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Actualizado: 3 sept 2021


Actualmente, en estos espacios de crisis económica, el mercado editorial en España reflexiona constantemente sobre varios aspectos que conducen su trabajo: la calidad, el negocio, el libro digital, los blogueros, la promoción de la lectura. Pablo Cruz, editor de Anaya infantil y juvenil, comparte no solo su punto de vista sobre estos temas sino también su acercamiento personal al mundo del libro.

¿Editar actualmente, junto a la crisis, es un campo árido en España?

Editar hoy en día es complicado debido a las dificultades económicas y a los problemas propios del sector del libro, que no son de ahora, sino que vienen gestándose desde hace mucho tiempo. Las editoriales son empresas y por tanto buscan la rentabilidad, pero al mismo tiempo producen cultura, y es necesario combinar ambas facetas de la mejor manera posible. El descenso en las ventas, el descenso de tiradas y márgenes, y la demagogia que se viene haciendo últimamente contra las industrias culturales, no hacen sino perjudicar la viabilidad de muchos proyectos editoriales, ya sean grandes o pequeños. Hay gente interesada en transmitir la idea de que las editoriales no aportamos valor, sino que nos aprovechamos de los creadores. Lo que no se cuenta es la cantidad de medios y conocimientos que invertimos en transmitir y difundir cultura, trabajando junto a los creadores. Obviamente, como decía antes, las editoriales buscan su rentabilidad, su supervivencia, pero si alguien tuviera como objetivo hacerse rico, no fundaría una editorial. Cualquiera que tenga una o trabaje en ella sabe que es un oficio sacrificado. Requiere de vocación y de otras aspiraciones, que no son las económicas.

¿Cuáles son las ventajas y desventajas de ser una editorial con una gran maquinaria de producción frente a editoriales más pequeñas como A buen paso, Bárbara Fiore o El jinete azul, por dar algunos ejemplos?

La ventaja es que una editorial grande cuenta con mejor capacidad de producción, distribución y promoción. La desventaja, por este mismo motivo, es que las decisiones editoriales son más complejas ya que involucran muchos más factores y personas que en una pequeña editorial. A otro nivel, las ventajas y desventajas son similares a las que pueden existir entre trabajar en una empresa familiar y una multinacional.

¿Cómo coinciden el buen comerciante y el buen editor?

Creo que ambas cosas son compatibles y, aun más, deseables. Un buen editor es el que consigue encontrar un autor de talento y conseguir llevar sus libros al mayor número de lectores. Si bien es cierto que algunos libros que hoy consideramos clásicos pasaron en su momento sin pena ni gloria por las mesas de novedades, lo normal es que los buenos títulos y autores acaben triunfando frente a otros fenómenos más pegados a las modas o a la actualidad. La calidad, tarde o temprano, se acaba imponiendo.

¿Actualmente el libro digital dirige las exigencias del mercado en Europa?

El problema del libro digital es que en estos momentos vive gracias al libro impreso, al menos en España. Poco a poco las ventas digitales van aumentando, pero no lo suficiente como para permitir su supervivencia de manera independiente. Es cierto que las editoriales nos hemos puesto las pilas, lanzando nuestras novedades y fondo en formato digital, pero los resultados de esta inversión (que a pesar de lo que se pueda pensar, es considerable, en tecnología y personas) se verán a medio plazo. Nuestra labor, además de digitalizar nuestros fondos, es explorar todas las posibilidades técnicas, y aplicar los mismos criterios de excelencia que utilizamos con los libros impresos (diseño, maquetación, edición…). Hay que estar preparados para el momento en el que el mercado del libro madure, y los lectores se acostumbren a pagar por contenido digital igual que pagan por contenidos en papel.

¿Existen razones por las que el mercado infantil y juvenil en España publique tan pocas novedades latinoamericanas?

