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Actualizado: 3 sept 2021


Los jóvenes, en la actualidad, están enfrentados a grandes cantidades de información gracias al mundo virtual, las redes sociales y la publicidad. Sin embargo, la literatura siempre busca un nicho para comunicarse con ellos. Ana Díaz Plaja, especialista en literatura infantil y juvenil, conversa sobre la lectura en los jóvenes en la actualidad.

¿Cómo fue su acercamiento a la lectura?

Gracias a mis padres y hermanos.

¿Qué leen los jóvenes en la actualidad?

La realidad -aunque a veces no guste, porque es políticamente incorrecta- es que las jóvenes leen mucha literatura romántica, con vampiros o sin ellos, y los jóvenes leen menos. Si lo hacen, es una línea épica al estilo posttolkeniano. Todos (ellos y ellas) leen ingentes cantidades de materiales que pueden encontrar en sus smatphones, tabletas u ordenadores. La mayoría, interacciones entre ellos.

¿Los libros para jóvenes son una estrategias de marketing?

Todo hoy día es una estrategia de marketing. Y ya que el marketing se aprovecha de nosotros, aprovechémonos nosotros del marketing.

¿Las modas son ventajosas para la lectura en los jóvenes?

Sí, claro. A través de una moda un joven puede empezar a leer algo. Si queda atrapado, pues habremos ganado un lector. Si solo era una moda, lo dejará. ¡Tampoco valía la pena como lector!

Ante un mercado editorial tan competitivo actualmente, ¿cómo serían las dinámicas para abordar la lectura de los clásicos de la literatura juvenil?

A través de todo tipo de estrategias, pero que contemplen la noción de esfuerzo, de complejidad, de placer lento que comporta profundizar en los clásicos.

¿Aún en la actualidad se puede hablar de literatura juvenil como un género menor?

No “se puede”. Hay quienes aún se permiten ignorarla o despreciarla. Allá ellos…


De dar tres reglas básicas clasificar a un libro para jóvenes, ¿cuáles serían?

Como me gusta más pensar en lo que es y no en lo que debería ser, las tres reglas la reduzco a una: que forme parte de una colección destinada a público joven. La metamorfosis de Franz Kafka algunas veces se ha considerado como juvenil, según la colección a la que pertenezca. Después hay lectores jóvenes que encuentran su libro en cualquier colección. Un adolescente puede fascinarse con Crimen y Castigo o con Lolita de Nabokov, aunque no pertenezcan a colecciones juveniles.

En un mundo plural, con evoluciones sociales y lingüísticas en los jóvenes tan distantes, ¿cómo construir un libro universal?

Creando libros muy locales que trasciendan su localismo. Es el caso del Quijote.

¿Existe la segregación de editoriales con literaturas de otros países o se está dando una apertura en la actualidad?

Creo que a los hispanohablantes en general nos falta más intercambio, más conocimiento unos de otros, más contactos.

¿Por qué la crítica de la literatura infantil y juvenil ha causado tanto interés en los últimos años?

Porque se ha trabajado con intensidad, rigor, variedad y con buenas herramientas metodológicas.

¿Cómo sería el libro ideal?

Cada lector ha de encontrar el suyo. Y, probablemente, a lo largo de su vida, irá añadiendo otros nuevos.


Biografía

Ana Díaz-Plaja Taboada es doctora por la Universidad de Barcelona. Trabaja en la Facultad de formación del Profesorado de la Universidad de Barcelona y da clases a estudiantes de grado y de Máster. Sus campos de trabajo son la literatura infantil y juvenil, la didáctica de la literatura, la literatura comparada y la interacción de las artes. Pertenece a los grupos de investigación FRAC y POCIO de la Universidad de Barcelona. Ha participado en diversos congresos, ha colaborado en revistas y ha publicado algunos libros. Su último trabajo es Escrito y leído en femenino (Universidad de Cuenca/CEPLi, 2011).

***Imágenes usadas en esta entrevista: 1. Fotografía cortesía de la página web de la Universitat de Barcelona. 2. Detalle de portada del libro Escrito y leído en femenino: novelas para niñas, editado por la Universidad de Castilla-La Mancha. 3. Portada del libro Lecturas adolescentes, editado por Graó.


