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Actualizado: 31 may 2024

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Los lectores de este blog conocen Ojos de perra azul, el podcast de Radio Mandarache que dirijo junto a Alberto Soler y que tiene esa increíble edición y dirección de arte de Fito Conesa. Sin embargo, detrás de nosotros, existen un grupo de veintiún jóvenes protagonistas que componen cada episodio. Sin sus voces, seríamos incapaces de darle forma a cada idea, reflexión, propuesta creativa. De allí nace esta iniciativa de conversaciones perrunas, un espacio en el blog en donde iremos publicando breves entrevistas a cada una de sus participantes. Este podcast es una experiencia colectiva, la intención no es sólo ponerles un rostro, sino de ofrecer un contexto y ampliar su sentido de pertenencia en este proyecto. Por eso, la condición para que Alberto y yo formáramos parte de este espacio, era someternos a preguntas por parte de los jóvenes. Este es el resultado:


conversación perruna 23: Freddy Gonçalves Da Silva, 42 años

¿Quién es Freddy?


Amelia: ¿Por qué motivo random acabaste en Mandarache?


Mi madre dice que porque no paro quieto. Coincidí con Alberto Soler en un evento en Madrid que se llama Leer Iberoamérica Lee. En ese Congreso, me tocaba mediar una mesa titulada Lecturas y lectores en la que participaron cuatro jóvenes de distintas edades y nacionalidades: Agustina Cabrera, Dana Elizondo, Mateo Pérez Soto y Kim López. No es por nada, pero estas cuatro persona lo hicieron increíble. Fue una demostración pública de cómo las personas jóvenes son capaces de aprovechar el espacio, cuando tienen la oportunidad de debatir fuera del estereotipo y dándoles un lugar de enunciación para expresar sus ideas. Recuerdo que Alberto hizo una intervención cuando terminó la mesa y eso dio pie a que nos conociéramos en el tiempo del café. Básicamente asistió y observó mi gestión como mediador en directo. Aparentemente le gustó mi trabajo, entonces me contactó. Me enseñó el proyecto Mandarache y me pidió una propuesta para llevar la segunda temporada de Ojos de perra azul. Conocí al primer grupo y fue flechazo. Con el segundo, aún más. Y aquí estoy.


Eva Juliana: ¿Qué ha significado tiene para ti pertenecer a Mandarache?


Al principio me sentía un poco intruso. Mandarache tiene una dinámica que fluye de manera tan natural entre sus miembros, que tienes que entender bien su mecánica. La primera vez que oí del proyecto fue a través de una de las bibliotecarias de Cartagena, Rosa Zaragoza, con quien había coincidido en un curso. Me gustaba porque era muy tajante y propositiva en sus ideas. Luego me di cuenta que ocurre de igual manera con todas las personas que forman parte del proyecto, y Alberto me dio la oportunidad de conocerlo más a fondo. Invocó a mi lado investigador, para reunirme con el Grupo Promotor, hacer una guía metodológica del proyecto (próxima a publicarse) e investigar al detalle a cada persona que pertenece al proyecto: profesores, jóvenes, editores, autores, técnicos de la Concejalía de Juventud. Y absolutamente todas las personas con las que contacté fueron profundamente acogedoras, porque es su manera de contar y convocar alrededor del proyecto. Lo hacen desde el calorcito de un fuego compartido. Cuento todo este periplo para decir que al final me hacen sentir que pertenezco, que formo parte, que es un hogar de muchísimas voces en donde lo relevante no sólo es la palabra sino la pedagogía del afecto y el cuidado. Es de los trabajos al que siempre atiendo con buen humor, miles de ideas, y con bastante mimo.


Jean Piher: ¿Qué te llevaste de cada uno de los chicos que conociste en la gran aventura que fue el congreso? ¿Y cuáles fueron esos personajes y te quedaste con algo de ellos?


Participar en el primer Congreso 'Cartagenas lectoras' fue una experiencia bastante rompedora. Nadie nos preparó para tanta agitación emocional y mental. Conducir al grupo joven fue extenuante, eran alrededor de veinte personas con muchas propuestas e ideas. Aunque no sé cómo, ese días pertenecían al santo de los imposibles. Mientras más locos nos poníamos con las propuestas, más rápido fluía todo: debatimos, hicimos un recital un poesía en directo, grabamos dos vídeos con ayuda de Pablo Madrid, llenamos tres folios de conclusiones y peticiones, comimos kebab, volvimos a hacer otro recital en la librería de La Montaña Mágica... y puedo seguir enumerando cosas. Más que detenerme en lo que me dejó cada uno, pienso en el momento en que todos grabamos ese podcast en alianza de Ojos de perra azul y La Biblioteca de noche de Chile. Sebas y yo no sólo hicimos clic, sino que Iván y Fito colaboraban, y todos participaban compartiendo sus palabras significativas. Yo, que no pertenecía a ninguna Cartagena, que nací en mi propia orilla, la de Venezuela, me sentía conmovido de ver como España y América latina dialogaban con tanto respeto, sorpresa y cariño. Fue un ejercicio colectivo de descubrimiento y enunciación. Así que, puedo decirte que de ustedes me quedo con sus nombres, porque nombrarlos me hace recordar lo mucho que me transformó ese encuentro en el mayo del 2023. Gracias Sofía F, Chloe, Álvaro, Amelia, Eva Juliana, Halima, José, África, Andrea, David, Eva, Guillermo, Irene, María del Mar, Mariana, Renato, Edgar, Sofía y por supuesto a ti, Jean Piher, y a tu acordeón.


