pero también conversamos sobre la edición de libros de artista, la realización de fanzines, del movimiento surrealista y dadaísta en el arte y su impacto social, leímos poesía y diarios de artistas y de foráneos. Sumado a esto, teníamos una cuenta de correos creada para el proyecto. Nos comunicamos a diario, como un colectivo de edición, para consolidar el resultado final.


Recogimos textos e ilustraciones personales, fotografías, obras de arte, ejercicios literarios, conversaciones, recomendaciones e hicimos nuestra banda sonora 2020. Fue un trabajo arduo, constante y exigente, pues toda decisión pasaba a discusión del colectivo. Aunque los catorce jóvenes participaban de manera activa, un grupo de ocho se mantuvo firme y constante en el trabajo del diálogo constante.


Inspirados en los libros “La caja verde” de Marcel Duchamp, que fue considerado el primer libro de artista publicado en 1934, y en “Mi querida Babel” de Juan Pablo Silvestre y Ana Juan (editado por La mano cornutta en 2014), decidimos hacer del diario un espacio de posibilidades. Es por esta razón que los jóvenes quisieron resaltar aquellos objetos que fueron útiles durante el confinamiento, más allá de la mascarilla, los guantes y el alcohol.

Esta experiencia les sirvió para explorar su propia idea del encierro pero también su forma de conectar con el mundo. Hicimos un registro personal de aquello que nos sirvió de resguardo durante los días de incertidumbre. Esta obra no tiene ninguna intención comercial. El uso de estas imágenes sirven como un registro arbitrario de sus rutinas o la posibilidad para la recomendación cultural a otros lectores. Esta caja, en físico, tendrá dos ejemplares únicos: el de PezLinterna y uno que podrá encontrarse en la Biblioteca Luis Ángel Arango cuando la situación de la pandemia lo permita. Probablemente a mediados del 2021. La idea de hacer un solo objeto es respetar la esencia del libro de artista y mantener la idea de trascendencia dentro del archivo y la memoria cultural de este año. En palabras de estos poetas viajeros:

“hicimos una voz colectiva que registra este momento, es un ejercicio de la memoria”

Estamos satisfechos y contentos de compartir el resultado final. Ahora bien, esta caja es compleja, como lo fue el trabajo colectivo. Es más que una anécdota efímera. La caja contiene diversos materiales y cada uno de estos corresponde al objeto que ellos eligieron como importante en su resguardo. Por ejemplo, el diario impreso corresponde a los "libros", objetos que le sirvieron a Carol (15 años) como refugio durante la pandemia. Es por eso que, para comenzar a observar dentro de la caja, hablaremos primero de ese diario:


1. EL DIARIO DEL RESGUARDO


Una de las discusiones más largas y sostenidas durante el mes octubre fue elegir una palabra entre resguardo y resistencia. Para una parte del grupo, vivir la pandemia en Colombia era una situación de resistencia. La contraparte argumentaba esa capacidad de resguardo que les permitía a ellos poder elaborar una conversación sobre la pandemia. Después de muchas idas y venidas, terminó imponiéndose el resguardo. Aunque, si me preguntaran a mí, su forma de confrontar esta edición colectiva habla mucho más de su resistencia.


A continuación, comparto el índice del diario. Este fue otro de los debates complejos, pues consistía en crear la estructura de nuestro libro. Pensamos en qué queríamos contar y cómo. En este índice se reúnen los elementos que podemos encontrar arbitrariamente en el libro, así como los signos que nos revelan qué tipo de recomendaciones hay en sus páginas:


*al final de este post, podrás acceder al diario completo.


2. PETIT MUSEO


Inspirados en el movimiento dadaísta y en la obra de la artista plástica y fotógrafa alemana Hannah Höch, intervenimos a manera de collage casi todos los ojos de las imágenes que se encuentran dentro del diario. En esas intervenciones, usamos ojos de obras de arte famosas. Si van hacia atrás y observan la imagen que se encuentra después del índice, verán un ejemplo sobre el rostro del personaje de la serie Gambito de reina.


Por un lado, lo hicimos como un recurso estético, aprovechando las virtudes del collage para incitar al lector a ver desde otra mirada. También lo hicimos a manera de juego. El "Petit Museo" está conformado por láminas negras con las obras de arte expuestas. Cada una tiene su ficha técnica. El lector puede ir adivinando cuáles ojos del diario corresponden a cuál obra de este museo. Es una nueva propuesta para volver a leer el diario desde las imágenes.


Hay un dato aún más importante, al darnos cuenta que muchos de los libros que se citan son mayoritariamente de voces masculinas, decidimos proponer muchas obras de artistas femeninas para esta intervención. Por aquello de poner en orden la balanza.