Yo no creo que sean tan pocas. En el mercado Español encontramos a grandes escritores latinoamericanos y a ilustradores de primera fila. Si mencionara algunos, los otros se iban a sentir ofendidos, pero creo que todo el mundo sabe en qué nombres estoy pensando. En el sector de la literatura juvenil, por ejemplo, reconozco que las editoriales se inclinan más por autores anglosajones, pero en infantil hay una mayor variedad, y más aún si nos acercamos al álbum ilustrado donde el cruce de culturas es muy enriquecedor. Sin ir más lejos, los últimos ganadores del premio de Compostela fueron dos mexicanos con un estupendo álbum: Bandada. Y una poeta chilena, María José Ferrada, fue la ganadora del premio Ciudad de Orihuela también el pasado año. Por mencionar dos ejemplos.

Desde hace años, los blogueros lectores en España han tenido una importante presencia a la hora de la crítica de los libros para jóvenes, ¿un editor atiende a estas críticas?, ¿de qué manera?

Sí, la actividad de los jóvenes lectores en internet se ha multiplicado durante estos años. Para el editor es muy interesante conocer de primera mano los análisis y opiniones de lectores de esas edades, algo que hasta la explosión de la web social era de acceso más limitado. Pero no hay que olvidar que también hay blogueros adultos, en muchos casos bibliotecarios, docentes y especialistas, que hacen un gran trabajo de difusión, sobre todo de libros infantiles ilustrados. Internet sin duda ha facilitado la visibilidad de libros y editoriales sin depender exclusivamente de la promoción en prensa y puntos de venta. Pero es importante también establecer criterios de calidad, que haya buenos “curadores” de contenidos y así podamos distinguir a aquellas personas que aportan valor mediante sus reflexiones y análisis. La opinión de todo el mundo no es igual de valiosa, por muy respetable que sea.

¿Cómo fue tu acercamiento a la lectura?

Tuve la suerte de crecer en un hogar donde se leía, y donde tenía a mi disposición muchos libros infantiles, y también de adultos. Desde pequeño aprendí que la lectura era una actividad placentera, equivalente a los juegos o a la televisión, y me pasaba tardes enteras devorando libros. Las primeras lecturas que recuerdo son los Los Cinco de Enid Blyton, El pequeño Nicolás, todo lo de Roald Dahl, los relatos de Fernando Alonso, David McKee, Christine Nöstlinger, Michael Ende… Y por supuesto, los cómics de Astérix, Tintín… Eran los primeros años ochenta y, afortunadamente, pude disfrutar de grandes colecciones de literatura infantil como las de Alfaguara, Altea Benjamín, Austral Infantil o Noguer. Para mí, el trabajo que realizaron los editores de estos sellos, en esa época, es un modelo a seguir.

¿Qué formas de promoción de lectura consideras acertadas en la actualidad de cara a las nuevas generaciones?

Considero que la mejor forma de acercar la lectura a los jóvenes es a través de mediadores que sepan darles el libro adecuado, y poco a poco ir abriendo su horizonte de lecturas. No hay niños a los que no les gusten los libros, simplemente no han tenido la suerte de que alguien se preocupe de formarles en su hábito lector. Sin imposiciones, claro está. Con eso no se consigue nada. Un niño puede pasar de leer los libros de Teo a disfrutar con Juan Farias, pero entre medias hay un trabajo permanente de padres y educadores.

¿Los libros para niños y jóvenes deben educar?

Cualquier libro, ya sea para niños o para adultos, educa de una manera u otra. Todo texto tiene un mensaje detrás, una intención o simplemente nos muestra algo que desconocíamos. No hace falta que el autor se plantee transmitir de manera expresa ciertos valores, de hecho muchas veces es perjudicial para el propio libro, porque se tiende a simplificar, a transmitir mensajes evidentes o manipulados, y a no dejar que el lector aporte su propia reflexión.

¿Existe la literatura infantil y juvenil o es una excusa editorial?

Decía Tournier que hay autores “que escriben tan bien que los niños pueden leerlos”. En realidad, los buenos libros infantiles los disfruta de igual modo un adulto, un joven o un niño. Obviamente, y por cuestiones de vocabulario o temáticas, hay ciertos libros que a un niño le aburrirían, igual que ocurre con una película. Considero que sí existe la literatura infantil y juvenil, y que en ella se pueden enmarcar libros que por sus características resultan apropiados para los lean no solo los adultos.