Mercedes: Freddy, te mueves mucho por ambientes de proyectos literarios y quizás conoces alguno parecido al Mandarache, pero ¿qué es lo que destacas de él? (más allá de ser el mayor jurado joven)

Destaco su carácter asambleario. Esto hace que toda su gestión y toma de decisiones no sólo sea transparente, sino respetuosa con la trayectoria del proyecto. También rescato el entusiasmo, compromiso y cuidado, con el que se relacionan en cada actividad, de la misma manera en cómo acercan al que viene de afuera. Nadie es un extraño para Mandarache. Por último, como el gran espía en el que me he transformado de este proyecto, me conmueve la trascendencia que dejan no sólo las lecturas, sino propuestas como Libreta. No sólo en los jóvenes que participan, sino en los autores que viven todo el proceso. Basta con realizar estas entrevistas, para ver cómo es su misma comunidad, la mayor impulsora del proyecto.


Luna: ¿Por qué decidiste dar parte de tú tiempo para organizar a un grupo tan caótico cómo podemos llegar a ser?


No son tan desastrosos, Luna. A veces son muy adolescentes, pero sólo eso. Se agobian rápido. Mi carácter sosegado es un buen aliado para serenarlos, e insistirles que esto es un ejercicio retador, ambicioso, pero agradable y seguro. Mi decisión de estar aquí es por ofrecerles esa seguridad para nombrarse, contarse, y armar sus propias narrativas.


Alejandro: ¿Qué le aporta personalmente a Freddy el podcast de Ojos de perra azul?


Estructura. No sólo en la curaduría final de los audios y el armazón que tan cuidadosamente Fito lo alimenta de otros sentidos, sino también en el seguimiento, la investigación y la mediación de nuestros encuentros. Me vuelvo obsesivo con esto de retorcer las ideas. Además aporto mi simpatía que aún no cruza la frontera del cringe, porque soy bastante tonto y transparente. Por último, la confianza. Más que ser un amigo, represento al contacto en caso de emergencia. Busco ser luz en la profundidad o en la espesura, que puedan seguir en caso de que no vean nada. Soy un pez linterna. Recuérdalo siempre, Alejandro.


Mercedes: ¿Cuál ha sido vuestro tema favorito? porque Freddy nos dice siempre que le encantan todos.


Vaya manera de calumniarme públicamente, Mercedes. Lo que pasa es que cuando pasa un nuevo episodio, descubro cosas que me flipan. A ver, como temas, me han gustado mucho el mar, la frontera e incomodidad. Como episodio, aún no sé muy bien por qué, pero me encanta el 2x03 No sin mi tristeza. Hay algo en ese episodio que me conmueve mucho.


Alejandro: Si pudieras hacer cualquier cosa con el podcast de ODPA, (viajes, programas especiales, hablar de otros temas) sin tener que tener en cuenta recursos económicos o cualquier otro tipo de limitación, ¿qué harías?


Lo haría todo y más, pero esa pregunta trampa es adelantarse a posibles ideas futuras.


Iván: ¿Cuándo es un buen momento para dejar morir un podcast? ¿Pueden envejecer mal los proyectos?


Depende del podcast. En el caso de Ojos de perra azul, cuando los encuentros terminen siendo más un verdadero incordio para sus participantes. Aún no hemos llegado a ese punto. A mí, honestamente, el resultado final me gusta por el ejercicio de arte sonoro que hace Fito con nuestras palabras en cada episodio, pero lo que me nutre es el debate. Obviamente los proyectos pueden envejecer muy mal y eso se sabe, se siente, mira a Grey's Anatomy, es el mejor ejemplo. En esos casos lo más honesto es renunciar a tiempo, o saber transformarlos en otra línea de acción, antes de que se vuelvan un lastre.


Alejandro: Top tres razas de perro.


Un boston terrier, un corgi galés y Otto, el perro de dos de mis personas favoritas de la vida que viven en Barcelona. Ni idea de qué raza es y, evidentemente tuve que googlear nombres de perro para poder responder coherentemente tu incoherente pregunta.


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Foto: Pablo Madrid · Concejalía de Juventud Cartagena · Grabación del final de la temporada 4 · 26 de abril, 2024

Edgar: ¿Por qué eliges a dedicarte al campo del fomento a la lectura y por qué lo sigues eligiendo?


