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Paloñeco, hueso, ciruelo, leño y otra vez Paloñeco


Pedro miente. Dice que está enfermo para no ir a la escuela. Sin embargo su pequeña mentira pasará inadvertida cuando, en esa misma mañana, se encuentre con un leño que habla. Corrección: se trata de un Paloñeco, con identidad propia, que afirma haber sido antes un hueso. Quizás toca iniciar el relato con la tradicional pregunta del huevo y la gallina: ¿fue primero leño o hueso de ciruelo?. O para ir más al grano -o a la semilla-, ¿cuándo realmente ese ser de madera fue un Paloñeco? Bajo esta premisa, inicia una rocambolesca aventura en la que progresivamente este leño, charlatán y desenfadado, cuenta su atribulado tránsito a través de los distintos materiales: Hueso, Ciruelo, Leño, Paloñeco.


Si nos detenemos en el origen creativo del libro, también nos encontramos con una metamorfosis progresiva. Su ilustrador, Chrudoš Valoušek, reveló en algunas entrevistas que la inspiración original de Paloñeco fue Pinocho de Carlo Collodi. El editor e ilustrador eslovaco Juraj Horváth fue hasta Italia en busca de los derechos del libro para publicarlo en su editorial con las ilustraciones de Valoušek. Como no consiguió los derechos , se reunió con el historietista y guionista de cine Vojtěch Mašek, para sacar adelante una idea diferente del libro (esto cuenta el ilustrador en sus entrevistas, estamos corroborando con el editor qué ocurrió puesto que los derechos de Pinocho son de libre uso). En esta reunión, los tres encontraron la manera de contar una versión libre de un muñeco de madera humanizado. Para este proceso, se apartaron de la idea de un muñeco que transita hacia la infancia a través de un camino que lo dirige a la "virtud". Al contrario, el personaje de Paloñeco no busca trascender ni dar lecciones morales, sino que se resigna a contar el origen de sus distintas formas y comprender cómo su esencia material genera las distintas peripecias.


En el capítulo seis ocurre un debate lógico entre Pedro y el leño, puesto que la historia se quiebra narrativamente en múltiples posibilidades (o personalidades). Es el momento donde el árbol que nace del hueso de la ciruela, termina hecho pedazos por los cinco tipos con hachas. En ese sentido Paloñeco no es sólo un leño, es muchos leños. Esa reflexión de tintes filosóficos, solo busca quebrar el sentido literal de lo que este narrador oral de madera cuenta. Si en los primeros seis capítulos de veinte, cuenta que es hueso y ciruelo, ¿cómo se llega al instante en el que no es sólo un leño? Son muchos leños, al menos diez. La identidad del personaje se vuelve prácticamente vulgar. No se trata de un personaje especial, sino del parte de un todo. Su historia es tan vulnerable y efímera como la inexistente enfermedad de Pedro. En ese sentido, no es un personaje al que le crece la nariz, sino que confronta desde el mismo lugar, del que inventa, a ese otro niño que usó una excusa para no asistir al colegio. No hay una lección moral, sino un reto de ficción. No hay solo un Pedro ni un Paloñeco, hay nueve leños más como muchos otros niños existirán creando sus propias ficciones.



Valoušek, Mašek y Horváth dejaron de lado las múltiples capas de exploración del clásico de Collodi, para centrarse en contar una historia humorística. Paloñeco usa la oralidad como voz narrativa. La historia se construye a partir del diálogo, a ratos absurdo, entre un niño incrédulo que mintió y un leño que puede estar inventando su propio periplo.


