La música es un cable a tierra para todo el mundo con diferentes tipo de energía, en mi caso particular -y capaz el tuyo si estás leyendo esto- debe estar superando los 220 voltios, amperios, watts o cualquier otra medida energética de tu preferencia. Se trata de una necesidad humana la de refugiarse en las canciones, en la banda sonora de los lugares, o formar parte de "tribus" musicales en algún momento de la vida. Depende de cada uno esa necesidad de buscarla, encontrarla e incluso asimilarla.
En mi caso, esa necesidad detonó en el intercambio con otras personas. Supongo que así de fácil se forman las tribus, pero en mi caso no me había tenido esa sensación de regocijo, entendimiento y empatía con respecto a mis gustos e intereses particulares. Tal vez por peculiar, pero nunca había encontrado a nadie con quién conversar sobre las canciones que me gustaba descubrir.
¡Hasta que ocurrió! Era parte de una tribu social donde la música siempre sería el centro de nuestra cotidianidad. No sabíamos bien a dónde pertenecíamos, qué nombre teníamos o qué etiqueta usar entre nosotros. O si eso nos hacía falta. Lo único claro es que la “buena música” es nuestro tótem sagrado y la alabamos. De hecho, la desinformación es un pecado capital donde en ocasiones se convertía en tarea difícil obtener el perdón de los otros miembros de la horda.
*Por suerte yo era un buen devoto*
En esos primeros años de intensidad, donde compartía y recibía música de la tribu como si fuese parte de un trueque colonial, conocí a los Hot Chip -suspiro-. Banda británica que se inició en el año 2000 como proyecto musical de Alexis Taylor, vocalista, y Joee Goddard con los sintetizadores. Ambos trataban de amalgamar visiones e ideas del electropop de esa época, que luego plasmaron en su álbum Comming on Strong en el 2004 donde ofrecieron un sonido electrónico diferente e innovador. Para ese momento, sus colaboradores Owen Clarke, Al Doyle y Felix Martin se unieron también al grupo con sonidos como guitarra, bajo y percusión. Sus canciones y ese sonido distinto, nos hacían querer investigar más de estos ingleses: ¿De dónde salieron?, ¿quiénes los inspiraron?, ¿cuál es su top diez en myspace? Etc, etc.
Esas dudas no sólo surgieron nuestra tribu, Hot Chip se había instalado en los oídos e intereses de muchos otros, como es el caso de James Murphy, líder de la reconocida Banda LCD Soundsystem. Murphy los contrató para su sello discográfico independiente DFA records, introduciéndolos de esta manera en el mercado estadounidense. La banda retribuyó todo ese foco de atención y nos dio el álbum The Warning en el 2006: un trabajo súper maduro, completo, divertido y atemporal, con una onda alegre que nos hacía bailar frente al espejo del ascensor, en el metro, carro, autobús o simplemente caminando en cualquier acera que convirtiéramos en nuestra pista de baile imaginaria. Sus canciones "Over and over" y "Boy from school" -esta última la escuché, de manera random, en un episodio de los Simpsons- son joyas que se convirtieron en referencia de la escena electrónica independiente a nivel mundial.
Luego de haberse hecho su merecido espacio en la escena indie, siguieron creando temas para que sus seguidores, entre los cuales me incluyo, meneáramos las caderas sin temor al mañana. "Ready for the floor" del disco Made in the dark (2008), o "Who do you do", de su álbum In our heads (2012) son algunos de los temas que podías escuchar un par de minutos y ya te podían cambiar un día gris y plano a otro repleto de figuras geométricas con colores vivos.
En el 2015, ante el lanzamiento del disco Why make sense?, Alexis Taylor consigue los permisos de los herederos del historietista Charles Schulz, creador de una de sus tiras de prensa favoritas Peanuts, conocido también como Snoopy en América latina. Taylor, quien coleccionaba los sweaters de los años sesenta con el personaje impreso, ahora podría ofrecer una edición limitada de ropa donde mezclaba a este personaje con las letras de Hot Chip pero, también, con una las frases reconocidas de Snoopy que es casi un credo para toda tribu:
*¡Vivir es bailar... bailar es vivir!*
En una era y con un mercado donde parece obligatoria la reinvención, este 2019 Hot Chip nos llega con nuevo álbum Bath Full Of Ecstasy. De este disco, se desprenden grandes canciones como “Spell”, la cual emana cierto sex appeal en cada tonada, y donde la voz de Alexis Taylor se convierte como en la de un hechicero que atrae y lleva a cualquiera a formar parte de su propia tribu, haciéndote mover los hombros, cabeza o cuello en honor a ese ritual musical.
Sin embargo, el sencillo promocional del álbum se titula "Hungry child". Este es un temazo particular, de esos que se debaten entre el house y el disco con el uso de pianos y sintetizadores, con melodías propias de cánticos de iglesias. Su vídeo, dirigido por el iraní-americano Saman Kesh, reconocido por su trayectoria y la realización de narrativas musicales para bandas como Placebo, Basement Jaxx, o artistas y dj's más comerciales como Ed Sheeran, Kygo o Calvin Harris.
El peculiar vídeo cuenta una historia de amor, toxicidad y dependencia. A manera de cortometraje, una pareja con una vida llena de violencia silente y conformidad, oye una música que los aturde. Necesitan descubrir su origen, pero no son los únicos que sienten este ritmo. Solo que, para detenerla, deben romper el círculo vicioso que los uno. La fuerza de esta historia y el poder de la imagen es un telón de fondo para plasmar el sello único de la banda en cada uno de sus beats.
Con certeza tengo mis ojos puestos en otros discos del 2019, pero el álbum Bath Full Of Ecstasy de Hot Chip merece atención y mención honorífica. Diecinueve años de trayectoria no se construyen de la noche a la mañana, y mucho menos creando un sonido que sea tan personal, con la capacidad de relacionarse con cualquiera, contigo, conmigo, más allá de las tribus.
*Eso es obra de genios.*
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