¿Cómo te imaginas la muerte del libro en la historia?, ¿es posible?

No creo que el libro llegue a morir nunca, lo que puede que cambien sean los formatos o las maneras de acceder al libro. Contar historias es algo esencial al ser humano y se ha venido haciendo desde hace miles de años.

¿Cómo sería el libro ideal para ti?

He leído algunos libros ideales a lo largo de mi vida. Una de las cualidades que tiene que tener un libro, según mi criterio personal, es la capacidad de sorprender, de ofrecer una visión original o interesante sobre el mundo. Y creo que uno de los elementos con los que mejor se consigue este propósito es el humor.

Biografía

Pablo Cruz nació en Jaén en 1976. A principios de los años 90 se incorporó como redactor a la revista de literatura infantil Babar, que coordina desde su paso a soporte digital, en el año 2000. Después de colaborar como lector y redactor para varias editoriales, en 2001 se incorporó como editor de literatura infantil a la editorial Anaya.

***Imágenes usadas en esta entrevista: 1. Fotografía cortesía de Pablo Cruz. 2. Logo de la editorial Anaya, colección infantil y juvenil. 3. Portada del libro Los caminos de la luna, escrito por Juan Farias e ilustrado por Alicia Cañas Cortazar, editado por la colección Sopa de libros de Anaya infantil y juvenil.


 
 

Actualizado: 3 sept 2021


A sus casi 70 años Francisco Massiani es una leyenda viviente. Cuentista, amante de la novela corta, poeta esporádico, pero por sobre todas las cosas: artista. Histriónico al hablar, todo lo narra, todo lo describe. Si bien reconoce que la Caracas presente en sus relatos ha cambiado, sabe que su discurso atropellado, casi onomatopéyico, es aún fuente de inspiración para nuevos escritores. Su novela Piedra de mar y relatos como Un regalo para Julia han sido, hasta la actualidad, de referencia obligada para los jóvenes venezolanos.

Massiani es claro: “Me haces la entrevista hoy, si no, no vengas. Eso sí trae una botellita de vino”. El “Rancho Dallas” es un lugar distinto a los de su género. Los abuelos gozan de ciertas libertades. El escritor reposa en su cama, quedan algunos restos de pasta del almuerzo en una mesa de apoyo, repleta de libros y dos vasos.

Impaciente por el cuestionario, se rasca la cabeza mientras enciende el primer cigarrillo de muchos con un yesquero gigantesco. Apaga con un control el potente equipo de sonido que reproduce lo mejor de Serenata Guayanesa. Ahora solo se escuchan las guacharacas caraqueñas del atardecer, los primeros grillos sobre el verdor del patio y en la cocina ya casi están listos para servir la merienda. “¡Pregunta pues!”.

Si le tocara hacer una retrospectiva… ¿Boulevard de Sabana Grande o Boulevard de Saint-Michel?

Una pregunta interesante. Yo fui a París becado por el Inciba (Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes) que después se transformó en el Conac. Aquí en Caracas trabajaba en la Revista Imagen. El director era nada menos que Guillermo Sucre, el poeta. Trabajaba haciendo reseñas de las exposiciones de pintura. Guillermo me preguntó un día si quería quedarme en Imagen o irme a París.

Si me quedaba en la revista me iban a aumentar el sueldo; yo ganaba lo mismo que el ascensorista en aquella época, que igual era mucho dinero. Con lo que ganaba podía ir a un restaurancito, almorzaba espaguetis con albóndiga, me tomaba una cerveza y de paso compraba una cajetilla de (cigarros) Lido, por siete bolívares. ¡Era increíble!

Le dije que si. Y me fui a París con lo que ganaba aquí. Escribí Fiesta de Campoal volver, y después todas estas novelas anteriores a Piedra de Mar, a los 21 años de edad. Nosotros los venezolanos, íbamos mucho, pero no al Boulevard de Saint Michel, que estaba muy cerca, íbamos era al Boulevard Saint Germain. Al Café D’Anton, al Monaco, al Café Mondaine convergían varias calles que conformaban un espacio interior, solíamos reunirnos allí Carlos Hernández “El Indio” Guerra, Ramón Lameda con su grupo de teatro “La Misère”, Jean Michel Fossey, periodista francés, y José María Nunes, un gran director de cine, ya fallecido, que se adelantó a la nueva ola francesa, con una extraordinaria película: Noche de vino tinto.