La mayoría de los acontecimientos que narra Paloñeco, toscamente y sobre la marcha, no dejan de formar parte del ideario cotidiano. Es decir, hay árboles que crecen, insectos que carcomen, niños caprichosos, madres complacientes, perros inquietos, gatos incrédulos, niñas creativas, juguetes mecánicos, parejas aventureras. Paloñeco narra esos engranajes de forma tan grandilocuente que más que mentiras, parecen solo exageraciones. El lector pacta con su delirante fantasía, porque desde el primer instante está instalado en la historia que narra un leño. Sus puntos de giro son tan afines a situaciones cotidianas de la infancia, que esos momentos absurdos cobran forma en la duda. No es hasta la llegada del cocodrilo, donde se evidencia que Paloñeco es dueño arbitrario de su historia.


Ilustraciones de Enrico Mazzanti para "Storia di un Burattino" y "Le avventure di Pinocchio" , 1882-1883

Paloñeco no sólo transgrede a Pinocho desde la idea, sino también en la estructura. Pinocho originalmente se publicó en un folletín de prensa en 1883, por lo que cada capítulo pertenecía a una nueva publicación. En ese sentido, esas descripciones en los títulos de los capítulos trataban de dar sentido a lo que iban a leer. En el caso de Paloñeco, cada capítulo tiene un largo título que sirve de metatexto. El autor no sólo reseña lo que está por contarse sino que, algunas veces, carga de profunda ironía el recorrido que narra su protagonista. En ese sentido, la traducción al castellano de Daniel Ordóñez, imprime esa sensación directa del relato. Confronta al lector a la circunstancia, en esa compleja armazón del que debe traducir la narración una historia atribulada, sin saber cuál será su destino.


Capítulo seis, en el que llegan a la casa los nuevos propietarios y cinco tipos con hachas. ¡Y vuelven a pasar cosas!
Capítulo nueve, que es largo y en el que el leño por fin se convierte en Paloñeco.

En ese mundo de posibilidades narrativas, el ilustrador Chrudoš Valoušek también hizo su propio ejercicio creativo. Ante la propuesta original de ilustrar Pinocho, hizo su propio trabajo de investigación estética. No sólo exploró las ilustraciones originales de Enrico Mazzanti, sino que quiso buscar los libros que ilustró la checa Helena Zmatlíková, quien para la época era uno de los referentes más conocidos de la ilustración infantil en Europa del este. Su forma de representar la historia de Collodi, fue referencia para la infancia de esa región.


Ilustraciones de Helena Zmatlíková, 1962

Encontrar, observar y analizar todas estas técnicas para representar a Pinocho, le permitió un campo amplio de inspiración. Fue por eso que, al tener la historia de Paloñeco, Valoušek se arriesgó a usar la técnica de la linografía. Quiso darle una identidad completamente distinta a través de unos grabados de gran formato. Las imágenes juegan con el uso de colores vivos, con mucha pigmentación, y que permite un contraste luminoso ante la luz natural, además de generar una sensación de textura en la ilustración. Cada doble página parece un cartel de gran formato. Aunque luego, las páginas que dialogan con el texto, abren paso al formato cómic. Las viñetas permiten una tercera posibilidad del texto narrativo. El lector primero se encuentra con el nombre del capítulo a manera de enunciado, continúa el hilo de la historia con el desparpajo y afabilidad del narrador, y termina observando una nueva interpretación de lo narrado en forma de historieta. El contenido de sus ilustraciones da otras dimensiones a lo absurdo del relato, aunque gráficamente parecen un ejercicio clásico de imprenta.


Para que estas formas encajen, se requiere de una conciencia absoluta de la narrativa gráfica, del diseño, del uso de la tipografía y el color. No en vano, el diseñador gráfico Jan Čumlivski le echó una mano para explorar la digitalización de su trabajo, aunque fue el editor Juraj Horváth quien finalmente hizo todo el seguimiento de los arreglos gráficos y del color.


Boceto de Chrudoš Valoušek

Es cierto que Valoušek, antes de llevar sus ideas a la práctica artesanal, hace las ilustraciones en papel para poder componer espacios, personajes, organizar elementos y usar los colores. A la izquierda verán una de las ilustraciones que luego traslada a este grabado de abajo que forma parte del libro.




