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Actualizado: 18 ago 2021


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En Nochebuena ocurre un fenómeno inexplicable. A la puerta de los hogares de los niños llega un tren. Sí, todos piensan que se trata de un sueño. Algunos se pellizcan para despertarse. Otros, si acaso, alcanzan a verlo. Este tren suele transportar solamente niños en pijama. Beben cacao caliente, comen turrones y esperan ansiosos, sin preguntar, para llegar a su destino: el Polo Norte. Cuando el frío se hace más intenso y las luces más titilantes, saben que están finalizando el viaje. Fuera, junto a cientos de enanos, se encuentra Santa Claus ─San Nicolás o Papá Noel─ dispuesto a entregar el primer regalo de navidad. El Expreso Polar, como se llama a aquel viejo tren, estaciona a los niños en la sorpresa de este primer obsequio.


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Chris Van Allsburg, autor e ilustrador de El Expreso Polar, es un artista estadounidense de renombrada trayectoria. Es un libro publicado en español por Ekaré en 1988 y tiene, además, múltiples reediciones. Esta maravillosa historia construye una fantasía alrededor de la noche de navidad. Sus imágenes, poderosamente narrativas, muestran el viaje del tren hacia el Norte desde distintos ángulos. Narrado desde la mirada del niño ─cualquier niño o niña en genérico─ que, ese año, recibirá el primer regalo de manos de Santa Claus. Sin embargo, los planos generales, la proporción del detalle en sus imágenes, generan una calidez que contrarresta al invierno del Polo. Y, para sorpresa del lector, Santa parece mucho más delgado que el referente inconsciente de nuestro colectivo. Este detalle tampoco parece casual. Basta con ir a los orígenes de Santa Claus y toparnos con Nicola Di Bari, cuyo nombre varía según su lugar de nacimiento o por el lugar donde están enterrados sus restos.


Nicola, obispo del siglo XV, tiene en su haber un cúmulo de anécdotas que lo relacionan a lo piadoso y milagroso. Su cercanía a los niños y a las mujeres sin dote, a quienes ayudaba de forma desinteresada con regalos o monedas de oro que los liberarán de su realidad, es uno de sus tributos. Su capacidad de oración, ornamentadas con un milagroso poder de salvación, hicieron de su veneración un camino hacia el patronaje en Rusia, Grecia y Turquía. Hacerse un mito dentro de la cultura occidental como figura de la navidad ocurrió tras un desarrollo natural de su imagen y la inclusión de su figura en diversas culturas o publicación de libros. Así como tampoco es de negar que la campaña publicitaria que Coca Cola hiciera a principios del siglo XX, terminó de perfilar algunos de los detalles con los que se representa a Santa en la actualidad: el color rojo de sus vestimentas, y el carácter bonachón del anciano.



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San Nicolás, sin embargo, se pelea en combate con otras tradiciones como los Reyes Magos o el Niño Jesús, haciendo de la Navidad un espacio de tradiciones y misticismo. Una de sus posibilidades se presenta en el libro La historia de Akupai de Phillippe Lechermeier y Élodie Nohue, publicado por Edelvives, en el que se hace una apología a la navidad y a la figura de Santa, con la visita de Akupai junto a otros viajeros que viven en el ártico, para recolectar grazna y poder adquirir un tinte rojo. En agradecimiento, Akupai entrega regalos a los niños del pueblo en los que hace la recolecta, y el narrador asume, al final, el legado de este hombre.


En El Expreso Polar, por el contrario, la figura de Santa sigue siendo mítica, inmortal, como el hombre que recibe los deseos y cartas de los niños en diciembre para responderle con regalos. Este clásico de la literatura infantil fue llevado al cine en el 2004 por Robert Zemeckis, director, entre otras, de Volver al futuro y Forrest Gump. A pesar de que la reinterpretación del trabajo plástico de las ilustraciones y la estética del libro pierde mucha fuerza en la gran pantalla, el valor de la adaptación radica en establecer como núcleo al personaje del narrador, un niño que pudiera ser cualquier niño, como el héroe de la aventura un poco más truculenta que la premisa sencilla del libro. Van Allsburg había logrado en su álbum, además, una intimidad mucho más concreta y universal, enmarcando al niño en un mundo fantástico y al deseo de creer en algo más que los regalos. Es por esta razón que el primer obsequio entregado en el Polo Norte es un cascabel. Este objeto sencillo significa, para todos, algo imperecedero, musical, eterno como la figura de Santa Claus. Pero tan pequeño que se pierde en el camino de regreso. El final del libro invita al lector a creer, con mucha gracia, en todas las alternativas que estas fiestas traen. Aunque lo realmente valioso, es el último gesto de Santa Claus, con aquel regalo bajo el árbol, que representa la esperanza de seguir creyendo en la magia de El Expreso Polar y de la Navidad.

