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No la busco. No hace falta. La poesía de Gina Saraceni siempre me alcanza. Y lo agradezco, como siempre agradecí todo lo que sus clases en el máster de la USB me enseñaron y transformaron."Adriatic" es un ejercicio de la memoria de quien rota por los mapas, del lenguaje de la migración a dos bandas. Por un lado, sus padres que viajan de Italia a Venezuela en los años '50, pero luego también de ella viviendo en Colombia. De hecho, este poemario se publicó originalmente por la Universidad Javeriana y luego Rowena Hill lo tradujo para la editorial Alliteratïon en Miami.


Esta edición recoge un itinerario de viaje emocional a través de la llegada de sus padres. Entre sus páginas, los versos se confunden con los registros fotográficos del viaje, de la reconstrucción de una identidad. Leerla me llevó a los propios mapas e imágenes de mi pasado familiar, de mi madre y padre. Me resonaban, aunque resueno más con otros de sus poemarios.


También encontré paralelismos con sus poemas de otros libros como "Casa de pisar duro"; o entre el imaginario de La Guaira y Bogotá. Hay un contraste de la luminosidad/el opacamiento, del ruido de los pájaros/el de la ciudad, las brumas; las palabras ausentes que cambian sentidos.


Al final, pone siempre el eje en el mar. Unifica el Caribe con el Adriático a través de la posibilidad poética. Es el lugar de encuentro para el recuerdo, la creación. Su ausencia transforma este lenguaje, lo silencia.


Gina dijo en entrevista a Hernán Vera para El Nuevo Herald: "En este sentido la naturaleza es lo impredecible, lo que se manifiesta para tocarnos emocionalmente. El mar, las cañas, los perros de la playa, los troncos de madera en la orilla, la cabra, las plantas silvestres, las palmeras, los pinos de las Islas Trémiti, el monte seco son presencias que interpelan al poema, lo sobrecogen y piden ser escritas. Además, como aparece en el poema "Geografía", mi abuela materna que era alemana, siempre me repetía: "Guarda la natura" ("Mira la naturaleza") y esa frase fue y sigue siendo un mandato, una herencia que me induce a escribir. Mirar "lo que tarda en revelarse" es mirar lo incumplido de lo viviente".

 
 


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Cuando supe que Ana Blandiana era una de las personas que recibiría el Premio Princesa de Asturias de este año, me acordé de haberla revisado cuando leímos los libros de Tatiana Tîbuleac. Sus poemas me trasladaban a una una voz instalada en medio de una situación social contenida. Es una vida en rejas que saca sus manos en forma de palabras. Ojo, es mi sensación. Creo que eso me afectó. Esa extraña resignación de la no pertenencia, de la insistencia. No en vano fue tan censurada en Rumanía.


En estos días leí dos de sus poemarios y un libro de relatos. Que bien escribe prosa. Me gustó mucho no solo su trabajo estético con la palabra y la construcción de sentidos, sino también el trabajo de las traductoras. No en vano Blandiana le agradece en algunos de sus libros.


Los poemas son más irregulares pero me oprimen igual. Algunos son muy potentes.Les dejo un par de citas de una entrevista que esta autora dio para Letras Libres.


Ana Blandiana: "En aquella época, vivía en un mundo que estaba apunto de romperse, pero nunca se rompía. Era una aberración que nunca se terminaba y es eso lo que me ha marcado; es una marca política, pero también existencial. Por eso, mi poesía se transformó en un análisis de la aberración del mundo".


[...]


"En todas las lenguas la palabra “resistir” tiene doble significado: seguir en la vida u oponerse a algo. Como cualquier otra cosa que es esencial, la poesía es una forma de seguir vivo en este mundo falso, en donde la mentira es la única materia prima y donde todo lo auténtico adquiere connotaciones peligrosas. Las autoridades no prohibieron mi poesía porque fuera política, en raras ocasiones he escrito poesía con acento político, pero lo que yo escribía se percibía como subversivo porque se daban cuenta de que era verdadero".

 
 


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Nivek trabaja en unas minas de coltán. Niño del Congo que pasa de la rudeza del trabajo forzado, a la brutalidad del ejército. Su inquebrantable humanidad, lo llevan a huir. Cruzará África para llegar a Europa. Busca iniciar una vida diferente, fuera del entorno violento en el que le toca representar a este personaje temible.


Su viaje iniciático apunta a la redención. No porque Europa se traduzca en futuro, pero si un contexto diferente, ajeno. Inicia un duro viaje donde aprender de la naturaleza, de la ambivalencia adulta, de lo injusto y la supervivencia. Su lado piadoso lo acompaña a reformular sus acciones, aún en situaciones extrema.


Esta novela gráfica no sólo se sostiene a través de esa mirada de Nivek, sino del trabajo plástico de Sergio García y Lola Moral. La forma en cómo articulan las acciones a través de las viñetas, fusionándose los territorios, las formas, cambiando las perspectivas o las proporciones, donde lo humano se mezcla con la naturaleza, la violencia, el amor o lo comunitario.Además se detiene en generar espacios simbólicos en situaciones que son insalvables. El uso de la paleta de color y el diseño minimizan su rudeza. Así como también construyen imágenes tradicionales, cuando el relato transita por una fábula cuasi fantástica que ayuda a darle un sosiego a la historia.


Nivek busca construirse una identidad pero es constantemente obligado a borrarse como el resto. En ese sentido la crítica social contenida en los procesos migratorios y sus motivaciones es inclemente. Este es un libro duro. Sin alternativas. Pero a la vez con una profunda investigación, riesgo y humanidad.


Conocí el trabajo de su autor Antonio Altarriba, a través de El Ala Rota, novela que trabajé a profundidad. Y aunque sigue gustándome mucho su trabajo, no puede dejar de preocuparme la representación. ¿Esta es realmente una historia de un niño del Congo?, ¿o es la suma de los horrores que se quieren señalar siendo un autor europeo?, ¿cuánto de honestidad hay en esta historia y cuánto de posibilidad? Ya me había ocurrido lo mismo con las películas Yo, capitán. Esto da para una entrada más larga en el blog. Este libro recibió el Gran Prix de Critique ACBD 2024.

 
 
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Cultura, libros, infancia y adolescencia

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ilustración de las jornadas @Miguel Pang

ilustración a la izquierda @Juan Camilo Mayorga

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