 
 

Actualizado: 3 sept 2021


Cristina Müller tiene el encanto y la timidez de los niños, a pesar de ser más alta que muchos adultos. La sobriedad de sus palabras, a ratos, se tropieza con el encanto pícaro de alguna idea. Fue así como transcurrió esta entrevista, entre juegos y respuestas, revelándonos el universo creador de la poesía de imágenes. Su trabajo ha sido editado en Venezuela y España, y es conocida por sus ilustraciones en lo libros Desde mi ventana (Anaya, 2006) de Ana Tortosa; Palabras al viento (La Barca de la luna, 2007) de Pedro Okura; La noche es un tren (Anaya, 2008) de Alejandro Sandoval Ávila; Versos que el viento arrastra (El Jinete azul, 2010) de Karmelo Irribaren o Nilo y Zanzibar (Edelvives, 2006) de Javier García Sobrino, por el que fue merecedora del 1º Premio en el “I Concurso Internacional Álbum Infantil Biblioteca. Cabildo de Gran Canaria. También participó en el proyecto ‘play and learn with miffy’ de Butterfly Works, donde diseñó junto al ilustrador Yonel Hernández, y las escritoras Elvia Silveira y Reyva Franco, al primer amigo internacional bajo el legado del diseño de Dick Bruna: Yoyo, una pereza que contará con su libro de próxima edición como resultado de la experiencia intercultural que relacionó a Amsterdam y Caracas. Con esta hoja de vida a su favor, una humilde Cristina Müller nos reveló datos sobre su trabajo y experiencia.

¿Ilustrar para niños o para jóvenes? ¿Por qué?

Lo mismo me pregunto yo. La verdad es que la decisión profesional que tomé hace unos años fue la de ilustrar literatura infantil, pero hoy en día me planteo: ¿por qué ilustrar para niños y no sencillamente ilustrar literatura? Sinceramente la edad del destinatario es algo que no tengo presente al momento de ilustrar. Es cierto que cada edad tiene su encanto, sus intereses, sus ritmos… pero en verdad no me convence el planteamiento de que a una persona le guste esto o aquello solo porque tiene 5, 17 o 60 años. Creo más bien que lo que define a un ser humano son muchos otros factores, miles de factores, y sería reduccionista pensar sólo en su edad. Imagínense ilustrar sólo para niñas (¡puaj!). Hay adultos que nunca dejan de ser niños y pequeños seres humanos que viven mucho más experiencias e incluso más duras de las que algunos adultos jamás experimentarán.

Ilustrar poesía, suponemos, debe ser una tarea complicada. Sin embargo, en varios de los libros de poesía que has ilustrado (Vientos que el verso arrastra, La noche es un tren), logras que la imagen no solo acompañe a la palabra poética, sino que la reinvente. ¿Cómo haces para ilustrar poesía? ¿Existe alguna dinámica posible?

Bueno, primero, muchas gracias por tu apreciación y acercamiento al trabajo hecho. La imagen poética ha sido personalmente un gran descubrimiento, pues me siento muy libre al ilustrar poemas. Al final del libro La noche es un tren explico, de manera muy sencilla, parte del método utilizado. Se trata de un ejercicio de semiótica que hacíamos en la escuela, que consiste en encontrar dos o más signos visuales y cruzarlos, descontextualizarlos y finalmente generar un nuevo contenido con ellos. Similar al juego que hace el nombre de esta revista: Pez linterna. Tales signos deben estar vinculados de una u otra forma (entre sí y con el poema) y deben crear cierta extrañeza al ser relacionados porque mientras más distantes sean, más interesante será la relación. Sin embargo, no debe ser del todo absurdo el resultado para poder lograr comunicar algún mensaje, aunque el significado último es aquel que el lector le da.

¿Cristina Müller tiene una poética de la imagen?

Me parece que es muy pronto para decirlo pues (espero) aún me faltan muchos textos por ilustrar (sonrisa esperanzada).

Háblanos de tu adolescencia. ¿Cómo fue tu primer acercamiento a la ilustración?

Fui una niña muy tranquila y ahora creo que me faltó rebeldía, locura. Siempre tuve un gran sentido de responsabilidad y quizá eso no me ha dejado ser todo lo libre que me gustaría ser. Mi acercamiento a la ilustración fue intuitivo y nadie me dijo que no lo hiciera, porque de lo contrario seguramente habría obedecido. Así soy ilustradora.

