Las visitas de Nani
Karsihma Chugani Nankani
Ekaré, 2018
Abrir la maleta de Nani puede ser un riesgo. Es que ella, a sus escasos noventa años, es toda una aventurera. Para los que no han tenido el gusto de conocerla, ella es la abuela de Karishma, la narradora del libro (y su autora e ilustradora). Pero también es una gran cocinera, una incansable viajera y una testigo de la historia del sur de Asia y de parte de África durante el siglo XX.
Nace en la India, país del que tuvo que migrar. Vivió en Ghana donde formó una amplia familia que, a su vez, también se fue mudando al hacerse mayores. El mapa geográfico de ella siguió transformándose en un mapa emocional, llenos de puntos de encuentros a los cuales debía asistir con sus maletas llenas de especies, telas, recetas e historias. Nani es la figura fundacional de una memoria familiar que resiste a las presiones sociales o políticas que condicionan a un país, pero también es la voz de la tradición cultural del mismo. Más que una historia es un conmovedor acto de fe en nombre de la familia.
Este libro, como artículo de apreciación estética, parece salido de sus curiosas maletas de la abuela: ambicioso en detalles, bello como objeto. La encuadernación, las viñetas, las guardas, el glosario, la forma en que se disponen las recetas, el árbol familiar o el catálogo de los vestidos de Nani son un canto de resistencia a su cultura.
Estos apuntes de la memoria se disponen en el papel como un breve experimento gráfico, donde también intervienen algunas recetas de los dulces de la India. En este gesto no solo traslada ese amor personal e identitario a sus hijos y nietos, sino que construye un diálogo sostenido del afecto del que Karishma, su nieta, cuenta una versión al lector.
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