1. Perro Amorfo nace de la rabia. Perro Amorfo nace de la necesidad de decirse, decirnos, que viene con los nudos en la garganta. Perro Amorfo nace de un nerviosismo ante la invisibilidad e inviabilidad del discurso aún en construcción, de lo que se pierde en la búsqueda de lo pulido. Perro Amorfo nace para tratar de darle lugar al reflejo torpe, el cajón olvidado, a la colectividad indecisa, a la falta de creatividad, a la flojera estética. Perro Amorfo nace como un aprendizaje, mayormente un aprendizaje, sí.
2. Perro Amorfo es un proyecto de la Venezuela del 2017, es decir, un proyecto que emerge de un contexto de violencia e incertidumbre que desdibujó las nociones de futuro colectivo. En ese sentido, Perro Amorfo va de la mano de una preocupación por no poder encontrar o no saber producir vehículos para la expresión en un espacio discursivo que se tornaba cada vez más complejo de afrontar. Una preocupación por no saber, no querer, no poder, decir. De cierta forma, Perro Amorfo es un proyecto de la interrupción, de habitar la interrupción, de aprender a interrumpir.
3. Perro Amorfo es un taller de (fan)zines. Eso es, quizá, un buen principio. Un taller de (fan)zines para jóvenes. Un taller de (fan)zines, no obstante, que aspira no a la producción material de dispositivos, sino a ahondar en el proceso mismo de tratar de decir personal o colectivamente. No el (fan)zine como soporte físico solamente, sino como proceso de soportar, de hacer que algo o alguien sea un soporte. No la limpieza del diseño, ni la cuidada factura de los librillos engrapados o cosidos, sino la exploración que conlleva indagar entre medios y herramientas para tratar de darle forma para lo que en la experiencia se nos presenta apenas como chispazos o fragmentos.
3. Un taller de Perro Amorfo busca ser un espacio que revele las capacidades productivas de un adolescente, de una adolescencia. Creatividad desbocada en un contexto que promueve la repetición de lo mismo. Talleres de (fan)zines, entonces, que insisten en la capacidad de los jóvenes de decir, y decirse, sobre y en su cotidianidad inestable, inestabilizada. Perro Amorfo es un proyecto que quiere darle un lugar a la mirada del adolescente, que anhela ser soporte de un cuestionamiento, que confía en que la indagación de la relación que sostienen, que sostenemos, con los lugares de la cultura y la sociedad (las artes plásticas, la vida en comunidad, la educación, la música, el amor) revelará las potencias de un discurso menospreciado, adormilado y desautorizado.
4. Perro Amorfo es un taller itinerante. Un taller de espacios variables y de ciclos inconclusos. Un taller abierto, siempre, que se sostiene no por su presencia constante, sino por el gesto potencial que revela tan simple y necesario. Un taller que es sobre todo un lugar de encuentro y diálogo, una pequeña suspensión ante la voracidad del presente, que sostiene una invitación constante a la apropiación y la reproducción de ese lugar que se crea en el sentarse a hacer juntos.
5. Perro Amorfo quiere insistir en entendernos como colectivamente incluso en los, en apariencia, más individuales de nuestros procesos (creativos). Es decir, en enseñar y conversar sobre lo que emocionalmente avergüenza, expresivamente callamos y creativamente callamos. Confía, pues, en que proponer un espacio para mostrar y mostrarse es un camino, una salida, una ruta a seguir. Perro Amorfo insiste en la necesidad de no sentirnos solos. De allí que su nombre haya sido dado por sus primeros talleristas, que sus registros y diseños sean grupales, que sus procesos privilegien la transparencia, que sus consignas sean contingente, siempre modificables, según los lugares de itinerancia.
6. [Los primeros talleres] Surge Perro Amorfo en el resguardo de librerías y espacios culturales. Lugar de contrabando entre actividades y propuestas que se orientaban únicamente hacia niños o adultos dejando de lado a los adolescentes, sus posibilidades y sus búsquedas. Estos primeros encuentros tomaron la forma de prolongados talleres donde la experimentación con diversas técnicas de escritura e ilustración fue de la mano con un recorrido por la historia del (fan)zine. La orientación fundamental era presentar, en el juego entre estos dos polos, la pluralidad de sentidos posibles en nuestro objeto central: forma de publicación de bajo costo, espacio de rebeldía, modelo de consumo crítico en una sociedad globalizada, medio para la construcción de comunidades, reivindicación de lo marginal y lo marginado. Estos talleres, que apuntaban a durar alrededor de una semana, fueron lugar de dinámicas fundamentalmente de reconocimiento: tratar de encontrar en el diálogo sostenido una conciencia sobre las necesidades de nuestros talleristas, ahondar en los discursos que para ellos resultan más relevantes, ubicar el (fan)zine como un impulso siempre-ya presente en sus vidas, hallar las dificultades, los silencios y rabias que guardan ellos como grupo, colectividad. Por ello, los ejercicios abordaron sobre todo la expresión y apropiación de imágenes en torno al desenvolvimiento del cuerpo y del pensamiento en su contexto y sus relaciones personales con el mundo.