¿Cómo te sentiste al ver tu primer libro editado?

Mi primer libro editado vino mucho después y para ser totalmente sincera, lo que sentí fue un gran alivio, porque lo viví como un proceso muy difícil en ese momento. Hoy en día siento -y me imagino seguiré sintiendo- una gran alegría cada vez que un libro llega a ser realidad (igual que cualquier otro escritor o ilustrador seguramente); y lo mejor de todo: me voy sintiendo muy poco a poco cada vez más adolescente.

Has logrado conseguir un discurso propio, basado en los íconos y formas que reestructuran la imagen que construyes. Haces de la combinación de los objetos una metáfora. ¿Cómo ha sido este camino? ¿Qué te condujo al minimalismo visual?

Un buen editor es quien te señala tu propio camino. Antonio Ventura es, en mi caso, quien me hizo ver por primera vez el carácter melancólico y el silencio que estaba contenido en las imágenes que creaba. Me señaló el poder evocador que tiene ese espacio y pude darme cuenta de que ese carácter incompleto es el que permite que el lector construya significados propios. Fue una lección de humildad, pues en verdad no hay que decirlo todo y ésa es una gran lección de la que estaré eternamente agradecida.

Tuviste la oportunidad de experimentar directamente con los Yukpa para ilustrar un libro con técnicas digitales, como también te embarcaste en la experiencia de Yo-Yo. ¿Te consideras una ilustradora de riesgo? ¿O es que experimentar es parte de tu arte?

Tengo la necesidad de aprender algo en cada proyecto, de crecer. Cada proyecto lo asumo como un reto y los que mencionas en particular me proporcionaron grandes aprendizajes. El mito indígena que ilustré representó una gran interrogante, pues en ese momento habría sido igual de bizarro ilustrar un cuento escandinavo o norkoreano, pues era muy poco (por no decir nada) lo que conocía a la cultura Yukpa. Gracias a que la editorial contaba con un presupuesto que permitía internarse unos días en esa comunidad, logré vincularme directamente con el tema. Siempre me queda la duda de si realmente una persona que ha crecido rodeada de códigos yukpas conecta con el imaginario planteado y le da significados profundos, más allá de los que yo pude prever como ilustradora de un texto dado, pues sigue siendo en cierta forma un lector desconocido para mí. El otro proyecto que nombras ha sido un regalo de la vida, porque desde hace muchos años he querido estar involucrada en un proyecto social con el que pueda aportar algo a la sociedad en la que nací y en la que me desarrollo. El reto en este caso fue el de trabajar en colectivo y desprenderse de la forma de trabajo personal para alcanzar un objetivo muy claro: desarrollar un personaje, bajo el legado gráfico de Dick Bruna, que será destinado a la primera infancia. Ojalá la gran mayoría de los niños de mi país, aquellos de menos oportunidades de lectura, tengan acceso a este material en un futuro cercano, para que crezcan con él y puedan sentir el cariño que le pusimos a yo-yo al momento de crearlo.

¿Qué piensas del graffiti? ¿Para ti es arte?

El graffiti es, sin duda alguna, un lenguaje artístico, urbano por excelencia. En ese sentido aprecio a aquellos que tienen un mensaje valioso que comunicar y que escogen este lenguaje como medio de expresión de su discurso, mientras que desprecio a los que sólo repiten su firmita aquí y allá, pues es una técnica que requiere de gran destreza y me parece talento perdido en el autofoco. Me encanta que uno pueda “leer” la ciudad, entonces mejor que sea interesante lo que uno pueda leer en ella, ¿cierto? En realidad sueño con ser graffitera, pero quizá algunos piensen que ya se me pasó la hora… ¿Ves lo que te contaba de mi adolescencia tardía? (mucha risa).

Los jóvenes admiran mucho tu estética. ¿Nunca te has preguntado por qué?

No, la verdad no lo sabía. Pero ahora que lo pienso… yo los admiro mucho a ellos y quizá sea por eso la conexión.

De poder ilustrar un clásico adolescente, ¿cuál te gustaría? ¿Por qué?

