No apta para todo el mundo -aunque sea de Netflix-. Su humor es absurdo, paródico, repleto de referencias de la televisión de los noventa. Tina Fey y Robert Carlock, sus creadores, vuelven a lograr que el público se cautive y muera de la risa con los 13 episodios de la segunda temporada. Misión que muchos pensamos imposible, aunque nadie sea capaz de negar que es una historia rara, llena de personajes tan ridículos como entrañables. Sus situaciones, muchas veces disparatadas, encierran un fuerte contenido de crítica social. Por ejemplo Kimmy (Ellie Kemper) trata de entender el mundo laboral tras su encierro por tantos años, pero además busca también comprender el amor a partir del único referente que tiene: "Dawson's Creek". Que para quienes crecimos con esta serie, podemos llorar de la risa -y también entenderla- con la aparición de Pacey. Kimmy habla de ese estado constante de la adolescencia en la generación actual. Es hilarante y a la vez sarcástica con la cultura que construyó las bases de una década. Por otro lado, el actor Tituss Burgess que interpreta a Titus, es el personaje más caricaturesco de la serie pero, a la vez, el más poderoso. Él marca la pauta, es estrambótico, dramático o los que vulgarmente llamamos un showsero, pero que te cautiva con su particular forma de ver la vida. Ambos, muy a su manera, padecen de un optimismo que llega a ser hasta dulce e incrédulo frente a una sociedad tan compleja como la newyorkina.
Como parte de las secuencias o historias más poderosas de esta temporada podemos incluir: el ridículo comercial de Mentos; Jacqueline en la lucha entre reconocer sus orígenes y seguir en el estatus quo de una mujer prestante en Estados Unidos; Lilian tratando de preservar la identidad de su decadente barrio en New York; la participación de Tina Fey como la psiquiatra alcohólica que te lleva a tu lugar feliz; la salida del clóset del novio de Titus frente a la familia con la que Titus puede vivir su propia revelación al mundo; o Lisa Kudrow (Phoebe en "Friends") como la mamá de Kimmy. Sí, otro duro golpe para el espectador que se sentirá viejo, a lo Winona.
Mejor episodio: 2x10 "Kimmy Goes to Her Happy Place!", porque todos tenemos en el inconsciente un lugar Disney, en el que masacramos a los animales que cantan para ser felices; o al menos una salida del clóset, de cualquier clóset social, que nos queda por concretar.
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