7. [Los talleres de poesía] Un par de talleres de Perro Amorfo giraron en torno a dos tradiciones de poesía: la estadounidense y la venezolana. En estas itinerancias, la naturaleza, si es posible hablar de una naturaleza, claro, del poema como acto de literatura nos permitió insistir sobre dos posibilidades del (fan)zine: 1) entenderlo como espacio de experimentación del sentido, donde la imagen y la palabra no necesita corresponder con un significado externo sino con la relaciones que construyan en el dispositivo; 2) ahondar en las necesidades expresivas que llaman a producir un objeto propio fuera del circuito de distribución y con una recepción, en principio, más bien reducido. En uno de estos talleres, la relación de las adolescentes con una tradición extraña, la estadounidense, los llevó a considerar los límites del lenguaje como vehículo para sostener la presentación de sus estados emocionales y de sus relaciones interpersonales. Por lo mismo, los ejercicios tendieron a una transformación radical, en apariencia, de los textos leídos para crear inscripciones propias de sus intereses particulares, de situaciones de su cotidianidad y a dejar constancias de las pequeñas fracturas en su relación con la construcción de sentido en sus vidas. En el otro, la relación con lo conocido, la tradición venezolana, en apariencia les exigió un cuidado mayor hacia los materiales trabajados. La cita directa con su poderosa presencia y las formas reconocibles dentro de un cierto discurso identitario, entonces, fueron los insumos de lo que se valieron aquí para la apropiación: una serie de dispositivos emergieron, entonces, que cuestionaban no lo, en apariencia, profundamente personal, sino acaso el lugar que ocupaban dentro de un entramado colectivo y un discurso de la ciudad asediado por el peligro constante de desintegración.
8. [El Calvario Puertas Abiertas 2022] En una plaza del barrio El Calvario, como parte del evento El Calvario a Puertas Abiertas organizado por Ciudad Laboratorio, Perro Amorfo realizó una intervención que ocupó toda una tarde. Entre bombonas de gas que esperaban ansiosamente ser surtidas, los niños, principalmente, y los adultos que se acercaban cotidianamente al espacio fueron invitados a componer un (fan)zine colectivo que poco a poco iba tomando la forma de una cobija de retazos. Pequeños recortes de tela, entonces, eran entregados a los participantes para que cada quien mirara atentamente y dibujara algunos objetos amados de su comunidad. Buscábamos, al final del día, componer un dispositivo de afectos que pudiese cobijar, aunque fuese brevemente, a los habitantes de El Calvario. Esta premisa fue expandida por los talleristas, quienes recorrieron las actividades que colectivamente habían estado realizando orgánicamente a lo largo de diciembre para construir comunidad, al tiempo que imaginaban también un devenir promisorio para el barrio y el país. El testimonio fragmentado y afectivo correspondía, por estas razones, no solo al espacio cercano, sino que abarcó sin miramientos el ensueño, la fantasía, el deseo, el recuerdo y el sinsentido. Esta cobija de retazos afectados constituyó una indagación, por esto, en la diversidad de lo que nos afianza a eso que nombramos como nuestro hogar y las capacidades de abordar esos lazos desde la creatividad.
9. [El Banco del Libro Puertas Abiertas 2023] “Hijo desencadenado hoy,/ furia reconquistada,/ ensoñación ante las puertas sagradas”, estos versos de Vicente Gerbasi, en su poema Mi padre, el inmigrante, sirvieron de epígrafe a la actividad realizada en El Banco del Libro Puertas Abiertas. Una intervención, de nuevo, donde invitamos a los visitantes del evento a imaginar el sentido y la amplitud de lo que entendemos como puertas. Se trataba de una invitación a ahondar brevemente en la memoria y el afecto para trazar esos tránsitos donde experimentamos la sensación de traspasar un umbral para llegar a un lugar. Así las puertas de las casas de infancia, para algunos, se entrelazaron con dibujos de animales, portales en espiral, prolongadas avenidas y complicados laberintos. La conversación surgida en torno a este (fan)zine colectivo, que la voracidad participante extendió hasta ya entrada la noche, intentó explorar la idea del límite y la limitación que rodea esta serie de eventos organizados por Ciudad Laboratorio: ¿qué cosas entran en juego en esta invitación a entrar en espacios, comunidades e instituciones, que imaginamos cerradas pero nunca lo han estado?, ¿qué implica pensar una puerta cerrada, una entreabierta, una rota?, ¿qué cosa en nosotros mismo transgredimos cuando decidimos atravesar la puerta equivocada? En un evento donde los participantes estaban rodeados de libros, de breves obras teatrales, de danza, de fotografía y pintura: ¿cuáles son nuestras entradas y salidas de estos mundos en los que hacemos vida?, ¿cómo podemos expandirnos a tantos territorios y, al mismo tiempo, quedarnos tan cortos en otras situaciones?
10. [El Calvario Puertas Abiertas 2023] “Codiseñar el espacio compartido” es el nombre de la metodología puesta en práctica en esta intervención por Perro Amorfo y Javier Grajales, artista venezolano, amigo, ganador del 23º Salón Jóvenes con FIA. Una lámina de acrílico dispuesta frente a distintos espacios de la comunidad del barrio El Calvario fue el soporte de una invitación a imaginar la forma en que queremos transformar el espacio en el que vivimos. Transformar, en este sentido, es aquí una toma de conciencia de las maneras en que los espacios están siempre-ya modificados por la relación imaginaria que construimos con ellos. Una invitación doble implicó esta metodología: trabajar con la noción de identidad, lo que nos permitimos considerar como posible dentro de lo que somos, y también destruir esa noción partiendo de la innegable materialidad de la imaginación que necesariamente desborda esa identidad. Pensar el lugar en el que vivimos, reconocer como cambia cuando lo observamos y cuando lo habitamos, fue aquí mirar detenidamente el proceso de cómo componemos y de qué nos valemos para componer nuestros tránsitos por la cotidianidad. En el acrílico, entonces, aparecieron a lo largo de la intervención algunos de los espacios que sienten, sentimos, hacen falta y algunas imágenes que acompañan esa vida hecha por los habitantes, pero también se evidenciaron las reconfiguraciones que ya tenían lugar en la forma en cómo eran utilizados esos espacios y que en la imaginación apenas se mostraba y se perfeccionaba aquella que en la “realidad” ya ocurría. Así, el codiseño que quería constituir el ejercicio se afirmaba en la apropiación de las capacidades que los habitantes en todo momento ponen práctica, más que una imposición un reconocimiento y consolidación de una parte del vivir en comunidad que con demasiada facilidad se ignora y se deja de lado a la espera de los expertos (que nada saben).