No me lo he planteado y quizá por ello pueda darte una respuesta que carezca de reflexión o que por desconocimiento deje fuera algo que me guste, pero mis lecturas favoritas de adolescente eran los cuentos de Cortázar y quizá eso es lo que me gustaría ilustrar, pues era lo que me apasionaba leer en esa época de mi vida. Su capacidad de jugar con las estructuras narrativas, los personajes, el placer por el lenguaje y las palabras. En la escuela de diseño ilustré un cuento de él que se llama “líneas de la mano” en formato de cómic. Me planteé hacerlo con pura narración visual, es decir, ilustrando literalmente cada palabra y omitiendo el texto. También entonces me gustaban mucho los cuentos eróticos, pero me parecen muy difícil de ilustrar. En ese caso mejor la imaginación, pues es más volátil, menos concreta que la imagen.

¿Cuáles son tus influencias? ¿Tienes ilustradores que te inspiren?

Muchos, pero creo que las influencias vienen de todas partes. Uno va coleccionando lo que resuena dentro, ya sea una frase, un paisaje, un recuerdo, venga del cine, sea la letra o la melodía de alguna canción o el rostro de alguien. Igual de los ilustradores te puedo nombrar a mis tres indispensables: Wolf Erlbruch, Kveta Pacoska e Isidro Ferrer. Cuando sea grande quiero ser tan libre como ellos.

¿Has pensado en escribir?

Me encantaría escribir, mucho, pero soy una cobarde.

¿Qué te inspira?

La vida, el arte. Me inspiro al ver otras creaciones. Me gusta pensar que la luz llama a la luz y la oscuridad llama a la oscuridad.

¿El futuro de Cristina Müller? ¿Vienen novedades?

Estamos trabajando en eso. Hay dos proyectos en construcción. (:-D)



Conversaciones minúsculas

¿Un cuadro?

La escultura de Duchamp con la rueda de bicicleta.

¿Poema o cuento?

Cuento: “La luz es como el agua” de Gabriel García Márquez.

¿Una película?

Air doll de Hirokazu Koreeda.

¿Un héroe de la adolescencia?

Bob Marley.

¿Una persona?

Frida Kahlo.

¿Qué querías ser de niña?

Como todos, quería ser grande.

¿Un color?

Los matices del blanco.

El mejor libro de Cristina Müller hasta ahora es…

Ta ta ta taaaan…

¿Un objeto?

Una libreta pequeña para anotarlo todo.

¿Una palabra?

Utopía.

***Imágenes usadas en esta entrevista: 1. Autoretrato ilustrado de Cristina Müller en la biografía de su portafolio virtual. 2. Fotografía cortesía de la ilustradora. 3. Ilustración del libro Palabras al viento (La Barca de la luna, 2007) de Pedro Okura.


 
 

Actualizado: 3 sept 2021


Shaun Tan sacó a pasear a los lagartos, se sirvió una taza de café y entró a su oficina seguido por un loro. Encendió la computadora y esperó noticias de PezLinterna. Actualmente, este autor e ilustrador australiano es una interesante figura de estudio en el campo de la literatura infantil y juvenil. Ganador del premio Memorial Astrid Lindgren 2011 y Oscar a mejor corto de animación por la adaptación de su álbum La cosa perdida en el mismo año, resaltan no solo su capacidad de crear discursos innovadores a partir de las imágenes, sino de construir un imaginario repleto de significados sobre la esencia de las cosas. Con la nostalgia como bandera, ilustra los álbumes Memorial (aún por traducir), El Visor (recientemente publicado al español por Bárbara Fiore) y Los conejos (1998). Luego se arriesgó a escribir el guión de sus álbumes El árbol rojo (2001) y Emigrantes (2006), libro que lo consagra. Finalmente se presenta como autor con el libro de cuentos Cuentos de la periferia (2008). Este personaje nostálgico ofrece un poco de su tiempo para atender a nuestras preguntas:

Constantemente, la identidad de tus libros se observa en un imaginario rico en mundos, objetos y personajes que invitan no solo a la imaginación sino a la creatividad. ¿Cómo llegas a conciliar estos universos? ¿Qué cosas te estimulan?

