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Manual de panadería mágica para usar en caso de ataque


"Había un cadáver de una niña en la panadería de mi tía", esa es la primera línea con la que Mona, protagonista y narradora, provoca el interés de las lectoras. No hay rastros de cómo ocurrió, así que Mona, quien solo tiene 14 años, busca la ayuda de su tía Tabitha y del tío Albert, para entender los pasos a seguir. Ese acontecimiento no sólo retrasaría a los hornos en el ejercicio de hacer pan, sino que la enfrentaría a la idea de un sistema fallido. Mona, una chica huérfana que solo quería ser panadera, es llevada al palacio a un juicio improvisado como presunta ejecutora de este crimen. El inicio de la novela suena bastante tremendo, pero la forma en cómo la autora se ocupa de narrar cada detalle de la historia, permite que sea un camino transitable por el lector. Con un tono de humor, a veces de sarcasmo, Mona no sólo fija su posición hacia el mundo adulto, a los sistemas de poder, sino que aprende del entorno a medida que su periplo comienza a ocurrir. En este caso, la palabra es periplo más que aventura, porque ella no quiere ser aventurera, ni heroína, Mona quiere ser panadera.


En paralelo, se encuentra Spindle, otro joven que vive en Nido de Ratas, una zona marginada y supuestamente "peligrosa" en donde habitan las personas más desfavorecidas. Aquellas a las que el sistema les ha dado la espalda. Ese día su vida también colapsa, pues descubre que su hermana Tibbie es la niña que murió dentro de la panadería. Lugar al que siempre acudían a hurtadillas, con el talento de ser sigilosos a la hora de robar comida. Spindle queda absolutamente solo, queriendo hacerle justicia a su hermana. Para eso tendrá que ayudar a Mona, quien sin saberlo también corre peligro. ¿La razón? Tibbie, al igual que Mona, eran Magas Menores. Y no por su edad, sino por el talento de sus poderes. Mona, en este caso, tenía el poder más inofensivo del mundo. Podía hacer magia con el pan: que se pusiera más duro, más esponjosito, siempre y cuando fueran hecho con la misma masa.


Por eso Mona guardaba en el sótano a Bob, una masa madre casi caníbal, que habitaba en el sótano de la casa. El tío Albert era incapaz de ir a buscar algo de su fermento.


También es cierto que existían pocos sótanos en Entrerríos, ciudad en la que ocurre esta historia y que forma parte de una desordenada comarca, heredera de viejas guerras. Se trata de una ciudad que tiene canales que suelen inundar los sótanos de las casas en primavera. De hecho, el palacio queda en la cima de una colina, sobre las ruinas de otros palacios que se han ido hundiendo, cediendo o incluso incendiado. Es como el trofeo de viejas glorias pasadas. Gobernado por un sistema en el que comanda la Duquesa, quien lleva treinta años de mandato tras la herencia de su antecesor; un consejo liderado por el Inquisidor Oberón; y luego el ejército comandado por Lord Ethan, el general dorado. Existen también un reducido número de magos experimentados, que forman parte de la corte de la Duquesa.


De hecho, el primer encuentro de Mona con la Duquesa, en aquel juicio kafkiano, hace que la niña se sienta protegida. Esa mujer representa a la gran figura de poder. Impone y genera la sensación de protección. De hecho, es quien interviene para evitar una injusticia. Libre del juicio, Mona no es llevada de vuelta a la panadería en ningún carruaje, al contrario, la dejan fuera y lejos. Recorrer la ciudad para volver a casa, enfrenta a Mona a muchos prejuicios.


Con este inicio del libro, la narradora se encarga de contarle al lector, no sólo la estructura geográfica de la ciudad, sino las condiciones de un sistema al borde del colapso. Esta novela se permite contar una historia de fantasía clásica, a través de la construcción subversiva de su protagonista. Es una joven que no se resigna a ser la heroína de un sistema que le da la espalda a jóvenes como a ella. Es por eso que reclama, cada vez que puede, su descontento con el mundo adulto. No es Mona quien debe dar las soluciones a un problema bélico en ciernes, ni mucho menos quien debe resolver el crimen de una niña que no tenía para comer. Acepta el rol, porque es su única forma de sobrevivir, pero no quiere transitar el camino del héroe. No es la única. Spindle no es capaz de verbalizarlo, porque no tiene nada que perder. Él lo hace desde la conciencia absoluta de que aprendió a sobrevivir en la pobreza, no tiene tiempo para el reclamo. O Molly, la Matarife, otra maga menor que habita en el Nido de Ratas, quien no quiere volver a formar parte del ejército. Este personaje adulto a quien le han arrasado su alma, su vínculo con lo humano, y quien apenas es capaz de cuidar de los huesos de su caballo muerto en vida: Nag. Sí, es un esqueleto cabalgante.