La Caracas de los años 60, 70 y hasta la de los 80 era deliciosa, no sólo en Sabana Grande sino en toda la ciudad. Podías caminar de Plaza Venezuela a Chacaíto, sin miedo, y podías detenerte a tomar una cerveza, parar en la (librería) Suma, el Chicken Bar, Il Vechio Mulino, en donde Caupulicán Ovalles hacia un discurso porque él era presidente de “La República del Este”. ¡Sigue preguntando!

¿A qué edad le dieron la primera máquina de escribir? ¿Qué marca era?

No era mía, era de mi padre, me la cedió. Era una maquinita Underwood. Me la llevé a París. Me la llevé al Hotel Vetel en donde vivía, un hotelito modesto, limpiecito. Estaba pasando mucho trabajo y un amigo me dijo que la dejara con un prestamista a cambio de unos francos. Pasé dos días comiendo, pero perdí la máquina. Piedra de mar la escribí con esa máquina aquí en Caracas. Un regalo para Julia la escribí en una Olympia. ¿Tú no vas a tomar vino chico, debes estar sediento?

¿Cómo se escribe mejor con el estómago lleno o vacío?

Con el estómago vacío no se puede escribir, ni hacer nada, te sientes muy débil. Pero si no tienes comida, escribes igual. Se escribe mejor bien alimentado, pero sobretodo, muy enamorado, aunque despechado también.

¿Qué se siente haber ganado el premio nacional de literatura?

Me tomó de sorpresa, a mí me habían hablado del premio mucho antes. Escritores como Carlos Noguera me habían dicho (hace unos años) que yo iba a ser el premio nacional. Mentira. No me dieron ningún premio, pero me lo dieron ahora. Así que me tomó por sorpresa, una grata sorpresa.

Entre otras cosas porque no te olvides que yo soy un hombre de pocos recursos económicos y este premio me ayuda. No solamente por los treinta mil bolívares que es bastante para mí, sino por el subsidio. Es un gran premio y estoy muy contento por eso.

Pancho el artista

Con sus ángeles y demonios, en sus alegrías y vaguedades, el escritor se reconoce como alguien sumamente sensible ante la belleza, ante las palabras bien colocadas y por sobre todo ante el afecto de sus amigos. No tiene muchos ejemplares de sus libros para regalar, pero no concibe que alguien lo visite sin llevarse algo a cambio. Es por ello que cuando se siente inspirado saca las tizas y en un block de cartulina esboza mujeres, las musas, sus sirenas. El cabello y la fecha se mezclan con su firma: “Massiani”.

¿Qué influencia tiene la música en su obra? ¿Qué escucha?

Soy melómano, yo me despierto y pongo música. Mira yo puedo dejar de escribir, de pintar, de leer, aunque me es difícil, pero no puedo dejar de escuchar música. Ahorita estaba oyendo Serenata Guayanesa. Me gusta la música criolla venezolana, un Pajarillo, magnífico, un joropo bien recio, un tamunangue o un polo margariteño y por supuesto la académica. A mi juicio los músicos más grandes… Bach, Vivaldi, Beethoven, Brahms, Stravinski…

¿Y en cuanto a los escritores? ¿Cuáles influyeron en su adolescencia?

De los nuestros, me gustó mucho una novela que leí a los 17 años: Casas Muertas de Miguel Otero Silva, corta pero bellísima. De Guillermo Meneses La Balandra Isabel llegó esta tarde. Después le hicieron una película que ganó premio en Cannes ¿sabías eso? Mi padre fue un gran escritor, cronista, y él me prestó El Legado del Alquimista de Julio Verne, los de Ernesto Hemingway, Horacio Quiroga, Cortázar, Rulfo, García Márquez. También Carlos Fuentes del “boom literario”, una expresión que no me gusta mucho. Me gustaría poder decirle la “explosión de una nueva narrativa”, ya está.

