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“¿A qué piso va?” sería una pregunta de costumbre en la vida de tía Berta, mujer de pocas palabras que no dejaba de subir y bajar dentro de un ascensor. Podía hacerle esta interrogante en cualquiera de los quince idiomas que sabía. Llegó a Venezuela en 1950 escapando de los horrores de la Primera Guerra Mundial y se adentró en la lectura de numerosos libros para seguir escapando de las secuelas. Los ascensores en los que trabajó siempre se llenaron de historias. Pero en este país, actualmente, también existen otros ascensores, de otros edificios, de tantas ciudades, que dejan en evidencia como “la vecina del piso 2 y la vecina del piso 1, no se saludan, porque les gustan colores diferentes”, y sus historias más bien se enfrentan. Existe gente que marcha por el azul, otros que defienden el rojo. Para ellos apenas existe un mismo ascensor en el que se pueda coincidir, sin tener que exigirle al otro cuál color elegir.



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Camelia ediciones presenta, este domingo 6 de abril a las 11:00 am. en la librería Lugar Común, los dos primeros libros del año de su catálogo. Edición que se parece más a una hazaña debido a la escasez de papel que existe actualmente en el país, y que mantuvo retenida su publicación por casi un año entero. Uno de ellos es la reedición de La Tía Berta, cuento de esta peculiar ascensorista del edificio “Osiris”, escrito por Felipe Márquez. Su primera edición, hace más de diez años también fue publicada por Camelia e ilustrada por el mismo Márquez con la vitalidad pero, a la vez, la fugacidad de un boceto. Imágenes divertidas, ligadas al fuerte temperamento del personaje de la tía. Para aquellos lectores que conocen esta edición, quedarán altamente sorprendidos de la nueva dimensión que el ilustrador Jefferson Quintana hace de esta historia. Empezando por el cambio de formato, con una lectura que invoca la subida constante de un ascensor, siempre elevándose. Nuevas ilustraciones que se valen del collage para condensar la nostálgica atmósfera de la historia y, a su vez, para interpretar de forma sugerente a aquellos personajes: la ascensorista lectora, el padre, y al niño narrador que cuenta con ternura el descubrimiento de esta mujer. Esta reinvención del libro tiene aroma a caramelos de miel que endulzan sin empalagar, dándole satisfacción a los lectores, tanto los que conocían la original, como las nuevas generaciones que se encuentren con esta otra forma de contar una misma historia. Importante resaltar el final que Quintana introdujo dentro del relato en imágenes, en una noche de constelaciones que revalorizan a la tía Berta, dándole un espacio a las personas por su identidad, poniendo nombre a nuestros seres comunes, integrando su forma social. Al fin y al cabo, el mundo sólo está hecho de pequeñas historias.


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Es quizás por esto que, en favor de la defensa de los propios ideales, se publique también Rojo y Azul escrito por Mireya Tabuas, con la forma e ilustraciones de Ricardo Baez y los colores de Patricia Van Dalen. Un niño nos cuenta desde su perspectiva como su padre y su madre viven en una constante disputa por hacerlo elegir su color favorito. Este enfrentamiento lo lleva a ver ambos mundos con el mismo asombro y a visitar con sorpresa la diferencia de criterios que lo rodea, tanto en la familia, amigos, vecinos, personas de la televisión, gente de su calle. Nadie piensa igual ni tiene los mismos gustos, y esta constante lucha de poder entre papá y mamá lo obligan a pensar en sus propias alternativas. Se trata de un libro contundente, necesario y directo, que apela a la sencillez del relato y a la construcción de imágenes a partir de la forma. Las ilustraciones, que inundan las páginas de vida por las variables de los colores que usa, sugieren construcción de mundos, figuras y alternativas con las que el lector venezolano se sentirá inmediatamente identificado, pero que además se universaliza en el detalle con el que el relato arma la historia.