Si te da curiosidad, descarga nuestro primer fanzine, el que dio inicio a este proyecto:
"Había un cadáver de una niña en la panadería de mi tía", esa es la primera línea con la que Mona, protagonista y narradora, provoca el interés de las lectoras. No hay rastros de cómo ocurrió, así que Mona, quien solo tiene 14 años, busca la ayuda de su tía Tabitha y del tío Albert, para entender los pasos a seguir. Ese acontecimiento no sólo retrasaría a los hornos en el ejercicio de hacer pan, sino que la enfrentaría a la idea de un sistema fallido. Mona, una chica huérfana que solo quería ser panadera, es llevada al palacio a un juicio improvisado como presunta ejecutora de este crimen. El inicio de la novela suena bastante tremendo, pero la forma en cómo la autora se ocupa de narrar cada detalle de la historia, permite que sea un camino transitable por el lector. Con un tono de humor, a veces de sarcasmo, Mona no sólo fija su posición hacia el mundo adulto, a los sistemas de poder, sino que aprende del entorno a medida que su periplo comienza a ocurrir. En este caso, la palabra es periplo más que aventura, porque ella no quiere ser aventurera, ni heroína, Mona quiere ser panadera.
En paralelo, se encuentra Spindle, otro joven que vive en Nido de Ratas, una zona marginada y supuestamente "peligrosa" en donde habitan las personas más desfavorecidas. Aquellas a las que el sistema les ha dado la espalda. Ese día su vida también colapsa, pues descubre que su hermana Tibbie es la niña que murió dentro de la panadería. Lugar al que siempre acudían a hurtadillas, con el talento de ser sigilosos a la hora de robar comida. Spindle queda absolutamente solo, queriendo hacerle justicia a su hermana. Para eso tendrá que ayudar a Mona, quien sin saberlo también corre peligro. ¿La razón? Tibbie, al igual que Mona, eran Magas Menores. Y no por su edad, sino por el talento de sus poderes. Mona, en este caso, tenía el poder más inofensivo del mundo. Podía hacer magia con el pan: que se pusiera más duro, más esponjosito, siempre y cuando fueran hecho con la misma masa.
Por eso Mona guardaba en el sótano a Bob, una masa madre casi caníbal, que habitaba en el sótano de la casa. El tío Albert era incapaz de ir a buscar algo de su fermento.
También es cierto que existían pocos sótanos en Entrerríos, ciudad en la que ocurre esta historia y que forma parte de una desordenada comarca, heredera de viejas guerras. Se trata de una ciudad que tiene canales que suelen inundar los sótanos de las casas en primavera. De hecho, el palacio queda en la cima de una colina, sobre las ruinas de otros palacios que se han ido hundiendo, cediendo o incluso incendiado. Es como el trofeo de viejas glorias pasadas. Gobernado por un sistema en el que comanda la Duquesa, quien lleva treinta años de mandato tras la herencia de su antecesor; un consejo liderado por el Inquisidor Oberón; y luego el ejército comandado por Lord Ethan, el general dorado. Existen también un reducido número de magos experimentados, que forman parte de la corte de la Duquesa.
De hecho, el primer encuentro de Mona con la Duquesa, en aquel juicio kafkiano, hace que la niña se sienta protegida. Esa mujer representa a la gran figura de poder. Impone y genera la sensación de protección. De hecho, es quien interviene para evitar una injusticia. Libre del juicio, Mona no es llevada de vuelta a la panadería en ningún carruaje, al contrario, la dejan fuera y lejos. Recorrer la ciudad para volver a casa, enfrenta a Mona a muchos prejuicios.
Con este inicio del libro, la narradora se encarga de contarle al lector, no sólo la estructura geográfica de la ciudad, sino las condiciones de un sistema al borde del colapso. Esta novela se permite contar una historia de fantasía clásica, a través de la construcción subversiva de su protagonista. Es una joven que no se resigna a ser la heroína de un sistema que le da la espalda a jóvenes como a ella. Es por eso que reclama, cada vez que puede, su descontento con el mundo adulto. No es Mona quien debe dar las soluciones a un problema bélico en ciernes, ni mucho menos quien debe resolver el crimen de una niña que no tenía para comer. Acepta el rol, porque es su única forma de sobrevivir, pero no quiere transitar el camino del héroe. No es la única. Spindle no es capaz de verbalizarlo, porque no tiene nada que perder. Él lo hace desde la conciencia absoluta de que aprendió a sobrevivir en la pobreza, no tiene tiempo para el reclamo. O Molly, la Matarife, otra maga menor que habita en el Nido de Ratas, quien no quiere volver a formar parte del ejército. Este personaje adulto a quien le han arrasado su alma, su vínculo con lo humano, y quien apenas es capaz de cuidar de los huesos de su caballo muerto en vida: Nag. Sí, es un esqueleto cabalgante.