*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en el año 2014.

**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.

 
 

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Las clases empezaron otra vez y Charlie está intentando “involucrarse”. Entiende que su antigua amiga Susan está ocupada en otros asuntos, como los chicos, así que ya ni se atreve a saludarla. Además sabe que su amigo Michael no volverá a sentarse con él en las gradas, se suicidó la primavera pasada. Cuando se enteró de lo que había sucedido, Charlie no paró de llorar hasta que su hermano lo consoló. Por eso este nuevo año se siente verdaderamente solo y parece que lo único que lo mantiene ocupado es leer libros que su profesor de literatura constantemente le recomienda. Hasta que conoce a Patrick y a Sam. Unos hermanastros que revolucionarán su vida.

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The Perks of Being a Wallflower (Las ventajas de ser invisible en Latinoamérica y Las ventajas de ser un marginado en España) es una novela epistolar escrita por el guionista, escritor y director estadounidense Stephen Chbosky. Fue publicada por primera vez en febrero de 1999 por la editorial MTV Publishing, siendo un éxito en ventas. Este bestseller traducido a 31 idiomas, fue  llevado al cine en el 2012 por el mismo escritor, editando sin sutilezas algunos aportes del libro. Hoy llega a nuestras librerías en manos de Alfaguara Venezuela, con una cubierta igual al afiche de la película.


Es un libro comparado por los críticos con el clásico de J.D. Salinger, El guardián entre el centeno (1951), por su afán provocador y las claras referencias al sexo y las drogas entre los adolescentes. Su contenido, durante los primeros años de su publicación, hizo que este libro fuera censurado por la Asociación Americana de Bibliotecas en varios estados del país. Su lectura inquietante se enfoca en Charlie, joven de quince años, en cuya aparente timidez se teje una serie de traumas. Su desafortunado pasado con la tía Helen y la reciente muerte de su amigo lo hacen víctima de muchas preguntas sin respuestas. Es una persona triste que aprendió a fuerza de costumbre a vivir con ello. Pero este abuso constante a sus emociones se ve aliviado ante la libertad que representan sus nuevos amigos: Patrick y Sam.


Los hermanastros, amigos por sobre todas las cosas, son cuestionadores de la sociedad y de sus vidas. La agudeza crítica de Charlie se ve reconfortada ante su presencia y sus inquietudes son finalmente expuestas, al fin, ante no solo el profesor de literatura, personaje que implica un importante apoyo en su crecimiento personal. Las referencias a libros, canciones, películas y series de televisión crean un universo alternativo, del que el lector se apropia como si perteneciera a él. La lectura de Matar a un ruiseñor, Peter Pan, El gran Gatsby, En el camino o incluso El guardián entre el centeno son algunas de las obras literarias con las que Charlie intuye una vocación de escritor, creando a este personaje ficticio a quien le remite sus cartas. Un juego literario y, al mismo tiempo, un ejercicio terapéutico a favor de sí mismo.


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Sin embargo es en la música donde los tres personajes principales encuentran un alivio: The Smiths, U2, The Beatles, David Bowie, Pink Floyd, The Misfits, son algunos de los referentes musicales de los que se apropian para darle banda sonora a su historia. Cada uno, por su parte, va perfilando un espacio distinto en su vida emocional. Patrick, homosexual, asimila su necesidad de tener un amor que lo respete. Situación similar en el caso de Sam, heterosexual, que se introduce en el juego de la condescendencia, atacando su amor propio. Charlie, por el contrario, es certero con el amor. Su condición de tristeza poco tiene que ver con su familia, o eso quiere creer, y es en los amigos en los que busca una alternativa de desahogo. Pero, cuando el mundo de los tres se descalabra, Charlie es quien realmente estalla y quien no puede tolerarlo. La tristeza, disfrazada de aparente costumbre, implosiona. Y toda la fortaleza de la juventud termina siendo una máscara de una persona sin herramientas emocionales para continuar.