Ahora sumemos un conflicto más a esta historia, el hecho sobre el que se funda la estructura del libro: Mona corre peligro. El Hombre color retoño intenta matarla, como lo hizo con Tibbie en la panadería. A cada intento (no diremos si el último es afortunado), Mona descubre algo más de sus capacidades como maga, pero también de sus desventajas como joven. En ese sentido, Mona es un "cuerpo dócil", concepto que usa Michael Foucault en su libro Vigilar y Castigar. Es decir, "su cuerpo puede ser sometido, utilizado, transformado y perfeccionado", situación que efectivamente ocurre cuando la batalla parece innegable. Su magia menor es un arma que se debe perfeccionar y ella no tiene derecho a réplica. Porque en este sistema, no importa que seas mago, el poder es del adulto.


"¿Será que cuando hay adultos intentando matarte, eso te convierte en una especie de adulto honorario? Si así fuera, yo hubiera preferido sencillamente crecer y que me viniera la regla y hacerme adulta como cualquier persona normal"

En adelante, cada uno de los adultos con poder, van dejando en evidencia su propia incapacidad de dar cara al conflicto. Ahora, no sólo de nivel interno, sino con el peligroso ejército carex cerca de invadir sus tierras. Por un lado, el inquisidor le miente al pueblo: "¡SÉ UN PATRIOTA!", "¿CONOCES A TUS VECINOS?", con carteles donde acusan a los magos menores de traidores, de aliados del ejército enemigo; mientras que la Duquesa se bloquea en sus propias estrategias de ataque.


Esta novela toma al poder como epicentro del cuestionamiento de su narradora, a quien le quieren dar el título de la gran heroína de la novela. Mona no lo es. No lo anhela. Y lo acepta, sabiendo las consecuencias injustas que eso tiene para ella. O incluso para Spindle, a quien al final tampoco se le valora, por ser un niño analfabeta, ladronzuelo y sin magia.


Suena a una novela desesperanzadora. Todo lo contrario. Es profundamente combatiente en lo que propone retratar. Cuestiona esa necesidad del adulto en atribuir las respuestas de la sociedad a un orden único, tradicional, y no confiar en la fuerza que se genera en el trabajo comunitario. En cada acción relevante de la novela que, además es acumulativa, existe una ingeniería en voces que parecen discretas, meros personajes secundarios, pero quienes sirven de motor para que ocurra una acción concreta a favor de la ciudad. Mona no podría ejecutar nada sin Jenny, tía Tabitha, Bob en la cocina; sin su galleta de jengibre mágica, Spindle y Molly en la ciudad; o sin Joshua, Harold en el Palacio; de la misma forma que no podría hacerlo sin sus vecinas que compran las galletas, o los vendedores de la cerveza negra, o la pareja del vidrero. Todas las personas colaboran con sus oficios no sólo a que el sistema de la sociedad funcione más allá de las jerarquías de poder, sino a que el ejército no venga a destruir su pequeña ciudad.



Desde siempre, existe una necesidad imperante de poner en las próximas generaciones, el foco de lo trascendente. Personajes como Greta Thunberg o Malala Yousafzai seducen a los adultos, por ser la voz de un "algo" heroico que no fuimos o no tuvimos la capacidad de hacer las generaciones pasadas. Son apenas ejemplos de agentes transformadores, pero a quienes se les imprime un tinte esperanzador. Ese es el futuro. Luego también tenemos a los personajes de ficción que se dejan llevar por la transformación del héroe: Lyra en la Materia Oscura, Katniss Everdeen o el propio Harry Potter. Es su destino.