¿Con cuál movimiento de la pintura se siente identificado?

El impresionismo, Renoir, Degas, Lautrec, Cézanne. De los recientes, el cinetismo que es maravilloso porque Soto es maravilloso, porque Vasarelly es maravilloso. Ahora, te digo que es interesante por las personas. La pintura sigue siendo pintura. A mí no me gusta mucho el señor Cruz-Diez, lo siento mucho. Gran artista no hay duda, pero él le dijo a una muchacha en París (ella me lo contó, yo no estaba allí). Él le dijo: “déjate de estar pintando, que la pintura de caballete murió”. Y eso es mentira. Tú agarras un caballete y pintas una naturaleza muerta (que no debería llamarse así) y es tan válido como un Cruz-Diez, siempre y cuando sea bueno.

Si tuviera que plasmar su obra literaria en un cuadro.

Pregunta bastante difícil. Yo estoy profundamente influenciado por Henri Matisse, así que mi obra sería una combinación de él con Goya, Velásquez y el más grande venezolano después de Michelena… Reverón.

¿Con cuál recurso literario no podría vivir?

(Silencio. Breve pausa) Las palabras, todo son las palabras. No podría vivir sin las palabras. Gracias a ellas podemos hacer literatura. ¿Qué sería de la vida sin la poesía y sin la música?

¿Qué recomendación le da a los que quieren ser escritores?

A los de ahorita y a los de después. Viajar mucho, así sea en autobús, a dedo… leer mucho y estar permanentemente enamorado. ¡El amor es lo único que vale la pena chico! en esta vaina, en esta vida.

Dios es amor. Lo otro ¿Qué haríamos nosotros sin pensar en una mujer antes de irnos a dormir? A pesar de que no nos hagan caso, no importa. Una Mónica Bellucci, una Kim Bassinger o ¡Maria Conchita Alonso, vale!

Dicen que las francesas prefieren un buen bistec antes que hacer el amor… una sinvergüenzura que dijo un gringo, pero yo no sé si es verdad (risas).

¿Si Corcho hubiera nacido en este momento, seguiría siendo el mismo?

Si naciera ahorita sería el mismo personaje, pese a todo el cambio que ha sufrido la ciudad. El interior de las personas es el mismo a pesar de que la música cambie, la moda. Seguiría siendo un tipo tímido con grandes dificultades para comunicarse con las mujeres. Aunque hoy anden en moto y aparenten que nada les importa un pito, probablemente atraviesan lo mismo que Corcho.

¿Conoce la obra Blue Label/Etiqueta Azul de Eduardo Sánchez Rugeles?

La tuve en mis manos, pero no tuve la oportunidad de leerla y he escuchado buenas críticas. Me han dicho que tiene cosas de Piedra de Mar, a pesar de que es muy reciente. Me encantaría leerla. Ya no hay crítica literaria en el país, muy escasa, antes llovían artículos en El Nacional, El Universal. Mucha crítica ha migrado al internet

¿Cómo se la lleva usted con esa plataforma?

Yo lo detesto. Nunca he tenido internet. Tuve una computadora en mi casa en La Florida, la usé un día y no me gustó. A mí me gusta mi máquina de escribir, vieja.

¿Todavía ladra?

¿Quién te dijo eso? Mi padre ladraba, imitaba a un perro perfecto. Pero cuando a mí me dieron el Premio Nacional de Cultura por Florencio y los pajaritos de Angelina, su mujer; me llamó Armando Rojas Guardia y estaba tan feliz que empecé a ladrar con Corso (mi perro) y él ladraba conmigo de felicidad. No tenía ni una gotica de whisky, ni de vino, ni de cerveza para celebrar. Después llamé y vinieron mis amigos con “caña”, como dicen aquí

¿Cree en la reencarnación?

Más que en la reencarnación creo que el hombre no muere, nunca. El hombre es eterno, hablando en serio. Mientras exista el entusiasmo, el apetito de vida y el amor, el hombre es eterno.