Estoy bastante abierto a la influencia de otros artistas, no sólo pintores e ilustradores, sino también escultores, creadores de cine, caricaturistas, arquitectos; todo, desde arte contemporáneo hasta artefactos arquelógicos de museo. Me gusta la sensación de que todos son más o menos iguales, sin importar la cultura social o intelectual que surge en torno ellos: personas que intentan dar un sentido al mundo que los rodea a través de la creación de objetos figurativos. También me siento inspirado por el trabajo artístico de los niños: en realidad no tanto por lo artístico en sí, sino más bien por su incuestionable deseo de hacer cosas que entrecruzan los sueños y la realidad. Me recuerda que esto debe ser un importante instinto en todos los seres humanos.

Actualmente, el libro álbum dirigido al público infantil y juvenil también está alcanzando el interés de un lector adulto. ¿Crees que la imagen se está fortaleciendo como un tipo de discurso académico sin prejuicios?

Es una pregunta interesante en la que pienso mucho. Ciertamente en Australia, el país que mejor conozco, ha habido un cambio notable en la manera en la cual los álbumes ilustrados (como los llamamos nosotros) son recibidos por los adultos, con una crítica más académica y seria que hace diez o veinte años atrás. Los límites entre los cómics, animación y álbumes ilustrados se están diluyendo un poco, y la proliferación de una comunidad global, blogs y festivales internacionales pueden tener algo que ver con esto. Libros inusuales y pequeños (como los míos) tienen una oportunidad de ser ampliamente considerados y relacionados con otros libros experimentales, creando un desastre para la crítica. Lo mismo está pasando con los cómics.

¿Cómo ves el futuro del álbum ilustrado?

Pienso que el álbum ilustrado continuara desarrollándose junto a los nuevos medios. Hay mucha discusión sobre un potencial reemplazo de los libros impresos por los libros electrónicos (e-books), pero no estoy seguro de que eso sea aplicable para los libros ilustrados, que son objetos cuidadosamente diseñados; el hecho de que sean objetos físicos es parte esencial en la experiencia de su lectura. De hecho, podríamos ver mayor atención en los diseños y otros formatos interesantes a medida que los álbumes ilustrados examinen su singularidad. Pero también pienso que habrán muchas formas nuevas e interesantes como resultado de las oportunidades tecnológicas, como ha sido siempre en la historia.

¿Por qué la melancolía es un tema recurrente en todos tus libros?

Para ser honesto, no estoy seguro. He respondido a esta pregunta muchas veces de manera distinta, pero todo gira en torno al hecho de que me parece un tema atractivo, consciente y subconscientemente. Me gusta dibujar y escribir sobre temas melancólicos. También pienso que es adecuado para el formato del álbum ilustrado, el cual es leído, usualmente, en silencio y soledad… la forma y el contenido trabajan juntos. Pensándolo un poco más, supongo que veo la vida como potencialmente melancólica y oscura, eso me preocupa y me lleva a pensar en ello muy a menudo. La felicidad se ocupa de sí misma, no es un gran acertijo. Ciertamente yo dibujo imágenes felices y de celebración de cuando en cuando, pero lo melancólico parece más interesantes a largo plazo, de la misma manera en la que la injusticia es mucho más provocadora que la justicia. También pienso que la melancolía debe ser aceptada y apreciada, en vez de ser negada. Es parte normal de ser un ser humano solidario y pensante sentirse triste y deprimido por algo de vez en cuando. Es mucho peor si no lo reconoces.

Con Emigrantes logras tocar la fibra sensible de aquellos que emigraron y sensibilizas, a su vez, a aquellos que nunca lo han hecho. ¿Cómo fue tu acercamiento humano ante la experiencia de ilustrar este álbum?

Creo que algo tiene que ver con el hecho de querer adentrarse en una vida soñada y compartida que todos pueden comprender, y eliminar de ella ciertos contextos, es decir: nombres, países, personas en particular, sin tiempo ni espacio. Con los años me he dado cuenta de que las mejores historias e ilustraciones trabajan un poco como un espejo, reflejando la imaginación y las preocupaciones de cada lector, individualmente. Es una de las razones por las decidí quitar las palabras de ese libro bastante temprano en el proceso, de esa manera el lector no tendría presión para interpretar las cosas de una manera u otra, o preguntarse que quería decir el autor. A menudo, las cosas más simples y tranquilas provocan las respuestas más fuertes.

¿Cómo fue el proceso de ilustración de las fotos en las guardas?

Las guardas reflejan el proceso completo del desarrollo de este libro: son dibujos basados principalmente en fotos de pasaportes anónimos de los archivos de la Isla Ellis en Nueva York, así que tienen un sentido documental. Esto se extiende también al resto del libro, que está basado en anécdotas reales recolectadas de diferentes fuentes: libros, biografias, historias orales y recursos de museos.

¿Cómo clasificarías Emigrantes: álbum ilustrado o novela gráfica?

Originalmente lo llamé álbum ilustrado, y en un principio era un libro mucho más corto, con una imagen por página. Ahora, que tiene tantas imágenes por página, a menudo formando secuencias coherentes, pienso que es más una novela gráfica. Pero nunca me han preocupado mucho las categorías. La misma pregunta surge con respecto a la audiencia: ¿es un libro para niños o para adultos? Mi respuesta: ¿en realidad eso es importante?

¿Cómo fue la experiencia de la escritura en tu libro Cuentos de periferia? ¿Cómo es tu proceso de escritura de este libro con cuentos más extensos?

Este libro fue muy divertido, particularmente después del estilo disciplinado de Emigrantes. Acá reunía un grupo de historias, aparentemente al azar, y en diferentes estilos, o sea, exactamente el tipo de libro que disfruto más como lector. De hecho, he sido un escritor de cuentos breves por mucho tiempo, pero la mayor parte de ese trabajo no está publicado (porque no está terminado o porque es muy malo).

Originalmente quería ser un escritor en mi adolescencia, no un ilustrador… comencé a ilustrar para ganarme la vida y luego me quedé enganchado. Así que fue bueno volver a la escritura y reunir mis distintos intereses. Me hizo darme cuenta de que no eran tan diferentes. La manera en la cual desarrollo una historia o una pintura es bastante parecida: un fluir de la conciencia al azar, seguido por una esmerada revisión a lo largo de varios meses.

¿Cómo fue adaptar La cosa perdida a la animación? ¿Qué gana y qué pierde un corto animado versus el libro, siendo ambos, formatos totalmente distintos?

La primera cosa que debo decir es que el libro fue cien veces más fácil de crear que la película, y no estoy exagerando. El libro también costó menos del 1% del presupuesto de la película e involucró relativamente a pocas personas y muy poco de conversación. Así que en cuanto a la logística la animación fue bastante diferente: un enorme reto, e imposible sin un buen productor y un respaldo financiero sólido. Esa es la diferencia principal. También fue altamente cooperativo, así que involucra varias visiones creativas, no solo la mía, y en este caso fue un proceso interesante y divertido. Cuando leo el libro, diez años después, parece una historia diferente, el silencio y la quietud de las imágenes y palabras tienen su propia magia, diferente a la magia del corto animado. Es interesante darte cuenta de eso. Sería dificil tener una adaptación más fiel, los dos trabajos permanencen marcadamente diferentes.

¿Alguna vez te imaginaste ganando el Óscar?

¡Para nada! De hecho, para ser honesto, estaba indeciso acerca de toda esa experiencia bizarra. Soy una persona bastante tranquila y en general disfruto trabajando detrás del escenario. No me gusta ser tan visible públicamente y el responsable de representar lo que, en verdad, es un gran grupo de creadores. Todo el ruido de los medios, especialmente de periodistas australianos, fue muy intenso y agotador. Al mismo tiempo fue un real privilegio disfrutar de una breve visión en el otro mundo de la sociedad hollywoodiense, que fue genuinamente fascinante. Más allá del bling bling y el glamour, con el cual los medios están tan obsesionados, hay artistas muy trabajadores, técnicos y productores que aman hacer cine, y que son muy amables y sin pretensión. La gente de animación en particular fue muy divertida y disfruté especialmente la compañia de uno de los nominados. Todos, personas más o menos como yo, creadores independientes haciendo su trabajo en vez de competir con los demás por una medalla.

La racha continuó este año, y siguió el Astrid Lindgren, premio que consolida tu carrera como un importante ilustrador de literatura infantil. ¿Qué hacías cuando recibiste la noticia?

Lavar los platos en casa, y la llamada no se escuchaba muy bien, así que me tomó un rato entender quien estaba llamando y por qué. ¡Estuve todo el rato buscando algo para secarme las manos!

¿Ahora te sientes como parte del canon de la literatura infantil?

Esa es una pregunta interesante: nunca lo he pensado en esos términos. Al final del día soy otro individuo más haciendo lo que puede con papel y lápices en un suburbio australiano, sin ninguna aspiración además de hacer historias honestas y bien hechas, tanto para mí como para los demás. Pero tal vez esa sea la ironía de formar parte de un canon artístico, no llegas ahí intencionalmente. Solo intentas hacer lo mejor con lo que tienes.

¿A quiénes consideras grandes maestros del medio? ¿A quiénes admiras?

Cada uno es un maestro en su propia manera, no creo que exista una medida en particular más allá de la integridad de forma y estilo. Algunos “maestros” que me vienen a la memoria son Raymond Briggs, Chris Van Allsburg, Maurice Sendak, Edward Gorey, Armin Greder, Bruno Munari y Peter Sis. Hay muchos más, pero estos me vienen a la mente por el uso preciso que hacen del lenguaje, tanto escrito como visual, y el interés por experimentar con la relación palabra–imagen.

¿Te sientes un maestro?

Sigo pensando que tengo un largo camino por recorrer antes de establecer un cuerpo de trabajo sólido, esa es mi sensación. A menudo siento que solo he tocado la superficie, pero creo que es esto lo que le pareció interesante a los jueces del Astrid Lindgren Memorial, que estoy rasgando un poco, haciendo algo diferente y cuestionando las convenciones del medio del libro ilustrado. Ciertamente no soy tan bueno como otros de los nominados.

¿Cómo fue esa etapa en la que dejaste de ser niño para ser adolescente?

No puedo reconocer ese momento, todo parece haber pasado poco a poco, y en muchas maneras, ahora a mis 38 años, me sigo sintiendo como una extraña mezcla de niño, adolescente y adulto, cada etapa llena de cosas sin resolver. Mi madre suele decirme que de repente me convertí en alguien pausado, filosófico y ansioso sobre el mundo a la edad de once años y recuerdo sentir que de alguna manera había cambiado repentinamente: mis dibujos e historias se hicieron un poco más oscuros, pero también mucho más interesantes.

¿Tú sientes algún prejuicio a la hora de escribir para niños o jóvenes? ¿O no te limita una franja de edad?

Nunca pienso en grupos de edades cuando trabajo; estoy muy ocupado en desarrollar la imagen o la historia. Es un poco como preguntar si un árbol debería ser pintado por un niño de cinco años o por un adulto: solo requiere crecer y ser pintado en una cierta manera, realmente no le importa quien termine viéndolo. Puede ser bueno para un niño, un adolescente o un anciano, es difícil de predecir.

¿Cuáles son los proyectos futuros de Shaun Tan?

En estos momentos estoy trabajando en un álbum ilustrado sobre relaciones entre dos hermanos (son niños, pero también es una metáfora para las relaciones cercanas en general, sobre como pueden llegar a ser extrañas y privadas). Hay una continua discusión sobre la adaptación a film de Emigrantesy tanto mi productor como yo, estamos ahora en una buena posición para conseguirlo, pero como en La cosa perdida, es realmente lograr el concepto y enfoque adecuado, de otra manera podría ser una terrible y desilusionante odisea, dada la escala del proyecto.

Conversaciones minúsculas

¿Un libro?

Rebelión en la granja de George Orwell.

¿Una película?

Brazil.

¿Emigrantes al cine?

¡Trabajo duro!

Melancolía es…

Agridulce.

De no ser Shaun Tan, ¿qué otro oficio tendrías?

Jardinero.

¿Algún ilustrador prometedor?

Wada Atsushi, Shimbe, Jonathan Oxlade, Aaron Hill.

¿Algo que olvidar?

Las reglas y los significados.

¿Un animal en el cual metamorfosearse?

Gatos.

¿Un libro tuyo?

Cuentos de la periferia.

¿Una obra de arte?

Un dibujo de una calle vacía que hice cuando tenía 20 años.

¿Una imagen?

Nubes.

¿Una palabra?

“Parrot” -loro- (hay uno sentado sobre mí en estos momentos).

¿Un libro que marcó tu adolescencia?

Crónicas marcianas de Ray Bradbury.

Traducción: Laura Montanari.

***Imágenes y trailer cortesía de Shaun Tan.


 
 
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Cultura, libros, infancia y adolescencia

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ilustración de las jornadas @Miguel Pang

ilustración a la izquierda @Juan Camilo Mayorga

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