¿Qué pasa cuando la joven reclama a un sistema al que le obligan a pertenecer? ¿Un sistema que construyeron otros y con el cual no están de acuerdo? En esta novela fantástica entra en cuestionamiento la idea mística de la transformación de la joven guerrera. Se puede traducir, paso a paso, el mito del héroe y observar todo el proceso transformador de Mona; pero ella no va a dejar de quejarse ante el lector. Su poder radica en tener la voz del reclamo. Que sea el lector quien también tome conciencia sobre la historia de Mona. Tiene catorce años y solo quiere hacer pan. No quiere estudiar, ni ser maga. Porque además no existe una educación que les permita formarse: "No hay libros para enseñarle a uno cómo hacer magia o, si los hay, no están a disposición de personas como yo". Sin embargo, asumiendo que es algo que no puede cambiar de forma inmediata, y que personas como Spindle están en peor condición; tampoco le interesa salvar al mundo, ni formar parte del ejército, ni del Consejo. Quiere hacer su vida a su manera. Y esto lo cuenta con mucha ironía, en una inesperada aventura con grandes momentos épicos, pero con la constante duda incómoda puesta sobre el adulto y lo difícil que es aprender a vivir con libertad de conciencia.


Ece Temelkuran en su ensayo Cómo perder un país (2019), cuenta la anécdota de una mujer que manifestaba en 2018, en Estados Unidos, en contra de la separación de los niños migrantes de sus padres. En su grito de acción repetía: "¡Este no es mi país!". Mona, a pesar de todo su constante reclamo en contra el orden adulto, no cuestiona a su idea de país. Quizás porque aún le falta crecer para llegar a esa duda. Sin embargo, Temelkuran hace una reflexión personal acerca de la idea de país, que quizás sí se asemeja a lo que aspira Mona:


"¿Qué es un país? Mientras buscaba una respuesta a esta pregunta recordé la gran película de Theo Angelopoulos ¿Qué es el mañana?, se preguntaba el filme, y la respuesta era el título: La eternidad y un día. Un país, pensé, es de hecho un vasto territorio y una mesa. Es una mesa rodeada de seres queridos a quienes no tienes que explicarles tus chistes, y el vasto territorio que la rodea, que es principalmente tu imaginación".

Y por supuesto, en el caso de Mona, también con algunas galletas con formas de muñecos de jengibre bailando sobre esa mesa.


Publicada por Océano · Gran Travesía, es una novela divertida, crítica, de lectura muy sencilla. Es una historia que conoce su propia identidad, no se toma en serio a sí misma, es un catalizador contra un mundo adulto imaginado y sus reglas fallidas. La traducción de Mercedes Guhl permite que no observemos los detalles de este universo, sin perder la frescura de la narración de Mona. Una novela para quien le guste la fantasía. Ya sea lector en tránsito, que cruzan de la infancia a la adolescencia; o un joven o adulto. En catalán lo traduce Elena Ordeig y lo publica Indómita. Algunos de los nombres de los personajes cambian en la traducción.


Otros apuntes


En la novela Soldados de Salamina (2001), Javier Cercas entrevista a Roberto Bolaños, y hablan del tema de lo heroico. En esta novela, entra mucho en cuestionamiento, la idea de las figuras que durante la guerra civil española sirvieron como héroes. Cada vez que Mona enunciaba su descontento con los adultos, incluso cuando cuestionaba la estructura de gobierno, pensaba en esta novela de Cercas.


"—Sí, pero una persona decente no es lo mismo que un héroe —replicó en el acto Bolaño—. Personas decentes hay muchas: son las que saben decir no a tiempo; héroes, en cambio, hay muy pocos. En realidad, yo creo que en el comportamiento de un héroe hay casi siempre algo ciego, irracional, instintivo, algo que está en su naturaleza y a lo que no puede escapar. Además, se puede ser una persona decente durante toda una vida, pero no se puede ser sublime sin interrupción, y por eso el héroe sólo lo es excepcionalmente, en un momento o, a lo sumo, en una temporada de locura o inspiración".

En el capítulo veintiséis de Manual de panadería mágica para usar en caso de ataque, Mona se descubre con la etiqueta de heroína a cuestas, por lo que se siente muy frustrada:

"Yo tenía catorce años. Habían intentado matarme. No había hecho nada heroico. Había pasado miedo y sí, conozco ese dicho de que el valor es lo que te hace seguir adelante cuando tienes miedo, sólo que yo no había hecho nada semejante. No había seguido adelante, sino que había huido a toda carrera y la única razón por la cual había ido a parar ante la Duquesa era porque se me habían acabado las vías de escape".