Por réplica, como un terremoto que conmueve. De niño iba a la biblioteca de mi barrio, y allí me formé no sólo como lector sino como ciudadano. Lo importante no era realmente leer más o mejor, sino reconocernos como una comunidad capaz de transformar nuestro entorno. Esa idea de nación que me decías en tu entrevista, Edgar, pues había mucho de eso, pero también de la necesidad de drenar toda esa imaginación que tenía alborotada dentro. Vivía en la ficción, escribía a cada instante, a escondidas, y tuve la fortuna de encontrarme con profesores, mediadores e incluso doctores, que con un simple gesto, me apoyaron a establecer mi propia narrativa dentro del campo de la mediación. A veces soy un caos, trabajo en él o desde él, y eso es importante. Son las historias las que siempre me han salvado, y los mediadores, incluso sin saberse mediadores, los que me dejaron en este terreno irregular con tantas ideas por hacer.


Renato: ¿Qué opinas de los hábitos lectores de los adolescentes de hoy en día?


Creo que leen distinto, no sólo otros formatos, sino estableciendo otros vínculos. Es evidente que hay un problema con el exceso de estímulos, la producción en masa de libros, la falta de conciencia y sensibilidad de los diversos contextos socioeconómicos, o la mercantilización del tiempo y de las identidades. Esto reta a la idea tradicional de la lectura, pero también perjudica al ejercicio de entender y disfrutar una obra desde el oficio de la escritura. Hacen falta más espacios para proponer estas lecturas disruptivas, pero también más lugares de comprensión entre adultos y jóvenes, para entender cómo estamos leyendo al mundo.


Soukayna: Si crees que leer o escribir cambia el punto de vista de visión del mundo de los jóvenes o sólo se hace para entretener y aprender cosas.


Espero que la lectura no sea solo entretenimiento o aprendizaje. Leer y escribir son acciones incómodas, difíciles, que te llevan a explorar límites que no reconoces de tu cerebro, pero también de lo que sientes. Ese espacio revolucionario que se activa en nosotros es lo que nos conduce a ver las cosas desde otro punto de vista. Voy a citar a Graciela Montes cuando dice que "Leer nos pone frente a un acertijo, al borde de la inminencia". Leer no nos apaga el cerebro, al contrario, activa una cierta sensibilidad transformadora que también es placentera.


Candela: ¿Piensas que tu trabajo que está relacionado con la juventud es importante?


Soy prescindible, y no lo digo por humildad. Lo que me parece relevante de este trabajo es darles un lugar para estar, decir y equivocarse sin que los funen. La única manera de que los jóvenes puedan alimentar su autoestima cultural, es habitando en un lugar donde no se le señale, sino que se le acompañe en el ensayo y el error. Eso es para mí lo importante, que puedas nombrarte sin miedo, aunque más adelante tengas que volverlo a hacer de nuevo.


Álvaro: ¿En qué pensaban el Freddy de 18 años cuando llegaba un viernes por la noche? ¿Que solía hacer?


A los 18 años estudiaba en la universidad y trabajaba, así que solía beber con mis amigos, buenas birras, en lugares culturosos y viviendo una telenovela personal un viernes al mes.


Malcolm: ¿Cuáles conocimientos o ideas crees que dejas en el alma de las personas cuando te conocen en profundidad?


Esa pregunta es muy jodida. Creo que deberían responderla esas personas. Quisiera pensar que les dejo la idea de un lugar seguro, una red de apoyo, y la conciencia de que un buen abrazo en momentos de crisis, ayuda. Insisto en la idea de ser muy equilibrado, ecuánime, pero a veces las circunstancias me atropellan. También soy un barril sin fondo de consumo de series y lectura de álbumes ilustrados, así que puedo darte mucho material al respecto.


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Foto: de Pablo Madrid · I Congreso Internacional 'Cartagenas lectoras" · Auditorio Batel · 10 de mayo del 2023

Álvaro: ¿Cómo te despertó la curiosidad de hacer un mundo mejor?


A mí se me despierta la curiosidad del mundo, en general. Lo de mejor o peor, depende de quién lo mire. Además, mejorar un contexto no es una actividad única sino colectiva. Los héroes son artefactos de la ficción. La pregunta sería: ¿estamos dispuestos a explorar posibilidades de mejorar juntos a este mundo? Juntos no tú y yo; todas, todos y todes.


Edgar: ¿Cómo te sientes sobre su futuro?


Podría decir incertidumbre, o que la idea del futuro es una invención del ser humano, pero lo mejor es esperar al episodio final de la temporada que va sobre esto, ¿no crees?


Elsa: Si tu vida tuviera una banda sonora, ¿qué canciones no podrían faltar y qué momentos importantes de tu vida representarían?


Sería un batiburrillo de música indie, mainstream, pop, electrónica, caribeña, tradicional, identitaria. Una pieza sonora difícil de seguirle la pista, porque tengo muchas vidas por contar. Pero te señalo una canción que siempre me conecta con un momento de sanación personal: Reflektor de Arcade Fire. Actualmente también estoy muy a la labor de cantar Cairo de Karol G a cada instante. Si me ves en silencio, es que la estoy tarareando en mi cabeza. Y quizás bailándola.