Ahora sumemos un conflicto más a esta historia, el hecho sobre el que se funda la estructura del libro: Mona corre peligro. El Hombre color retoño intenta matarla, como lo hizo con Tibbie en la panadería. A cada intento (no diremos si el último es afortunado), Mona descubre algo más de sus capacidades como maga, pero también de sus desventajas como joven. En ese sentido, Mona es un "cuerpo dócil", concepto que usa Michael Foucault en su libro Vigilar y Castigar. Es decir, "su cuerpo puede ser sometido, utilizado, transformado y perfeccionado", situación que efectivamente ocurre cuando la batalla parece innegable. Su magia menor es un arma que se debe perfeccionar y ella no tiene derecho a réplica. Porque en este sistema, no importa que seas mago, el poder es del adulto.
"¿Será que cuando hay adultos intentando matarte, eso te convierte en una especie de adulto honorario? Si así fuera, yo hubiera preferido sencillamente crecer y que me viniera la regla y hacerme adulta como cualquier persona normal"
En adelante, cada uno de los adultos con poder, van dejando en evidencia su propia incapacidad de dar cara al conflicto. Ahora, no sólo de nivel interno, sino con el peligroso ejército carex cerca de invadir sus tierras. Por un lado, el inquisidor le miente al pueblo: "¡SÉ UN PATRIOTA!", "¿CONOCES A TUS VECINOS?", con carteles donde acusan a los magos menores de traidores, de aliados del ejército enemigo; mientras que la Duquesa se bloquea en sus propias estrategias de ataque.
Esta novela toma al poder como epicentro del cuestionamiento de su narradora, a quien le quieren dar el título de la gran heroína de la novela. Mona no lo es. No lo anhela. Y lo acepta, sabiendo las consecuencias injustas que eso tiene para ella. O incluso para Spindle, a quien al final tampoco se le valora, por ser un niño analfabeta, ladronzuelo y sin magia.
Suena a una novela desesperanzadora. Todo lo contrario. Es profundamente combatiente en lo que propone retratar. Cuestiona esa necesidad del adulto en atribuir las respuestas de la sociedad a un orden único, tradicional, y no confiar en la fuerza que se genera en el trabajo comunitario. En cada acción relevante de la novela que, además es acumulativa, existe una ingeniería en voces que parecen discretas, meros personajes secundarios, pero quienes sirven de motor para que ocurra una acción concreta a favor de la ciudad. Mona no podría ejecutar nada sin Jenny, tía Tabitha, Bob en la cocina; sin su galleta de jengibre mágica, Spindle y Molly en la ciudad; o sin Joshua, Harold en el Palacio; de la misma forma que no podría hacerlo sin sus vecinas que compran las galletas, o los vendedores de la cerveza negra, o la pareja del vidrero. Todas las personas colaboran con sus oficios no sólo a que el sistema de la sociedad funcione más allá de las jerarquías de poder, sino a que el ejército no venga a destruir su pequeña ciudad.
Desde siempre, existe una necesidad imperante de poner en las próximas generaciones, el foco de lo trascendente. Personajes como Greta Thunberg o Malala Yousafzai seducen a los adultos, por ser la voz de un "algo" heroico que no fuimos o no tuvimos la capacidad de hacer las generaciones pasadas. Son apenas ejemplos de agentes transformadores, pero a quienes se les imprime un tinte esperanzador. Ese es el futuro. Luego también tenemos a los personajes de ficción que se dejan llevar por la transformación del héroe: Lyra en la Materia Oscura, Katniss Everdeen o el propio Harry Potter. Es su destino.
¿Qué pasa cuando la joven reclama a un sistema al que le obligan a pertenecer? ¿Un sistema que construyeron otros y con el cual no están de acuerdo? En esta novela fantástica entra en cuestionamiento la idea mística de la transformación de la joven guerrera. Se puede traducir, paso a paso, el mito del héroe y observar todo el proceso transformador de Mona; pero ella no va a dejar de quejarse ante el lector. Su poder radica en tener la voz del reclamo. Que sea el lector quien también tome conciencia sobre la historia de Mona. Tiene catorce años y solo quiere hacer pan. No quiere estudiar, ni ser maga. Porque además no existe una educación que les permita formarse: "No hay libros para enseñarle a uno cómo hacer magia o, si los hay, no están a disposición de personas como yo". Sin embargo, asumiendo que es algo que no puede cambiar de forma inmediata, y que personas como Spindle están en peor condición; tampoco le interesa salvar al mundo, ni formar parte del ejército, ni del Consejo. Quiere hacer su vida a su manera. Y esto lo cuenta con mucha ironía, en una inesperada aventura con grandes momentos épicos, pero con la constante duda incómoda puesta sobre el adulto y lo difícil que es aprender a vivir con libertad de conciencia.
Ece Temelkuran en su ensayo Cómo perder un país (2019), cuenta la anécdota de una mujer que manifestaba en 2018, en Estados Unidos, en contra de la separación de los niños migrantes de sus padres. En su grito de acción repetía: "¡Este no es mi país!". Mona, a pesar de todo su constante reclamo en contra el orden adulto, no cuestiona a su idea de país. Quizás porque aún le falta crecer para llegar a esa duda. Sin embargo, Temelkuran hace una reflexión personal acerca de la idea de país, que quizás sí se asemeja a lo que aspira Mona:
"¿Qué es un país? Mientras buscaba una respuesta a esta pregunta recordé la gran película de Theo Angelopoulos ¿Qué es el mañana?, se preguntaba el filme, y la respuesta era el título: La eternidad y un día. Un país, pensé, es de hecho un vasto territorio y una mesa. Es una mesa rodeada de seres queridos a quienes no tienes que explicarles tus chistes, y el vasto territorio que la rodea, que es principalmente tu imaginación".
Y por supuesto, en el caso de Mona, también con algunas galletas con formas de muñecos de jengibre bailando sobre esa mesa.
