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Actualizado: 3 sept 2021


En el año 2000, cuando Liliana Bodoc publicó su primera novela Los días del venado junto a la editorial Norma, jamás imaginó el revuelo que ocasionaría en la feria del libro de Buenos Aires. Su libro era el inicio de una saga de fantasía épica vinculada con un imaginario latinoamericano, tema ausente en tierras del realismo mágico. Es quizás por esto, y su buena literatura, que los tres libros no conocieron fronteras. Consiguió innumerables lectores, sobre todo jóvenes, que se identificaron con la contundencia de esta historia. Pero Bodoc demostró, además, que no se trataba de la suerte del principiante, sino de la demostración de un constante trabajo y respeto a la palabra. Garantía de esto permanece en libros como Sucedió en colores (2004), Memorias impuras(2007), El mapa imposible (2008) o Presagio de carnaval (2009), por citar solo algunos ejemplos. Liliana atendió a nuestro llamado y compartió con nosotros sus impresiones sobre la literatura, el arte de escribir y su vida:

Tu primer trabajo publicado dentro de la literatura para jóvenes fue una saga fantástica. Una historia planteada en varios tomos, y con una estructura y elementos de fantasía épica. ¿Por qué escogiste este formato? ¿Qué puntos a favor tiene la saga que ha atrapado a la juventud contemporánea?

La sinceridad es un buen comienzo, por eso debo admitir que mientras escribía la saga de Los Confines no tuve intención de hacer literatura para jóvenes. Lo supe después y lo agradecí. Con esto procuro decir que cualquier reflexión que haya podido hacer respecto del género ha sido posterior a la edición de la trilogía. Creo que las épicas fantásticas, por definición de género, proponen al lector un espacio de pertenencia, una ética, un “ejército” al cual adherir, una causa. Las épicas fantásticas reclutan lectores que las honran con un alto grado de lealtad. Por otro lado, tienen una doble condición, ¡tan semejante a la vida!, de ser al mismo tiempo un espacio familiar y un espacio misterioso. Y esto también nos enamora. Los relatos épicos, sabemos, tienen como mandato original crear individuos pertenecientes a una cultura. Aunque los siglos han pasado, algo de eso subsiste y sigue siendo eficiente. Cuando nos calzamos las botas de una saga es para siempre, y esa saga crece con nosotros.

Para el lector de la saga, sufrir la muerte de un personaje querido es difícil. Como creadora de los mismos, ¿cómo se vive la muerte de algunos personajes importantes de la saga?

Con seguridad sufrimos menos como escritores que como lectores. Debe ser porque lo venimos maquinando fríamente, analíticamente y, llegado el momento, no nos tiembla el pulso. En mi caso, sentí como lectora la pérdida de algunos personajes mucho más de lo que sufrí en la acción de matarlos, párrafo a párrafo, con mis propias manos.

En el 2010 iniciaste el proyecto El Arte de Los Confines junto al ilustrador Gonzalo Kenny, quien ha hecho nuevas portadas para la saga e ilustraciones para Oficio de Búhos. ¿Por qué este acercamiento con el mundo de la ilustración? ¿Cómo ha sido el proceso creativo con el ilustrador?

Encontré a Gonzalo a través del rostro de Kupuka. Tuve ante mí ese dibujo y enseguida supe que ahí había alguien que veía lo que yo imaginaba. Cuando pude conocerlo personalmente todo terminó de cerrar. Profesionalmente Gonzalo es un artista de excelencia y humanamente es un husihuilke. Nos entendimos sin necesidad de muchas palabras y hoy siento, con toda sinceridad, que la saga también le pertenece.

¿Qué te llevó a caminar nuevamente las Tierras Fértiles con Oficio de Búhos? ¿Siempre tuviste planes de hacerlo o fue una necesidad posterior?

Dije más de una vez que la saga de Los Confines había llegado a su final definitivo con la tercera parte. Pido disculpas por la contradicción. La verdad es que uno de los factores que renovó el deseo de volver a Los Confines fueron, justamente, las ilustraciones de Gonzalo. Vi lo que vi, y quise regresar a ese lugar querido. Kupuka tuvo una mirada y yo sentí que quería reencontrarme con esa historia. Después vino el tiempo de pensar muy bien el modo de hacerlo. No quise una cuarta parte tradicional. Preferí estos relatos que se sitúan en distintos tiempos y espacios, preferí el fragmento, la niebla.