Edgar: Un consejo, de cualquier índole, que le darían a una persona joven.


No vivas ajeno a tu realidad. No temas pedir ayuda cuando lo necesites.


Freddy: ¿Y yo cómo me veo? Si tuvieras el poder de controlar la foto, que sería la imagen con la que todo el mundo me reconozca al buscar mi nombre en internet, ¿cómo sería?


Con mis tres sobrinos montados sobre mí, entre sonrientes, juguetones y salvajes.



BONUS:


Sara: ¿Los vaqueros se llaman vaqueros porque los llevan los vaqueros o los vaqueros se llaman vaqueros por llevar vaqueros?


Básicamente los vaqueros son vaqueros, y en esa esencia indivisible radica la complejidad de sus posibilidades. O sea, un vaquero es un vaquero, porque un vaquero es un vaquero. Pero si nos detenemos en el origen de la palabra, está vaquero que es "relativo a las vacas", y proviene del latín vacca. Pero luego está el otro vaquero, que es el blue jean de toda la vida, bluyín para nosotros los latinoamericanos, y que en España decidieron llamarlo vaquero por pereza lingüística o asimilación: "es que lo usan los vaqueros, pues que se llamen igual", ¿y por qué no llamarlo mineros? Pero si nos vamos dos pasos más atrás, y pensamos en que se trata de un vulgar pantalón (de mezclilla, como le dicen en México). Y si además nos remontamos al origen de esta palabra, descubrimos que pantalón viene del griego 'pan' (todos) y 'eleémon' (compasivo). Compasivo con todos, como un vaquero que es compasivo con las vacas. O yo, que soy compasivo con esta respuesta porque tú fuiste compasiva con esta pregunta. En conclusión, son vaqueros porque los usan los vaqueros.






GLOSARIO:


Proyecto Mandarache es un programa de educación lectora, fomento de la lectura y promoción de la cultura escrita dirigido a la totalidad de la población del municipio de Cartagena con especial incidencia en el público juvenil y adolescente. Creado por la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Cartagena en el curso escolar 2004-2005 y dirigido por un Grupo Promotor, una asamblea ciudadana de personas voluntarias comprometidas con los objetivos del proyecto. En el marco de este proyecto se celebran dos importantes reconocimientos, Premio Hache de Literatura Juvenil y el Premio Mandarache de Jóvenes Lectores, dirigido a dos etapas distintas de la juventud, en el que participa el mayor jurado joven, y donde se celebran distintas actividades que incluye encuentros con autores.


I Congreso Orillas Mandarache  es una iniciativa internacional de intercambio de experiencias educativas en torno a la lectura y la literatura contemporánea en español. La intención de esta iniciativa es estudiar su crecimiento futuro para transformar Mandarache en un modelo iberoamericano de fomento de la lectura. Esta primera edición se celebró en 2023, en Cartagena, España, y reunió también a profesorado y jóvenes de Colombia, Chile.


Grupo Promotor es el órgano de toma de decisiones del Proyecto Mandarache.

Con más de cuarenta miembros que participan de forma voluntaria, conforman una asamblea que convoca anualmente un mínimo de diez reuniones con el fin de definir los perfiles de la campaña y actuando además como comité de selección de los libros finalistas del Premio Mandarache y del Premio Hache en cada edición.


Libreta Mandarache es un taller de creación literaria y escritura dirigido a jóvenes.

Durante cada curso escolar las personas jóvenes seleccionadas reciben clases de escritura y de literatura, así como otras nociones sobre el mundo profesional del libro y la investigación. El grupo seleccionado está compuesto cada año por jóvenes de entre 15 y 18 años que hayan participado anteriormente en los Premios Mandarache y Hache. Libreta es una acción formativa del Proyecto Mandarache de Educación Lectora junto a la Biblioteca del Museo Nacional de Arqueología Subacuática. ARQVA.


Radio Mandarache es una red de podcast en el marco de los Premios Mandarache y Hache impulsados por la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Cartagena, con el principal apoyo de la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura del Ministerio de Cultura y Deporte.


Ojos de perra azul es un podcast de Radio Mandarache para reflexionar sobre leer. Situamos a quienes leen en el centro del hecho literario para investigar distintos aspectos de la lectura y la cultura del libro. Un lugar de ensoñación y encuentro. Sinestesia, abstracción e intensidad adolescente sin pudor.  

 
 

Actualizado: 3 sept 2021


Me siento en la primera mesa que encuentro y no puedo dejar de bajar la mirada del cielo raso. Este antiguo cine de los 40’s debe tener una buena cantidad de historias desconocidas, historias puestas a un lado, las no contadas.

Aterrizo la mirada y él ya estaba ahí, unas mesas más allá, muy acompañado y muy metido en la conversación (evidentemente de libros). Asumo que lo reconocieron y se sentaron a hablarle. Más tarde me entero que encontró una primera edición del entrañable Cuentos mexicanos para niños (1945) de Pascuala Corona, ilustrada por ella misma. Es su nuevo tesoro y lo presume a sus amigos.