Publicada por Océano · Gran Travesía, es una novela divertida, crítica, de lectura muy sencilla. Es una historia que conoce su propia identidad, no se toma en serio a sí misma, es un catalizador contra un mundo adulto imaginado y sus reglas fallidas. La traducción de Mercedes Guhl permite que no observemos los detalles de este universo, sin perder la frescura de la narración de Mona. Una novela para quien le guste la fantasía. Ya sea lector en tránsito, que cruzan de la infancia a la adolescencia; o un joven o adulto. En catalán lo traduce Elena Ordeig y lo publica Indómita. Algunos de los nombres de los personajes cambian en la traducción.
Otros apuntes
En la novela Soldados de Salamina (2001), Javier Cercas entrevista a Roberto Bolaños, y hablan del tema de lo heroico. En esta novela, entra mucho en cuestionamiento, la idea de las figuras que durante la guerra civil española sirvieron como héroes. Cada vez que Mona enunciaba su descontento con los adultos, incluso cuando cuestionaba la estructura de gobierno, pensaba en esta novela de Cercas.
"—Sí, pero una persona decente no es lo mismo que un héroe —replicó en el acto Bolaño—. Personas decentes hay muchas: son las que saben decir no a tiempo; héroes, en cambio, hay muy pocos. En realidad, yo creo que en el comportamiento de un héroe hay casi siempre algo ciego, irracional, instintivo, algo que está en su naturaleza y a lo que no puede escapar. Además, se puede ser una persona decente durante toda una vida, pero no se puede ser sublime sin interrupción, y por eso el héroe sólo lo es excepcionalmente, en un momento o, a lo sumo, en una temporada de locura o inspiración".
En el capítulo veintiséis de Manual de panadería mágica para usar en caso de ataque, Mona se descubre con la etiqueta de heroína a cuestas, por lo que se siente muy frustrada:
"Yo tenía catorce años. Habían intentado matarme. No había hecho nada heroico. Había pasado miedo y sí, conozco ese dicho de que el valor es lo que te hace seguir adelante cuando tienes miedo, sólo que yo no había hecho nada semejante. No había seguido adelante, sino que había huido a toda carrera y la única razón por la cual había ido a parar ante la Duquesa era porque se me habían acabado las vías de escape".
Esa reflexión, en la que incluye también a Spindle como potencial héroe de la situación, es interrumpida por el tío Albert. Él, que perteneció al ejército cuando era joven y sobrevivió a una de las batallas pasadas de Entrerríos. Ahora tiene a cuesta el distintivo de héroe de guerra. En esta conversación, se revela uno de los momentos más emotivos del libro, donde se llega a cuestionar la idea de humanidad por sobre la guerra. La manera en cómo los imaginarios de la violencia son tapaderas del dolor de las personas que forman parte de una lucha "patriótica". Se deja en evidencia la frustración de Albert, la soledad de ese grupo de jóvenes en el ejército, y el abandono de un sistema que los vanaglorió por sobrevivir al campo de batalla. De esa forma se anuló cualquier reclamo en contra del sistema.
Es irremediable que piense también en la escena de la adaptación cinematográfica de Soldados de Salamina de David Trueba en 2003, en el que el chico baila Suspiros de españa, abrazado al fusil, bajo la lluvia. Este momento establece un vínculo humano entre combatientes, consecuente con lo que ocurre luego en la historia y la duda de quién es héroe en una guerra. Al final, todos eran también perdedores en ese estilo de vida.
Bob, la masa madre y Calcifer, la llama de un castillo
Cuando uno lee el libro de Diana Wynnie Jones y ve la adaptación cinematográfica que hace Hayao Miyazaki, encuentra algunas diferencias que son importantes. En el libro, existe un peso mucho mayor sobre la posición social de la mujer, y las razones que motivan a su protagonista a quedarse en la sombrerería a diferencia de sus hermanas. En la película, existe un énfasis a la guerra como sistema de caos que está destruyéndolo todo a su alrededor. En ambas situaciones, Sophie usa sus armas sociales para construir puentes seguros por los cuales transitar entre su vida cotidiana y ese castillo que la salvará de la maldición que le hace la Bruja del Páramo. Sophie es costurera, no quiere ni casarse, ni enamorarse, ni formar parte de una serie de tradiciones con las que no se siente cómoda. Solo que a ella no la han educado para decir que no. A sus dieciocho años no tiene más alternativas que ir aceptando, de a poco, cada nuevo obstáculo en su aventura. Entre ellos, ser una anciana de noventa años tratando de ayudar a Howl, un joven sin corazón. Es cierto que en este caso hay una historia de amor, situación que no ocurre en Manual de panadería mágica para usar en caso de ataque, pero existe una lucha constante con esa identidad de heroína en la que no se sabe reconocer. Aquí, sin tanta autoconciencia.
Además está Calcifer, la pequeña llama que genera la energía del castillo. Es un personaje vital dentro de la historia. Malvado, odioso pero también a ratos travieso y adorable. Él es el corazón del castillo y del propio Howl. Y no podía dejar de compararlo con Bon, cada vez que Mona lo nombraba. Bob era la masa madre descontrolada que vivía en el sótano de la panadería. Una representación del corazón de Mona, en conflicto, caótico, frente a la constante contradicción del mundo que la rodeaba, devorando todo, sobreviviendo.