Perteneciente a la tradición de libros como El rojo es el mejor de Kathy Stinson y Robin Baird Lewis publicado por Ekaré en el que una niña defiende su gusto por el uso color rojo a pesar de las indicaciones de la madre; o el ya clásico pequeño azul y pequeño amarillo de Leo Lionni publicado recientemente por Kalandraka, donde estos dos colores distintos se encuentran para enfrentarse a temas como la convivencia, la identidad y la solidaridad. Azul y Rojo destaca por el sentido de pertenencia que se construye a partir de las imágenes de este niño, y la decisión de construir de forma colectiva su derecho a una voz independiente. Un libro escrito en abril del 2013 y que, de forma pertinente, sale a la luz un año después para tender en la actualidad un puente de diálogo real y necesario no solo en la infancia, sino en el resto de actores y lectores de nuestra comunidad.


En la infancia no existen brechas infinitas, y la actual publicación de libros dedicados a ellos en esta congestionada Venezuela, invita a los padres, lectores y promotores a conducirse en un espacio que no se quede solamente en la reflexión, sino en la acción de nuevas propuestas. Son espacios para reencontrarse con la importancia de la palabra, dándole justo uso a sus conceptos. También son historias e imágenes que invitan a conversar, debatir y enfrentar ideas pero sin imposiciones. Alejándose del tan peligroso adoctrinamiento, tanto de un lado como del otro, sino conscientes de la realidad que los circunda. Mostrarles que la libertad de ideas o la elección de un color es un derecho innegociable pero que contiene, a su vez, grandes responsabilidades. Entre ellas, entender que existen personas como la tía Berta, fundamentales en la vida cotidiana, de color neutro pero con una historia que forma sociedad. Y respetarlas.


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*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en el año 2014.

**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.

 
 

Actualizado: 18 ago 2021


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Juul tenía rizos. Rizos rojos. Tenía, porque Juul se los quitó. Sí, se los sacó con violencia el día que otros niños le dijeron que tenía caca roja en la cabeza. No pasaba nada. Era pelón, ¿y? Era sólo cuestión de acostumbrarse. Pero no. Se le veían mucho las orejas, grandes orejas. Los demás comenzaron a burlarse de él nuevamente: Dumbo, ¡échate a volar! Y a pesar de que sí quería volar lejos de ese lugar, no tuvo capacidad para pensar en otras alternativas. Así que se las arrancó de dos fuertes y rabiosos tirones. Juul sólo quería agradar, ser como los demás niños, pertenecer a ese lugar. Sus compañeros, por el contrario, recitaban defectos inventados. Por eso Juul se fue deshaciendo de los ojos, la lengua, los brazos, las piernas…


“¡Qué violento!”, acusan muchos de los lectores como primera impresión. Pero sí, es un libro poco piadoso, que agrede, que atenta contra la ausente capacidad de reflexión en la sociedad. Juul no sólo es un relato de Gregie De Maeyer con ilustraciones poco convencionales de Koen Vanmechelen. Es un libro donde los textos son sencillos pero contundentes y donde el sobrio fondo blanco hace de escenario para el desmembramiento paulatino de la figura que nos invita a pensar en Juul. Las imágenes están hechas a partir de una estatuilla de madera color tierra que alude a una irreverente figura humana. Los insultos que son proclamados por los demás niños hacen que el personaje se queme, se quite los miembros hasta quedar sólo con su cabeza. Es una alegoría potente al bullying y a sus consecuencias. El libro editado en español por Lóguez está inspirado en la noticia de un diario belga que relató la terrible historia de un joven de 13 años que se suicidó tras la presión que significaba el ataque diario de sus compañeros.


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Hace algunos años, en España, el narrador oral y escritor Paco Abril, creó una experiencia lúdica para acercar a los niños al relato. El artista gijonés Juan Stové fue el encargado de reproducir la figura de Juul en sus distintos estadios de desconstrucción. Dentro de la galería se iniciaba el recorrido con la pregunta: “¿Os gusta que los insulten?” Obviamente la negativa era general. Durante el tránsito de la exposición, la lectura del texto y el enfrentamiento visual con la imagen iban decantando las emociones, demostrando que la puesta inicial producía al principio una risa escandalosa y que, a medida que Juul iba arrancándose más y más partes, ésta se iba apagando hasta alcanzar una seriedad reflexiva, alarmante.