Esa reflexión, en la que incluye también a Spindle como potencial héroe de la situación, es interrumpida por el tío Albert. Él, que perteneció al ejército cuando era joven y sobrevivió a una de las batallas pasadas de Entrerríos. Ahora tiene a cuesta el distintivo de héroe de guerra. En esta conversación, se revela uno de los momentos más emotivos del libro, donde se llega a cuestionar la idea de humanidad por sobre la guerra. La manera en cómo los imaginarios de la violencia son tapaderas del dolor de las personas que forman parte de una lucha "patriótica". Se deja en evidencia la frustración de Albert, la soledad de ese grupo de jóvenes en el ejército, y el abandono de un sistema que los vanaglorió por sobrevivir al campo de batalla. De esa forma se anuló cualquier reclamo en contra del sistema.


Es irremediable que piense también en la escena de la adaptación cinematográfica de Soldados de Salamina de David Trueba en 2003, en el que el chico baila Suspiros de españa, abrazado al fusil, bajo la lluvia. Este momento establece un vínculo humano entre combatientes, consecuente con lo que ocurre luego en la historia y la duda de quién es héroe en una guerra. Al final, todos eran también perdedores en ese estilo de vida.



Bob, la masa madre y Calcifer, la llama de un castillo


Cuando uno lee el libro de Diana Wynnie Jones y ve la adaptación cinematográfica que hace Hayao Miyazaki, encuentra algunas diferencias que son importantes. En el libro, existe un peso mucho mayor sobre la posición social de la mujer, y las razones que motivan a su protagonista a quedarse en la sombrerería a diferencia de sus hermanas. En la película, existe un énfasis a la guerra como sistema de caos que está destruyéndolo todo a su alrededor. En ambas situaciones, Sophie usa sus armas sociales para construir puentes seguros por los cuales transitar entre su vida cotidiana y ese castillo que la salvará de la maldición que le hace la Bruja del Páramo. Sophie es costurera, no quiere ni casarse, ni enamorarse, ni formar parte de una serie de tradiciones con las que no se siente cómoda. Solo que a ella no la han educado para decir que no. A sus dieciocho años no tiene más alternativas que ir aceptando, de a poco, cada nuevo obstáculo en su aventura. Entre ellos, ser una anciana de noventa años tratando de ayudar a Howl, un joven sin corazón. Es cierto que en este caso hay una historia de amor, situación que no ocurre en Manual de panadería mágica para usar en caso de ataque, pero existe una lucha constante con esa identidad de heroína en la que no se sabe reconocer. Aquí, sin tanta autoconciencia.


Además está Calcifer, la pequeña llama que genera la energía del castillo. Es un personaje vital dentro de la historia. Malvado, odioso pero también a ratos travieso y adorable. Él es el corazón del castillo y del propio Howl. Y no podía dejar de compararlo con Bon, cada vez que Mona lo nombraba. Bob era la masa madre descontrolada que vivía en el sótano de la panadería. Una representación del corazón de Mona, en conflicto, caótico, frente a la constante contradicción del mundo que la rodeaba, devorando todo, sobreviviendo.



De la autora


T. Kingfisher es el seudónimo de Úrsula Vernon (1977), una autora estadounidense que se dio a conocer en 2003 cuando empezó a publicar su web cómic Digger. Se publicaba en su blog dos veces por semana y tras el éxito entre sus lectores, su obra se editó en papel. Seis tomos entre 2006 y 2011. Se comenta que Patrick Rothfuss, escritor de El nombre del viento, creó la imprenta Underthing Press para poder publicar Digger en papel. En 2021 se hizo una edición conmemorativa de los diez años. Es por esa razón, que mantuvo su nombre original para las obras dirigidas a la infancia o al campo de la ilustración. Cuando explora la literatura fantástica, juvenil o de terror, usa el seudónimo. Su obra ha sido reconocido por los grandes premios de la fantasía y la ciencia ficción. Sin ir más lejos, Manual de panadería mágica para usar en caso de ataque, entre los muchísimos premios que tiene, se impone el Nebula que se entrega desde 1996. Actualmente estoy leyendo dos de sus otras novelas traducidas al español, Corazón de acero (2023) y Ortiga y Hueso (2023), esta última se ganó el Premio Hugo, prestigioso galardón a la fantasía y ciencia ficción que se entrega desde 1953.





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