Yo mientras, repaso el cuestionario. Me pone nervioso entrevistar a este veracruzano, formado en Puebla, que lleva bastante tiempo en la Ciudad narrando y mediando entre la literatura desde su blog Linternas y bosques. Alguien que de seguro vive preguntándose cosas siempre.

Tacho otra pregunta para dejarla al final y sin aviso se acerca a mi mesa una melena muy cuidada, la boca muy franca seguida de una voz muy tranquila que empieza a responder o a narrar, yo ya no pude diferenciarlo:

I La primera página

¿Cuál fue el primer libro, o quizá el primer punto de contacto?

Hay muchos libros que nos marcan, hay diferentes niveles y etapas. Antes que un libro, serían los arrullos e historias que me contaban en casa. Soy de Veracruz, del puerto, una ciudad que ha cambiado. Pero incluso en ambientes en donde no hay cultura de libros, sí hay historias y son muchas.

Mi abuela y mi madre me cantaban mucho, eran canciones épicas, muy largas. Mi abuela me hablaba de la historia de dos patos que volaban hacia un tule, y detrás de este árbol ya no se sabía qué había. Ahí terminaba la historia, pero… ¿quién sabe lo que pasaba luego? Yo me quedaba siempre con la intriga y mi abuela jugaba mucho con eso.

Con el pasar de los años y con cierta picardía me decía “que lo que ocurría detrás de los tules no se le podía contar a un niño” (risas). Pero en ese estado germinal entre la historia y nuestra vida, la literatura tiene más que ver con el asombro que entra por la escucha. Así también (había) una que me cantaba mi madre de un niño muy chico, casi como pulgarcito que quería crecer… Me fascinaba todo lo que no contaba la canción, lo que no entendía del todo y me dejaba perplejo.

¿Y quién era el lector en casa?

Mi abuelo, recuerdo que recitaba de memoria Margarita de Rubén Darío. Un día mi abuelo, estando en Veracruz, le regaló a mi hermano una enciclopedia como de ocho tomos y yo no recibí nada. Sentí “feíto”, pero sin berrinches me fui al patio. Allí cerca de un árbol de mango me puse a contar hormigas y de la nada vi un libro, era mi abuelo extendiéndome uno de los tomos, él había entendido que yo quería crecer también con los libros y vincularme con él a través de ellos. Ahí me quedó claro que cuando empezamos a leer no lo hacemos necesariamente por la historia, leemos para estar con el otro. Ahora me gusta a mi tenderle un libro a alguien para conectar.

II El Secundario como principal

En su carrera como escritor y mediador siempre ha sido importante mantener un contacto directo con los lectores, con sus lectores, los niños. Desde su blog ha logrado unir el periodismo, la mediación y la escritura. Quizá tenga que ver con ser el niño que no se conformaba con un “porque sí” como respuesta.

Él mismo comenta que vive en una constante tensión entre colocarse en el centro y la periferia de las cosas. ¿Es acaso estar sin realmente figurar? Según él, desde afuera la mirada le permite ver la amplitud lo que es necesario describir.

¿Por qué primero periodista?

Creo que tiene que ver con que me gusta la figura del “secundario”, mi vocación por las preguntas.

Pero tus historias, ¿van hacia el secundario o más bien a tus dudas, las dudas que traes desde que eras niño?

El camino de las preguntas es como el de la hidra, respondes una y surgen dos más. Esto es muy bonito, como la historia sin fin. El preguntarte qué va a pasar, hace que quieras seguir con una historia. Mucho de lo que escribo y cómo lo escribo tiene que ver con escuchar las voces que no han sido escuchadas. Ver en el doblez de los acontecimientos.

Busco mucho las entrelíneas de las cosas que me pasan. Es mi obsesión con conocer… Ver cómo las historias pequeñas y secundarias resuenan más que la centrales. El “secundario” permite un espacio noble para cualquier creador porque se mantiene viva la sorpresa. Yo alzo ese doblez.

¿Y quiénes son buen ejemplo de lectores?

Hay que adaptarse a los tiempos, a las lecturas híbridas. Los niños de hoy leen más que nunca, pero no lo hacen como siempre y tenemos que ver cómo esto suma a nuestra labor. El lector ideal es el que no se queda en la superficie, él mismo pone las pistas… Son aquellos que leen hasta las últimas consecuencias, buscando más allá del libro, conectan sus lecturas con sus vidas, con el chat, con la foto de perfil. Es ese que no tiene miedo de moverse entre un soporte y otro buscando conexiones. Retomando a Barthes, sería como ese lector que mata al autor encontrándole un propio sentido a todo.

¿Qué buscas al escribir?

Quizá detrás de todo esto estén las “ganas” de que la gente no pierda las ganas. Hacer un poco más amplia la escucha. Acompañar soledades, generar vínculos. La palabra adecuada es: reencuentro.

¿Y qué tanto han influido las bibliotecas? ¿Qué son las bibliotecas para ti?