De la autora
T. Kingfisher es el seudónimo de Úrsula Vernon (1977), una autora estadounidense que se dio a conocer en 2003 cuando empezó a publicar su web cómic Digger. Se publicaba en su blog dos veces por semana y tras el éxito entre sus lectores, su obra se editó en papel. Seis tomos entre 2006 y 2011. Se comenta que Patrick Rothfuss, escritor de El nombre del viento, creó la imprenta Underthing Press para poder publicar Digger en papel. En 2021 se hizo una edición conmemorativa de los diez años. Es por esa razón, que mantuvo su nombre original para las obras dirigidas a la infancia o al campo de la ilustración. Cuando explora la literatura fantástica, juvenil o de terror, usa el seudónimo. Su obra ha sido reconocido por los grandes premios de la fantasía y la ciencia ficción. Sin ir más lejos, Manual de panadería mágica para usar en caso de ataque, entre los muchísimos premios que tiene, se impone el Nebula que se entrega desde 1996. Actualmente estoy leyendo dos de sus otras novelas traducidas al español, Corazón de acero (2023) y Ortiga y Hueso (2023), esta última se ganó el Premio Hugo, prestigioso galardón a la fantasía y ciencia ficción que se entrega desde 1953.
Actualizado: 2 mar
Esta entrada recoge algunos apuntes durante la preparación de talleres dirigidos a niños de quinto y sexto grado. Es la radiografía de un proceso mental. Son algunas ideas sueltas de un mediador acerca de cómo abordar el concepto del tiempo en la literatura y el arte.
Liliana Bodoc, en su novela El mapa imposible, construye una categoría propia del tiempo a partir del cambio del nombre de Julián. Este personaje, ya anciano, va organizando sus propias épocas a través de la forma en cómo lo han nombrado: el uso de los diminutivos cuando era bebé; el nombre derecho en las planas que le obligaban a hacer en el colegio; la forma respetuosa de tratarlo en la adultez. Durante su vida fue Juliancito, Julián, Jota, Don Julián.
Rodrigo Fresán, por su parte, cuestiona aquellas palabras que son atravesadas por el tiempo en su novela El fondo del cielo. Lo hace a través de dos primos adolescentes, Ezra e Isaac, fanáticos de la ciencia ficción, que crean el grupo de Los Lejanos. Esto antes de enamorarse de una misma chica y que, en esta compleja historia del fin del mundo (o inicio de la imaginación), uno de ellos decida dedicarse a la ciencia y el otro a la ficción.
"El pasado nunca deja de moverse aunque parezca algo inmóvil".
El narrador de la novela reflexiona acerca de las narrativas futuristas: ¿quién?, ¿desde dónde? y ¿cómo se contaban?. Pues, por mucho tiempo, el futuro de la ciencia ficción parecía estar contado a través de una única relación social e idiomática con el inglés. Las palabras alien o astronautas, no formaban parte de un imaginario colectivo como sí lo hacen en la actualidad:
"me invade la sospecha de que todos los habitantes de este planeta son, sin ser conscientes de ello, escritores de ciencia- ficción".
Ante la pregunta, ¿qué es el tiempo? Pueden existir múltiples respuestas, incluso formas o categorías para organizarlo. Para la cultura Aimara en América del Sur (entre Perú, Chile y Bolivia), el pasado está justo delante, es aquello que se conoce porque se observa. Es el nayra que significa ojo, pero también adelante, poder ver el pasado. En ese sentido, el futuro queda detrás del ser humano, es aquello que no se puede ver. Por otro lado, los aborígenes australianos creen en el tiempo del sueño, como una línea alterna al tiempo objetivo, una especie de ciclo infinito de la creación. Por lo tanto, en el sueño se expanden los valores y la símbolos a los que el humano debe estar atento.
En la física existe el principio de la entropía, en que a medida que pase el tiempo, los sistemas tienden acercarse irremediablemente al desorden o al caos. Aunque también está la idea reciente del filósofo matemático Sam Baron en la que los objetos y los humanos sólo somos partículas en el espacio, por lo que el tiempo realmente no existe, pues no puede ser validado por ninguna teoría física. Para ahondar en estas teorías, me falta mucho conocimiento técnico y científico. Soy más el personaje de Isaac que se aferra a la ficción.
Vuelvo entonces a la pregunta inicial: ¿cómo conversar sobre el tiempo desde lo literario?
Festival Cuéntalo
A finales del 2023, fui invitado al Festival Cuéntalo para hablar del tiempo con estudiantes de 5to y 6to grado de distintos colegios de Logroño. Fueron quince grupos con los que dialogué sobre las distintas formas de enunciar al tiempo. Más que proponer soluciones, eran talleres de preguntas y reflexiones. Leímos, observamos, analizamos y exploramos el tiempo real versus el tiempo de la ficción, de cómo el tiempo de la lectura no siempre se corresponde al tiempo del universo en el que habitamos al leer. A su vez, desarrollamos una cápsula del tiempo. Se trata de un archivo sonoro en el que todos los participantes grabaron sus disertaciones sobre el tiempo y el futuro. Para eso usamos algunos libros.
Pero antes de hablar sobre los libros, escuchemos a estas jóvenes personas maquinando sobre el tiempo. Aquí les comparto una cápsula resumen de estos quince grupos:
Cápsula del tiempo
En el siguiente enlace, comparto la cápsula de cada aula: Cápsulas del tiempo
La noche está llena de promesas
Este libro inspiró una propuesta y generó una interrogante. La propuesta fue hacer la cápsula del tiempo, esta compilación sonora que permitiera dar a conocer sus opiniones acerca del tiempo. Para aquellos que no conocen este libro, La noche está llena de promesas establece un ejercicio casi humanizado, del viaje de la sonda espacial Voyager 2. Está narrado en primera persona, con muy pocas palabras. Es una mirada reflexiva, tanto en texto como en imagen, del infinito como escala de la existencia de este artefacto.