Por último, cuatro de los jóvenes, decidieron ofrecer obras personales. Estas ilustraciones se Se exponen en láminas separadas. Este "Petit Museo" corresponde al objeto "acuarelas" que resultó ser esencial para la cuarentena de Daniela, que tiene 13 años.


3. EL IMPOSTOR


Tomás era un gran conversador, pero además tenía dos grandes habilidades: pintar a lápiz y escribir. Con 14 años, durante la cuarentena, descubrió las virtudes de un "lápiz 3B" como objeto esencial para poder explorar estas posibilidades.


Una de las consecuencias fue la escritura del relato El último Agutí, una historia poderosa sobre la contienda rutinaria de los animales en su hábitat contra una familia en el campo. Este relato no correspondía a la identidad de los otros textos que, a manera de diario, había entregado el resto del grupo. Sin embargo, estábamos de acuerdo no sólo de su calidad sino de que representa su propia exploración. Fue por eso que decidimos llamarlo "el impostor" como en el juego de Among Us, que tuvo tanta repercusión en la cuarentena.


Este ejercicio de ficción era un infiltrado que quiso alterar nuestro orden pero, a su vez, quería formar parte de nuestro hábitat. Por eso se mantiene, independiente, en la caja.



4. UN CALENDARIO ÚTIL


Como el objeto esencial de Karen (14 años) era una "cartuchera", por ser la contenedora de muchos objetos posibles, hicimos del 2020 un calendario más útil. Transformamos cada mes en doce tarjetas con fotos de arte urbano de la ciudad de Bogotá. Estas fotos, expuestas como si fueran imágenes de un perfil de Instagram, son la parte delantera de un calendario que mes a mes contiene una frase de algunos de los libros que ellos hayan leído en cuarentena. Son frases para dar ánimo, como las que se desprenden de las agendas.


5. BANDA SONORA


Laura de 20 años dijo que lo más esencial para ellas fueron sus audífonos.

Este fue un objeto que se repitió en muchos otros jóvenes. Por eso, entre todos armamos una banda sonora de 46 canciones que pueden encontrarse en Spotify o YouTube. Algunas imágenes de estos vídeos también sirvieron de apoyo para la creación del diario. Ahora bien, quisimos también recoger algunas palabras que sean propias de Colombia, y que forman parte de su banda sonora cotidiana. Estas palabras están impresas sobre papeles de colores, así como una hoja con códigos qr para descargar la banda sonora.


Por cierto, en respeto al animé japonés Candy Candy y de cómo su canción formó parte del inconsciente colectivo de muchos jóvenes veinteañeros de América latina, hemos escondido al personaje de Candy en una de las páginas del diario. Como si siguiera habitando entre nosotros.


6. RUBÉN BLADES CONFINADO


El objeto con el que hice mi aporte en el diario fue un "juguete antiestrés". A partir de la idea del juguete y una reflexión que Tomás había hecho durante nuestras conversaciones (puede leerse más atrás, en el apartado diario, en la imagen donde ellos conversan sobre el acto de leer). Al Rubén Blades confinado lo podemos vestir de distintas maneras. Sus posibilidades varían en imágenes relacionadas al arte, a los videojuegos o al acto de leer.


Si quieres poder interactuar con este Rubén Blades confinado, solo basta que lo imprimas, recortes y juegues. En palabras del propio cantante y muy a tono con esta actualidad:


"Decisiones, cada día, alguien pierde, alguien gana, ¡Ave María!"



7. EL ESPEJO


Al sacar todo de la caja, podrás encontrar un "espejo". Este objeto esencial corresponde a Sofía de 16 años. Sobre ese espejo hay, primero, un papel cebolla con una mascarilla impresa. La idea es que saques ese papel, y puedas ver tu reflejo en el espejo. Que cada lector vea sus propios ojos, su rostro, que entienda que son más que un simple objeto que los identifique.


Esto nos hace libres.


Y también nos entrega el último objeto de la caja: una galería en forma de acordeón en la que los pájaros vuelan libres por los cielos a pesar de las infinitas posibilidades que ofrece el caos. Este acordeón dialoga con la última página del diario, una obra de la artista Remedios Varo. A continuación, compartimos esta pequeña galería, imaginen que se trata de un acordeón desplegable que los rodea. Todas las fotos de los cielos fueron tomadas por ellos mismos, con ganas de poder salir del resguardo y confrontar al mundo al que pertenecen:



Si llegaron hasta aquí es porque sienten curiosidad.


Aquí podrán ver el diario completo y si entran al issuu, también verán las separatas en donde se encuentran el resto de los materiales de la caja. El diario completo aquí:









 
 

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