Conversaciones minúsculas

Una palabra

¿Una o tres? La cosa es fascista si es solo una palabra, solo falta un gordo con una bayoneta… Esperanza, primavera, mujeres y buenos días, puedo seguir… Las mujeres son… Maravillosas, no se puede vivir sin ellas.

¿Caracas o París?

París tiene su encanto, Caracas pese a lo peligrosa, es encantadora también. ¡Dígame este clima!

¿Qué es la juventud?

Un potro salvaje que busca desesperadamente la verdad y la belleza.

¿Qué es la vejez?

No la conozco todavía y espero no conocerla, sino más tarde.

¿Cuál sería el mejor regalo para Julia?

¿No el pollito, verdad? (…) Sería un disco de Yordano.

¿Qué le queda por hacer o escribir?

Todavía me falta mucho por hacer, muchísimo.

¿El hombre es un animal político?

Aquí lo es, inevitablemente hablan de política en un cumpleaños. El venezolano es político por naturaleza. Uno se satura más que de la política de la politiquería.

***Imágenes usadas en esta entrevista: 1, 2. Detalle de fotografía tomada por Pablo Duarte: @pabludu 3. Ilustración creada por el mismo Francisco Massiani el día de la entrevista.


 
 

Actualizado: 3 sept 2021


Tras un complicado tiempo de arribo, Rébecca Dautremer finalmente pudo compartir con nosotros sus experiencias en el campo del álbum ilustrado y el cine. Con un estilo personal, es reconocida en los últimos años gracias al éxito comercial de sus ilustraciones en el álbum Princesas olvidadas o desconocidas (2007) escrito por Philippe Lechermeier. Sus juegos con las perspectivas de las imágenes, la sólida construcción de imaginarios, y el trabajo delicado en los detalles, impresionan a grandes y chicos por igual. Esta ilustradora francesa, consecuente con su estética, nos contó por teléfono los detalles de la evolución de su trabajo:

¿Cómo fue tu acercamiento a la ilustración?, ¿es una vocación de la infancia o fue un camino que descubriste con el pasar del tiempo?

Siempre he dibujado, desde que era muy pequeña. Tuve la suerte de tener unos padres que apoyaron mi afición y me animaron a seguir dibujando con cierta disciplina. Estudié Artes Decorativas en París, me especialicé en Diseño Gráfico, y empecé a trabajar como ilustradora desde muy joven, mientras era estudiante. Hubo personas que depositaron su confianza en mí, entonces hice mi primer libro. Otro editor me llamó y las cosas fueron desarrollándose con naturalidad hasta llegar a este momento.

¿Cómo era Rébecca Dautremer en la adolescencia?

Era una chica solitaria, muy tímida, pero también muy feliz. Aprovechaba todo el tiempo libre que tenía, los fines de semana y las vacaciones para dibujar. Hacía dibujos, cómics, ilustraciones. No salía mucho ni tenía demasiados amigos. Sobre todo, dibujaba.

¿Has hecho algún cómic a nivel profesional?

No, no lo he hecho nunca, pero lo pienso seriamente, me interesa muchísimo. Quizás empiece a trabajar en un proyecto de cómic que tengo en la cabeza.

¿Qué cualidades consideras tú que debería tener un buen lector?

No soy quién para juzgarlo, ni para decidirlo. No. Prefiero no contestar a esa pregunta.

¿Por qué la literatura infantil actualmente interesa tanto a los adultos?

Es verdad que mis libros los compran mayoritariamente adultos, pero no sé qué significa. En realidad, cuando trabajo, tampoco pienso en los niños ni en los adultos. Yo trabajo pensando en mí misma, en mi propio disfrute. Es verdad que los libros que me encargan están dirigidos a los niños principalmente, pero yo trabajo para mí. Si los adultos los compran me parece bien, también si los compran los niños. No encuentro extraño que a los adultos les interese la literatura infantil, porque yo soy adulta y a mí me interesa, yo compro libros para mí. En todo caso, quizás en los textos se encuentre algo diferente, pero yo no encuentro diferencia entre los lectores infantiles y adultos de la imagen, de la ilustración. Pienso que los niños y los adultos tienen los mismo ojos y ven las mismas en cosas, pero las interpretan y las expresan de forma diferente. Pero cuando dibujo no me interesa pensar en si estoy creando para un niño de cinco años, o de ocho años, o de doce años. No le veo sentido.