Son una fuente de deseo. Vas y te quieres encontrar con las historias, explorar el lugar, los espacios de libreros, los pequeños caminos, el caos que también es como la serendipia, puedes encontrarte algo inesperado.

III La historia de hoy

¿Cómo es tu relación con la Ciudad de México?

Es una relación bonita. Me muevo en bici y no tengo que moverme grandes distancias. Antes tenía que ir de la (Biblioteca) Vasconcelos a la Roma, o a la Del Valle. Allí tengo un estudio, medio compartido, disfruto mucho la ciudad, visito los parques, voy a correr. Últimamente con más claridad siento que tenemos que salir de aquí. Hay una tensión entre lo mucho que me gusta, mis amigos, museos, librerías, la Cineteca; pero por otro lado es estresante.

¿Narras la ciudad? Sacas fragmentos de la ciudad para escribir

Tuve un vínculo con la ciudad y por narrarla, cuando trabajé en el Periódico Reforma, pero ahora mi vínculo no es una crónica urbana, tiene que ver más con los habitantes, especialmente con los niños y jóvenes de la ciudad. En mis textos no narro la ciudad, pero sí narro para ellos.

Voy todos los lunes a una escuela pública a leerle a niños de cuarto grado, es mi terapia semanal. Les leo en voz alta, platicamos, leemos cuentos, les pregunto, ellos son los interlocutores más importantes. Los “guardabosques” (grupo de lectores) son el consejo editorial del blog, y me reúno con ellos cada tanto o los consulto en línea, muy pronto volveremos a revisar el manifiesto “Soy joven, soy lector” para ver si se siguen identificando con lo que escribieron hace un tiempo.

¿Qué es lo que más disfrutas?

Leer y conversar con niños, andar en bici, ver una película con Mariela.

¿Y el futuro también lo ves como un personaje secundario?

Siento que está en algo periférico, regresando un poco más a la naturaleza y a formas más modestas, sin dejar de estar conectados. Veo un futuro hiperconectado, pero quizá más silencioso.

ilustración de @Amanda Mijangos & Armando Fonseca

detalle de portada del libro Jomshuck: niño y dios maíz (Castillo)

Conversaciones minúsculas

Una figura geométrica:

Triángulo.

Un color:

Verde-azul-mar.

Una obra de arte:

Cualquier coreografía de Pina Bausch.

Un libro que marcó tu adolescencia:

José Revueltas, Dormir en Tierras (1960)

Una película:

Pleno Verano de Tran Anh Hung (2000)

Una imagen a describir:

Tierra húmeda, muchos árboles, un poco de bruma y montañas detrás que repiten los árboles.

Una canción:

Un puño de tierra de Antonio Aguilar.

Qué querías ser de niño:

Escritor.


 
 

Actualizado: 17 ago 2024


NOTA DE LA REVISTA

Esta entrevista es producto de un encuentro breve y hermoso entre Isabella Saturno y

la ilustradora Cristina Sitja en su visita a Caracas en el 2014.

No pudimos publicarla en su momento, y hemos decidido rescatarla actualmente

ante la reedición del libro ¿Qué hacer un domingo? en un nuevo formato.

Confiamos en que algunas conversaciones no tienen fecha de caducidad.

Cuando Cristina Sitja era una niña, exponía sus dibujos en su cuarto y los vendía a sus familiares a 25 centavos. Tuvo una buena infancia . Es la menor de tres hermanas. Vivió en una Caracas que extraña, pero ya ha hecho vida en otra parte y Caracas queda cómo un buen recuerdo de su infancia y adolescencia. Estuvo un tiempo en Montreal, Nueva York, Barcelona y San Francisco ampliando su formación como fotógrafa y artista plástico. Pero ahora reside en Berlín y, tras haber trabajado en una floristería durante dos años para mantener su carrera cómo ilustradora, ahora (¡por fin!) si se dedica 100% a la ilustración.

Dos veces expuesta en Bolonia, es ilustradora de varios libros para niños: Analagua, La mano de mamá, La apuesta, Rasabadú, El intruso, Etranges Crèatures, entre otros. Su más reciente libro es la reedición en el 2018 y en un nuevo formato del entrañable ¿Qué hacer un domingo?, gracias al trabajo en conjunto de las editoriales Camelia (Venezuela) y Cataplum (Colombia).

¿Cuánto tiempo tienes fuera de Venezuela?

23 años.

¿Por qué te fuiste?

Me fui a estudiar y luego me adapté a otro estilo de vida, y ya no veía cómo iba a encajar bien al ritmo en Caracas… No me gustan los carros; me gustaba caminar e ir en bicicleta y en la ciudad dónde vivo es más fácil moverse a pié y en bicicleta.

¿Y tu apellido, Sitja?

Es de mi padre que es catalán, lleva aquí casi cincuenta años.

¿Cómo fue tu formación?