En este caso, la sonda viaja sola en medio de la galaxia, descubriendo el universo, pero esperando que alguna otra especie desconocida la encuentre. En estas sondas se albergan unos discos dorados con información vital de la humanidad. En mucho menor escala, quise reunir con los jóvenes participantes, sus ideas sobre el tiempo y el futuro. Ideas que se mantienen almacenadas y que luego escucharán años más tarde.
Ahora bien, la interrogante que propuso el libro, está precisamente ligada al tiempo de la ficción. ¿Cuánto tiempo pasa realmente cuando leemos un libro?, ¿es posible medir el tiempo en el que transcurre una historia? Al leer este libro en voz alta, podemos calcular unos cuatro minutos leyendo sin atención al detalle de las ilustraciones, pero realmente el lector transita diez años en la historia del Voyager 2. Ese dato lo obtenemos al leer la información final del libro. Pero qué pasa si no tenemos ese dato, y leemos solo la narración en primera persona de la sonda espacial. Nos da la sensación de que su viaje es mucho más rápido, que avanza en cada detalle que nos cuenta de su exploración. Ahora bien, ¿y si nos olvidáramos del texto? Si siguiéramos únicamente a las ilustraciones, ¿cuánto tiempo realmente transcurre entre las páginas? Estamos observando a la sonda viajando sola en medio de espacio. ¿Acaso somos conscientes de cómo se mide el tiempo en el espacio? En teoría, allí no existe el tiempo, porque este concepto depende de la rotación de la tierra sobre su eje. Por lo tanto, el tiempo es una invención de la raza humana. Entonces, ¿qué es el tiempo?
Como ven, la interrogante propone la pregunta para la cápsula del tiempo. Sin embargo, otro libro nos ayudó a profundizar nuestra mirada del tiempo.
Existe una reseña de este libro en nuestro blog,
El mundo en un segundo
Este álbum ilustrado fue uno de los detonantes de la conversación. El mundo en un segundo propone, en cada doble página, un viaje a distintos lugares del mundo, en los que ocurre una misma acción durante un segundo. Es el mismo segundo en México, Japón, el Mar Báltico, Venezuela... aunque cada una de las imágenes representan el momento exacto de una acción diferente, provocando en el lector la sensación de suspenso, alivio o angustia.
Cada uno de esos actos parece ser irremediable: se acerca un temblor que predicen los perros; una pelota va directo al cristal de una ventana; una mujer mayor cierra los ojos (¿para dormir o para morir?). Todo está almacenado exactamente en el mismo segundo. Es un libro que, desde la ficción, da la sensación de lo efímero, del instante. Evidentemente hubo quien habló de las teorías de los multiversos y las diveras líneas temporales, inspiradas en Loki o Spiderman. Sin embargo, decidimos seguir con el libro, pues su lectura se articula en la realidad desde un conteo diferente. ¿Cuánto tiempo dura el disfrute de una imagen?, ¿qué pasa cuando alguien registra la historia de un instante?, ¿es capaz de abarcar todo la imagen en un mismo tiempo?, ¿el tiempo es acción o sensación?
Estas preguntas dieron la oportunidad de pensar en la percepción del tiempo. Por un lado, el aburrimiento y la diversión, que generan impresiones diferentes en la velocidad del tiempo. No es lo mismo estar esperando que se acabe un examen para el que no se está preparado, que echar la tarde jugando con los amigos en un parque. De la misma forma, nos detuvimos en la idea del sueño, en cómo el inconsciente nos puede conducir a una narrativa temporal infinita mientras que en la realidad objetiva, apenas pasan pocas horas o minutos. Por último, la percepción dentro del videojuego. ¿Qué ocurre dentro del universo Minecraft? Un espacio atemporal que se construye de la nada, un mundo abierto dispuesto a la construcción. O en The Legend of Zelda: Breath of the wild, donde existe un tiempo paralelo en el que ocurre la línea temporal de la historia, atravesada por distintas otras historias que ofrece su mundo abierto. Incluso en Fortnite, donde se proponen pequeños sistemas temporales. En estos sistemas se propone una competición en el que gana quien se quede en pie, o quien pueda huir de una tormenta que pone fin a las posibilidades de este mundo que es infinito. Esto hace que siempre se repita la misma acción en bucle. El tiempo objetivo se hace aún más relativo ante la velocidad de este sistema.
Jugar de forma colectiva, puede hacer que todos los que comparten ese juego, se conecten en una misma percepción temporal juntos. ¿Puede ocurrir lo mismo con la lectura en voz alta? ¿O el lector / oidor es un agente pasivo en la ejecución del texto?
(Nota al pie: que importante sería hablar del tiempo con otros videojuegos fuera del corpus comercial/convencional)
Suena complicado, pero es el enganche de la competición que te mantiene avanzando constantemente hacia nada concreto en el tiempo del juego. Esto nos condujo a otro ejercicio, en cuanto a la forma en cómo somos capaces de construir la memoria colectiva.
Para eso, tomamos en consideración una de las obras de Liza Ambrossio.
La ira de la devoción
Más que profundizar en el proyecto de esta artista mexicana, queríamos asomarnos a su intención. Con esta exposición, Liza Ambrossio pareciera querer descomponer su propia historia personal para reiniciarse. Existe mucho del dolor hacia su madre, de la extrañeza, la oscuridad, del orden esotérico. Sin embargo, la intención no era abarcar esa idea general sino inspirarnos en ese reconfigurar su propio pasado. ¿Cómo cuentas una imagen?, ¿cómo una imagen es capaz de contar una historia?, ¿cuántas subjetividades habitan entre el pasado de quien cuenta una imagen y de aquel que la reinterpreta en el presente? Es por eso que un sencillo ejercicio de descripción de la imagen a ciegas, permitió una especie de dictado colectivo en donde las interpretaciones construyeron múltiples alternativas. Para eso, se les ofrecía a dos de los alumnos la posibilidad de ser quienes narraran la imagen de la forma más objetiva, sin mostrársela a sus compañeros.