¿Cómo fue el trabajo con Princesas? Siendo un libro con un imaginario tan complejo y detallado, ¿cómo fue el proceso para concebir cada personaje, sus universos, el tiempo de creación?, ¿pensaste alguna vez que sería un libro tan exitoso?

El escritor Phillipe Lechermeier escribió este imaginario de princesas y le propuso este texto al editor, y el editor vino a verme para proponerme ilustrarlo. Al principio no sentí mucho entusiasmo por el proyecto, me parecía difícil por tratarse de princesas. No quería que fuera muy rosa, ni muy ñoño, ni muy tonto. Así que me puse a trabajar con Phillipe para hacer algo diferente, unos retratos originales de unas nuevas princesas, algo que ya estaba desde el origen en el texto. Él aceptó a reescribir mientras yo dibujaba. De esta colaboración surgió una amistad que todavía dura. Este proceso, como casi todos mis libros, duró un año. No quiero decir que me haya pasado un año dibujando, pues la creación de un imaginario para un libro tiene mucho de planificación, de reflexión, de pensar las imágenes y organizarlas. Jamás imaginé que el libro tendría tanto éxito.

De igual forma, repites un arduo trabajo con el Diario de Pulgarcito, un libro extenso con un discurso gráfico vital, ¿sientes que la técnica preciosista en tu imagen es parte de tu discurso como ilustradora o es una petición del editor y el público que se enamoró del estilo?

Este proyecto fue muy diferente. En principio el texto, también de Phillipe Lechermeier, era una novela que no estaba pensada para ser ilustrada. Me habló del proyecto y me pidió que hiciese algunos pequeños bocetos, pequeños dibujos sobre el texto, para aclimatarlo un poco. Yo empecé a hacer dibujos y más dibujos y pensé que podría resultar un buen libro ilustrado, se lo propuse y él aceptó. Decidí utilizar técnicas diferentes porque al ser un diario de pulgarcito, imaginé el cuaderno que el personaje se llevaría en el bolsillo al bosque, donde dibujaría y escribiría lo que pensaba y sentía. Así que imaginé que utilizaría un lápiz, el collage, pintura.

¿Cómo se enfrenta la ilustradora entre la línea de una creación propia y el marketing?, ¿por qué consideras que tu estética es tan exitosa?

No lo sé. Yo siempre hago las cosas como creo que debo hacerlas. No sé qué hay que hacer para que un libro funcione, así que no pienso sobre ello. Después del gran éxito de Princesas olvidadas o desconocidas podría haber hecho un libro muy similar para intentar repetir el éxito, pero eso realmente no me interesa nada. Prefiero probar otras cosas, y mi editor me da una libertad total para crear. De todas formas es muy difícil saber qué va tener éxito y qué no. Pero no es mi prioridad que se venda, mi prioridad es hacer un buen libro.

El juego de las perspectivas es vital en tu trabajo, ¿influencia del cine?

Sí, siempre digo que la fotografía es algo que me interesa mucho, y también el cine. Me interesa mucho el encuadre, la perspectiva… siempre me imagino que estoy tomando una foto cuando hago una ilustración. Elijo el punto de vista y el encuadre más interesantes y leo muchos libros sobre fotografía, sobre técnicas fotográficas y trabajos de fotógrafos. Veo a mis personajes como parte de una escena, imagino un escenario y luego pienso en cómo la fotografiaría.

¿Cómo fue tu experiencia con el cine de animación?