Recientemente, a  través de las redes sociales, se hizo viral un video del colegio Los Robles en Maracaibo colgado en YouTube. Eso dejó en evidencia cómo el acoso escolar es un tema que pertenece a la cotidianidad venezolana. En el video, un grupo de adolescentes arrinconan, descalifican y amedrentan a uno de ellos, quien no tiene las herramientas para defenderse. Como ya es costumbre en nuestra cultura, algunos piensan que la culpa es del chico que no se defendió, produciendo otra burla sobre su cobardía, pero pocos reflexionan sobre la agresión. Es imposible no pensar en Juul y en que el problema no sólo radica en los atacantes, sino en el observador que graba con su celular, quien no ejerce ningún tipo de intervención en defensa del chico atacado, ni entiende la gravedad de lo ocurrido.


En respuesta a situaciones similares que han venido sucediendo en Venezuela, el Banco del Libro creó el proyecto Palabras por y para la no violencia aplicado en los colegios de Baruta, donde se invitaba a los niños a hacer una reflexión sobre el insulto, enfrentándose a la violencia verbal que hoy es parte común de nuestra convivencia. Por este necesario trabajo, donde fue puesta en práctica la corrosiva lectura de Juul, el Banco del Libro fue merecedor en el 2012 del Premio UNESCO-Hamdam Bin Rashid Al Maktum.



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La violencia en el aula de clase e incluso en el día a día, no sólo se erradica creando conciencia sobre el valor de la palabra, sino incentivando un cuestionamiento severo a los discursos oficiales e incluso de la historia. Ayer, por citar al menos un ejemplo, se celebró en Venezuela el Día de la Juventud, en virtud a la Batalla de la Victoria de 1814, en donde se armó a varios estudiantes universitarios y seminaristas a falta de un ejército sólido que pudiera vencer a los realistas. Otras son las condiciones actuales, pero fundar el Día de la Juventud sobre una batalla, más allá del sentido patriotero, insta a la ausencia de una independencia real del joven.


Hoy son muchas las razones por las que debemos sentarnos a pensar sobre lo que ocurre en Venezuela, la manera en que nos relacionamos entre nosotros, el porqué de la violencia y las reacciones que tenemos ante ella. Es un momento clave para entender, de cara a los niños y jóvenes, las razones por las que la agresión es una constante, y fijar nuestra propia posición ante estas circunstancias. ¿Somos como Juul? ¿Respondemos como los niños que lo atacan? ¿O seremos finalmente Nora, esa niña que aparece al final del libro, con su cochecito de muñecas, recogiendo las partes de un país que se desmembra?


*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en el año 2014.

**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.

 
 

Martín y la llegada de la primavera, de Sebastian Meschenmoser (Fondo de Cultura Económica).

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Está iniciándose la primavera y Érick, el pequeño puercoespín, se ha enamorado. No sabe qué hacer, entorpece, enmudece, pero Martín, su amigo ardilla, hará todo lo posible para que Érick sea merecedor del amor de la misteriosa dama.

Un álbum que divierte a través de la ternura de sus personajes, con la fortaleza de unas ilustraciones afectivas, detallista en las expresiones de los animales que transmiten sensaciones humanas . Este episodio, además, ha sido recientemente acompañado por una nueva aventura: Martín y la primera nevada, libro que Fondo de Cultura Económica mostró como novedad para la Feria de Guadalajara. El primero traducido por Udo Araiza y el segundo por Margarita Santos Cuestas.


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*esta publicación originalmente formó parte de una colaboración semanal que PezLinterna hizo para la revista Prodavinci en el año 2014.

**Escrito a cuatro manos entre Isadoro Saturno y Freddy Gonçalves Da Silva.

 
 
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Cultura, libros, infancia y adolescencia

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ilustración de las jornadas @Miguel Pang

ilustración a la izquierda @Juan Camilo Mayorga

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