Empecé a estudiar Literatura en español en Montreal y luego me cambié a Bellas Artes, porque yo siempre, de chiquita, después del colegio, cuando tenía nueve años me iba a una escuela de Arte que quedaba en Las Mercedes, no sé si todavía está, no lo creo. Siempre tuve muy claro lo que quería hacer, aunque no estaba muy consciente de que eso no iba a hacer ganarme la vida. Entonces estudié Bellas Artes, me saqué la licenciatura y me fui a Nueva York un año porque me especialicé en fotografía. No me gustó vivir en esa ciudad, era muy grande la diferencia entre haber vivido en Montreal, que era una ciudad muy tranquila. Nueva York para mí era demasiado, está bien para visitar, me parece muy bien para tener esa experiencia de un año, pero luego me fui a trabajar a Austin, Texas, donde era profesora de fotografía y de libro de artista. Yo también aprendí a hacer libros a mano, que me encanta. Además me gustaba mucho estar ahí porque mi hermana vivía al lado y éramos vecinas. Pero luego sentí que no estaba conociendo gente, que tenía una vida muy cómoda. Quiero rodearme de gente que esté en mi área artística, por lo que dije: “tengo que hacer una maestría” y me fui a San Francisco. Ahí saqué la maestría en Bellas Artes pero con especialización en fotografía.

Yo hacía estenopeicas; a mí nunca me gustó lo convencional entonces hacía mis camaritas de madera. Me compré esos portanegativos de 8x10 de los antiguos y construí una cámara estenopeica alrededor de ellos para sacarlos y meterlos. Tenía una bolsa negra donde podía cambiar todo y usaba papel fotográfico como mis negativos porque estos eran muy caros. Hice contactos y me vine aquí y gracias a mi madre, conocí a María Fernanda Di Giacobbe que en aquella época tenía un café muy agradable en frente de PDVSA llamado la Paninoteca. Ella fue la primera que me dio una exhibición. Luego Roberto Mata me invitó cuando él estaba en La Castellana, a dar una charla sobre mi trabajo. Cuando terminé de estudiar en Estados me fui a Barcelona porque allá estaba mi abuela. Me dije: “voy a ver qué pasa”. Yo era especialista en fotografía a color y revelaba mis negativos a color e imprimía a color, pero cuando llegué a Barcelona no encontraba un laboratorio donde pudiese hacer mis cosas, entonces pensé: “Esto es muy tóxico, quién sabe adónde vierten todos esos químicos. ¿Qué puedo hacer que sea barato, que no sea tóxico y que lo pueda hacer en cualquier lado? Dibujar”.

¿Entonces fue así como decidiste ilustrar libros para niños?

Empecé a dibujar y me dije: “mira, no está mal”. Me metí a investigar sobre ilustradores y comencé a hacer ilustraciones, pero claro, yo no sabía nada. Cuando vine otra vez a Caracas visité a María Fernanda Di Giacobbe, quien ya tenía Kakao y me dijo: “tienes que conocer a María Angélica de Camelia”. Me la presentó y ella estaba buscando a alguien para ilustrar Analagua. Entonces les hice un test y fueron ellos los primeros que me dieron trabajo.

¿Cuáles son tus historias preferidas?

A mí me gustan los cuentos que no son, o sea, que aprendes algo pero que tienes que buscar el contenido; que no tengan unos roles muy definidos, como la princesita y el príncipe. Me gusta que los personajes que hago sean, en su mayoría, asexuales, es decir, no son ni hembra ni hombre, que sean simplementes seres vivientes. También me gusta cuando es un álbum ilustrado donde el texto no refleja sino que complementa la ilustración, que no está describiendo la ilustración, porque eso me parece una pérdida de tiempo. El niño tiene que poder buscar ahí su propia historia. Eso también me interesa mucho y, si es una ilustración con mucho detalle, que el niño se meta ahí. Si es sencilla que sea de una manera que también explique mucho.

¿Cómo es tu proceso creativo?

Yo siempre llevo una libretita y hago muchos dibujitos sencillos. Luego, cuando estoy haciendo un libro, voy para allá y digo: “ay, mira, voy a usar este”. Pero cuando me dan un encargo de un libro, es distinto. Cuando ilustré Analagua, no hice storyboard ni bocetos, simplemente fui y dibujé; luego escaneé y monté las partes. Lo que hago ahora, porque alguien me lo sugirió, es hacer unos dibujos en unos papelitos pequeños, haciendo las escenas con acuarela, guache o tinta china. No importa si me equivoco porque es una idea para hacer un plano visual de cómo va a ser en el papel grande. Es una referencia. Tengo el ambiente un poco hecho. Luego voy directo al papel, sin hacer esbozos, y empiezo a dibujar. Si me tranco un poco, lo dejo, y empiezo el próximo. A veces tengo tres dibujos de un mismo libro al mismo tiempo. Se van alimentando el uno con el otro y así voy. Sin mucha organización.

Tu libro publicado en francés, Etranges Crèatures, también fue escrito por ti.