Fui autora gráfica y directora artistíca de Kerity, la maison des contes, mi primer largometraje de animación. Fue una experiencia genial, muy rica, pero también estresante. Descubrí que trabajar en equipo a veces es complicado y técnicamente era un mundo desconocido para mí, por lo que resultaba todo muy descorazonado. Pero no me desanimé y pude con ello. Ahora me encantaría volver a repetir la experiencia. El director de Kerity me ha propuesto hacer otra película y ya estoy trabajando en el proyecto, que se llama Miles, sobre un músico con un talento casi mágico. En este proyecto soy autora gráfica pero también realizadora y guionista junto a mi marido Taï Marc Le Tan.

Ilustrar clásicos siempre es un trabajo complicado, puesto a que son mundos que se han imaginado miles de veces en millones de cabezas, ¿qué tan difícil fue ilustrar Alicia en el país de las maravillas, que además no solo es un clásico literario sino que las imágenes por John Tenniel, Disney e incluso Tim Burton son referentes importantes en el inconsciente colectivo?

Es verdad que Alicia ha sido ilustrada mil veces y al principio tenía muchas dudas cómo hacer para mostrar mi visión de Alicia, si tenía algún sentido… pero al final decidí olvidarme de todo esto, no obsesionarme con intentar aportar algo nuevo y tomarme este libro como cualquier otro, hacerlo lo mejor que podía y sabía. Me dije: “Irá bien”. Y ahí está. No sé cómo la gente percibe ahora el libro, pero yo disfruté mucho haciéndolo. Es un libro en el que creo que hay muchas cosas personales mías, está muy alejado de otras versiones como las de Disney. Es un texto muy rico que ofrece muchas posibilidades para la ilustración. Cuando yo era pequeña no me gustaba nada la historia, pero para un ilustrador es muy sugerente, un texto que da mucho. Fue complicado, sí.

Ilustrar La Biblia es un reto titánico, ¿cómo lo llevas?

Es un desafío. Llevo tres años trabajando en este proyecto con Phillipe Lechermeier, el autor del texto también. Es un proyecto enorme y muy complicado porque no se trata de una historia cualquiera, sino de un texto con muchas implicaciones religiosas, pero intento como en Alicia no hacerme excesivas preguntas y decirme que todo irá bien.

En tu caso, el resultado final de un libro termina por ser un objeto hermoso, ¿cómo te sientes al verlo concluido?

Como soy un poco insegura, insatisfecha con el resultado de mi trabajo, siempre pienso que mi próximo libro será muy hermoso, que será mi preferido.

¿Cómo ves el mundo, el futuro?

En este momento no estoy muy serena. Por una parte tengo una vida feliz, una profesión que adoro, un marido encantador y unos hijos maravillosos. Pero al mismo tiempo soy consciente de que hay mucha gente que sufre y eso me incomoda. Es un poco raro y nada original, pero así me siento. También creo que la expresión artística es la única esperanza para mí y para los otros. Intento enseñar a mis hijos a expresarse, a expresarse artísticamente porque es lo que nos diferencia de los animales, y también lo único que verdaderamente nos puede ayudar en la vida.

Conversaciones minúsculas

¿Una figura geométrica?

Punto.

¿Un color?

Luz.

¿Una obra de arte?

Un retrato de algún enano de Velásquez.

¿Un libro que marcó su adolescencia?

Madame Bovary de Gustave Flaubert.

¿Una película?

Torremolinos 73.

Describa brevemente una imagen que realmente le guste.

Una foto de un huevo en una caja de papel azul pálido.

¿Qué querías ser de niño?

¿Cuando yo era un niño? No pensaba en el futuro.

¿Un paisaje?

Un campo de trigo en el borde de una carretera de montaña, visto en contrapicado en la cima de una alta roca.

¿Una hora al día?

La mañana, definitivamente

Traducción: Ramon Barreto

***Imágenes usadas en esta entrevista: 1. Detalle de libro Sentimento escrito por Carl Norac, y editado por Edelvives. 2. Fotografía tomada por Carmen Fernández Etreros. 3. Detalle de ilustración en su página web. 4. Detalle de ilustración de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carrol, editado por Edelvives. 5. Trailer de la película Kerity, la maison des contes.


 
 
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Cultura, libros, infancia y adolescencia

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ilustración de las jornadas @Miguel Pang

ilustración a la izquierda @Juan Camilo Mayorga

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