Stefano se despidió de su madre siendo muy joven. Ella cuenta que, cuando lo vio irse tras la esquina, seguía teniendo “el pelo de niño ingobernable”. Él, por su lado, estaba convencido de que en ese momento se veía como un adulto, a pesar de haber llorado cuando cruzó la esquina. La nostálgica historia del joven italiano que a los veinte años llega a Argentina está escrita a carbón, y se multiplica en portugueses, españoles, alemanes, polacos, irlandeses, entre otras nacionalidades europeas que decidieron subirse a un barco hace más de cincuenta años para probar suerte en los países de América.
Stefano es un personaje que huye de la miseria, pero que además se construye a base de recuerdos. La autora argentina ganadora del premio Hans Christian Andersen 2012, María Teresa Andruetto, escribe con una estructura retadora la novela Stefano: sus diálogos cortos con dos narradores intercalados, el quiebre de la estructura y su lirismo crean la atmósfera ideal para la intimidad del recuerdo. Su fuerza literaria radica en la vigencia de la anécdota, de la recreación de la nostalgia como un sentimiento que se hace constante en la actualidad. Migrar es hoy, también, una alternativa.
El autor e ilustrador australiano Shaun Tan, ganador del premio Memorial Astrid Lindgren 2011 y de un Óscar por un corto animado en el mismo año, refleja en Emigrantes la necesidad de entender la realidad del que migra. Esta novela gráfica de páginas sepias y con formato simulando un viejo baúl refleja, sin palabras, el tránsito de distintas personas a un nuevo país. Los códigos, el lenguaje, los alimentos, las flores y animales de este país son creados desde la fantasía del ilustrador, quien busca enfrentar al extranjero a adaptarse a las nuevas costumbres. La premisa es recrear los viajes migratorios del siglo XIX e inicios del XX, tomando incluso fotos de los archivos reales del museo de la isla Ellis en Estados Unidos como inspiración para las fotos carnet que reciben y despiden al lector en sus guardas. Este museo está dedicado a los inmigrantes de tercera clase y el libro logra articular un homenaje a estos hombres, mujeres y niños que decidieron dejar su país natal. En una doble página del libro hay viñetas de distintas nubes mientras viajan en el barco: esta imagen invita al lector a ser un viajero más, y sentir junto a ellos la melancolía de quien lo abandona todo por una promesa.
También está el que se queda. “Papá va y viene. Como el día y como la noche”, así inicia el viaje nostálgico de un niño que extraña a la figura paterna en el libro Papá Tatuado de Daniel Nesquens e ilustrado por Sergio Mora. Su estética viva acompaña al relato del niño que ve en cada tatuaje de su padre una posibilidad de viaje. Su mente y sus afectos transitan por el absurdo tratando de entender la inconstancia de su padre. De forma distintas, lo hace la niña protagonista de ¡Vamos a ver a papá!, libro editado por Ekaré y escrito por Lawrence Schimel e ilustrado por Alba Marina Rivas. Su voz narra, desde la ansiedad, el próximo encuentro con el padre, un hombre que viajó en busca de un futuro estable y ahora le pide a su mujer e hija que lo acompañen para darle mejores alternativas de vida a las que tenían en su país. Dejar a la abuela, a su perro Kike, a su amiga Rocío la llenan de miedo, de dudas, y no sabe si hará amigos nuevos en ese país. Sabe al menos que verá a su papá, y que la familia estará reunida otra vez. Le queda la esperanza de que algún día volverá y jugará con Rocío. Pero sobre todo con Kike.
Gazul, sin embargo, puede que nunca más vuelva a ver a su amo. El narrador de Migrar, es un niño como muchos otros que cruzan la frontera de Estados Unidos con la esperanza de encontrar una vida más digna. Este libro para niños, ganador del premio Nuevos Horizontes Bologna Ragazzi 2012, fue escrito por José Manuel Mateo e ilustrado por Javier Martínez Pedro a la manera tradicional de los indígenas de Xalitla, usando papel amate. El peculiar formato en biombo permite una lectura en forma de códice, con una ilustración de la iconografía mexicana pero abigarrada de formas modernas que anuncian el peligroso viaje del niño que narra. Junto a su familia, cruza la frontera, pasa hambre y llega a un país nuevo para buscar a su papá, encontrar un trabajo, compartir una casa con otros inmigrantes y extrañar a su perro.
Los jóvenes y niños que emigran tienen la esperanza de pertenecer, y buscan un entorno que les ofrezca una estabilidad. Entender el impacto de la nostalgia por las cosas que se quedan atrás en una mudanza es bastante complejo, aún en épocas de videochat, teléfonos de cuarta generación y redes sociales. Pero si además deben conciliar el tránsito de otras costumbres con las propias, puede impactarlos y confundirlos. La literatura establece pactos para que esa identidad tenga un sello propio, único y personal, para que, de esa forma, los niños y jóvenes de ahora puedan encontrar en estos libros seguridad, esperanza y nuevas compañías, sabiendo que Stefano, también, vivió toda esta experiencia.
*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en los años 2013 y 2014.
**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.
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