El libro empezó como algo visual; primero dibujé el libro y luego saqué el texto. Siempre empiezo por la imagen; ya tengo el libro en la mente dibujado. El texto viene al final. En mi cuaderno de esbozo hice un dibujo y de ahí empecé a escribir unas cositas. Eso estuvo allí como un año. Luego decidí que no iba a ser así y en dos meses hice todo el libro. Me senté, lo hice y ya. Se lo enseñé a mi amigo Cristobal León, un artista chileno, y me ayudó a escribir la historia porque él es muy bueno haciendo frases cortas. En unos días hicimos el texto. Él veía las imágenes y escribía lo que pensaba. Yo escribía mi parte y luego las juntábamos. La historia siempre me viene en imágenes, pero siempre a partir de un concepto, de una duda, de un dilema que tienes en tu día a día, o porque ves que el mundo no va como tú esperas. ¿Pero cómo haces para que esa historia sea para los niños? Ellos están abiertos a todo, en realidad. Los libros que hago son para niños chiquitos, 4,5, 6 años y tiene que haber poca palabra porque al niño tan pequeño lo que más le gusta es mirar y contar. Si tú estás ahí contándole una novela , quizás se queda dormido y no va a seguir el hilo del cuento…

¿Cómo ha sido la experiencia de haber expuesto en Bolonia? Eres la única venezolana que ha estado allí dos veces.

La primera vez no pasó nada. La segunda vez tampoco pasó mucho, pero si conocí a un par de editores con los que he trabajado este año. Espero convertir las ilustraciones que salieron el año pasado en la exhibición en Bolonia en un libro. Este año me escogieron para otra bienal que se llama Ilustrarte, en Lisboa, así que estoy bien contenta.

¿Cuáles crees que son los retos más difíciles para un ilustrador?

Bueno… que te vean. Que te hagas conocer. Hay muchos ilustradores, como en todo. En lo que tú hagas siempre habrá mucha gente haciendo lo mismo que tú. Para arrancar es difícil, a menos que a la primera tengas suerte. También está el reto de traducir el texto a una imagen. A mí eso me cuesta mucho, sobre todo si es el texto de otra persona; que el escritor esté contento con cómo has visualizado tú su concepto. Y también cómo simplificar.

¿Te identificas con tu infancia a la hora de ilustrar libros para niños?

Sí. Si a mí me dieran a escoger nacer en algún lugar, nacería aquí en Venezuela otra vez. Claro, en los años 70 y 80. Yo tuve una infancia muy chévere… Lo que viví aquí no lo hubiese podido vivir en Alemania, por ejemplo. Íbamos a un parque infantil y había una bola que parecía un queso verde con huequitos y tú te metías ahí y había unos tubos de hierro y ahora que lo pienso era un poco peligroso, pero para un niño ese parque era un lugar estupendo… Y todo eso que uno vió de niño te afecta y eso se ve en mis dibujos; todos esos elementos que se ven aquí: los árboles, los pájaros y la arquitectura. A mí me gusta hacer muchos dibujitos y como en Caracas, hay que fijarse en los detalles para ver bien la hermosura dentro del caos… Detrás de los cables eléctricos se esconde algo.

¿Cómo fue tu niñez?

Muy buena. Yo crecí con mis abuelos españoles; mi abuelo siempre me llevaba a jugar al parque y en la noche siempre me leía cuentos.

¿Qué historia de la infancia te marcó?

Yo de chiquita veía Mazinger Z, grababa los capítulos en un casete y de noche me iba a dormir oyéndolos. Creo que yo era la única que coleccionaba el álbum de Mazinger Z y las demás niñitas el de Menudo. Que a mí también me gustaba Menudo pero yo no coleccionaba ese álbum sino el de Mazinger Z.

¿Cómo relacionas el arte plástico, la fotografía y la ilustración?

Los dibujos que hago para exhibir en galerías son un poco más plásticos, pero ahí también se mete la ilustración. Trabajo mucho a partir de imágenes, a partir de fotos que yo tomo, no es que mis dibujos sean realistas, pero ahí tienes una referencia. Como hice muchas estenopeicas y ahí la perspectiva no existe y todo es irreal, no sabes qué es grande y qué es chiquito. Eso influye en lo que yo dibujo aunque yo no le doy mucha vuelta a eso.

Conversaciones minúsculas

Un artista plástico

Gego.

Un ilustrador

Isabelle Arsenaut.

Un color

El azul.

Un recuerdo de Venezuela

Los pajaritos, los loros, los sapitos en la noche… Eso lo extraño.

Berlín

Bicicleta.

Un personaje

El corroncho, el de Los Sopotocientos Amigos. Una de mis primeras piñatas fue de este personaje.

Un libro de la infancia

El Conejo y El Mapurite, un libro que todavía tengo. Y Mafalda, a mí me gustaba lo inteligente que era esa niña y yo la ponía a ella como un ejemplo de cómo uno tenía que ser.

**Las ilustraciones son de Cristina Sitja Rubio.



 
 
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Cultura, libros, infancia y adolescencia

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ilustración de las jornadas @Miguel Pang

ilustración a la izquierda @Juan Camilo Mayorga

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