Cadena: Netflix
Creadores: Javier Calvo & Javier Ambrossi
Temporada: 3
Mucho se habla de que han sido buenos años para las series españolas. Y basta con ver el éxito de series como "Vis a Vis", "Élite" o "La casa de papel" para entender cómo se ha ido transformando estos productos. Sin embargo, "Paquita Salas" sigue manteniéndose como una de las series con más libertad y personalidad que se transmite actualmente. No sólo por la fortaleza de sus personajes, sino porque su historia es capaz de hablar de la industria del cine y la televisión en España, escarbar en sus virtudes y defectos y comprender cómo ha ido cambiando el discurso durante los últimos años en cuanto al espectáculo se refiere. Así que mientras las otras series son señales del éxito, Paquita explora este éxito en el pasado y en el presente. En esta tercera temporada, con más presupuesto y actuaciones estelares, se mantiene firme en lo que quiere contar: Paquita, una representante de actores, tratando de salir del foso profesional en el que está y sin Magüi, su aliada incondicional.
Con grandes momentos humorísticos, geniales momentos pensados para ser virales más allá de la historia (Magüi hasta bailando la gasolina), pero a su vez alzando la voz en una crítica alrededor de las minorías en el mundo de la televisión de la España actual, no sólo en cuanto al tema LGTBIQ sino también con personajes como el de Belén interpretado por Anna Castillo, rechazada por ser mujer o por su forma de hacer humor; así como el acercamiento a al intimidad de una Paquita que comete errores, que sufre, que debe aprender de nuevo un oficio que creía suyo así como reconciliarse consigo misma.
Muchos aplauden el capítulo final con el monólogo de la actriz Anna Allen, hablando sobre su propia mentira desbordada y haciendo un juego de metaficción bastante logrado. Sin embargo, yo me sigo quedando con esa mezcla de La casa de Bernarda Alba y Esperando la carroza que hacen con el penúltimo capítulo "Bailes regionales" donde prácticamente todas las mujeres de la serie se van hasta Navarrete a enterrar a la madre de la protagonista. Entender a Paquita en toda su dimensión, sensibilizarnos acerca de su propia superficialidad y regalarnos momentos de humor coral, hacen que el espectador la tome de la mano y desee honestamente una buena salida para las desgracias de sus personajes. Pocas series se toman en serio este viaje emocional del espectador junto a sus personajes. Eso se agradece.
Cadena: BBC / Amazon
Creadores: Phoebe Waller-Bridge
Temporada: 2
Esta segunda temporada de la serie no tiene discusión alguna que es lo mejor del año. No puedo decir más de lo que se ha dicho o hablado de ella. La forma en que su protagonista nos hace partícipes a nosotros, espectadores, a sus miserias, contradicciones, deseos, es otro nivel de vulnerabilidad. Nos hace reír y llorar al tiempo, porque nos sostiene dentro de su historia. Nos habla, nos interpela (en el sentido literal y figurativo) y nos dice cosas. El primer episodio transcurre en una espléndida comida familiar, en la que ella conoce a su interés amoroso, un interés "prohibido". Ese episodio coral, caótico, divertido, en el que todos mantienen el mismo registro peculiar de la protagonista es discursivamente una belleza.
Es una historia de amor, como su misma protagonista lo dice en el trailer promocional, pero también es una historia sobre la mujer actual, el éxito, la soledad, la familia, la identidad. Y es divertidísima, adictiva, precisa. No voy a seguir soltando adjetivos sin precisar, si les interesa les recomiendo que lean el articulo Fleabag y Phoebe Waller-Bridge, el nuevo boom de las series de comedia que escribió Ariana Basciani en su blog Culturetas. En ese artículo encontraran más detalles, pero creo que este tipo de series deben verse y vivirse. Háganlo.
Cadena: FX
Creadores: Ryan Murphy, Brad Falchuk & Steven Canals
Temporada: 2
Pose es una serie de vísceras. Es emoción pura. La segunda temporada, más que la primera, busca hurgar en lo difícil que fue la subcultura del ballroom en New York a principios de 1990, cuando Madonna hizo de Vogue una moda y el VIH causaba estragos en la comunidad LGTBIQ. En este caso la serie tiene el foco puesto sobre la homosexualidad masculina y las personas transgéneros, siendo estos últimos, representaciones de las madres de estos personajes abandonados. Es decir, que se explora lo femenino desde Blanca (MJ Rodríguez), Elektra (Dominique Jackson), Angel (Indya Moore) y Candy (Angelica Roose), transgéneros que crecen o se hacen cargo de casas en las que adoptan a chicos marginados de la sociedad. De ellas resalta Blanca, quien transmite un sentido caluroso, entrañable y casi heroico de protección al otro y la comunidad, y a quien además le debemos el ejercicio de explorar su identidad como mujer en el capítulo en que se toma unas vacaciones en la playa. Sobre ella, además, suelen estar los momentos más melodramáticos y cursis de la serie. Va de la mano con Pray (Billy Porter), quien es su mejor amigo en la ficción y son los personajes que sirven de excusa para revertir los códigos visuales a los que nos tenia acostumbrada la televisión, para ofrecernos secuencias amorosas, familiares y sexuales más plurales e inclusivas. No buscan provocar sino normalizar este tipo de escenas ante el espectador.
Es cierto que a veces se les va un poco de las manos el recurso melodramático, sobre todo cuando hacen dos capítulos musicales seguidos, pero suelen recomponerse en el camino. Tienen una buena recreación de la época. Resaltan las coreografías, vestuario, música, edición, lo honesta de sus interpretaciones sin tanta grandilocuencia. Lo que más brilla es la fuerza interpretativa de Elektra. Esta en constante debate con su propia vanidad y egoísmo, dándose paso a una madurez compleja a fuerza de sobrevivir, sentir miedo, apostar por la amistad. Ella es de las típicas malvadas que nos solemos enamorar por su encanto, solo que ella no es realmente mala, es su personaje, el que usa para competir o trabajar de dominatrix. Elektra es, al fin y al cabo, la viva voz del colectivo. Incluso más que Pray.
Es una serie sobre la familia, los amigos, el amor y la necesidad de construir comunidad. Pero una comunidad que se protege, ama y respeta. No es una serie "gay", es una serie sobre la superación, un documento histórico de las minorías, una crítica sobre el sistema sanitario estadounidense o sobre la construcción de la sociedad en los últimos años. Rinde tributo a la lucha de muchos sobrevivientes de la época y deja un mensaje esperanzador. Esa voz optimista en medio de tantos obstáculos, es donde brilla su historia.