Es una novela que recuerda la trama de Donnie Darko, por sus vinculaciones con el tratamiento psiquiátrico, pero que, como la historia del joven vestido de esqueleto, no deja de tocar temas claves y sensibles de la adolescencia, como el rechazo social, el descubrimiento de la sexualidad y el valor de la amistad. Después de todo, ser como se es es una ventaja ante el mundo. Quizás nunca descubramos las razones por las estamos en una situación y si la culpa es de la tía Helen, de la abuela o de mamá. Pero si se tienen amigos y familia con quien compartir la rareza y complejidad de algunos sentimientos, no todo está tan mal para volver a empezar y sentirse infinito.



*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en el año 2013.

**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.

 
 

Actualizado: 4 sept 2021


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Hay un hombre en la orilla. Nadie en la Isla sabe de dónde viene, ni por qué su barca vino a encallar justamente en su apacible hogar. No saben qué hacer. Sospechan, analizan, discuten. El hombre es un humano cualquiera: puede ser blanco o negro, lampiño o velludo, flaco o gordo. No importa su apariencia física, sino lo que representa. “No era como ellos”. Ese hombre es un extranjero. Y viene a enturbiar la paz de esta pequeña Isla.


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En el 2007 la editorial Lóguez publica en español La Isla, un duro y reflexivo libro álbum creado por el autor e ilustrador suizo Armin Greder. La historia de este foráneo se cuenta desde la perspectiva de la pequeña sociedad jerárquica de una isla. En este territorio, los que hablan más fuerte son aquellos a quienes la mayoría sigue. El pescador, por el contrario, imagen del sentido común en el texto, propone posibilidades de convivencias con este recién llegado. Ideas que, en su momento, serán condenadas también al exilio. Su lectura, provocadora, se enriquece con ilustraciones expresionistas, heredadas de Edvard Munch, con representaciones de la angustia de este pueblo que se va dejando arrastrar por el miedo a lo desconocido, y que conecta con los referentes de un adulto que se une en complicidad con la lectura de este libro.


La doble moral de los habitantes de la isla es uno de los constantes juegos: el texto enuncia una utopía, y las ilustraciones dejan en evidencia las reacciones del ser humano ante el miedo. Un libro que no sólo habla de la xenofobia, sino que profundiza en los instintos más básicos del ser humano y su reacción ante el miedo. El extranjero no calza bien en el coro de la iglesia, las costumbres de los salvajes “dicen” que pueden ser terrible y “los niños tienen miedo de él”. ¿Qué hace este extranjero? Nada. Su cuerpo permanece encerrado en un establo, pero la sola idea de su existencia se infiltra en las mentes de lo hombres y las mujeres. Es un asesino, es el diablo, es el Coco, pueden ser todos los monstruos y las pesadillas. “El otro” está al servicio de la creatividad del miedo, y deja de existir como persona para ser el blanco de las inseguridades de la isla.


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Los niños, sin embargo, son representados como imitadores del adulto. La conducta, decisiones y temores de los más grandes son repetidos, como un patrón, por la infancia de la Isla. El extranjero, de esta manera, no tiene más alternativas. Al llegar a un nuevo país debe encontrar la forma de adaptarse, pero con sólo pisar la arena perdió el derecho a expresarse, a defender sus ideas y a pedir asilo. No tiene voz. Los demás deciden por él, porque no tiene oportunidad de defender su punto de vista. Es hombre o mujer, adulto o niño, alto o bajito. Es indiferente.


La tolerancia se marcha de la Isla, y junto a ella se aplican todas las terribles decisiones con las que se cierra esta historia. Un libro amargo, que contempla la reflexión de forma natural, desde una incómoda cotidianidad. No en vano el título: La Isla. Una historia cotidiana. Merecedor de varios premios, el libro interpela al lector con un tema complejo, acercando al niño, al joven y al adulto a una obra de arte que invita a la reflexión. Un hombre en nuestra orilla es alguien distinto, queda de nosotros reaccionar para acercarnos a él sin ideologías, condenas o miedo. Cuando menos lo esperes, puedes ser el otro.


*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en el año 2014.

**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.

 
 
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Cultura, libros, infancia y adolescencia

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ilustración de las jornadas @Miguel Pang

ilustración a la izquierda @Juan Camilo Mayorga

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