El uso de esta imagen no es casual. Los elementos que forman parte de la fotografía permiten jugar con el espacio, la disposición, los objetos anacrónicos, el arte con un filo clásico en contraposición de la silueta de la artista. Se cruza la idea de los tiempos como rastros de épocas diferentes. El tiempo como línea argumental de la historia humana.
Por un lado, en la obra da la sensación de reencuentro con piezas de un pasado clásico en donde la artista es apenas una sombra. Busca poner orden en su propia historia, en la relación con su pasado. Pero cuando eres un espectador de esta foto, sin contexto o sin ver el resto de la exposición, ¿qué es lo que estamos viendo?, ¿dónde nos está ubicando la foto?, ¿qué queremos que se vea? Esto nos da otra sensación del tiempo. Aquello que interpretamos al ver una imagen, no es lo mismo que puede interpretar otra persona, ni siquiera su propio creador. Existe una especie de mirada atemporal que nos ofrece la libertad de recrear ese espacio. Y mucho más cuando buscamos transmitirlo.
Tras la descripción a ciegas, se dieron una serie de nuevas interpretaciones a partir del ejercicio "objetivo" de poner la imagen en palabras. Por citar algunos ejemplos, fueron problemáticos elementos como el teléfono, difícil de describir por su casi inexistencia en el imaginario colectivo contemporáneo; el libro sobre la mesa que lo veían como un ordenador cerrado; o la estampa del pesebre católico, cuya descripción se hacía confusa no solo por su composición dentro de la foto sino por desencuentros culturales de quienes participaban en los talleres. Esto permitió construir formas distintas de narrar esa fotografía.
Sumado a esto, si se trata de una exposición fotográfica, ¿tiene valor intrínseco porque es arte o su valor real se lo da el tiempo? Aquí comparto algunas interpretaciones:
Tiempo cero
Quizás una de las curiosidades de los talleres, fue el interés que este pequeño libro experimental despertó entre los jóvenes participantes. No es casual que en cada curso, mientras revisaban libremente los libros que había llevado, se detenían en este, lo leían, lo compartían y preguntaban dónde se podía encontrar. Es un libro que, materialmente, pareciera no tener ningún interés comercial. Son hojas de cartulina negra, con imágenes en blanco y negro dispuestas en los laterales de las hojas (solo tres páginas usan el azul o el rojo). Estas imágenes son fotogramas de un audiovisual que realizó David Jiménez a partir de un fragmento de la novela Lo demás es aire de Juan Gómez Bárcena. En sí, existe una complejidad técnica en cuanto a su diseño. Cuando lo abres, debes leerlo en vertical, porque se trata de dos historias que ocurren en paralelo. Ambas, siguiendo el curso de sus páginas, al derecho y al revés. Por un lado te habla del espacio, de la sensación de infinitud que genera, hasta que aparece un ammonites, un cefalópodo de concha espiral que empieza a habitar en este mar (que podría ser espejo del cielo). Al final, de forma continuada o independiente, se genera una nueva historia. La de este ammonites muriendo, fosilizándose, formando parte de ese espacio infinito hasta que una mano humana llega a tocarlo.
Dentro de la novela de Bárcena, se trata del año 1995, cuando un niño se encuentra a este ammonites fosilizado del período Cretácico. Porque de eso va la novela, de la memoria histórica de un pueblo, a partir de las múltiples vidas y líneas temporales que se recogen en ella. Solo que Tiempo cero decide tomar únicamente este fragmento, a ratos poéticos, en donde el lector flota a través de un universo de partículas que revelan nuestra propia esencia y temporalidad en medio del todo. Sí, puede parecer angustiante, o quizás un ejercicio de conciencia acerca de donde nos ubicamos cómo parte de una especie. ¿Quiénes somos?, ¿a qué pertenecemos?, ¿qué dice el tiempo de nosotros? O como diría el libro, del libro: "Nada tan difícil como imaginar ese tiempo que nadie ha visto".
Curiosidades mainstream
Asistí con una camiseta de con una frase de Karol G: "Mañana será bonito". Esto permitió una conversación acerca del tiempo con un chico que había recibido un mensaje de la cantante, en donde se hablaba de futuros alternativos como estímulo para que él se dedicara a cuidar y pensar en su presente. Él le pedía matrimonio, ella le explicaba cómo su juventud iba a contrastar con la futura vejez de ella; por lo tanto, para evitar el desencuentro, era mejor dedicarse al desarrollo de su presente para que pudiera admirarlo como él lo hacía con ella. Un mañana será bonito en toda regla. Esa camiseta resonó en muchos participantes, tanto que incluso tuvo su propio dibujo.
2. De tanto hablar del tiempo, me salió un video de la tiktoker @blux.gigi, joven que dice habitar en villaot. Ella hace compilaciones obre los momentos icónicos del reality Operación triunfo, del que es una fanática conocedora de su historia. Es un archivo andante. En este caso, recoge una clase de Hugo Cobo, concursante de la edición del 2020, en donde pensar en el tiempo le causa un dilema existencial que parece divertido y obvio; pero que realmente me pone a pensar qué tanto nos dedicamos a los grandes conceptos.
Otros libros para pensar el tiempo
Otras conversaciones de Cuéntalo
Si te interesa el tiempo como concepto, vale la pena que asistas a estos vídeos recopilatorio de los encuentros propuestos por el festival. Existen distintas maneras de hablar del tiempo: