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Carache recibió la visita de la mujer más hermosa que vio persona alguna en ese pueblo: “cuerpo lozano, pecho arrogante y larga cabellera azabache”. El impacto de su llegada distrajo a Marcos y a José María, dos amigos que bebían y que ahora cortejaban a la mujer recién aparecida. Ella, coqueta, recibió los halagos y llevó a los dos hombres hasta su casa. Allí recibió también a Carlitos, un pequeño violinista que amenizó la velada llena de miche y trago. Hasta que de repente José María y la mujer desaparecieron, y solo quedó de ellos un perturbador sonido. “Compadre, vámonos”, pero el extraño ruido seguía. Después llegaron la angustia, el miedo y, por último, una chillona voz.


La sensación de miedo es costumbre en la obra de la autora venezolana Mercedes Franco. Es u

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na autora reconocida no solo por la constante investigación y recolección de los relatos de tradición oral, sino también por enfrentar a los niños y jóvenes al imaginario propio del terror. Sin embargo, ella lo hace con un toque de ingenuidad y candidez, espíritu propio de este tipo de narraciones. Su libro más conocido ¡Vuelven los fantasmas! fue editado originalmente en 1996 por María Elena Maggi para Monte Ávila editores, con ilustraciones de Mariana Díaz. Esta atractiva edición del libro fue  incluida en la lista de honor IBBY en 1998 y reconocida por Los mejores del Banco del libro en su reimpresión de 2002. Actualmente fue rescatada y editada por Planetaen otro formato.


Pudiéramos hacer un recorrido amplio por la obra de Franco, que incluye el valioso Diccionario de fantasmas, misterios y leyendas publicado por Libros de El Nacional; La Piedra del Duende (Santillana), Fantasmas de la noche (Cadena Capriles), AnnieBonny, la pirata (Thule Ediciones) o Cuentos de la noche, publicado por Playco, que obtuvo mención de Honor en el concurso de narrativa Julio Garmendia, edición 2002. Este último fue el libro desde donde partió la selección de relatos que actualmente acaba de publicar Ediciones Ekaré bajo el título La Sayona y otros cuentos de espanto. Ilustrado por Stefano Di Cristofaro, está conformada por ocho cuentos que intentan abarcar regiones, épocas y temáticas distintas, todos enmarcados en la tradición venezolana. El relato que le da nombre al libro se escribió desde la variante andina de la historia, menos conocida, y llamada “La Dientona” o “La fiera”.



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Araya Goitia, quien se encargó de la edición, apunta que la publicación del libro en la colección Zaranda se debe al rescate de la tradición oral: “todos sus cuentos parten del germen de leyendas locales que ella escuchó a lo largo de los años de parte de campesinos, pescadores y sus abuelos… y como tal forman parte de un inmenso legado de tradición oral que necesita ser documentado y difundido”. Pero además le sumaron un aporte distinto al libro con la inclusión de anexos informativos para potenciar la curiosidad del lector más joven. Este segmento es como una búsqueda en Google que sintetiza en el papel datos históricos, anécdotas, costumbres, creencias, música o fauna criolla presente en los relatos. Buscaron rescatar el proceso de investigación de cada historia recogida en el libro y con la intención editorial de dar un carácter lúdico e, incluso, pedagógico.


No por esto es un libro necesariamente escolar. La dirección de arte hecha por Alejandra Varela se encargó de cuidar cada uno de los detalles del libro: las viñetas, las guardas y los títulos; cada elemento recrea de forma orgánica la edición del libro que se potencia con las aguadas con las que el ilustrador da vida y, a la vez, ensombrece el libro que, en este caso, le da un valor añadido.


Las ilustraciones para este primer libro del joven Stefano Di Cristofaro sorprenden. En palabras de Araya: “él decidió trabajar con chimó, luego fotografiar y tratar digitalmente con las ilustraciones. Varias de estas imágenes fueron repetidas hasta que encontró la clave. Basta con ver a las mujeres soplando embrujos y cantos a Mamá Inés en el Gran Yaguarín, a quienes Stefano envolvió en el misterio del humo y generó toda una narración distinta en la imagen”.


Estos relatos hablan de miedos y espantos desde la narrativa esencial de la oralidad, pero con sólidos personajes, imaginativos e increíbles, que aportan un ritmo a la lectura. A esto sumamos un diseño que busca darle personalidad al libro, con ilustraciones que revelan un discurso original, caricaturesco y aterrador. Es un libro para volver a sentarnos en círculo e infundir terror mediante la lectura y la imaginación, para dejarnos devorar por sus historias porque, como concluye Goitia: “la Sayona es así: te agarra y no te deja”. ¡Crac, crac, crac!


*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en el año 2014.

**Escrito a cuatro manos entre Isa Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.

 
 

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María y Alberto se llaman igual que sus padres: Alberto y María. Son hermanos y viven en una campiña francesa. Todo es ideal y bucólico: “tan propio de la infancia”, dicen muchos sobre la edad dorada. Pero la diferencia de esta situación reside en el motivo. La vida de esta familia en el campo se debe a la revolución francesa, ellos decidieron internarse en otro paisaje para evadir los cruentos eventos en contra de la monarquía. Allí Alberto padre determina, en el aislamiento, formar a sus hijos con textos literarios que “funcionan como un modelo de proyecto educativo”.


Amenodoro Urdaneta publica el Libro de la infancia por un amigo de los niños en 1865, considerado por muchos especialistas como el primer acercamiento a la literatura para niños. Sus textos no se afianzan en lo pedagógico, sino en el humor, la imaginación y, sobre todo, en la consideración de la lectura como forma de placer en la infancia. Es un objeto particularmente alto, de una cubierta verde, con una cinta para amarrarlo al cerrar y que, insospechadamente, se encuentra en casas de muchas personas en Venezuela. Hijos y nietos que, probablemente, no conocen el valor del libro que reposa aletargado en sus bibliotecas.


Este, como tantos rastreos históricos de la literatura infantil en Venezuela, se encuentra recogido en el libro Panorama breve de la literatura infantil en Venezuela que, recientemente, editó la Fundación BBVA Provincial. Su autor, el especialista Fanuel Hanán Díaz, lo cataloga como “un estudio historiográfico de la literatura infantil venezolana que abre muchas posibilidades para continuar otras investigaciones”.

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Este libro hace un arqueo de la lectura en la infancia. Paseándose por los catecismos, las cartillas, los libros de lectura, la tradición oral, los proyectos editoriales, publicaciones periódicas, aportes de las  fundaciones, instituciones públicas y privadas; finalizando con las distintas editoriales que aún sostienen el trabajo con la infancia dentro del país. Un libro de la tradición de grandes obras que, muchos años antes, perseguían la intención de hacer un recorrido del género en Venezuela. Libros como La literatura infantil venezolana. Estudio y bibliografía de Efraín Subero publicado en 1977 o Introducción a la Literatura infantil. Literatura infantil en Venezuela: un camino por transitar de Griselda Navas en 1998 por el Fondo editorial de la UPEL.


A diferencia de otros estudios, revisados para la creación de este Panorama, el autor buscó abarcar un campo mucho más amplio y actualizado que sirviera de guía para los investigadores: “se rescatan muchos libros que se publicaron o circularon en el país en la Colonia y en el siglo XIX y que se consideraban lecturas para niños y niñas, además de una revisión del concepto de infancia. Los dos primeros capítulos son fascinantes en ese sentido porque tratan de arrojar luz sobre un tema que ha sido poco tratado a profundidad. Cubre un período amplio y llega hasta el siglo XXI, libros muy recientes, incluso libros digitales.” El libro, presentado en un esquemático diseño corporativo, contiene un importante catálogo de imágenes que hacen registro de las representaciones de la infancia en Venezuela.


La presentación de este estudio se realizó en julio de este año, en el marco de la edición 16 del Concurso Papagayo. Un ambiente en el que se premian las creaciones literarias de niños de todo el país que cursan quinto y sexto grado, con becas de estudio. Panorama breve de la literatura infantil en Venezuela es un nuevo espacio que celebra el trabajo constante de instituciones como el Banco del libro o de investigadores del área como María Elena Maggi, María Beatriz Medina, Beatriz Mendoza Sagarzazu, María Cecilia Silva Díaz, Mariana Marczuk, Mirla Alcibíades, Carolina Holmes, Norma González Viloria, Maité Dautant, entre otros pocos. No en vano, el trabajo de este panorama es en conjunto: “el autor se convierte más bien en un líder de equipo, pues muchos expertos intervinieron en la fase de arqueo de fuentes y de investigación in situ”, comenta Fanuel para hacer reconocimiento a Maité Dautant, Cybele Peña, Korinna Bustamante y Freddy Gonçalves Da Silva, “quienes transitaron diversas bibliotecas y museos en las pesquisas, aparte de preparar contenidos que recogían datos de la investigación.”


Fanuel Díaz afirma que “es un libro único en su especie, porque el estudio teórico va acompañado de imágenes del rico acervo de libros raros de Biblioteca Nacional y de colecciones particulares, que dan cuenta de la evolución visual en la edición de libros para niños”. Ciertamente, en un país donde el trabajo de investigación cada día se ve más amenazado, se reconocen los aportes que colaboren e incentiven estos espacios de la cultura que siguen siendo vistos con la misma candidez que dos niños en la campiña francesa. Este panorama propone al lector un recolectar, recopilar y escudriñar en esos “objetos” y sostener la memoria histórica desde nuestros espacios. Buscar, como Alberto padre, esa forma de internarse en la literatura infantil desde otra mirada más allá del sentido pedagógico y formativo: como línea de estudio vital para la conceptualización de un país. O en palabras de Díaz: “Leer este libro es entender la infancia y emprender un viaje hacia los orígenes”.


Para los interesados, el libro puede adquirirse en la Fundación Provincial.

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*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en el año 2014.

**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.


 
 

Actualizado: 21 ago 2021


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“¿A qué piso va?” sería una pregunta de costumbre en la vida de tía Berta, mujer de pocas palabras que no dejaba de subir y bajar dentro de un ascensor. Podía hacerle esta interrogante en cualquiera de los quince idiomas que sabía. Llegó a Venezuela en 1950 escapando de los horrores de la Primera Guerra Mundial y se adentró en la lectura de numerosos libros para seguir escapando de las secuelas. Los ascensores en los que trabajó siempre se llenaron de historias. Pero en este país, actualmente, también existen otros ascensores, de otros edificios, de tantas ciudades, que dejan en evidencia como “la vecina del piso 2 y la vecina del piso 1, no se saludan, porque les gustan colores diferentes”, y sus historias más bien se enfrentan. Existe gente que marcha por el azul, otros que defienden el rojo. Para ellos apenas existe un mismo ascensor en el que se pueda coincidir, sin tener que exigirle al otro cuál color elegir.



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Camelia ediciones presenta, este domingo 6 de abril a las 11:00 am. en la librería Lugar Común, los dos primeros libros del año de su catálogo. Edición que se parece más a una hazaña debido a la escasez de papel que existe actualmente en el país, y que mantuvo retenida su publicación por casi un año entero. Uno de ellos es la reedición de La Tía Berta, cuento de esta peculiar ascensorista del edificio “Osiris”, escrito por Felipe Márquez. Su primera edición, hace más de diez años también fue publicada por Camelia e ilustrada por el mismo Márquez con la vitalidad pero, a la vez, la fugacidad de un boceto. Imágenes divertidas, ligadas al fuerte temperamento del personaje de la tía. Para aquellos lectores que conocen esta edición, quedarán altamente sorprendidos de la nueva dimensión que el ilustrador Jefferson Quintana hace de esta historia. Empezando por el cambio de formato, con una lectura que invoca la subida constante de un ascensor, siempre elevándose. Nuevas ilustraciones que se valen del collage para condensar la nostálgica atmósfera de la historia y, a su vez, para interpretar de forma sugerente a aquellos personajes: la ascensorista lectora, el padre, y al niño narrador que cuenta con ternura el descubrimiento de esta mujer. Esta reinvención del libro tiene aroma a caramelos de miel que endulzan sin empalagar, dándole satisfacción a los lectores, tanto los que conocían la original, como las nuevas generaciones que se encuentren con esta otra forma de contar una misma historia. Importante resaltar el final que Quintana introdujo dentro del relato en imágenes, en una noche de constelaciones que revalorizan a la tía Berta, dándole un espacio a las personas por su identidad, poniendo nombre a nuestros seres comunes, integrando su forma social. Al fin y al cabo, el mundo sólo está hecho de pequeñas historias.


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Es quizás por esto que, en favor de la defensa de los propios ideales, se publique también Rojo y Azul escrito por Mireya Tabuas, con la forma e ilustraciones de Ricardo Baez y los colores de Patricia Van Dalen. Un niño nos cuenta desde su perspectiva como su padre y su madre viven en una constante disputa por hacerlo elegir su color favorito. Este enfrentamiento lo lleva a ver ambos mundos con el mismo asombro y a visitar con sorpresa la diferencia de criterios que lo rodea, tanto en la familia, amigos, vecinos, personas de la televisión, gente de su calle. Nadie piensa igual ni tiene los mismos gustos, y esta constante lucha de poder entre papá y mamá lo obligan a pensar en sus propias alternativas. Se trata de un libro contundente, necesario y directo, que apela a la sencillez del relato y a la construcción de imágenes a partir de la forma. Las ilustraciones, que inundan las páginas de vida por las variables de los colores que usa, sugieren construcción de mundos, figuras y alternativas con las que el lector venezolano se sentirá inmediatamente identificado, pero que además se universaliza en el detalle con el que el relato arma la historia.


Perteneciente a la tradición de libros como El rojo es el mejor de Kathy Stinson y Robin Baird Lewis publicado por Ekaré en el que una niña defiende su gusto por el uso color rojo a pesar de las indicaciones de la madre; o el ya clásico pequeño azul y pequeño amarillo de Leo Lionni publicado recientemente por Kalandraka, donde estos dos colores distintos se encuentran para enfrentarse a temas como la convivencia, la identidad y la solidaridad. Azul y Rojo destaca por el sentido de pertenencia que se construye a partir de las imágenes de este niño, y la decisión de construir de forma colectiva su derecho a una voz independiente. Un libro escrito en abril del 2013 y que, de forma pertinente, sale a la luz un año después para tender en la actualidad un puente de diálogo real y necesario no solo en la infancia, sino en el resto de actores y lectores de nuestra comunidad.


En la infancia no existen brechas infinitas, y la actual publicación de libros dedicados a ellos en esta congestionada Venezuela, invita a los padres, lectores y promotores a conducirse en un espacio que no se quede solamente en la reflexión, sino en la acción de nuevas propuestas. Son espacios para reencontrarse con la importancia de la palabra, dándole justo uso a sus conceptos. También son historias e imágenes que invitan a conversar, debatir y enfrentar ideas pero sin imposiciones. Alejándose del tan peligroso adoctrinamiento, tanto de un lado como del otro, sino conscientes de la realidad que los circunda. Mostrarles que la libertad de ideas o la elección de un color es un derecho innegociable pero que contiene, a su vez, grandes responsabilidades. Entre ellas, entender que existen personas como la tía Berta, fundamentales en la vida cotidiana, de color neutro pero con una historia que forma sociedad. Y respetarlas.


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*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en el año 2014.

**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.

 
 
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Cultura, libros, infancia y adolescencia

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ilustración de las jornadas @Miguel Pang

ilustración a la izquierda @Juan Camilo Mayorga

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