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Actualizado: 13 ago 2024



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PITCHIPOÏ

Jacqueline Göldberg & Juan David Quintero

Tragaluz


Pitchipoï es una palabra secreta. No necesariamente un secreto que se esconde, sino uno que se revela, pero cada vez que lo hace aparece de distinta manera. Es una palabra que se metamorfosea. Es un lugar a donde ir, un territorio por explorar, una palabra para un poema, un recuerdo de la infancia o un refugio para la memoria. A partir de la palabra se sostiene la relación entre una niña con su padre, desde el sutil recuerdo de sus viajes por carretera. "¿Dónde vamos?", pregunta ella. Y siempre recibe la misma respuesta: "¡Vamos a Pitchipoï!".


Un sublime y enternecedor texto poético ilustrado, que revela la genealogía de esta palabra a través de la historia del padre y el impacto del holocausto en la memoria familiar. Es un libro que vincula al poder de la palabra y de los imaginarios como respuesta al horror y el trauma en situaciones de conflicto. Ubica a la metáfora como una posibilidad de fortaleza y esperanza.


Su delicado formato artesanal y la sencilla propuesta de ilustración de Juan David Quintero Arenas fusionan el recorrido por la carretera, así como recoge elementos minimalistas que potencian estos recuerdos. La sencillez de la propuesta: un viaje vacacional con la familia, es un importante atributo para disfrutar de este logrado poema de la autora venezolana Jacqueline Goldberg. Solo a partir de los sonidos y metáforas que le atribuye la narradora, el lector descifrará el origen de una palabra que se propone a partir del juego poético.


Esta palabra se transforma finalmente en una máscara que disfraza a la guerra: "con el tiempo, dejó de significar horror y despedida. En cualquier orilla, un país en ninguna parte". Pitchipoï termina siendo, como lo fue al inicio, una vía de escape, un lugar feliz al que asistir, y una palabra que nace del horror para subvertirlo desde lo imaginario.


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LA CARTA DE LA SEÑORA GONZÁLEZ

Sergio Lairla & Ana G. Lartitegui

A buen paso


La señora González intenta escribir una carta dirigida al señor Lairla; una carta de amor. Y decimos que intenta porque pasa toda la noche redactando sus sentimientos sin imaginar siquiera que esas palabras tendrían que cruzar una real odisea para llegar a su destino. Pobre del cartero que es devorado por un pez, un gigante, un león... ¡Puff!

El rescate editorial que hace A buen paso de este libro, publicado originalmente por Fondo de Cultura Económica en el 2000, es una de las grandes alegrías terrícolas de este 2019. Nada es gratuito en este libro: ni las ilustraciones con sus detalles, ni la estructura del relato, ni la palabra poética que, en su periplo personal, crea un viaje circular, casi infinito, que lleva al lector a un buen puerto.

Pero, sobre todo, este libro es una historia de amor. Un juego de metaficción (basta con comparar los apellidos de los personajes con el de su autor e ilustradora), que, nos hace evocar el poderoso sentido de la palabra como poderoso artilugio. Eso, en tiempos donde la imagen lo traga todo, es una celebración absoluta.


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PUEBLO FRENTE AL MAR

Joanne Schwartz & Sydney Smith

Traduce Verónica Uribe

Ekaré, 2019

medalla adolescente


Levantarse todas las mañanas con vista al mar. Así transcurre la vida de este niño que, desde un pueblo marítimo, conduce al lector a conocer su rutina. Recorremos un pueblo apacible, unos paisajes que arropan la vista y descubrimos aquello que no se ve: la mina debajo del mar. La misma mina en la que, encerrado, trabaja el padre del protagonista día tras día. Entramándose un diálogo entre la luz y la sombra como pilar fundamental de esta historia, de la construcción narrativa este libro.

Este álbum de texto sencillo y con una muy bien lograda traducción revela las estampas tradicionales de un pueblo minero. Dedicado e inspirado en las minas de carbón de Canadá, la historia busca evocar el pacto silencioso que existe entre generaciones alrededor del trabajo en la mina. Lo hace, eso sí, desde el encantamiento lejos del carbón. Apela a la emoción que impregna el discurso de la imagen: impresionantes dobles páginas realistas que muestran el hogar, la familia, el mar (el efecto del brillo en el mar es impresionante), el pueblo, que son interrumpidas con juegos de viñetas que fortalecen esta imagen rutinaria del pueblo.

MEDALLA: La historia es consciente de su simpleza, es para niños, tal vez de ocho, nueve, pero el final nos toca a todos por igual. El lector que viva en pueblos con tradición minera debe sentirse identificado con el libro, pero más allá de sus singularidades, el libro habla de la familia, del amor, de la memoria. Las ilustraciones son impresionantes, es que parece el atardecer en el mar, da una paz increíble. Aunque sentimos cierta trampa narrativa entre lo que ocurre en la mina y en el desenlace, preferimos quedarnos con el final feliz porque ya es suficiente duro no poder salir del pueblo y tener que ser minero como víctima de una tradición. A menos que quiera ser minero, pero no parece convencido. ¿Cómo retrata al humano? Desde la tradición, el compromiso con su familia, con la tierra en donde nació y su destino. Un peso que se carga desde la infancia. Y luego está el mar, el mar misterioso, inabarcable, un poco como el universo, ¿no?
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Cultura, libros, infancia y adolescencia

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ilustración de las jornadas @Miguel Pang

ilustración a la izquierda @Juan Camilo Mayorga

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