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IMPOSSIBLE LIGHT

UBOA


Géneros: death industrial, ambient oscuro, noise

Accesibilidad: nula

Duración: 41 min, 17 sec



La dureza del colectivo LGBTIQ+ ante un futuro cada vez más lúgubre.

ESTE año ha sido particularmente duro contra el colectivo LGBTIQ+. Los bulos han sobrepasado a las noticias reales, los derechos han retrocedido de la mano del avance del fascismo y la aceptación de ciertos sectores del colectivo está bajo mínimos. Todo esto, cómo no, se ha visto sustancialmente agravado por el resultado de las elecciones en EE.UU. Que Dios nos ampare.


A estas alturas, casi sobra decir que la gente del colectivo trans se ha llevado la peor parte: su uso por parte de grupos de ultraderecha como chivo expiatorio ha causado que reciban violencia de forma desproporcionada, aumentando los casos de ataques y/o abusos a niveles alarmantes.


En medio de este clima de horror entra Uboa, el proyecto de Xandra Metcalfe. Viniendo de ella, ya nos podíamos esperar un disco difícil de escuchar: su anterior proyecto, The Origin of my Depression (2019), que narraba su forcejeo con su propia identidad de género y su transición, consiguió erigirse como uno de los discos más agonizantes de la década. En cierto sentido, este nuevo disco no es más que una mejora de los elementos ya presentados en su anterior trabajo, al punto de que la propia Xandra los describe como “discos hermanos”. 


Impossible Light presenta muchos sonidos ya vistos anteriormente, pero con capas y capas de refinamiento, a veces más sutiles y a veces más sustanciales. Entremezcladas con el sonido metalero de voces gritonas y guitarras pesadas, encontramos las secciones de drone que tanto caracteriza al proyecto de Xandra, con capas y capas de ruido de fondo (Phthalates) que, según progresan las canciones, empiezan a pasar a primer plano hasta volverse el elemento principal de las canciones (Weaponised Dysphoria). Todo esto, en conjunto con el sonido ya de por sí opresivo de los pasajes de metal (Endocrine Disruptor, Sleep Hygiene) hace que el disco se vuelva cada vez más constrictivo y oscuro.


Pero hay luz al final del túnel, siempre la hay. Impossible Light/Golden Flower, la última canción del disco y la más larga, cambia completamente el sonido, desplazándolo más hacia el dark ambient con la introducción de una caja de música como instrumento principal. Aunque su letra tiene toques agridulces (sobre todo el verso final, que es de esos que se te graban a fuego en el alma), esta canción hace algo especial: cierra el disco recordando que, a pesar de lo desesperanzador que pueda parecer el futuro, siempre hay que tener esperanza porque éste sea mejor.


 
 

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BRAT

CHARLI XCX


Géneros: electropop, EDM, bubblegum bass

Accesibilidad: muy alta

Duración: 41 min, 23 sec



Este año, Charli ha teñido el mainstream y el Internet de verde neón.

ES complicado hacer justicia en un párrafo al enorme impacto que ha tenido este disco en el mainstream de la música de este año. Desde su primer anuncio en febrero hasta su lanzamiento en junio, todo el mundo se subió al tren de Brat: sus fans empezaron a hacer merch personalizado con la carátula del disco, comenzaron a aparecer memes cambiándole el texto… En lo que pareció ser un pestañeo, todo el mundo era brat, todos se identificaban con el color verde neón. Todo esto, cómo no, sin mencionar la cantidad descabellada de promoción que recibió el disco: con sus numerosos videoclips y remixes, este disco recibió apoyos tanto por su propia discográfica como por otros artistas. Era obvio que el disco iba a ser un bombazo en ventas, y que el tan esperado brat summer iba a dejar de ser un concepto y pasar a ser una realidad.


Pero dejándonos de promociones: una gran parte del triunfo del disco se debe, cómo no, a su enorme calidad. No hay un solo segundo de las quince canciones que componen el disco en el que se pueda decir que la calidad decae, a pesar de su gran variedad estilística. Se nota mucho la influencia de A.G. Cook en la producción, así como las referencias a sus discos anteriores, especialmente a how i’m feeling now (2020) y a CRASH (2022) en los cortes más experimentales y los más mainstream respectivamente.


Tal vez el caos entre canciones sea lo que más entrañable hace el disco: el paso de las canciones de fiesta con la electrónica más fuerte que las restricciones del pop permiten, a las baladas de bajón absoluto, se hace sin casi ningún tipo de detención. El uso de leitmotifs y la coherencia temática del disco (el paso del tiempo, los recuerdos agridulces, su popularidad y, sobre todo, la fiesta como experiencia) también ayudan a aportar cohesión.


Es curioso que este disco sea el que ha catapultado a Charli a lo alto del mainstream, pues su disco anterior, CRASH, era mucho más pop. Parte de la razón se debe a que, ante todo, Brat derrocha personalidad; desde los conflictos más personales de Charli hasta los momentos de festejar hasta perder el conocimiento, todo el disco es identificablemente suyo. Y tal vez eso es lo que le faltaba a un mainstream excesivamente sanitizado y comercial, ese algo que este disco tiene: algo de personalidad.


 
 

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LIVES OUTGROWN

BETH GIBBONS


Géneros: folk de cámara, folk psicodélico, art rock

Accesibilidad: alta

Duración: 45 min, 51 sec



El ansiado retorno de una gran vocalista rellena el vacío de su ausencia.

“DESAPARECIDA en combate” sería una buena descripción de los últimos años de Beth Gibbons. Tras el lanzamiento de Third (2008) con Portishead, sus apariciones habían sido breves: algún sencillo por aquí, alguna colaboración por allá (destaca su contribución a Mother I Sober, de Kendrick Lamar). Por eso no es de extrañar que el lanzamiento de este disco, once años después de que se anunciara el inicio de su grabación, generase tanto revuelo.


A pesar de lo que sus fans más acérrimos podían estar esperando, aquí no encontramos ningún elemento electrónico ni de trip hop, de los que hicieron a Portishead un grupo tan famoso; no hay samples ni sintetizadores. no hay nada. En las diez canciones que forman el disco, no encontramos casi nada más que su voz (tan poderosa como hace veinte años) y guitarras acústicas, a veces acompañadas de algún que otro arreglo de cuerdas. Sólo eso es necesario para que este disco se erija como uno de los mejores del año, haciendo testamento a sus habilidades como cantautora.


Por lo general, mucho de lo experimental visto en sus discos anteriores se ha sustituido por una mayor refinación. Eso no quiere decir que haya desaparecido: Rewind y Beyond the Sun muestran sonidos mucho más oscuros, que aportan elementos de krautrock y americana respectivamente. Por lo general, encontramos canciones mucho más atmosféricas, entre las que destacan Lost Changes y Oceans, canciones luminosas que recuerdan a su disco con Rustin Man.


Pero donde destaca realmente el disco es en sus letras, en las que Beth reflexiona sobre su vida, el paso del tiempo, su envejecimiento y la muerte, siendo el elemento más pesado del disco y el que aporta una mayor oscuridad a su sonido, tal vez por la cotidianidad con los que los trata. Puede que ese sea el mensaje detrás del disco; aprovechar cada momento como si fuera el último. Puede que no volvamos a ver otro disco de Portishead, pero Beth Gibbons ha sabido rellenar el vacío que dejaron.


 
 
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ilustración a la izquierda @Juan Camilo Mayorga

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