Juul tenía rizos. Rizos rojos. Tenía, porque Juul se los quitó. Sí, se los sacó con violencia el día que otros niños le dijeron que tenía caca roja en la cabeza. No pasaba nada. Era pelón, ¿y? Era sólo cuestión de acostumbrarse. Pero no. Se le veían mucho las orejas, grandes orejas. Los demás comenzaron a burlarse de él nuevamente: Dumbo, ¡échate a volar! Y a pesar de que sí quería volar lejos de ese lugar, no tuvo capacidad para pensar en otras alternativas. Así que se las arrancó de dos fuertes y rabiosos tirones. Juul sólo quería agradar, ser como los demás niños, pertenecer a ese lugar. Sus compañeros, por el contrario, recitaban defectos inventados. Por eso Juul se fue deshaciendo de los ojos, la lengua, los brazos, las piernas…
“¡Qué violento!”, acusan muchos de los lectores como primera impresión. Pero sí, es un libro poco piadoso, que agrede, que atenta contra la ausente capacidad de reflexión en la sociedad. Juul no sólo es un relato de Gregie De Maeyer con ilustraciones poco convencionales de Koen Vanmechelen. Es un libro donde los textos son sencillos pero contundentes y donde el sobrio fondo blanco hace de escenario para el desmembramiento paulatino de la figura que nos invita a pensar en Juul. Las imágenes están hechas a partir de una estatuilla de madera color tierra que alude a una irreverente figura humana. Los insultos que son proclamados por los demás niños hacen que el personaje se queme, se quite los miembros hasta quedar sólo con su cabeza. Es una alegoría potente al bullying y a sus consecuencias. El libro editado en español por Lóguez está inspirado en la noticia de un diario belga que relató la terrible historia de un joven de 13 años que se suicidó tras la presión que significaba el ataque diario de sus compañeros.
Hace algunos años, en España, el narrador oral y escritor Paco Abril, creó una experiencia lúdica para acercar a los niños al relato. El artista gijonés Juan Stové fue el encargado de reproducir la figura de Juul en sus distintos estadios de desconstrucción. Dentro de la galería se iniciaba el recorrido con la pregunta: “¿Os gusta que los insulten?” Obviamente la negativa era general. Durante el tránsito de la exposición, la lectura del texto y el enfrentamiento visual con la imagen iban decantando las emociones, demostrando que la puesta inicial producía al principio una risa escandalosa y que, a medida que Juul iba arrancándose más y más partes, ésta se iba apagando hasta alcanzar una seriedad reflexiva, alarmante.
Recientemente, a través de las redes sociales, se hizo viral un video del colegio Los Robles en Maracaibo colgado en YouTube. Eso dejó en evidencia cómo el acoso escolar es un tema que pertenece a la cotidianidad venezolana. En el video, un grupo de adolescentes arrinconan, descalifican y amedrentan a uno de ellos, quien no tiene las herramientas para defenderse. Como ya es costumbre en nuestra cultura, algunos piensan que la culpa es del chico que no se defendió, produciendo otra burla sobre su cobardía, pero pocos reflexionan sobre la agresión. Es imposible no pensar en Juul y en que el problema no sólo radica en los atacantes, sino en el observador que graba con su celular, quien no ejerce ningún tipo de intervención en defensa del chico atacado, ni entiende la gravedad de lo ocurrido.
En respuesta a situaciones similares que han venido sucediendo en Venezuela, el Banco del Libro creó el proyecto Palabras por y para la no violencia aplicado en los colegios de Baruta, donde se invitaba a los niños a hacer una reflexión sobre el insulto, enfrentándose a la violencia verbal que hoy es parte común de nuestra convivencia. Por este necesario trabajo, donde fue puesta en práctica la corrosiva lectura de Juul, el Banco del Libro fue merecedor en el 2012 del Premio UNESCO-Hamdam Bin Rashid Al Maktum.
La violencia en el aula de clase e incluso en el día a día, no sólo se erradica creando conciencia sobre el valor de la palabra, sino incentivando un cuestionamiento severo a los discursos oficiales e incluso de la historia. Ayer, por citar al menos un ejemplo, se celebró en Venezuela el Día de la Juventud, en virtud a la Batalla de la Victoria de 1814, en donde se armó a varios estudiantes universitarios y seminaristas a falta de un ejército sólido que pudiera vencer a los realistas. Otras son las condiciones actuales, pero fundar el Día de la Juventud sobre una batalla, más allá del sentido patriotero, insta a la ausencia de una independencia real del joven.
Hoy son muchas las razones por las que debemos sentarnos a pensar sobre lo que ocurre en Venezuela, la manera en que nos relacionamos entre nosotros, el porqué de la violencia y las reacciones que tenemos ante ella. Es un momento clave para entender, de cara a los niños y jóvenes, las razones por las que la agresión es una constante, y fijar nuestra propia posición ante estas circunstancias. ¿Somos como Juul? ¿Respondemos como los niños que lo atacan? ¿O seremos finalmente Nora, esa niña que aparece al final del libro, con su cochecito de muñecas, recogiendo las partes de un país que se desmembra?
*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en el año 2014.
**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.
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