Aunque tocas temas universales, tus libros tienen una marcada referencia latinoamericana. ¿Hay una necesidad intencional en tu producción literaria de realzar lo latinoamericano? ¿Cómo ves la literatura publicada para jóvenes en Argentina y en Latinoamérica?

Sí, hay claramente una intencionalidad en el uso de la simbología. Soy de los que creen que es difícil hablar y contar acerca de lo que no conocemos, no comprendemos y no amamos. No hubiese podido escribir una saga con simbología anglosajona… En todo caso, hubiera sido un texto más externo, más parecido a una escenografía que a una casa. Por lo demás, es indispensable que el arte trabaje desde y sobre nuestra identidad continental, nadie sino nosotros vamos a hacerlo. Con seguridad, el orgullo bien entendido, sin prepotencia, sin dogmatismo, sin autoritarismo, es bueno para la gente.

Has publicado libros para niños, jóvenes y adultos. Cuando escribes, ¿piensas en el lector? ¿Adaptas el discurso de acuerdo a un público específico?

Sí, claro que sí… Pienso, y no poco, en aquellos lectores a quienes está destinada la obra. No para simplificarles la lectura, no para agradarles, no para buscar una rápida identificación sino para comunicarme con ellos. Si deseamos que, al menos en parte, la comunicación suceda es necesario trabajar en registros compartidos.

Tus obras tienen en común un tono antiguo, mítico. ¿A qué se debe este trabajo particular con la palabra?

El lenguaje tiene que ver con la coherencia del mundo ficcional y con la verosimilitud de la historia narrada. La saga de Los Confines intenta posicionarse en un tiempo sin tiempo, en un espacio fuera del espacio, y eso me exigió un lenguaje, digamos, “mítico”. ¡Hasta donde eso es posible! Durante el proceso de escritura tuve muy en cuenta no interferir con expresiones que pusieran el texto en unas coordenadas espacio-temporales reconocibles. Y ni hablar de los argentinismos. ¿Te imaginás a Vieja Kush diciendo “Che, vos”? Me gustaría aclarar que no digo que sea imposible que los personajes de una épica fantástica hablen en lengua coloquial y actual, digo que eso no funcionaba en la saga de Los Confines.

Filmaste un documental llamado “La madre de Los Confines” dirigido por Diego Ávalos. ¿Cómo fue la experiencia de recorrer tu pasado?

Lo primero, y quizás más arduo, fue comprender que no se puede volver del todo. Nunca jamás. Ya nada era aquello que yo recordaba, aunque la apariencia fuera la misma. Aún así fue intenso ese regreso a los lugares de mi infancia y de mi adolescencia: al sitio donde está la tumba de mi madre, a mi escuela primaria… Diego Ávalos, y quienes hicieron la peli, trabajaron con la idea de que todo eso estaría presente, de un modo u otro, en la saga. ¿Estará? Yo no sé en qué capítulo aparece mi madre, en qué línea está mi primera vergüenza, qué episodio representa mi vestido celeste con flores azules y blancas… No creo que en la vida de las personas, esas líneas puedan rastrearse con precisión. Pero, al menos, habrá una hipótesis.

Luego de la muerte de tu madre, católica, creciste en un entorno ateo. ¿Cuándo llegó tu conversión a la religión musulmana y de qué manera ha influido en tu obra?

Llegó, y no casualmente, durante la primera guerra del golfo, cuando sentí mucha cercanía con esa nación arrasada. Tiempo después caminé por una calle de Mendoza y llegué a la mezquita de la ciudad. Me atendió uno de los seres humanos más luminosos que he conocido. Jaled, el hermano Jaled, Jalito para los amigos. Vale aclarar que Jaled es el encargado de cuidar la mezquita, el que atiendo, sirve té y asea. Él me acercó al Islam con una humanidad poco común. Hoy, si bien no practico con rigor los rituales y las costumbres musulmanas, sigo aferrándome a las palabras de Jaled. Hermanito, le pregunté un día, después de escuchar un sermón apocalíptico de boca del sheik, ¿qué es el fin del mundo? Jaled se sonrió. “El único fin del mundo es el desamor”, me dijo.

Sé que para escribir necesitas orden; es un proceso, intelectual, pensado, ¿cómo desarrollaste tu forma de trabajo?

Es cierto… Necesito de bastante orden: anotaciones, listas, líneas temporales y a veces mapas. Es casi imposible que arranque en el procesador de texto, sin antes pasar por un cuaderno. Pero para que la cosa no quede en lo literario, también necesito de orden a mi alrededor, en mi casa, en mi mesa de trabajo.

¿Qué ocurrió con la continuación de Memorias Impuras?

Puedo decirte, con mucha alegría, que esta misma tarde envié a editorial Alfaguara el texto de las dos partes de Memorias Impuras, Los padres y Los huérfanos, para que empiece el proceso de edición. Parece que por fin va a suceder.

En tu obra has tocado una temática variadísima. ¿Sobre qué tema en particular te gustaría escribir?

Me gusta hablar de nuestro mundo desde otro mundo, de nosotros desde otros. Me gustan las alternativas a nuestra realidad cotidiana. Será por eso que mi cabeza ronda lugares remotos, tiempos idos, culturas distantes. Más allá de lo argumental, la idea que me persigue siempre mediatizar el espejo que suele ser la literatura, intervenirlo con otros paradigmas. De un modo o de otro, es lo mágico lo que me importa.


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¿En qué animal te metamorfosearías?

En oso pardo.

¿Qué libro marcó tu adolescencia?

Los capitanes de la arena de Jorge Amado

¿Un recuerdo de tu infancia?

Una muñeca a la que quise mucho, con la que convivía más allá del juego. Juntas dormíamos, juntas tomábamos la merienda, juntas nos sentábamos a leer o a mirar tele. Un día, a los trece años, después de una impugnación burlona de mis amigas, ¡ay!, la tiré al canal y se la llevó el agua.

¿Un olor?

A pan recién horneado.

¿Un sonido?

Campanas al atardecer.

¿Una comida?

Pastel de papas.

¿Algo que siempre has querido hacer, y nunca has hecho?

Andar a caballo, ¡pero andar bien!

¿Algún temor?

El dolor de mis hijos

¿Un vino?

Malbec de Mendoza.

¿Un autor?

Dostoievsky.

¿Un país o un viaje?

Sicilia, la isla donde vivió mi abuelo.

¿Una película?

La Strada de Fellini.

***Imágenes usadas en esta entrevista: 1. Detalle de retrato hecho por Juan Nacht. 2. Detalle de fotografía realizada por Alejandra López. 3. Detalle de ilustración del libro Cuando San Pedro viajó en tren ilustrado por Valeria Docampo, editado por SM. 4. Trailer del documental La madre de los confinesdirigido por Diego Ávalos.


 
 

Actualizado: 3 sept 2021


Maite Carranza intimida. Pero su amabilidad quiebra con el prejuicio, y es la razón por la que aún impresiona a tantos lectores, quienes se ven seducidos ante la fuerza de su palabra enérgica pero sin descuidar un tono afable. Sus respuestas a la entrevista se entonaban con el vigor de una amplia trayectoria en la televisión y en el campo literario. Antropóloga y también educadora, ha escrito un gran número de guiones, y publicado una importante obra literaria que se pasea por diversos estilos, donde resaltan la novela ¿Quieres ser el novio de mi hermana?, la saga fantástica La guerra de las brujas, y el policial Palabras envenenadas por el que recibió no solo la admiración de los jóvenes lectores, sino el premio Edebé 2010 y el reconocimiento del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil del 2011. Maite Carranza es, actualmente, una figura vital en el campo de las letras para jóvenes en español.

Ante tanta diversidad de profesiones, ¿cómo llegas a conectar con la escritura?, ¿era una idea que tenías desde joven?

La escritura literaria era y ha sido siempre la primera idea, la que soñaba desde niña, la aspiración máxima. Pero para conseguir dedicarme a ello he debido profesionalizarme en ámbitos cercanos como la docencia y la escritura de guiones. Reconozco que ambas tareas me encantan y que me han enseñado mucho.

¿Prefieres escribir guiones o libros?

Empecé con los libros y creí ingenuamente que podría escribir guiones para ganarme la vida mientras continuaba con los libros. Craso error. Ambas actividades son incompatibles. Ahora no las hago en simultáneo, las alterno. He descubierto que los guiones me dan fuerza y me conectan al mundo y que los libros me permiten explorar con mucha más intensidad mi propia voz. La literatura, sin duda, es un ejercicio autoral mientras que los guiones constituyen un trabajo de equipo.

¿Cómo compaginas cine, televisión y literatura?

Concibo historias y luego decido cuál es el marco y el género adecuados para ellas. A veces las trasvaso, como me sucedió con La Guerra de las Brujas que comenzó siendo una propuesta de película de cine, o como Palabras envenenadas que partía de una sinopsis para una TV.Movie.

La televisión, la mayoría de las veces, es satanizada por la cultura, ¿consideras que ambos mundos pueden sustentarse?, ¿cómo se logra?

La televisión es un medio audiovisual con posibilidades infinitas. El uso que se haga del mismo por parte de las cadenas, los publicitarios, y los productores no invalida el medio. Yo creo en la televisión puesto que tiene la virtud de penetrar en los hogares y conectar cómodamente con los espectadores. Lamento que su faceta cultural e innovadora esté infrautilizada en España donde predomina un modelo más populista y generalista. En nuestro país solo se juega seguro sobre modelos importados o ya previamente probados. Somos miméticos y poco creativos, aunque confío que esa tendencia se vaya corrigiendo. Actualmente la renovación de la dramaturgia y la narrativa audiovisual se está produciendo en la televisión americana. Las series de culto están sustiyendo al cine de autor. ¿Quien dijo que la televisión era basura?

Series de televisión para jóvenes como Skins, Física o química, El barco o Pulseras rojas, por citar solo algunas, ¿son representaciones válidas del joven actual?, ¿crees que exista un espacio que conecte de igual manera con el adolescente dentro del mundo literario que va dirigido a ellos?

Las series citadas son modelos muy diferentes. Algunos jóvenes considerarán que Pulseras rojas es ñoña o que Skins es demasiado atrevida, por eso hay ofertas variadas y espectadores para todos los gustos. Los jóvenes pertenecen a una misma franja de edad, pero no son miméticos, tienen ideas políticas diferentes, gustos estéticos y musicales diferentes, procedencias y hablas diferentes y pertenecen a clases sociales diferentes. No se puede pretender reducir la “juventud” a una única tendencia. En literatura ocurre lo mismo, cada autor ofrece su particular visión del mundo y los jóvenes conectan con sus autores en función de sus gustos.

Logras salir del fenómeno de la trilogía fantástica La guerra de las brujas, para adentrarte en el crudo policial que significa Palabras envenenadas, ¿cómo te tratan tus lectores al dar un salto tan violento de la fantasía a la realidad?

Se ha dado el curioso fenómeno de que algunos lectores han crecido durante esa transición y aceptan el cambio de buena gana. Si leyeron La guerra de las brujas con catorce años y Palabras envenenadas con dieciseis se sienten recompensados por esa novela más adulta, más reflexiva. Los fanáticos de la literatura fantástica ya no se prestan a leer nada fuera de la fantasy. Son los menos.

¿Cómo te sentiste al recibir el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil el año pasado?, ¿te lo esperabas?

Recompensada y reconocida. Recompensada por haber premiado un libro diferente y atrevido. Reconocida por haber premiado una dedicación de 25 años a la literatura infantil y juvenil. El Premio nacional aúna ambas cosas, un libro y una trayectoria. Reconozco que ha sido un gran espaldarazo y que me llena de orgullo.

¿Has renunciado a temas como el humor y la infancia de tu obra primigenia? ¿O sientes más bien una evolución?

En absoluto. No solamente no he renunciado sino que mis libros más recientes publicados a lo largo del 2011 y 2012 corresponden a una serie infantil/juvenil humorística, desenfadada e ilustrada en forma de cómic por Agustín Comotto. Víctor Yubacuto, un personaje de once años transgresor y algo gamberro se inscribe en el estilo de mis primeros libros que rescaté en el 2002 con ¿Quieres ser el novio de mi hermana?. Mis Víctor (Víctor y los vampiros, Víctor y los romanos, Víctor y los duendes) están escritos desde la óptica de un humor esperpéntico y costumbrista que disecciona inmisericordemente la infancia y sus mundos adyacentes: familia, escuela, amigos. La escritura de Víctor son mi píldora semestral de optimismo. Me encanta el humor y la infancia.

¿Cómo crees que la crisis actualmente pueda afectar a la experiencia de la lectura?

A grandes males grandes remedios. Las situaciones difíciles agudizan el ingenio. Tal vez sea la ocasión para la lectura digital o para lecturas compartidas o para experiencias novedosas. Lo que no creo es que la gente deje de leer a causa de la crisis. Leer posibilita soñar y escapar de nuestra cotidianidad insufrible. Un buen remedio a nuestos males.

Danos tu opinión sobre el fenómeno de blogueros adolescentes que critican y comentan la producción editorial que va dirigida hacia ellos. ¿Sus opiniones se pueden legitimar en un espacio tan efímero como la red?

Es un tema controvertido que ha sido objeto de polémica en más de un encuentro con autores. Si bien me parece excelente que los jóvenes tomen la iniciativa de recomendar libros de su gusto a sus amigos y amigas de la red, hay algunos – los menos- que sin poseer conocimientos suficientes sobrepasan su grupo de conocidos y adquieren una dimensión pública excesiva pontificando con faltas de ortografía y sin argumentos sobre libros que no comprenden. Hay blogueros universitarios, cultos, estupendos lectores y tan válidos como los críticos literarios de cualquier publicación impresa. Lo peligroso es la excesiva juventud e inexperiencia de algunos y el trato de favor que se les da sin merecerlo. Debería publicarse siempre el currículum del bloguero como garantía de honestidad y trayectoria. Algunos autores consideran que las editoriales son las causantes del fenómeno puesto que regalan libros y difunden los comentarios de los jovencísimos blogueros. Yo soy poco intervencionista y me siento atraída por el fenómeno. Creo que la misma red regula esas excesivas ofertas y equilibra las demandas. No es necesaria ni la censura ni la represión, aunque si alguien se siente ofendido la red le permite el derecho de réplica. Esa es la grandeza de la democracia y de la libertad de expresión.

¿Cuáles son tus manías básicas a la hora de escribir?

El silencio y el aislamiento. Me gusta escribir sola y sin ruidos. No pido demasiado.

¿Cómo logras mantenerte actualizada sin perder la trascendencia en la escritura?

Me actualizan mis hijos, mis lectores, la red y la realidad circundante. No desconecto jamás del mundo y, si bien he sentido deseos de hacerlo, creo que es un gran error.

¿Qué planes tienes para el futuro?

Estoy adaptando para guión Palabras envenenadas, tengo ya dispuestos dos libros de Víctor para ser escritos próximamente y una idea de novela que planea desde hace dos meses y que si puedo concretaré este verano. En febrero saldrá finalmente una novela para adultos en Espasa Calpe titulada El fruto del baobab. Sinceramente, creo que mis jóvenes lectores también podrán leerla.

Conversaciones minúsculas

¿Una palabra?

Experimentar.

¿Una verdad?

Todos moriremos.

¿Un animal en el que metamorfosearse?

Un delfín.

¿Un libro de tu adolescencia?

Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.

¿Un guión?

El verdugo de Rafael Azcona.

¿La antropología?

Harris, el maestro de la divulgación.

¿Y la educación?

Clausurar las aulas del siglo XIX.

¿Anaíd, Selene o Demeter?

Selene.

¿Una escena?

El padrino. La cabeza de caballo en la cama. (La aspiración de todo guionista).

¿Una canción?

Brown eyed girl de Van Morrison.

Si dentro de tres días se acabara el mundo…

Pasar esos tres días con los míos gozando y riendo.

***Imágenes usadas en esta entrevista: 1. Fotografía realizada por Júlia Prats. 2. Detalle de la portada del libro Magia de una noche de verano, ilustrado por Enrique Corominas y editado por Edebé. 3. Detalle de portada del libro El clan de la loba, diseñada por César Farrés y editado por Edebé.


 
 

Actualizado: 3 sept 2021


Los jóvenes, en la actualidad, están enfrentados a grandes cantidades de información gracias al mundo virtual, las redes sociales y la publicidad. Sin embargo, la literatura siempre busca un nicho para comunicarse con ellos. Ana Díaz Plaja, especialista en literatura infantil y juvenil, conversa sobre la lectura en los jóvenes en la actualidad.

¿Cómo fue su acercamiento a la lectura?

Gracias a mis padres y hermanos.

¿Qué leen los jóvenes en la actualidad?

La realidad -aunque a veces no guste, porque es políticamente incorrecta- es que las jóvenes leen mucha literatura romántica, con vampiros o sin ellos, y los jóvenes leen menos. Si lo hacen, es una línea épica al estilo posttolkeniano. Todos (ellos y ellas) leen ingentes cantidades de materiales que pueden encontrar en sus smatphones, tabletas u ordenadores. La mayoría, interacciones entre ellos.

¿Los libros para jóvenes son una estrategias de marketing?

Todo hoy día es una estrategia de marketing. Y ya que el marketing se aprovecha de nosotros, aprovechémonos nosotros del marketing.

¿Las modas son ventajosas para la lectura en los jóvenes?

Sí, claro. A través de una moda un joven puede empezar a leer algo. Si queda atrapado, pues habremos ganado un lector. Si solo era una moda, lo dejará. ¡Tampoco valía la pena como lector!

Ante un mercado editorial tan competitivo actualmente, ¿cómo serían las dinámicas para abordar la lectura de los clásicos de la literatura juvenil?

A través de todo tipo de estrategias, pero que contemplen la noción de esfuerzo, de complejidad, de placer lento que comporta profundizar en los clásicos.

¿Aún en la actualidad se puede hablar de literatura juvenil como un género menor?

No “se puede”. Hay quienes aún se permiten ignorarla o despreciarla. Allá ellos…


De dar tres reglas básicas clasificar a un libro para jóvenes, ¿cuáles serían?

Como me gusta más pensar en lo que es y no en lo que debería ser, las tres reglas la reduzco a una: que forme parte de una colección destinada a público joven. La metamorfosis de Franz Kafka algunas veces se ha considerado como juvenil, según la colección a la que pertenezca. Después hay lectores jóvenes que encuentran su libro en cualquier colección. Un adolescente puede fascinarse con Crimen y Castigo o con Lolita de Nabokov, aunque no pertenezcan a colecciones juveniles.

En un mundo plural, con evoluciones sociales y lingüísticas en los jóvenes tan distantes, ¿cómo construir un libro universal?

Creando libros muy locales que trasciendan su localismo. Es el caso del Quijote.

¿Existe la segregación de editoriales con literaturas de otros países o se está dando una apertura en la actualidad?

Creo que a los hispanohablantes en general nos falta más intercambio, más conocimiento unos de otros, más contactos.

¿Por qué la crítica de la literatura infantil y juvenil ha causado tanto interés en los últimos años?

Porque se ha trabajado con intensidad, rigor, variedad y con buenas herramientas metodológicas.

¿Cómo sería el libro ideal?

Cada lector ha de encontrar el suyo. Y, probablemente, a lo largo de su vida, irá añadiendo otros nuevos.


Biografía

Ana Díaz-Plaja Taboada es doctora por la Universidad de Barcelona. Trabaja en la Facultad de formación del Profesorado de la Universidad de Barcelona y da clases a estudiantes de grado y de Máster. Sus campos de trabajo son la literatura infantil y juvenil, la didáctica de la literatura, la literatura comparada y la interacción de las artes. Pertenece a los grupos de investigación FRAC y POCIO de la Universidad de Barcelona. Ha participado en diversos congresos, ha colaborado en revistas y ha publicado algunos libros. Su último trabajo es Escrito y leído en femenino (Universidad de Cuenca/CEPLi, 2011).

***Imágenes usadas en esta entrevista: 1. Fotografía cortesía de la página web de la Universitat de Barcelona. 2. Detalle de portada del libro Escrito y leído en femenino: novelas para niñas, editado por la Universidad de Castilla-La Mancha. 3. Portada del libro Lecturas adolescentes, editado por Graó.


 
 

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