Doble página del libro "Paloñeco, hueso, ciruelo, leño y otra vez Paloñeco, ilustrado por Chrudoš Valoušek

Páginas del libro "Paloñeco..." versus boceto de su ilustrador Chrudoš Valoušek

La suma de elementos textuales, de diseño e imagen, condujo este libro a merecer diversos reconocimientos: el premio infantil checo más bello del año de su edición, la cinta de oro al logro artístico del año en su país, y ganador de mejor libro ficción en el Festival de Bologna del 2019. El jurado apuntó que era un "álbum psicodélico, pop, absurdo, cómico y satírico".


Basta con tenerlo entre las manos, con perderse en su historia, para entender la trascendencia del trabajo artesanal de este libro. Paloñeco, hueso, ciruelo, leño y otra vez Paloñeco es un deleite visual que rinde homenaje al formato libro y sus posibilidades.


Apuntes curiosos



El escritor Vojtěch Mašek, es también escritor de guiones cinematográficos. Las dos últimas películas que escribió: Arvéd (2022) y Okupace (2021) recibieron el galardón Czech Lion que entrega la Academia de cine y televisión checa a mejor guión.


Además, Mašek estuvo nominado como mejor director por el film Arvéd y recibió el premio a mejor cartel de película del 2022, que realizó junto a Soňa Juríková, demostrando también su talento en el campo de la ilustración.


 

Helena Zmatlíková, ilustradora de una de las ediciones de Pinocho que inspiró a Valoušek, fue bastante reconocida por su labor en el siglo XX. Tiene una amplísima obra de libros para niños y se dice que fue la mujer ilustradora que más vendió durante ese siglo. Su prestigio en Europa del Este era tal, que Google llegó a hacer un doodle en 2014, en homenaje a su obra. También trabajó en animación.



 

Patinador en movimiento, Henri Matisse, 1932

La linografía es una técnica de grabado en relieve, cuyo material nació originalmente para el uso del revestimiento del suelo.


A principios del siglo XX, artistas del expresionismo alemán empezaron a experimentar con este tipo de material, resaltando casi siempre el uso del negro.


Si bien se le adjudica a Pablo Picasso en 1939, las primeras obras con uso de color en este tipo de grabados, ya Henri Matisse en 1932 había introducido el color en esta técnica. El acierto de Picasso fue explorar el uso de una misma plancha con distintos colores. Es decir, descubrió una técnica de relieves en la que imprimes con la plancha un color, y luego estampas otro color encima con la misma plancha, y así sucesivamente. Esto hace que cambie la plancha a cada color, y no puedas repetir el mismo grabado. A esa técnica se le llamó plancha perdida. Compartimos algunas obras significativas del linografía.


 

En 2021 encontré en la ciudad de Granada, Nicaragua, una pequeña casa iluminada por ventanas intervenidas con óleo, y en cuyo interior habían muchos grabados vistiendo las paredes. Al asomarme salió Alicia Zamora Noguera, artista gráfica e ilustradora que encabeza el colectivo Tonatzin.


Me contó que este colectivo da continuidad al proyecto Arte, Mujeres y economía en la Red, en el que más de 21 mujeres jóvenes exploran los linograbados y la xilografía, usando como recurso la suela de zapatos. Ellas tienen edades entre 10 y 22 años y pertenecen tanto a barrios urbanos como a zonas semirurales. Con el trabajo de esta gráfica han podido exponer a nivel nacional e internacional, sorteando las diferentes crisis de los últimos años.


Me impresionaron los trabajos de autorretrato y la representación del entorno desde el ejercicio creativo. También pude ver algunos de los números de la revista Artefacto que fue bastante vanguardista en los noventa, no sólo como propuesta de contenido, sino como objeto. Alicia participó ilustrando en esa revista cuando tenía 16 años. La linografía sigue siendo una herramienta de exploración artística en diversas partes del mundo.



 

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